31 mayo 2020

Acusan a José Ignacio Torreblanca de ser un ‘servidor de Soros’ y de saltarse el código deontológico de EL MUNDO por su entrevista al millonario globalista

Hechos

El 31 de mayo de 2020 el periódico EL MUNDO publica una entrevista de D. José Ignacio Torreblanca al Sr. George Soros.

Lecturas

El 31 de mayo de 2020 D. José Ignacio Torreblanca Payá publica en el diario El Mundo un reportaje-entrevista al Sr. George Soros, millonario denostado por la izquierda anticapitalista y la derecha antiglobalista, así como por los medios prorrusos como RT. En Twitter el Sr. Torreblanca publicita su entrevista como ‘no apta para conspiranoicos’.

El 2 de junio de 2020 el periodista D. Manuel Cerdán Alenda publica una tribuna contra D. José Ignacio Torreblanca Payá acusándole de ser un ‘servidor de Soros’, recordando que ha trabajado para él en Consejo Europeo de Relaciones Exteriores (ECFR, entidad imulsada por el Sr. Soros) y acusándole de haber vulnerado el código deontológico de El Mundo que prohíble los conflictos de intereses. Acusa al Sr. Soros de financiar el independentismo catalán y denuncia que el nombramiento de D. Pedro Baños Bajo como director de defensa nacional fue anulado por la campaña ‘sorista’ en referencia la designación del general Ballesteros para ese cargo de 2018 en lugar de al Sr. Baños Bajo como se había anunciado inicialmente.

31 Mayo 2020

GEORGE SOROS, MI ‘VILLANO’ FAVORITO: "ESTOY MUY ORGULLOSO DE LOS ENEMIGOS QUE TENGO"

José Ignacio Torreblanca

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Es el hombre que une a la extrema derecha americana con la extrema izquierda europea; que conecta a Vladimir Putin en Rusia con Vox en España y al régimen chino con Viktor Orban en Hungría. George Soros, inversor y filántropo, a punto de cumplir los 90 años, mantiene intacta la mirada viva, la agudeza analítica y la ironía que siempre le ha caracterizado.

Unos le acusan de querer llenar Europa de inmigrantes musulmanes para así diluir las raíces cristianas de Europa; otros de querer destruir la UE para imponer los valores del neoliberalismo anglosajón. Le pregunto por esa capacidad de concitar una fobia de proporciones mundiales (recientemente fue desactivado un artefacto explosivo en el buzón de su portal). «Estoy muy orgulloso de los enemigos que tengo», responde sonriendo. «Mi trabajo y el de mis fundaciones consiste en promover y reforzar las sociedades abiertas así que eso me dice que estamos haciendo algo bien». «Aunque concluye, irónico, que «el inconveniente es que quizá tenemos demasiados enemigos».

Así es George Soros, un hombre que extrajo de la supervivencia a la ocupación nazi de Hungría casi todas las lecciones vitales que le han permitido construir una vida de éxito tanto en el mundo financiero como en el de la filantropía. Todavía hoy, Soros representa la encarnación más visible de las ideas del filósofo austríaco Karl Popper. Sus fundaciones se llaman Open Society en homenaje a uno de los grandes pensadores no solo de la libertad, sino de su fragilidad y, por tanto, de la necesidad de defenderla infatigable y continuamente. Soros todavía disfruta hablando de los dos conceptos (reflexividad y falibilidad) que han constituido su filosofía de vida. En su mundo, la verdad es algo que nadie posee y que tenemos que descubrir interrogando a la realidad con la ayuda de nuestros principios y valores.

Converso con él por videoconferencia, él desde Nueva York, yo en Madrid. Nos conocemos desde hace algo más de una década, cuando junto con Martti Ahtisaari (nobel de la Paz), Joschka Fischer, Emma Bonino, Javier Solana, Diego Hidalgo, Ana Palacio y otras personalidades impulsó la creación del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores (ECFR,), un centro de pensamiento dedicado a lograr que Europa hable con una sola voz y unida en defensa de sus valores y principios, y cuya sede en Madrid acepté dirigir. Es solo una pequeña parte de una actividad filantrópica que se ha materializado hasta la fecha en la donación de 32.000 millones de dólares a organizaciones relacionadas con la promoción de la democracia, la protección de los derechos humanos, la libertad de pensamiento y expresión, el periodismo, la justicia, los refugiados, así como la lucha contra la discriminación de colectivos como el romaní, o LGTBI.

Su primera donación, en 1979, fue becar a jóvenes surafricanos para que pudieran estudiar y superar las barreras del apartheid. Luego apoyó a la oposición húngara, también con un programa de becas, y con máquinas ciclostil para imprimir sus samizdats, una compra con la que, recuerda divertido, consiguió ganarle dinero al régimen comunista por su absurda política de cambio. Y de ahí siguió una red global de fundaciones presentes en parte de los procesos de cambio democrático y transformación social vividos desde entonces; también en los procesos de construcción de un orden multilateral más justo, basado en reglas, y de la solución pacífica de conflictos.

