1 marzo 2011

Sydney Toledano, presidente de Dior, es un judío sefardí

THE SUN destruye al diseñador estrella de Dior, John Galliano, al desvelar que en un bar pronunció insultos racistas anti-judíos

Hechos

El 1.03.2011 se hizo público a través de THE SUN que Dior ponía fin de manera definitiva

Lecturas

Éxito de Rebekah Brooks 

 La CEO de la compañía News Corporation en Reino Unido, Rebekah Wade (Rebekah Brooks), que controla los diarios THE SUN y NEWS OF THE WORLD, se ha apuntado un importante éxito, dado que la secuencia de Galliano diciendo que amaba a Hitler y odiaba a los judíos ha sido vista en todo el mundo.

05 Marzo 2011

EL 'HOLOCAUSTO' DEL MODISTO GENIAL

Juan Manuel Bellver / Eduardo del Campo

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John Galliano, Juan Carlos Antonio Galliano Guillén, el hijo del fontanero gibraltareño y del ama de casa andaluza, ha desencadenado una corriente de repudio en el Peñón, donde nació en 1960, y en La Línea de la Concepción (Cádiz), donde vive su madre ya viuda: Ana. Son más los que, al preguntarles por el escándalo de su paisano, juzgan que se ha merecido que lo echen de Dior como director creativo por sus comentarios antijudíos. Aunque hay quien considera, comprensivo, que sus exabruptos no retratan a un racista, sino a un hombre solitario empapado de alcohol y hundido desde el suicidio en 2007, señala el Gibraltar Chronicle, de «uno de sus más cercanos asesores»: Stephen Robinson. En fin, que la víctima es él.

Pero quien mejor podría defenderlo prefiere callar. Es la madre del ángel caído, aunque lleva sin ver a su hijo dos años. La señora no abre la puerta de su piso en el centro de La Línea y si se llama por teléfono una voz de anciana dice, nerviosa, que es «la señora de la limpieza» y que la dueña se ha ido con sus hijas «a Londres», en referencia a las dos hermanas de Galliano (Rosa María e Inmaculada). En realidad, es Ana Guillén quien está en el piso. Más tarde, se asoma tras los visillos y deja claro con la mano que no quiere hablar.

Despedido de su trabajo, investigado por la justicia, condenado por la opinión pública, internado en una clínica de rehabilitación, John Galliano es el último juguete roto de la industria de la moda. Su caída está siendo tan fulgurante como fue su ascensión y parece a todas luces el suicidio profesional de un hombre deprimido tras la muerte de su novio. En su particular camino del exceso, sus insultos racistas y sus alabanzas alcohólicas a Hitler han ofendido tanto a la Francia que no olvida la ocupación nazi como al poderoso lobby judío.

A ARIZONA, BABY

«John, querido, ya he hablado con mis amigos de The Meadows. Te esperan con los brazos abiertos. A mí me ayudaron mucho. Y Arizona no está tan mal. Dicen que el aire del desierto de Sonora alivia cualquier mal. Descansa, cúrate y, cuando vuelvas, todo lo que ha pasado te parecerá un mal sueño». Las palabras de Kate Moss sonaban convincentes al otro lado del teléfono. Un desconsolado Galliano dio la gracias y colgó. Luego habló con sus abogados londinenses de Harbottle & Lewis y redactaron juntos un una disculpa pública. «Pero que se incluya mi versión de los hechos: Esa gente me provocó», insistía. Después, voló a EEUU.

Una teoría conspirativa circula como sordina. Consistiría en que Galliano habría sido víctima de un montaje preparado por sus dueños para despedirle con una indemnización inferior a la que le correspondería. Según esta teoría, el grupo se ahorraría varios millones de euros -Galliano podría estar ganando uno al mes-. LVMH se desharía así de un hombre atormentado cuyo trabajo cada vez gustaba menos.

