21 julio 1944
Dimite el primer ministro japonés Hideki Tojo para dar un nuevo impulso a su Ejército en su guerra contra Estados Unidos

Hechos
El 20 de julio de 1944 Hideki Tojo presentó la dimisión como primer ministro ante el emperador Hirohito.
Lecturas
El 20 de julio de 1944 Hideki Tojo presentó la dimisión como primer ministro ante el emperador Hirohito. Ocupaba el cargo desde que el 16 de octubre de 1941 reemplazó a Fumimaro Konoe.
Como ministro de Defensa Tojo había sido el responsable del bombardeo a Pearl Harbor.
El nuevo primer ministro de Japón es Kuniaki Koiso, también militar, ‘nombrado oficialmente’ por el emperador aunque impuesto por los militares como lo fue Tojo. El país seguirá en la Segunda Guerra Mundial del lado de Hitler.


21 Julio 1944
Dimite el Gobierno japonés
La pérdida de Saipan, la principal isla de las Marianas, ha motivado la dimisión del Gobierno japonés. Los defensores de la isla dieron un ejemplo conmovedor, al par que aterrador, de su espíritu de sacrificio y desprecio de la vida. vivirán en los anales militares de Japón como mártires de una mentalidad especial, que dificilmente se comprende en el Occidente. La lucha por Saipan ha demostrado que el Emperador podía contar con la obediencia más absoluta de sus súbditos, pero también que desde el serio revés de Pearl-Harbour la Flota norteamericana ha sido considerablemente reforzada.
En los primeros meses de la guerra en el Pacífico los nipones consiguieron desembarcar en numerosas islas, gracias a su superioridad numerosas islas, gracias a su superioridad numérica y, sobre todo, aérea. Ahora ocurre lo contrario, en beneficio de los anglosajones. Los japoneses siguen siendo los mismos luchadores aguerridos de 1942, pero el tiempo no ha sido aliado suyo. Un cambio de Gobierno apenas podrá modificar la situación militar. Para evitar un desembarco en la isla de Guam, que mira ya hacia Filipinas, o en el archipiélago Bonin, peligrosamente cerca de la metrópoli, habría que arriesgar los grandes unidades navales. Lo mismo pasó con los aliados hace dos años. No es probable que el Gabinete Tojo sea responsable de los reveses. El general Tojo sustituyó al príncipe Konoe como jefe de Gobierno debido precisamente a su reputación de militar enérgico. Algún día sabremos si Konoe tenía realmente la intención de llegar a un acuerdo con los Estados Unidos, y si Tojo ocupó el Poder con el fin de evitar la inteligencia. Tojo motiva su dimisión con las palabras: «para dar nuevas energías al pueblo y vigorizar aún más la dirección de la guerra».
En el Japón, donde la influencia del emperador es casi inimaginable con la mentalidad occidental, un cambio de Gobierno no tiene mucha importancia y menos ahora cuando ha cesado la vida parlamentaria, basada en los partidos. Se trata, como se ve de un deseo general de dar mayor vigor a la guerra, que también en el Pacífico es de vida o muerte».
El Análisis
La dimisión del general Hideki Tojo como Primer Ministro de Japón, anunciada el 20 de julio de 1944, marca un giro simbólico —más que estratégico— en el curso de la guerra del Pacífico. Tojo, figura clave del militarismo japonés y rostro visible del expansionismo imperial, cae tras los crecientes reveses bélicos sufridos por Japón, en especial la pérdida de Saipán, que ha expuesto la vulnerabilidad del archipiélago japonés al alcance de los bombarderos aliados. Oficialmente, se retira para “dar un nuevo impulso al ejército”, pero la lectura real es clara: Tojo ha dejado de ser útil a los altos mandos y al propio Emperador, convertido ya en rehén de una guerra que cada día parece más condenada al fracaso.
Tojo llegó al poder en 1941 tras la caída de Fumimaro Konoe, el aristócrata que —aunque firmó el pacto tripartito con Hitler y Mussolini— no logró contener el empuje de los militares, reacios a cualquier atisbo de diplomacia con Occidente. A diferencia de Konoe, Tojo encarnó sin reservas el poder absoluto del estamento castrense, llevando a Japón a una guerra total, especialmente contra Estados Unidos, cuyo resultado comienza ahora a volverse insostenible. La elección de su sucesor, el también general Kuniaki Koiso, confirma que el militarismo no ha sido desplazado, sino apenas reordenado, en un intento de mantener cohesionada a una cúpula cada vez más dividida y desesperada.
Aunque la figura sagrada del Emperador Hirohito sigue invocándose como símbolo de unidad y legitimidad, su papel parece limitado a lo ceremonial. El poder efectivo reside en los generales, cuyas decisiones han llevado al país al borde del abismo. La salida de Tojo difícilmente supondrá un cambio de rumbo real: mientras los militares sigan dictando la política nacional y subordinando la vida del país a una guerra ya perdida en los mapas, el relevo en el liderazgo será apenas un cambio de nombre sobre un edificio en ruinas.
J. F. Lamata