En España, la mecha Soros, que en tiempos estuvo en manos de la izquierda por su papel en la devaluación de la libra esterlina y, como consecuencia, de la peseta, ha prendido gracias al activismo de Vox, que ha importado y adaptado los mensajes y técnicas de la extrema derecha estadounidense. El resultado es un cóctel en el que se mezcla la agitación en las redes sociales; la desinformación y noticias falsas difundidas por pseudo-medios digitales; analistas que viven de los platós del infoentrete-nimiento; y, por último, panfletos y libelos (como Soros: rompiendo España) en el que no solo se le acusa de financiar y apoyar la secesión de Cataluña, sino de haber logrado infiltrar la sociedad española hasta el punto de lograr alto tan meritorio como, supuestamente, tener bajo su influencia a personajes tan dispares como Federico Jiménez Losantos, Gonzalo Boyé, el abogado de Puigdemont, o el diario El País.

La acusación de haber apoyado y financiado la secesión catalana no es nueva, pero sí reveladora del funcionamiento de este tipo de campañas. Un ejemplo es Hungría, donde Orban no solo ha alentado el odio a Soros (de cuya fundación fue becario) con un referéndum en torno a su figura, sino acosado hasta el cierre a la Univer-sidad Centroeuropea, dirigida por Michael Ignatieff. En el caso español, no solo no hay evidencia de que Soros apoyara la secesión de Cataluña, sino que como ha quedado acreditado, fue Rusia quien, en connivencia con los secesionistas y en línea con las campañas que ha seguido contra otras democracias, interfirió con sus medios oficiales, redes sociales y otros aliados, como Julian Assange y Edward Snowden. Todo ello con el objetivo de debilitar a un miembro clave de la UE y de la OTAN en un momento en el que su intervención militar en Ucrania y la anexión ilegal de Crimea estaban en el centro de la atención internacional.

Es una acusación que Soros, a quien caracteriza la transparencia sobre las causas que apoya, ya desmintió en su momento vía un comunicado de su fundación y una detallada réplica de su director. En nuestra conversación, le vuelvo a preguntar sobre la cuestión: «Es por completo por falso que estemos promoviendo el nacionalismo cuando en realidad estamos a favor de la cooperación internacio-nal. Ni yo ni la Fundación Open Society hemos adoptado ninguna posición sobre la independencia de Cataluña. Es una acusación falsa».

El objetivo último de la desinformación no es tanto que creamos en una verdad alternativa, que siempre será frágil y fácil de desmontar, sino sembrar la convicción de que los poderosos, al esconder los hechos que les delatarían, hacen imposible que podemos conocer la verdad. Por eso, más que malgastar mucho tiempo en rebatir teorías conspiranoicas hay que insistir en los hechos.

Véase, por ejemplo, las acusaciones que se formulan contra Soros de querer debilitar o destruir Europa. Da igual el número de veces que Soros ha demostrado, de palabra y obra, ser un ardiente defensor de la unidad europea. En nuestra conversación, Soros no solo recuerda que su compromiso con la integración europea se remonta al nacimiento de las propias instituciones europeas («he sido testigo del desarrollo de la UE desde los tiempos de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero hasta que se convirtió en la actual Unión; considero a la UE la representación del concepto de la sociedad abierta a escala europea»), sino que lo justifica en tanto en cuanto los ideales en los que se sustenta el proceso de integración europea encajan con el proyecto de sociedad abierta que ha inspirado toda su actividad filantrópica.

Su compromiso europeo se extiende hasta la actualidad. Su propuesta más novedosa ante una crisis como la del Covid-19 es que la UE emita unos «bonos perpetuos» con los que financiar la recuperación. La idea ha sido muy bien acogida («España ha hecho una gran contribución explicando su importancia») pues permitiría reunir muchos más recursos, hasta un billón de euros, a un coste diez veces inferior (5.000 millones al año) que una emisión de deuda con vencimiento a 30 años.

Le pregunto por el revivir de las rivalidades entre Norte y Sur y católicos y protestantes cada vez que Europa entra en crisis y me señala algo que muchos en los Países Bajos desconocen: que «los bonos perpetuos se usan desde que una Junta del Agua neerlandesa los emitiera en 1648 para financiar las obras de reparación de un dique».

