29 septiembre 2008

Los periódicos competidores aplauden la declaración política contra los editoriales de José Rodríguez

El Parlamento de Canarias reprueba oficialmente los editoriales del periódico EL DÍA contra la isla de Gran Canaria

Hechos

El 24.09.2008 el Parlamento de Canarias aprobó rechazar oficialmente un editorial del periódico EL DÍA sobre Gran Canaria.

Lecturas

DECLARACIÓN ÍNTEGRA APROBADA POR EL PARLAMENTO DE CANARIAS

Declaración Institucional del Parlamento de Canarias

El Estado de Derecho garantiza que todas las opiniones y posiciones ideológicas se expresen libremente siempre que observen el respeto debido a las leyes y a la dignidad de las personas e instituciones.

Cualquier línea de opinión o actuación, cuyo objetivo sea fomentar la división y colisión dentro de la sociedad canaria, siempre caracterizada por su talante solidario y conciliador, trunca el camino decidido de una ciudadanía q defiende la convivencia y el buen entendimiento entre los habitantes de las siete islas.

Sin embargo, recientemente se han producido una serie de opiniones descalificatorias, amparadas en el insulto, la ofensa, y xenófobas en muchos casos, que atentan contra la convivencia y el carácter conciliador.

En consecuencia, el Pleno de este Parlamento, legítimo representante del pueblo de Canarias y expresión de su libre y democrática voluntad en las urnas, manifiesta su firme rechazo ante los ataques a la unidad de los canarios y la dignidad de la Isla de Gran Canaria, y sus ciudadanos, así como a las ideas xenófobas y a la incitación y a la subversión del orden constitucional, que reiteradamente se defienden en “El Editorial” del periódico El Día.

Dado en el Parlamento de Canarias, 24 de septiembre de 2008

LA COMPETENCIA APLAUDE LA ‘CONDENA’ POLÍTICA A ‘EL DÍA’

Los principales periódicos de Canarias competidores a EL DÍA, LA PROVINCIA, CANARIAS 7 y LA OPINIÓN DE TENERIFE (Este último propiedad del Grupo Prensa Ibérica) mostraron en sus portadas y editoriales su satisfacción por la condena a EL DÍA que mantenía una línea supremacista de Tenerife con respecto al resto de islas canarias y también despectiva y anti-española sobre la permanencia de Canarias en el estado español.

El principal responsable de EL DÍA es D. José Rodríguez al que se atribuye la redacción de sus editoriales, mientras que sus principales columnistas son D. Andrés Chaves y D. Ricardo Peytaví.

25 Septiembre 2008

Ha hablado el pueblo soberano

Editorial

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Rebasado el cuarto de siglo desde su proclamación, el pleno del Parlamento de Canarias ha hecho historia saliendo al paso del mayor atentado intencional contra la unidad de nuestra Autonomía y la cohesión de sus habitantes como un solo pueblo y un solo proyecto de convivencia. La línea editorial del diario EL DÍA, que por fortuna atañe exclusivamente a su editor y no involucra a nadie más, ha sobrepasado todas las barreras de lo tolerable en la hostilidad contra Gran Canaria y en el desprecio y el insulto a sus ciudadanos. La libertad de expresión tiene en democracia, al igual que todas las libertades, los límites impuestos por las nociones básicas de la convivencia. Cuando son pisoteados, la libertad deja de ser un derecho y degenera en abuso. Los tribunales de Justicia determinan en cada caso aquello que es delito, pero la conciencia de cada ciudadano libre y honesto conoce muy bien las fronteras de la ética y sabe que la obsesión del citado editor, proyectada contra Gran Canaria, constituye un delito moral incompatible con la indiferencia o la banalización.