Hace tres días ya que el modisto llegó a la clínica de desintoxicación, un oasis de tres hectáreas y media rodeado de cactus. Por allí han pasado Elton John, Naomi Campbell o la propia Kate. Allí tratan comportamientos compulsivos, depresiones y todo tipo de adicciones. Sus curas están basadas en el psicoanálisis. Mientras, en Gibraltar, Solomon A. Seruya, veterano comerciante de perfumes y miembro de la comunidad judía local, responde así cuando se le pregunta si su famoso compatriota le ha ofendido: «Galliano se ha ofendido a sí mismo. Los judíos estamos acostumbrados a estas cosas. Lo único que lamento es que el pobre sea de aquí, y en Gibraltar eso ha dolido a católicos, a judíos y a musulmanes, porque aquí gozamos precisamente de unas relaciones ejemplares», sentencia.

Una nueva vida. Eso es lo que necesita, a sus casi 50 años, Juan Carlos. Hace apenas 10 días, John era el niño mimado de las pasarelas, el modisto cuyo desprejuiciado talento y gusto por la extravagancia habían sacado del marasmo a la legendaria firma Christian Dior. Hoy es solo otro genio chiflado caído en desgracia en un negocio que se alimenta de las apariencias y no perdona las salidas de tono: sin empleo y con un juicio pendiente en París donde le pueden caer hasta seis meses de prisión y 22.500 euros de multa.

El affaire Galliano se inició el jueves 24 cuando aconteció la noche de autos y se filtró a la prensa. Ante la gravedad del asunto, los propietarios de Dior, casa para la que nuestro hombre trabaja desde 1996, tomaron la decisión de suspenderle mientras se esclarecía todo. El gigante del lujo no podía obrar de otra forma. Sobre todo tras haber vivido una crisis parecida en octubre, cuando Jean-Paul Guerlain -de la marca integrada, a la sazón, en el grupo LVMH-, realizó unos comentarios xenófobos en la cadena France 2: «He trabajado como un negro… Aunque no sé si los negros han trabajado tanto alguna vez».

EL PRECEDENTE GUERLAIN

Entonces, la opinión pública gala criticó al holding que preside Bernard Arnault por no haber reaccionado de inmediato. Así que con Galliano la consigna era no pasarle ni una. Y eso que había realizado para ellos un trabajo encomiable a lo largo de tres lustros de colecciones insólitas y un posicionamiento mediático que ha proporcionado suculentas cifras de ventas a la marca: solo en 2010, 826 millones de euros, según Le Monde. Así pues, el contrato de Galliano pendía de un hilo cuando el lunes 28 declaró en la comisaría. Cuando todo se hallaba confuso, llegó otra denuncia referida a un incidente similar protagonizado por él. Por si fuera poco, esa tarde, la web del tabloide The Sun difundió el conocido vídeo doméstico en el que Galliano queda al descubierto. Horas después, Natalie Portman, una de las tantas judías de Manhattan clientas de Galliano e imagen publicitaria del perfume Miss Dior Cherie, hizo público su desdén en el New York Times: «Estoy asqueada (…). No voy a dejar que se me asocie con este señor de ninguna manera». La actriz, nacida en Jerusalén y de apellido Hershlag, acababa de ganar un Oscar la noche anterior por Cisne negro. Tenía previsto haber llevado a la gala un traje de Dior. Pero el domingo decidió sustituir el vestido por otro de la marca Rodarte. Era el primer aviso. El segundo fue una conversación con el CEO de Dior: Sidney Toledano, de origen judío sefardita. Natalie no estaba dispuesta a seguir trabajando para la maison si Galliano conservaba su puesto. Ni siquiera Arnault, dueño del 47% de LVMH que puso al frente de la marca a Galliano, podía ya proteger a su criatura. Toledano anunció el martes 1 el cese fulminante de la estrella.

«Es un creador extraordinario. Ha marcado una época. Pero era una relación alargada un poco artificialmente por parte de Toledano y él», comenta al respecto la creadora Ágatha Ruiz de la Prada. Pero el holocausto Galliano no acabó aquí. A través de un comunicado difundido el miércoles 2, el modisto se disculpó públicamente: «He luchado toda la vida contra los prejuicios, la intolerancia y la discriminación. Lamento haberme dejado ver en mi peor día. Soy el único responsable (…)». Demasiado tarde. Una hora después, el tribunal correccional de París anunciaba que el modisto tendrá que comparecer ante el juez durante el segundo trimestre de 2011 una vez que haya vuelto de su exilio.

