6 marzo 1964
Constantino II se convierte en el nuevo Rey de Grecia a la muerte de su padre, Pablo I
Hechos
El 6 de marzo de 1964 Constantino II asumió el cargo de Rey de Grecia.
Lecturas
En 1946 se produjo una insurrección comunista en Grecia.
El rey de Grecia, Pablo I, ha muerto este 6 de marzo de 1964 en el curso de una intervención quirúrgica, el trono pasa a manos de su hijo Constantino, que hace apenas dos semanas había sido designado regente.
El joven monarca de 23 años hereda un difícil situación política la opinión pública griega se muestra cada vez más crítica con el sistema político vigente en Grecia. Tanto contra la clase política dirigente, como al parlamentarismo como al propio Jefe del Estado.
La mayoría parlamentaria surgida de las elecciones de febrero pasado ha permitido la instauración de un gobierno republicano y liberal bajo la dirección de Georges Papandreu. Tanto el PArtido Liberal como el Partido Republicano no ocultan su hostilidad hacia la monarquía.
El Análisis
El fallecimiento del Rey Pablo I en 1964 pone fin a un reinado que muchos historiadores consideran el más sereno de la convulsa historia moderna de Grecia. Pablo, hijo del Rey Constantino I y hermano de Alejandro, accedió al trono tras la muerte de su hermano y supo mantener la estabilidad política en un país acostumbrado a crisis, golpes de estado y conflictos internacionales. Su reinado se caracterizó por una política prudente, evitando enfrentamientos directos con gobiernos y partidos, y por mantener la monarquía como un símbolo de unidad nacional más que como actor político activo.
Ahora, el trono pasa a su hijo, Constantino II, un joven rey que hereda tanto la corona como las expectativas de un país acostumbrado a la inestabilidad. Constantino, hermano de la princesa Sofía, casado con el príncipe Juan Carlos de Borbón de España, puede reforzar los lazos entre ambos países si este llega a ser Rey del país ibérico. Sin embargo, la juventud del nuevo monarca y el contexto político del Mediterráneo dejan abierta la pregunta de si podrá mantener la misma moderación y prudencia de su padre o si enfrentará los desafíos internos y externos que amenazan la serenidad lograda durante el reinado de Pablo.
El reinado de Constantino II comienza, por tanto, en un momento de expectativa: deberá equilibrar la tradición monárquica con la modernidad política, mantener la unidad de un país marcado por turbulencias y aprovechar los vínculos internacionales heredados para garantizar que Grecia siga siendo un actor estable en un mundo que no cesa de cambiar. El legado de Pablo I servirá como recordatorio de que la prudencia y la discreción son armas tan poderosas como cualquier ejército a la hora de mantener la corona intacta.
J. F. Lamata