24 mayo 1978

Blas Piñar replica a los argumentos del diario de PRISA con una carta a su director, Juan Luis Cebrián

EL PAÍS critica al ministro Rosón que permitiera un acto de Fuerza Nueva en Euskadi y prohibiera uno del PCE en Paracuellos

Hechos

El 24.05.1980 el diario EL PAÍS publicó el editorial «Una provocación autorizada»

Lecturas

D. Blas Piñar, presidente de Fuerza Nueva replica a los argumentos del diario editorial de EL PAÍS con una carta a su director, D. Juan Luis Cebrián.

24 Mayo 1978

Una provocación autorizada

EL PAÍS (Director: Juan Luis Cebrián)

Leer

La autoridad gubernativa que permitió en San Sebastián el acto celebrado el pasado domingo por Fuerza Nueva ha batido todas las marcas conocidas de insensatez en la materia. Durante las últimas semanas, la tensión en el País Vasco no ha hecho sino aumentar, como consecuencia de los asesinatos perpetrados por ETA, de las fechorías de los «incontrolados» de signo opuesto contra la población civil, de la agitación sembrada por las comisiones gestoras con su llamamiento a una nueva semana de lucha por la amnistía, y de la emoción producida por la muerte en Durango de dos presuntos terroristas. La autorización del mitin del señor Piñar en la capital donostiarra, seguramente la zona más conflictiva de toda Euskadi, carece de explicación racional. El respeto a la legalidad no impidió al gobernador civil de Madrid suspender un acto programado por el PCE en Paracuellos del Jarama; bastó con que Fuerza Nueva, con argumentos más que discutibles, lo considerara una ofensa a los muertos enterrados a unos kilómetros del pueblo para que el señor Rosón negara el permiso para la reunión. Con mayor razón hubiera habido que adoptar esa decisión en San Sebastián. Resultaba fácilmente previsible que el acto de Ancieta sería origen de conflictos y que podría desencadenar incluso una tragedia.La estrategia de ETA, ciega a la evidencia de los sustanciales cambios producidos en España y en el País Vasco a lo largo del último año (desde las elecciones generales de junio de 1977 hasta la amnistía y los pasos iniciales hacia la autonomía), persigue, en última instancia crear los motivos para que se produzcan incidentes entre la población civil y las fuerzas de orden público o ataques a los ciudadanos por las bandas de «incontrolados», a fin de reabrir en sectores del pueblo vasco las heridas aún no cicatrizadas producidas por el franquismo. En otra ocasión hemos señalado la frialdad de esa estrategia, que apuesta a favor de las negativas consecuencias que en la moral y en las emociones de los miembros de las fuerzas de orden público produce el asesinato a sangre fría de sus compañeros; los atentados contra la Guardia Civil y la Policía Armada buscan, sobre todo, desencadenar la previsible réplica que ETA necesita para tratar de suscitar solidaridad para su causa y hostilidad hacia el aparato del Estado.

Esa meditada utilización del mecanismo «acción-represión-acción» se propone, así, impedir el aislamiento político de los terroristas. Aislamiento, por lo demás, que no termina de ser completo en gran medida por las vacilaciones y temores de las fuerzas parlamentarias agrupadas en el Consejo General vasco -en especial el PNV- a la hora de asumir sus obligaciones políticas y morales para condenar y detener la violencia; y también por la incalificable tolerancia mostrada con los «incontrolados», cuyas brutales hazañas favorecen los designios de ETA hasta extremos que sus miembros ni siquiera sospechan.

También el acto de Fuerza Nueva en San Sebastián parece una provocación ideada por ETA. La presencia en la ciudad donostiarra de dos millares de ultraderechistas, muchos procedentes de otros lugares y algunos armados, pudo ser la ocasión o el pretexto para una batalla campal como la que se produjo en Montejurra en 1976. Afortunadamente, los incidentes se han saldado con un herido leve.

Pero, en todo caso, la irrupción en la capital de Guipúzcoa de esas falanges de fanáticos agresivos, para quienes no hay más razón que la muy antigua fuerza de las pistolas y los garrotes, ha sido un regalo brindado gentilmente por el delegado gubernativo que la ha permitido a los terroristas de ETA, siempre deseosos de comparar el tamaño de sus metralletas y las dimensiones de su sectarismo con sus rivales de la extrema derecha.