«Ha sido un momento de debilidad. No se puede esperar un comportamiento ejemplar de alguien tan excéntrico», ha señalado Giorgio Armani. «Es una imagen horrible que hace pensar que todos somos así», ha declarado Karl Lagerfeld. «En el trasfondo de su caída subyace el personaje que él mismo inventó con esos disfraces con los que salía al final de los desfiles», opina en Libèration Olivier Wicker. Pero tras esta máscara latía una terrible depresión. En 2007 su novio y mano derecha, Stephen Robinson, fue hallado muerto en su apartamento por sobredosis de pastillas. Tan solo un mes después, su amiga la estilista Isabella Blow se suicidó y, a los dos años, hizo lo mismo Alexander McQueen, otro brillante alumno de Saint Martins. «Al principio,se refugió en el trabajo. Pero ahora estaba pasado de vueltas. Venía cada vez menos por el atelier», cuentan en su entorno. «Su estado físico, además, se había degradado a fuerza de Bótox, cardiotraining, dietas salvajes y una creciente adicción al alcohol. Patético», apunta Wicker. «Por su fragilidad y tendencia a la autodestrucción, Galliano recuerda a Yves Saint Laurent. Solo que él no ha tenido la suerte de tener a su lado a un Pierre Bergé. Con su caída y la de Carine Roitfeld -redactora jefe de Vogue Francia que tuvo que dimitir en diciembre por el escándalo de los modelos infantiles- parece como si terminara una época de libertad creativa y de barroquismo negocio de la moda, que ahora se ha vuelto· neoconservador», resume Virgine Mouzat en Le Figaro.

Y a rey muerto, rey puesto. Mientras en los mentideros del showbiz especulan con el nombre del sucesor, solo una persona del mundillo aguarda que el pobre diablo se recupere. Es su amiga Kate Moss, que antes de la crisis encargó a Galliano su vestido de novia. No es probable que vaya a cancelar ahora el pedido. Después de todo, ella vivió un calvario parecido aunque nadie quiera acordarse.

Hay 30 gallianos en la guía telefónica de Gibraltar. «¿Es usted familia de John Galliano?», preguntamos. «Gracias a Dios, no», responde una señora, que aclara que la mayoría de los que llevan este apellido no es familia del modisto. «Como gibraltareña, me da vergüenza que sea antisemítico [sic]», dice. Ella, como los demás, tampoco ha visto el vídeo. Si viera a ese hombre solo, a lo mejor se apiadaría de él. / Pasa a página 6

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APOYO

«AMO A HITLER» Y OTRAS LINDEZAS

LA NOCHE DE AUTOS. Hace dos jueves, John Galliano se emborrachó en el bar La Perle del barrio Le Marais e insultó a dos individuos: Geraldine Bloch y Philippe Virgitti. Según su testimonio, el diseñador le dijo a Bloch: «Sucia judía. Deberías estar muerta». Y a Virgitti: «Bastardo asiático. Voy a matarte». Los camaros y dueños del bar dicen no haber oído nada. Pero esa noche el couturier acabó en comisaría.

EL FAMOSO VÍDEO. Sorprende que esta prueba audiovisual date del pasado diciembre no se haya filtrado a la prensa hasta ahora. Fue grabado en el mismo bar por una mujer italiana anónima que lo ha vendido a The Sun tras conocerse los hechos. En el vídeo, se ve a Galliano cual cuba y dice: «No soy rubio pero amo a Hitler. La gente como tú debería estar muerta. Sus madres, sus antepasados deberían estar jodidamente gaseados (…). No quiero la paz con gente tan fea como tú».

OPORTUNISTAS. Al terminar la semana, otra anónima acudió a la policía para asegurar que también había sido víctima de los insultos antisemitas del diseñador. Pero no hay pruebas y hay quien cree que se trata de una oportunista.

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APOYO

SUS POSIBLES SUCESORES EN DIOR

NICOLAS GHESQUIÈRE. Especialistas en moda y clientas de la maison coinciden en su deseo de que el primer espada de Balenciaga tome el testigo de Galliano en Dior. Pero se trataría de una decisión un tanto descabellada, ya que la firma de origen vasco pertenece a PPR, Pinault-Printemps- Redoute, competencia directa de LVMH, dueña de Dior. Aunque no sería la primera vez que hay una guerra de fichajes en el mundo de la moda.

