30 septiembre 2006

‘Dolce Vita’ junta a Coto Matamoros con su hermano gemelo Kiko Matamoros para que se machaquen entre ellos ante los vítores de la audiencia

Hechos

Emitido el 30 de septiembre de 2006, programa ‘Sábado Dolce Vita’ de TELECINCO.

02 Octubre 2006

Los cainitas Matamoros

Ferrán Monegal

Leer

Otra extraordinaria sesión en Dolce vita (T-5): en la madruga da de ayer consiguieron que los hermanos Matamoros se fueran asesinando en directo. Les debió costar dinero la velada: estos hermanitos tienen un cachet fabuloso. Corrigiendo las Sagradas Escrituras, volatilizaron a Abel, y transformándose ambos en Caín, se ílieron arreando golpes de quijada hasta quedar sus visceras es pachurradas por el suelo. Hubo repuntes de cierta erudición, digámoslo todo. Coto echó mano de la mitología griega y evocó al borracho Sileno, hijo de Hermes, un elemento pintoresco que solía pasear su mal humor a lomos de un burrito. En la estatua que de él hay en el Louvre se le representa completamente ebrio y con una especie de cuernos en la frente. iAh!,, lo de los cuernos no le gustó a Kiko, y pasó al ataque enarbolando la poesía de Jaime Gil de Biedma («Nada hay más Inquietante que el pasado, ¡y tú te lo inventas!»), la prosa de Charies Dickens también («Pareces un personaje de Oliver Twist. Te has fumado todo el dinero de mi padre. Eres un jeta ». Pero fueron repuntes breves, puñaladitas selectas, en una pelea a cara de perro en la que abundó el insulto tosco, que es lo que se esperaba de ellos y para eso les pagaron, naturalmente. Pongamos una selección de golpes. Kiko: «No eres hombre, príncipe de la mentira. Payaso. Bellaco. Vendedor de humo. Denuncias un tipo de TV pero vienes aquí a hacerla y a lucrarte de ella. Tienes el cerebro como un queso de gruyere. Degenerado. Tú serías el mejor espot televisivo de una campaña contra la droga». Ahora Coto: «Fascista, iluminado. Maniqueo. Envidioso. Cambia de camello. Mentiroso. Hortera. Has hecho un negocio indecente con la muerte de la drogadicta Carmina Ordoñez». Y así durante más de hora y media. M final, según las llamadas recibidas, el perdedor fue Coto. No señor. Los perdedores fuimos nosotros. La audiencia.