13 diciembre 1968
Brasil: Ratificada la dictadura de Artur da Costa e Silva
Hechos
El 13 de diciembre de 1968 el Gobierno de Brasil oficializó la suspensión de la Constitución y el Parlamento.
Lecturas
Desde 1964 Brasil es una dictadura.
Eñ presidente de Brasil, mariscal Artur da Costa e Silva ha proclamado virtualmente la dictadura militar.
Presionado por los sectores más duros de las fuerzas armadas, recelosos de algunos brotes democráticos contra el régimen, ha promulgado el Acto Institucional nº5, por el que se suspende la vigencia de la constitución y se clausura el Congreso.
El presidente queda investido de poderes excepcionales y se establece la más estricta censura de prensa.
Costa e Silva gobierna desde marzo de 1967, tras ser elegido por el Congreso candidato de ARENA, partido oficialista organizado por el régimen. Sólo hay un partido de oposición permitido.
En 1969 la dictadura brasileña acabará con la vida de Carlos Marighella.
El Análisis
Desde el golpe militar de 1964, que derrocó a João Goulart bajo la acusación de simpatías izquierdistas, Brasil vive bajo un régimen tutelado por las Fuerzas Armadas. Primero con el mariscal Castelo Branco y luego con su sucesor Artur da Costa e Silva, el poder se ha centralizado en cuarteles y gabinetes cerrados, mientras se proclamaba un supuesto compromiso con el «orden» y la «seguridad nacional». Sin embargo, el 13 de diciembre de 1968 el régimen dio un paso definitivo hacia el autoritarismo absoluto: el Acto Institucional Número 5 (AI-5) suspendió la Constitución, disolvió el Parlamento, restringió libertades civiles y consolidó una dictadura sin contrapesos. Con ello, Brasil ingresó en la fase más oscura de su historia reciente, donde la represión, la censura y la persecución política marcarían la vida cotidiana.
La decisión de Costa e Silva no surgió en el vacío. A la creciente oposición estudiantil y sindical, unida a voces críticas en la prensa y el Congreso, la dictadura respondió con mano de hierro. El AI-5 otorgó al presidente poderes casi ilimitados: desde destituir autoridades electas hasta censurar publicaciones y suspender derechos políticos de opositores. A partir de entonces, el discurso de la “democracia restringida” quedó al descubierto: Brasil entraba de lleno en una dictadura militar sin disfraces, que se sumaba al ya extenso catálogo de regímenes de fuerza en América Latina.
En 1968, el mapa político del continente mostraba un predominio abrumador de gobiernos militares o autoritarios. La dictadura comunista de Fidel Castro en Cuba y frente a ella las dictaduras militares anticomunistas pro-EEUU: Argentina, bajo Onganía; Paraguay, con la larga dictadura de Stroessner; Perú, recién tomado por el general Velasco Alvarado; Bolivia, bajo el mando de René Barrientos hasta su muerte, reemplazado por sucesivos generales; Guatemala, Honduras y casi toda Centroamérica bajo mandos castrenses. Las democracias eran la excepción y no la regla, con ejemplos como Chile bajo Frei, Colombia con Lleras Restrepo o Venezuela con Leoni, que parecían resistir como islas en medio de un océano de autoritarismos. El caso brasileño confirma la tendencia: América Latina de fines de los sesenta no se definía por el pluralismo, sino por el predominio de dictaduras militares, cada una con su propio rostro, pero todas con el mismo lenguaje: orden y silencio forzado.