RICCARDO TISCI. Es el director creativo de Givenchy, de la misma multinacional del lujo. Podría repetir la misma trayectoria profesional de Galliano, ya que el gibraltareño también pasó por esta otra firma francesa antes de desembarcar en Dior. También tuvo éxito con la marca, lo que le valió su ascenso. El malogrado Alexander McQueen se formó, asimismo, en este atelier.

ALBER ELBAZ. Su trabajo en Lanvin, cuyo propietario es un holding familiar, es muy aplaudido. Fue quien hizo resurgir de sus cenizas a la marca, y eso que muchos temían un fracaso como el de la etiqueta Gianfranco Ferré. Con él la firma aumentó sus ingresos y ganó popularidad.

CHRISTOPHE DECARNIN. Se barajó su nombre, pero ha sido la última ficha en caer detrás de Galliano y McQueen del efecto dominó de modistos amantes del exceso . Director creativo de Balmain, no acudió ayer a su desfile por problemas personales. Dicen que sufre una depresión y que está ingresado en un psiquiátrico.

HEDI SLIMANE. Ha pasado por Gucci, YSL y Dior Homme. Reivindicó la independencia de una etiqueta con su nombre y lo consiguió. LVMH podría encargarle ahora la división femenina de su firma más famosa. / Beatriz Miranda

05 Marzo 2011

DIOR EN TIEMPOS REVUELTOS

María Eugenia Yagüe

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Mientras en París John Galliano sigue en el ojo del huracán por sus insultos antisemitas, Dior y Telva, celebraron en la casa del decorador Lorenzo Castillo en Madrid, una fiesta intimista y glamurosa en honor de Karolina Kurkova, protagonista de los últimos reportajes de la revista.

Mientras Jaime de Marichalar, consejero del grupo Dior, huía de cualquier pronunciamiento sobre el diseñador, algunas invitadas como Genoveva Casanova hacían declaraciones incendiarias contra Galliano, próximas al linchamiento, mientras Nieves Álvarez, que conoce bien las pasarelas parisinas, recordaba que lo uno no quita lo otro y no había que olvidar el talento de un creador genial. Recordamos a Galliano en unos premios Telva, afable, divertido y respetuoso.

Un hombre inteligente y de gran cultura como Galliano, si está en su sano juicio, no puede cometer la estupidez de insultar a unos supuestos judíos de la mesa de al lado, que ni siquiera lo eran, cuando su jefe Sydney Toledano, presidente de Dior, es un judío sefardí. El modista no es la misma persona desde que perdió hace tres años a su asistente y también mejor amigo, Steven Robinson. Su vida personal ha ido después a la deriva hasta acabar destruido por copas de más y los consiguientes excesos verbales.

Bimba Bosé, cantante ocasional con Alaska en la fiesta del portal MSN, también se pronunció. «Es una pena que a un genio como Galliano le echen de una firma de esa manera, no sabemos en realidad lo que pasó…».

Ha ganado la intransigencia, hoy sólo cuentan los gestos. La sociedad francesa, que ha tardado muchos años en reconocer su tolerancia con los alemanes ocupantes, nunca ha condenado a Coco Chanel, amante de un alto oficial de las SS en París. Pero Chanel era un símbolo de la grandeur y Galliano un chico medio raro de Gibraltar al que encumbraron a los altares, haciéndole perder un tanto el sentido de la realidad.

Galliano se va y regresa triunfal Óscar de la Renta. «He estado malito, pero he vuelto con ganas y fuerza, apreciando más que nunca las cosas pequeñas de la vida». Se lo contaba en su taller de Nueva York a su amigo, el periodista Jesús Mari Montes -un gran especialista en moda- en el programa La aventura del saber de La 2 de Televisión Española. Óscar nunca dejó de trabajar durante su tratamiento pero se hizo menos visible. Sus últimas colecciones han sido tan hermosas como de costumbre. Óscar de la Renta ha vuelto para quedarse y todo el mundo lo celebra.