22 abril 2017

El caso Lezo causa una guerra interna en el periódico de Vocento

Gresca interna: David Gistau Retes afirma que Lezo acreditada que todos los medios están sometidos al poder político y Ramón Pérez-Maura le reprocha que iguale a ABC con LA RAZÓN

Hechos

El artículo del 21.04.2017 de D. David Gistau fue replicado el 22.04.2017 por D. Ramón Pérez-Maura, ambos en ABC.

Lecturas

El caso Lezo ha causado un conflicto interno en ABC cuando D. David Gistau Retes, al publicar un artículo contra Dña. Esperanza Aguirre a partir del caso Lezo, escándalo que salpicaba al grupo de comunicación Atresmedia,  realizó una crítica a todo el periodismo español por estar sometido a una «endogamia clientelar».

El Adjunto al Director de ABC, D. Ramón Pérez-Maura publicó entonces un artículo contra el Sr. Gistau Retes en el que, sin citarle, lamentaba que hubiera periodistas que trabajaran en el sector de los medios a la vez que los acusaban de ser ‘endogamia clientelar’ al tiempo que rechazaba que se comparara la situación de ABC con la del Grupo Atresmedia y su periódico LA RAZÓN (el más implicado en el caso Lezo, dado que uno de sus consejeros ha sido detenido para ser investigado por posible testaferro de la trama).

El 11 de julio de 2017 cuando D. Ramón Pérez-Maura escribió un mail al Sr. Gistau para consultarle si escribiría columnas en agosto el Sr. Gistau le contestó con otro correo en el que le informaba que no tenían nada de que hablar nunca más: «Antes de usar una columna del periódico para insultarme e intentar echarme, deberías haber pensado que luego no podrías gestionar nada conmigo. Un saludo».

21 Abril 2017

Lezo

David Gistau

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A pesar de la reiteración y la frecuencia, que mantienen ocupadísimo a ese guardia civil al que antaño felicité por su ingenio para poner nombres a las grandes operaciones, todos los casos aislados de corrupción del PP tienen algo que los hace característicos. Un sabor propio, un no sé qué. Este Lezo, que es el que nos entretendrá estos días siempre que no se solape con el siguiente, posee dos condiciones singulares, aparte de sepultar el aguirrismo, cuya única supervivencia precaria es la de Aguirre.

La primera es que se trata de una madeja que abarca todos los ámbitos de la endogamia clientelar, incluido el periodismo, es decir, los medios de comunicación y los periodistas que se dejan instrumentalizar a cambio de botines fáusticos y hacen política por otros medios. Tengo curiosidad por ver cómo el oficio gestiona eso porque no conozco ni un solo medio que pueda declararse emancipado de semejantes dependencias, más allá del entusiasmo servil y de la apetencia de estar en el cotarro de unos u otros. Tampoco me importaría ver en apuros al corruptor que está al otro lado de la línea telefónica cuando el periodista o el editor recibe sus instrucciones. Ojalá que las grabaciones policiales sirvan, cuando afloren, para conocer mejor la praxis periodística española y la relación que mantienen con el periodismo los honorables próceres que en público dicen admirar la independencia y la libertad pero luego muñen brigadas de ‘tonton-macouts’. Un poco de luz en los reinos de las tinieblas.

La segunda es que, por primera vez, un gran caso de corrupción se ha nutrido en parte de una voluntad interna de limpieza. No digo con esto que Cifuentes sea una campeona moral: le conviene políticamente adjudicar toda la mierda posible a un PP madrileño anterior a ella y cuyos barones son todos personajes amortizados. Pero al menos ha roto el principal impedimento para purgar el PP de verdad y para agitarlo pese a su voluntad coriácea de hermetismo: Cifuentes ha roto esa ‘omertà’ por la cual se demuestra que el PP no tiene intención sincera de cambiar y que coacciona a sus propios militantes y altos cargos con una utilización artera del concepto de lealtad. Una utilización idéntica a la que hace la Mafia con sus pentiti, como también, por cierto, recuerdan a la Mafia, los mandatos a un periódico para que a alguien le aparezcan cabezas de caballo en la cama. Un partido que de verdad quisiera cambiar y restaurar su reputación emporcada convertiría en ejemplar la colaboración de Cifuentes con la Justicia e incluso celebraría la citación como testigo de Rajoy en Gürtel, pues ello da al presidente una gran oportunidad para contribuir, con su relato y su recuerdo de las cosas, a la penalización de los supuestos infiltrados que no han de ser confundidos con la conducta general del PP. Claro, todo ello, en un ámbito en el que, a diferencia del parlamentario, un testigo tiene prohibido mentir. Acaso sea ése el problema.