30 Mayo 1978

«Una provocación autorizada»

Blas Piñar

Leer

La autoridad gubernativa, que permitió en San Sebastián el acto celebrado el domingo día 21 de mayo, no hizo otra cosa que reconocer y respetar el derecho de reunión que asiste a un partido político legalizado, como lo es Fuerza Nueva.El acto no requería autorización de ninguna clase, ya que una cosa es la reunión en local cerrado, y la nuestra se celebraba en el frontón Anoeta, y otra la manifestación al aire libre. Sólo ésta requiere la autorización, que debe solicitarse previamente del gobernador civil de la provincia.

El tratamiento, pues, de los actos convocados por el Partido Comunista de España en Paracuellos del Jarama, y por Fuerza Nueva en San Sebastián, tenía que ser diferente. Para el primero, que habría de celebrarse al aire libre, autorización expresa. Para el segundo, simple notificación a la autoridad correspondiente.

La legalidad, pues, facultaba al gobernador para acceder o no acceder a la solicitud del Partido Comunista.

Por otra parte, a menos que la nota oficial mienta, la negativa a conceder la autorización para el acto de Paracuellos del Jarama, no fundamenta la suspensión del mismo con los «argumentos más que discutibles» esgrimidos por Fuerza Nueva, sino en el incumplimiento por los solicitantes de los requisitos que aquella legalidad exige. Si los argumentos de Fuerza Nueva subyacen bajo la negativa, será una cuestión que EL PAIS puede indagar, preguntando al gobernador.

La asimilación, pues, de la Fiesta política de Paracuellos del Jarama con el acto de afirmación nacional de San Sebastián, aparte de otras razones de fondo, carece de lógica.

Si la reunión de la capital guipuzcoaná se hacía en local cerrado y con la notificación procedente, los conflictos que pudieran originarse, degenerando, incluso en «una tragedia», como dice EL PAIS, no serían motivados por Fuerza Nueva, que hacía uso de un derecho legítimo y que había extremado la prudencia, sino de la autoridad gubernativa, por no adoptar las medidas precautorias que garantizasen dicho derecho, y de las bandas armadas de la ETA que, como reconoce EL PAIS, «perpetran asesinatos a sangre fría» y «no reconocen los cambios sustanciales producidos en España y en el País Vasco desde las elecciones generales dejunio de 1977».

El calificativo con que nos obsequia EL PAIS: «Falange de fanáticos agresivos, para quienes no hay más razón que la muy antigua fuerza de las pistolas y los garrotes» es tan insultante como inexacto.

Los disparos hechos sobre los asistentes al acto desde el bosque próximo al frontón Anoeta, y desde las terrazas y pisos altos de los edificios circundantes. el ametrallamiento de coches y autobuses. los adoquines lanzados desde las calles inmediatas al local donde celebramos nuestra reunión, ¿acaso debieron ser replicados con el silencio?, ¿en qué código señor director de EL PAIS, está la norma que prohibe la defensa -colaborando, además, como en este caso con la fuerza pública- no sólo del propio derecho de reunion, que se pretende quebrantar, sino de la vida, amenazada por quienes tienen demostrado hasta la saciedad que no acostumbra a respetarla?

Si EL PAIS trata de confundir con los «Incontrolados», a los que alude en varias ocasiones, con quienes se defendieron con bravura e hicieron retroceder, quizá por vez primera, a los asesinos y terroristas, hace mal, porque los militantes de Fuerza Nueva, en cuanto tales -y como tales actuaron en San Sebastián el 21 de mayo- no son «incontrolados».

Por lo que respecta al insulto de ‘Fanáticos agresivos, para quienes no hay más razón que la muy antigua fuerza de las pistolas y los garrotes», quiero recordar a EL PAIS tres cosas: la primera, que esa fuerza podrá ser muy antigua, pero también muy, moderna, a juzgar por esos asesinatos a sangre fría y esos atentados que la ETA y los grupos terroristas vienen cometiendo para conseguir el Estado independiente de Euskadi -neologismo separatista que el propio diario acepta-; la segunda, que lleva razón, toda la razón, al decir que nosotros -aunque no seamos ni de derechas ni de extrema derecha- somos los rivales, por españoles sin cobardía, de quienes tratan de destruir, de cualquier modo, la unidad de la patria y asesinan sin piedad a quienes la sirven; y tercera, que el editorial que motiva esta réplica, es una injuria y una provocación a Fuerza Nueva, autorizada, no por un delegado gubernamental, sino por usted, señor director.

Blas Piñar