12 mayo 1941

Hitler anuncia la supresión del cargo 'Lugarteniente del Führer' que pasará a ser 'cancillería del partido' y estará dirigira por Martin Bormann

El lugarteniente de Hitler, Rudolf Hess, aterriza en Reino Unido para negociar: los ingleses le encarcelan y Alemania le declara ‘loco’

Hechos

El 12.05.1941 se conoció que tropas británicas habían detenido a Rudolf Hess, Lugarteniente del Führer, después de que este aterrizara en paracaidas en Escocia.

Lecturas

Rudolf Hess, lugarteniente de Adolf Hitler en el Partido Nacional Socialista de Alemania (NSDAP) y el segundo en la línea de sucesión al dictador alemán (sólo detrás de Hermann Goering), ha huido en avión a Reino Unido.

Al parecer Hess se proponía entrevistarse con el duque de Hamilton y, a través de él, convencer al gobierno de Reino Unido de la necesidad de que ingleses y alemanes detuvieran las hostilidades y se unieran para combatir conjuntamente contra la Unión Soviética. Para después distribuirse el mundo en dos esferas de influencia: una germana y otra británica.

Todo indica que Hess ha actuado sin el conocimiento de las autoridades alemanas, por propia iniciativa. El dirigente nazi, que pilotaba su propio avión tuvo que realizar un aterrizaje de emergencia en Escocia, allí fue apresado por los servicios de vigilancia.

Las negociaciones que Hess deseaba realizar no llegaron ha producirse. En Alemania se afirma que Hess se ha vuelto loco «víctima de una enajenación». El cargo de ‘lugarteniente del Führer’ en el NSDAP es suprimido y en su lugar se creará el cargo de ‘Jefe de la cancillería del partido’ que ocupará Martín Bormann, que ocupará las funciones que tenía Hess al frente del partido, aunque en su caso sin puesto alguna en la línea de sucesión de Hitler.

14 Mayo 1941

La extraña aventura de Hess no tendrá influencia sobre el curso de la guerra

ABC (Director: José Losada de la Torre)

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El gesto de Rodolfo Hess nos sitúa en el mundo de lo anormal. Todo es misterio en torno a esta aventura increíble, pero precisamente porque sólo a duras penas puede creerse en ella, nos hizo suponer que quien la ha emprendido y realizado es un desequilibrado o al menos un enfermo nervioso. Churchill, a juzgar por alguna frase velada con la que comentó el extraño suceso, cree que este tendrá consecuencias extrarodinarias. Si apartamos el efecto moral, no puede tener ninguna. Hess era, en efecto, quien ayudaba al Führer en la dirección del Partido, pero nada más. No intervenía en las decisiones militares, ni en los problemas técnicos de la guerra, ni en las cuestiones exteriores. Conocerá detalles de la política interior, sobre todo del Partido, y es posible que los conozca, también, de la organización estatal. Aun puede admitirse que publique artículos sensacionales en ese sentido, pero ¿Qué más podrá hacer? ¿Es posible que alguien suponga una influencia en el curso de la guerra de ese aterrizaje dramático en Inglaterra? Eso es tan claro que no admite ni la más pequeña duda.

El curso de la guerra está trazado. Si Alemania considera que la lucha en el Oriente Medio, la limpieza del Mediterráneo, su acción sobre los puntos vitales del Imperio británico, el bombardeo cada vez más importante y devastador de Londres y la batalla del Atlántico bastan para acabar con la Gran Bretaña, no procederá la invasión. Si considera que nada de eso es suficiente, procederá a la invasión. Si considera que nada de eso es suficiente, procederá al asalto de la isla aunque Hess se encuentre en ella. EL hecho es sensacional y no es posible desconocerlo; pero el sensacionalismo está reñido, casi siempre, con la eficaica.

El Análisis

El extraño vuelo de Rudolf Hess

JF Lamata

El aterrizaje forzoso de Rudolf Hess en Escocia, en plena Segunda Guerra Mundial, ha sacudido los cimientos del Tercer Reich y desconcertado a toda Europa. Que el lugarteniente del Führer, el hombre que estaba por debajo solo de Goering en la línea de sucesión del régimen nazi y que había dirigido con puño de hierro el aparato del Partido Nacionalsocialista, decida lanzarse en paracaídas sobre suelo enemigo, invocando una supuesta misión de paz sin ningún respaldo oficial, solo puede calificarse de episodio insólito. El Gobierno británico lo ha encarcelado como lo que es: un dirigente nazi en misión no autorizada. Berlín, por su parte, ha reaccionado con rapidez llamándolo “mentalmente perturbado” y eliminando de inmediato su cargo, que pasa ahora a manos de Martin Bormann, aunque sin heredar su rango ni su peso político real.

La gran incógnita que se cierne sobre este episodio es si Hess actuó por propia iniciativa en una maniobra desesperada para detener la guerra entre Alemania y Reino Unido —quizás temiendo una inminente invasión a la URSS que abriría el temido frente oriental—, o si, en cambio, seguía instrucciones tácitas del propio Hitler, quien tal vez exploraba una salida diplomática para evitar una guerra en dos frentes. Si se trató de una maniobra solitaria, resulta inquietante pensar que alguien de tan alta jerarquía pudiera lanzarse a una aventura semejante por iniciativa personal. Si, por el contrario, fue un intento encubierto de tantear la paz con Londres, su fracaso ha dejado a Alemania sin margen de maniobra, ahora su ‘fuhrer’ le habría dejado tirado.

El misterio de Rudolf Hess, ya encerrado en manos británicas, marcará un antes y un después en el régimen nazi. Su caída deja el camino expedito a Goering y a los más radicales del régimen, justo cuando todo parece indicar que el siguiente movimiento de Hitler será mirar hacia el Este. Hess puede haber intentado frenar la guerra, pero en su caída ha certificado la marcha imparable hacia la mayor conflagración que Europa jamás ha conocido.

J. F. Lamata