David Gistau

22 Abril 2017

Limpiemos al fin los albañales

Ramón Pérez-Maura

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Conozco al menos tres personalidades públicas europeas vivas a las que se ha atribuido el sobrenombre satánico de «Príncipe de las Tinieblas». Y admito que uno de ellos es amigo mío y desde su ateísmo se ríe de ser conocido por ese apelativo. Con frecuencia aparece su firma en ABC. Otro de ellos está hogaño muy lejos de la vida pública y un tercero ocupa estos días las primeras páginas de los medios de comunicación acusado de chantajear empleando la batería de todos los medios de comunicación de su grupo mediático para acallar a la presidenta de la Comunidad de Madrid –que no es santa de mi devoción–. Sé muy bien de lo que se habla, porque yo mismo he sufrido un chantaje exactamente igual de un «Príncipe de las Tinieblas». Para chantajear así no hace falta haber publicado nada en un diario, haber dicho nada en alguna cadena de televisión o de radio. Eso no sería un chantaje. Eso sería una difamación. El chantaje es haber amenazado con hacerlo. Y yo no puedo demostrar que lo sufrí, pero sí puedo decir que he vivido un chantaje exactamente igual.

Otrosí: es fabuloso ver a nuestro colega Francisco Marhuenda diciendo que llamaba «zorra» a la jefa de gabinete de la presidenta de la Comunidad de Madrid para tranquilizar al consejero de «La Razón», el detenido Edmundo Rodríguez Sobrino. Yo no sé con qué tipo de gente tratan ambos, pero a mí no me tranquilizaría que alguien me diga que me acosa una «zorra». Si yo fuera inocente y me acosara alguien, me quedaría mucho más tranquilo diciéndome que quien me cuestiona es una buena persona. Pero no debe de ser el caso, claro.

Cada uno sabrá si puede mantener la cara, pero me pasma que haya quien [por David Gistau] siga publicando en un medio después de firmar en él que «se trata de una madeja que abarca todos los ámbitos de la endogamia clientelar, incluido el periodismo, es decir, los medios de comunicación y los periodistas que se dejan instrumentalizar a cambio de botines fáusticos y hacen política por otros medios. Tengo curiosidad por ver cómo el oficio gestiona eso porque no conozco ni un solo medio que pueda declararse emancipado de semejantes dependencias (…)».

Creen algunos, incluso en estas nobles páginas [Gistau], que todos son de su misma condición. Pues yo no lo creo. Creo que en este oficio, como en todos, hay mucha, muchísima bastardía. Pero jamás aceptaré que todos somos iguales. Y quien crea que lo somos es indigno de ejercer esta profesión,

Como bien dijo el pasado jueves en la junta de accionistas el presidente de Vocento, la compañía editora de este diario, se puede aspirar a volver a pagar un dividendo a los accionistas de esta Casa, algo que nunca ha generado el diario «La Razón» desde el día de su fundación y bajo diferentes gestores. Pero no todos los medios de comunicación tenemos iguales ni similares objetivos. Ese periódico publicaba ayer un editorial de página entera para justificar lo injustificable. Y estaba tan falto de argumentos que tenía que repetir en la primera y tercera páginas un mismo párrafo de 203 palabras a falta de argumentos. Pero «olvidaba» dar alguna explicación a las palabras de su presidente, aparecidas en las grabaciones judiciales, en las que dice: «que vea [Cristina Cifuentes] que no es únicamente LA RAZÓN, que están ‘Antena 3’, ‘Onda Cero’ y ‘La Sexta’». Chantaje puro.

Recordando el término que gusta emplear el académico que fundó LA RAZÓN [Luis María Anson], ya va siendo hora de limpiar los albañales del periodismo.

Ramón Pérez Maura