Anson contra Zarzalejos (director de ABC): «Hizo todo lo posible para que LA RAZÓN cerrara y ahora calla como un puta»

Desde hace año y medio, el periodista ha anunciado cada mes que, al mes siguiente, LA RAZÓN cerraría de forma ineluctable, sumido el periódico en el desastre y la miseria. El periodista proclamó en noviembre de 1998 que este diario tenía un pacto secreto, Academia de por medio, con Polanco y que el que mandaba era Cebrián. Luego aseguró que estábamos sometidos al felipismo y que Rubalcaba nos zarandeaba, que íbamos decididamente contra Aznar. Más tarde aseguró que éramos un periódico de Gil y Gil y pronosticó portadas dedicadas a la propaganda del alcalde marbellí. Después informó que Asensio daba un plazo y que tomaría las riendas de LA RAZÓN para hacer director a uno de sus hombres.

El periodista, que confunde siempre sus deseos personales con la realidad, aseguró que este periódico vendía tres mil ejemplares, que su cuenta de resultados era una catástrofe, que no existíamos. Día tras día dedicó sus insidias, sus manipulaciones, sus calumnias, a encarnecer  LA RAZÓN. Hizo, en fin, todo lo posible para que nuestro periódico cerrara y quedaran en la calle las doscientas familias que de él viven, proveedores aparte.

Pero cuando un grupo que mide, analiza, comprueba y no invierte si no está seguro de que los proyectos son sólidos y viables como Hemisferio, de Planeta, decide entrar en el accionariado de LA RAZÓN, el periodista calla como un puta. Demasiado duro para él, que nunca se equivoca. Eso sí, queda sumido en la tristeza producida por el bien ajeno. Al gran equipo de profesionales que ha hecho la proeza de poner en pie un periódico impreso en la frontera del siglo XXI; les he pedido, desde el principio, que no replicaran a las insidias ni a las calumnias ni a las mezquindades. Que hicieran cada día su trabajo con seriedad y con coherencia al servicio de los lectores. Sin aspavientos, sin rencores, sin envidias, sin temores, mirando siempre hacia adelante. Así lo han hecho, hasta despejar cada vez más abiertamente el largo camino que todavía queda por andar.

Luis María Anson