4 noviembre 2015

El Gobierno Rajoy le destituye de sus cargos en el Ejército por anunciar su pase a la política antes de solicitar la baja

El General Julio Rodríguez, ex Jefe del Estado Mayor del Gobierno Zapatero, ficha por Podemos para figurar en sus listas por Zaragoza

Hechos

El 4.11.2015 la formación política Podemos anunció que D. Julio José Rodríguez iría en sus listas por Zaragoza.

Lecturas

EL GOBIERNO DEL PP DESTITUYE AL GENERAL POR ‘PARTIDISMO’

El 6.11.2015 el consejo de ministros cesó al general D. Julio Rodríguez de su puesto como vocal de la Orden de San Hermenegildo. Ell general, que ha solicitado su pase a la reserva es acusado de actuar de forma partidista por el Gobierno del Partido Popular.

07 Noviembre 2015

Errores preelectorales

EL PAÍS (Director: Antonio Caño)

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El Gobierno perdió ayer los papeles al forzar el retiro del general Julio Rodríguez, exjefe del Estado Mayor de la Defensa, cuando este militar ya había pedido su paso a esa situación. Reunir al Consejo de Ministros y solemnizar el anuncio durante la conferencia de prensa semanal en La Moncloa es una sobreactuación innecesaria, cuya desmesura contribuye a potenciar la campaña de Podemos bastante más que al desprestigio del flamante fichaje realizado por esta formación.

Las justificaciones escuchadas están fuera de lugar. La vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, habla de “pérdida de confianza” en el general y le atribuye falta de neutralidad al opinar sobre cuestiones políticas cuando aún era militar en la reserva. Mejor sería que Julio Rodríguez hubiera esperado a que se consumara el hecho administrativo de encontrarse fuera de las Fuerzas Armadas, pero no tiene sentido insinuar que al general de cuatro estrellas se le sanciona por similares razones a las que provocaron la destitución de altos cargos militares en el pasado. Si se refiere a las declaraciones dudosamente constitucionales de algunos responsables de la milicia, o a quien azuzó la intervención militar en supuestos reservados a la decisión del Gobierno, nada de cuanto ha comentado el general Rodríguez recuerda tales situaciones, ya sea sobre una solución política para Cataluña o respecto a la permanencia de España en la OTAN.

La equivocación del Gobierno sucede a otra cometida por el líder de Podemos, Pablo Iglesias, que habló del militar como de su futuro ministro de Defensa. Afortunadamente ya no vivimos en los años de zozobras golpistas, ni tampoco en otros que, sin ser tan peligrosos, registraban presiones de profesionales de la milicia a favor de la autonomía del poder militar. Los Gobiernos democráticos han sostenido que no se puede degradar a España a la condición de un sistema a medias entre los regímenes autoritarios y un Estado plenamente democrático, y las declaraciones de Pablo Iglesias inciden en un asunto que se creía normalizado: que el Ministerio de Defensa sea regido por un civil. Desde 1979 siempre ha sido así —el primer civil al frente de ese departamento fue Agustín Rodríguez Sahagún, nombrado por Adolfo Suárez— y no hay razón de peso para cambiarlo. Otra cosa es que Pablo Iglesias magnifique el fichaje del general para hacer olvidar tiempos en los que defendía su interés por sacar a España de la OTAN.

Todo esto no implica dudar de la preparación técnica ni de la experiencia de Julio Rodríguez, como tampoco de sus propósitos en el hipotético caso de que llegara a encontrarse en condiciones legales de ocuparse de la cartera de Defensa. El paso a la política de este militar de talante liberal ha sido un aldabonazo en la campaña preelectoral y una muestra de habilidad táctica por parte de los dirigentes de Podemos. Sin duda es muy positivo enriquecer la política con buenos profesionales procedentes de diversos sectores, pero no es en absoluto necesario que un militar, en España, se convierta en ministro de Defensa de la noche a la mañana.

06 Noviembre 2015

Militar

Alfonso Ussía

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Juramento o promesa. Un militar jura o promete lealtad a su Bandera. No me refiero al escudo, que puede variar con los tiempos. Lealtad a su Bandera y derramar en su defensa, si llegara el caso, hasta la última gota de su sangre. El general Rodríguez, Jefe de Estado Mayor de la Defensa durante el Gobierno de Zapatero, juró lealtad a la Bandera en la Academia General del Aire. Maniobró y desfiló bajo esa Bandera. Ocupó sus despachos presididos por la Bandera. Enterró a sus compañeros, caídos por España en misiones militares o asesinados por el terrorismo, con sus ataúdes cubiertos con su Bandera. Y alcanzó el mayor grado y empleo cumpliendo con su deber y con su juramento o promesa. Curiosamente, hoy ha dejado de ser un militar para convertirse en un político. Un partido político cuyos dirigentes desprecian la Bandera a la que juró o prometió lealtad don Julio. Sus compañeros de partido gustan mostrar en sus comparecencias la bandera republicana, también conocida como la tricolor, la rumana o, simplemente, la fea. Y ha llegado a un acuerdo con los dirigentes de «Podemos», que apoyan a Bildu –la ETA– en el País Vasco, que defienden el derecho a la fragmentación de España, que consideran la unidad de la Patria un contrasentido y jamás se han permitido un rasgo de generosidad y justicia con los militares que cumplen diariamente con su deber y con aquellos que han sido enterrados por entregar su vida por sus compatriotas. Muchas lagunas en la memoria de don Julio. Muchos desencuentros anímicos en su proceder. Muchos olvidos de sus compañeros en su mal paso dado.

