ANTENA 3 TV experimenta con el programa ‘Osados’, presentado por Miguel Giménez y con Ramón Arangüena al frente de la sección estrella: las ‘entrevistas osadas’

Entra uno en el Ayuntamiento de Barcelona, pide por Pilar Rahola y, cuando la tiene delante, le suelta: “Oiga, ¿y por qué no sale usted por ahí en pelotas y así a lo mejor recauda fondos para su nuevo partido?” Y Pilar Rahola ríe, ríe. Sale otro disfrazado de chimpancé, hace cabriolas, el personal se asusta, y el presentador advierte: “Un momento, piensen que este simio puede llegar a ser alguien importante algún día… ¿O no han visto nunca a un ministro?” ¿Y qué es todo esto? Todo esto es «Osados» (Antena 3 TV), una especie de Caiga quien caiga amplificado, laboriosamente trabajado, inteligentemente cocinado (el gag del culebrón, con Aznar de protagonista, fue una filigrana de montaje) que busca la provocación, dentro de un orden. Un orden orondo, desbordado, que se llama Miguel Giménez, conductor del invento, 120 kilos de novedad frente a las cámaras y mucha mili en el cogote con su radiofónico El jardín de los bonsáis. Para mí, lo mejor ha sido la entrevista ful a Chicho Ibáñez Serrador a cargo de Ramón Arangüena. ¡Qué personaje éste! Lo ves entrevistando y le harías una caridad. Un hallazgo. Picó don Chicho creyendo que la entrevista iba en serio, y resultó la mejor interviú que le han hecho en mucho tiempo. Hay en este programa un punto de coña transalpina, digamos europeamente homologable, que lo despega de las producciones de humor al uso mesetario. Los invitados, por ejemplo, salen a escena por el canalillo de una inmensa bragueta de cremallera. ¡Ah!: lo bueno de los dientes de cremallera es que, según como se tire de ellos, muerden.