Si los enemigos de Soros son transversales, eso se debe a que los enemigos de la libertad también lo son. Eso explica que su activismo no distinga derecha e izquierda, colores o países. Una de sus más importantes preocupaciones actuales tiene que ver con el papel de la tecnología digital. En sus últimos discursos ha sido tan crítico con las grandes plataformas digitales, a las que acusa de funcionar como monopolios que explotan sin miramientos los derechos de los usuarios a disponer de sus datos, llegando incluso a pedir a Mark Zuckerberg que renunciara a seguir dirigiendo Facebook, como con el gobierno chino. Para Soros, «la combinación de la inteligencia artificial con el sistema de crédito social que China está desarrollando supone el desafío definitivo a la sociedad abierta».

Concluyo tentando a Soros con una apuesta: ¿cuáles son las probabilidades de que Trump sea relegido. «A diferencia de Putin o Xi Jinping, a quien nadie puede acusar de no ser listos», responde con ironía. «A Trump, que querría ser un dictador, sí que se le puede acusar de no ser listo». Por eso, sostiene, «ha manejado tal mal la crisis del coronavirus y provocado tantas muertes innecesarias que no puede ganar». No obstante, avisa: «Trump sabe, y así lo ha admitido, que su única manera de ganar las elecciones es amañarlas aprovechando la emergencia sanitaria para introducir restricciones al voto por correo, incluso llevando al servicio postal a la quiebra».

Se despide Soros con una advertencia: que no dejemos que el coronavirus sea el golpe de gracia que termine con nuestras sociedades abiertas en un momento en el que sus enemigos están tan fuertes.

02 Junio 2020

Un panegírico a su jefe Soros ‘no apto para conspiranoicos’

Manuel Cerdán

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El pasado domingo, con gran alarde tipográfico, el columnista del diario El Mundo, José Ignacio Torreblanca, elevaba cinco o seis frases entrecomilladas a la categoría de entrevista exclusiva con el especulador de las finanzas George Soros. Sin embargo, el trabajo periodístico -un híbrido entre un panegírico, una apología y un artículo de opinión- era mas bien una carga de profundidad contra quienes venimos desenmascarando desde hace años al filántropo multimillonario. El propio Torreblanca en las redes sociales por medio de un tuit reconocía que la entrevista «no era apta para conspiranoicos».

Pero Torreblanca, deslizaba sólo de tapadillo en su seudoentrevista, como si quisiera colocarse la venda antes que la herida, que él era el director de la oficina para España del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores (European Council on Foreign Relations-ECFR), según él, una organización impulsada hace años por Soros. El editorialista se confundía de verbo porque esa ONG europea fue subvencionada y sigue siendo apesebrada con los fondos de reptiles de Soros, como aparece en la contabilidad interna del multimillonario.

En las cuentas del ECFR, que tiene su sede central en Londres, figura así mismo que sólo en 2017 recibió la donación de tres millones de dólares procedentes de las arcas de Soros. La mayor parte de los fondos estaba destinada al funcionamiento de la organización. Y una parte de todo ese dinero, cómo no, habría sido destinada a la oficina de Madrid, dirigida por Torreblanca. Eso sí, Torreblanca debería aclarar públicamente si su colaboración con el multimillonario está retribuida, ya sea con salario mensual o por medio de conferencias y viajes internacionales a Congresos.

En 2018, el ECFR volvió a ingresar otros tres millones de filodólares soristas también destinados a la gestión de la organización.

Torreblanca debería haber advertido en la entradilla de su artículo que, además de ser colaborador de EL MUNDO, realizaba la entrevista a su jefe, es decir, a la persona que contribuye económicamente al mantenimiento de la oficina que él dirige en Madrid. De lo contrario no se entiende la apología que hace del sorismo, algo que los jóvenes retratan hoy día con una palabra malsonante que empieza por eme.

Vulneración del código deontológico de EL MUNDO

En ese sentido, el código deontológico de EL MUNDO es meridianamente transparente. El analista Torreblanca vulnera de manera hiriente el libro de estilo del diario, que fue elaborado a conciencia por Víctor de la Serna y en el que participé junto a otros periodistas del entonces periódico de la calle Pradillo. En el punto V, titulado «Conflictos de Intereses», EL MUNDO rechaza con contundencia todas las actuaciones como la del servidor de Soros: «Los periodistas, particularmente los especializados en economía y finanzas, deben dar a conocer a la Dirección de EL MUNDO cualquier interés que ellos o sus próximos parientes puedan tener y que plantee un conflicto de intereses potencial con su labor profesional».

Y, más adelante, como anexo al libro de estilo se recoge un diccionario orientativo para los periodistas del diario. En el, se define «honestidad», como sinónimos de «pudor o decoro», y «honradez», como «la calidad de probo o íntegro», dos cualidades que, a todas luces, no cumple la seudoentrevista a Soros.