Los de «Podemos» dicen una cosa hoy y otra mañana, y en el mismo día, tres o cuatro contradictorias depende de dónde se hallen y hablen. Pero uno de los rasgos comunes de los dirigentes de «Podemos» es su desafecto profundo por todo lo militar. Pretendo ser bien entendido. Por todo lo militar en España, en los Estados Unidos, en Francia o en Inglaterra, que no por lo militar en Cuba, Venezuela y Corea del Norte. En estos tres últimos casos, lo militar les gusta más que comer con los dedos. Ellos son partidarios del militarismo en el poder, no de los Ejércitos que sirven a la sociedad desde el deber y la disciplina a las órdenes de los Gobiernos elegidos con los votos libres y soberanos. No puedo figurarme a don Julio estrechando la mano de los proetarras de «Bildu». No me cabe en la cabeza que un general de cuatro estrellas se atreva a decir que el problema de Cataluña «se soluciona con política, y no con la Ley». Que un general del Aire recomiende pasar por encima de la Ley es gravísimo. Pasar por encima de la Ley, con mayúscula, equivale a quebrar el Estado de Derecho, las leyes, la Constitución y, en su caso también, las Reales Ordenanzas que juró o prometió cumplir.

Tuve con don Julio muy breves y esporádicos encuentros, y siempre se comportó con la cortesía y buena educación de los que llevan el uniforme. Sabía que muchos de sus compañeros le decían «Julio el Rojo», y que otros le achacaban su escaso esfuerzo en la milicia y su preferencia por los cómodos despachos. En las Fuerzas Armadas son necesarios los militares de campo que disfrutan con sus hombres y comparten sus padecimientos, y lo que proyectan, idean, mandan y pesupuestan desde sus despachos. Pero no se me va de la cabeza lo que don Julio ha dicho. Saltarse la Ley. Eso se llama golpismo, y me niego a creer que don Julio sea un golpista.

¿Lo veremos en un mitin con la bandera «rumana» a sus espaldas? ¿Lo veremos abrazando a un dirigente de «Bildu»? ¿Se saltará la Ley un general de cuatro estrellas con los primos hermanos de «Podemos» en Cataluña, los de la CUP?

¿Un nuevo Miaja? No entiendo nada.

06 Noviembre 2015

Un general en los círculos

Santiago González

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Anthony Quinn contaba un chiste sobre la indolencia de sus paisanos. Un mexicano contaba a un gringo que se alimentaba de los caracoles que pasaban a su lado. «Hoy he comido uno». «¿Tan pocos pasan?», preguntaba su interlocutor. «Como pasar, pasaron tres, pero dos se me escaparon».

Algo así fue lo que contó el entonces Jemad Julio Rodríguez en noviembre de 2009 en una descabellada rueda de prensa junto a la ministra Chacón, para explicar cómo la zodiac de unos piratas somalíes se le escapó a un helicóptero Seahawk de la Armada Española, 333 Km/hora, misiles de largo y corto alcance, ametralladora de 12,7 mm. etc.

Aquella historia absurda podría haber sido contada por la ministra, por el presidente Zapatero, o, si me permiten la ucronía, por Pedro Sánchez o Pablo Iglesias. Normal, la ignorancia. No por un general del Ejército del Aire que obligatoriamente ha estudiado Cinemática. (Ver más datos en mi blog de EL MUNDO).

El fichaje ha sido un golpe de efecto que roza la genialidad y hace verosímil la pretensión del sorpasso al PSOE. Mientras el pobre Snchz se pavoneaba con la comandante Cantera, va Iglesias y ficha a un teniente general. Parece inspirado en el chiste madrileño: «Por favor, ¿general Mola?», pregunta el forastero, y responde el castizo: «¿No va a molar siendo general? Pero mola más capitán general». Una hipótesis: seguramente el ex Jemad tanteó al PSOE, pero se desalentó cuando oyó a Pedro Sánchez decir que le sobraba el Ministerio de Defensa. Su cambio de alternativa es un acto de legítima defensa, si bien se mira.

Otro asunto es la cosa doctrinal. El teniente general Rodríguez recibió hace un par de años el premio Bernardo Vidal a los Valores Constitucionales y las Fuerzas Armadas y dijo: «Me parece tremendamente acertado hablar como dice el premio de valores constitucionales y Fuerzas Armadas. Siempre por este orden, siempre por delante los valores constitucionales». Y ahora se pone a las órdenes de un tipo que hace menos de un año reclamaba «un proceso constituyente para abrir el candado del 78». El candado del 78 era la Constitución, entienden la metáfora.

En aquellas fechas (17/11/14) P. I. anunció en la Ser un referéndum para que España decida soberanamente salir de la OTAN y romper el convenio de Defensa con EEUU: «Yo soy patriota y no me gusta que haya militares de otros países en territorio español». Hace cuatro días, la jefa de Podemos en Andalucía, Teresa Rodríguez, tuiteaba, feliz e indocumentada: «Que nadie nos prohíba soñar con una Andalucía libre de bases militares estadounidenses». Ahora quieren convertir el Ejército en otro círculo de Podemos, donde los militares voten a sus jefes y las acciones en el exterior.

No perdamos la esperanza. Sus posiciones ideológicas son extraordinariamente adaptativas e Iglesias ya ha dicho que le gusta mucho este Papa. Aún tiene tiempo para fichar a Sistach, arzobispo saliente de Barcelona, para reforzar la lista de Catalunya Sí que es Pot y explicar antes de las elecciones el nuevo punto de vista de Podemos ante el Concordato.

08 Noviembre 2015

Un general de pocas medallas

Ramón Pérez Maura

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Siempre me impresionaron las fotos de Jean-Bédel Bokassa, autoproclamado S. M. Bokassa I, Emperador de Centroáfrica. Y me deslumbraban por una sola razón: su infinita capacidad para acumular condecoraciones. No solo es que tuviera la pechera abarrotada —que la tenía, a diestra y a siniestra—, es que era tal su deseo de lucir alfileres honorarios que ostentaba las múltiples medallas colgadas hasta en las perneras de los pantalones. Con un par –entre esas medallas.

Está claro que el general José Julio Rodríguez Fernández no tiene los problemas de espacio de Bokassa para acumular condecoraciones. Más que nada porque aquellos que no se autoconceden condecoraciones lo tienen mucho más difícil que el paranoico tiranuelo centroafricano. Pero en el caso de Rodríguez Fernández, que fue aupado al Jemad por Rodríguez Zapatero, llama la atención la cortedad de condecoraciones que lucía en la pechera cuando ocupaba el cargo. En las fotos que tengo ante mí sólo luce ocho, que para una vida entera en la milicia no es casi nada. Cabría la posibilidad de imaginar que es un hombre modesto, que no quiere lucir sus honores. Pero en la milicia exhibir tus condecoraciones no implica chulería ni prepotencia. Es sólo una forma de que los demás compañeros de armas sepan cómo te has ido ganando tus ascensos. Si no tienes condecoraciones es porque no has tenido actuaciones dignas de premiar ni has estado en misiones de combate. Y los ascensos te han llegado por otras razones.

Cuando se mira el historial del general Rodríguez se ve que, como era de esperar con Zapatero, se escogió para el cargo a un militar de una carrera plena de destinos burocráticos, que desembocaron en un ejercicio del Jemad mediocre, como se demostró en alguna operación lamentable en el Índico, cual fue la huida de los secuestradores del pesquero español Alakrana, con cuatro millones de dólares en el bolsillo huyendo en una zódiac de un helicóptero que no los alcanzaba….

Pero lo que a mí más me ha impactado del fichaje del general Rodríguez por Podemos es la normalidad con que se asume que quien ha sido el jefe de la organización más jerarquizada del país se convierta en candidato de un partido antisistema, lo que dice mucho de la coherencia de Rodríguez. Y eso me ha llevado a hacer una pregunta. ¿Se imaginan que alguno de los Jemad de Aznar, ya fuese el teniente general Santiago Valderas o el almirante Antonio Moreno Barberá, hubiera anticipado el modelo de Rodríguez y se hubiese presentado a las elecciones por un partido de ultraderecha? ¿Qué no se hubiera dicho de Aznar, del Partido Popular y de las Fuerzas Armadas españolas en su conjunto? Desde Pedro Sánchez hasta Pablo Iglesias habrían pedido, no ya la supresión del Ministerio de Defensa, sino la disolución de los ejércitos en su conjunto.

Hace mucho tiempo que vemos esa conquista de territorios por parte de la izquierda. Igual que esta incursión de un Jemad en la política es considerada por la progresía como políticamente correcta, la contraria sería intolerable. En el mismo sentido vemos a todas horas cómo a jalean sacerdotes, monjas y personas de vida consagrada que adelantan posiciones izquierdistas, pero se denuncia como intolerable que desde esa misma Iglesia se definan posiciones conservadoras. Sólo en esos casos es cuando se pide que los curas estén encerrados en sus parroquias. Hipócritas…