Pero ahí no concluyen los disparates de Torreblanca en su artículo. Mantiene que «la mecha Soros ha prendido en España gracias al activismo de VOX, que ha importado y adaptado los mensajes y técnicas de la extrema derecha estadounidense». Pero omite que las denuncias contra Soros en España son muy anteriores a la explosión política de VOX en las redes sociales y en el Congreso de los Diputados. De manera saducea pretende no solo enlodar el libre ejercicio de la crítica de un partido político constitucionalista, sino que además pretende colocar bajo su paraguas a todos los que denuncian a Soros en España.

Y, seguidamente, concluye que «el resultado es un cóctel en el que se mezcla la agitación en las redes sociales; la desinformación y noticias falsas difundidas por pseudo- medios digitales; analistas que viven de los platós del infoentretenimiento y, por último, panfletos y libelos como Soros: rompiendo España».

Me habría gustado que Torreblanca hubiera tenido los suficientes bemoles para identificar, uno a uno, a esos «pseudo- medios digitales» y a los «analistas que viven de los platós del infoentretenimiento», en referencia sin duda alguna al coronel Pedro Baños. La campaña de Torreblanca y otros soristas contra Baños impidió que el militar fuera nombrado jefe de Seguridad Nacional en La Moncloa por Pedro Sánchez.

Negacionista de las subvenciones al independentismo

Pero lo más estrambótico de Torreblanca es su negacionismo a cerca de la implicación de Soros en la financiación de organizaciones independentistas que participaron en el proceso secesionista del 1-O. El especulador de las finanzas repartió, a través de cientos de miles de filodólares entre los grupos que sirvieron de plataforma a Ada Colau o David Bondía, como ha venido denunciando OKDIARIO con documentos de la propia contabilidad de OSF.

El hombre de confianza de Soros y director de Open Society Initiative for Europe (OSIFE), el activista catalán Jordi Vaquer, con sede en Barcelona, se convirtió en uno de los altavoces de los independentistas a través de las redes sociales, durante los altercados violentos en Cataluña. Recientemente, Soros ha trasladado la sede de OSIFE a Berlín, pero sigue manteniendo la de Barcelona.

En la línea sorista de mantener un pacto con el diablo y con los ángeles del cielo, el multimillonario filántropo se deja asesorar por dirigentes de derechas y de izquierda. Por ejemplo, Torreblanca formaría parte del ala conservadora del sorismo en España. Mientras, Bondía y Vaquer representarían al activismo catalán de izquierdas.

David Bondía, que ha recibido pingües subvenciones de la OSIFE, preside el Instituto de Derechos Humanos de Cataluña (IDHC). Con parte de dinero de Soros pudo financiar el acto de presentación de Carles Puigdemont en Ginebra, en marzo de 2018, cuando el ex presidente, ya prófugo de la justicia española, se desplazó desde Bruselas a la ciudad helvética.

En aquella conferencia, Bondía y el prófugo Puigdemont denunciaron la regresión de los derechos humanos en España y el ejercicio de la violencia en la jornada del 1-O. Los convocantes aprovecharon el acto para internacionalizar lo que ellos denominaban, en terminología batasuna, el «conflicto catalán», algo que desde hace años forma parte también de la estrategia de Soros.

Bondía interpuso una demanda contra España ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos para impedir, tras el intento del golpe, la aplicación del artículo 155 en Cataluña, aprobado por el Consejo de Ministros de Mariano Rajoy. Pero el laboratorio por excelencia de Bondia donde plasma su belicosidad secesionista es el IDHC, que dirige desde el 2015. El instituto es miembro del Observatorio DESC, lo mismo que la plataforma Iridia, ambas organizaciones también subvencionadas por Soros.

Los papeles de Soros que desveló OKDIARIO ponían de manifiesto que el gurú de la especulación financiera internacional había destinado en 2014, en sólo un año, más de 300.000 dólares al entramado más radical del independentismo catalán. Dos de las organizaciones más combativas del secesionismo, la Fundació Centre D’Informació Internacionals a Barcelona (CIDOB) y el Centro de Cultura Contemporània de Barcelona (CCCB), fueron las más beneficiadas del reguero de dólares que Open Society Foundation (OSF) dejó en Cataluña.

Torreblanca, antes de ser fichado como columnista de EL MUNDO, fue director de Opinión de El País. Tras su salida del diario de Prisa pasó a dirigir la oficina del ECFR, donde sustituyó a Borja de las Heras, que pasó a formar parte del equipo en La Moncloa de la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría. Después siguió con Iván Redondo. Torreblanca, a tenor de la entrevista a favor de Soros, se podría decir que compatibiliza su cargo de embajador y portavoz de Soros en España con el oficio de columnista de El Mundo. Todo un ejemplo de ética y deontología profesional como para dar lecciones de periodismo a otros compañeros.