Hemos sido víctimas intencionales del delito moral repetido y continuado de un solo individuo contra una colectividad de cientos de miles de personas absolutamente ajenas a las culpas que esgrime y merecedoras, al menos, del respeto inherente a su condición humana y a su naturaleza social. ¿Cómo seguir soportando semejante aberración en aras de una libertad de expresión reducida a esperpéntica coartada? Aquello que no tiene precedentes de razón e implica exacerbación e insania, no puede ser contemplado desde los principios democráticos sin grave daño para ellos mismos. Seríamos culpables si, por reflejos corporativistas, defendiésemos la libertad de expresión incluso en estos supuestos.

Este periódico resistió coherentemente la tentación de dar altavoz al desvarío del nefasto editorialista, y también la de trivializar su responsabilidad por reducción al absurdo. El sagrado deber de defensa de los principios, ideas y derechos de los ciudadanos de Gran Canaria como parte indivisible de la unidad de todas las mujeres y todos los hombres que viven y trabajan en esta Autonomía, activó las alarmas en un momento dado, coincidente con la necesaria y oportuna repulsa anunciada por el Cabildo Insular cuando la escalada tocó el punto de no retorno por abominables invocaciones al accidente aéreo que segó tantas vidas canarias. A partir de ahí, toda la energía ética acumulada, en parte estupefacta y en parte indignada, desencadenó en las dos islas capitalinas el proceso concretado ayer en la contundente declaración parlamentaria. Una declaración que ha de tener paralelo en otras instituciones, regionales, insulares o locales. Ojalá que todas sientan la unidad y la igual dignidad de todos los canarios como parte de su espíritu y como oxígeno de su proyecto común. Sería lamentable constatar silencios o ausencias en lo que, por su absoluta y universal coincidencia, puede erradicar para siempre expresiones como las repudiadas.

El ciudadano canario, de todas las Islas, juzgará el valor de los pronunciamiento o de los silencios. La cámara ha hablado admirablemente por todos, porque a todos representa. Pero no excluye las expresiones de otros entes, que también existen en representación de los canarios que les dieron su voto. Es preciso exorcizar el mal, pero, sobre todo, demostrar una vez más, jubilosamente, que somos un solo pueblo y sentimos el orgullo de nuestra unidad.

28 Septiembre 2008

El pueblo canario está con EL DÍA

Editorial (José Rodríguez)

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LO DECÍAMOS en nuestro comentario del viernes: estamos consternados por el infame ataque contra la libertad de expresión que ha cometido el Parlamento de Canarias, al aprobar una declaración contra EL DÍA y contra su editor, José Rodríguez. Consternados pero no asustados, porque nuestra conducta ha sido, es y será recta, patriótica y defensora de nuestra gente. Defensa que hacemos extensiva a las personas que arriban clandestinamente a las costas canarias, porque son seres humanos que merecen nuestra compasión, nuestro respeto y nuestra ayuda. Una ayuda que les niegan quienes no evitan que se lancen al mar en precarias condiciones y arriesguen sus vidas. A esos desalmados sí los criticamos, no a las pobres víctimas en unos casos de su codicia y en otros, cuando se trata de políticos y autoridades, de su desidia. No obstante, a algunos les conviene confundir para ganar lectores, sin que importe mancillar el nombre de un periódico y de su director. Lo triste es que hasta el Parlamento le sigue el juego a estos individuos. José Rodríguez se formó en el cristianismo a través de la juventud masculina de la Acción Católica, ocupó cargos diocesanos en la misma e hizo infinitas colectas para el Domund en beneficio de los negritos; entonces se les llamaba así y no había denuncias por xenofobia ni racismo.

Ciertamente hemos sido atacados con dureza. Yerran, sin embargo, quienes piensan que conseguirán amedrentarnos con sucias maniobras. Todo lo contrario. Seguiremos afirmando de forma abierta, valiente, sin sumisión a ningún político ni medio de comunicación, que el gran de Canaria sólo es una gran superchería; una gran mentira, instaurada en beneficio de una sola isla, que para colmo es la tercera en superficie. Además, no tiene ángel. Es, por lo tanto, un territorio sin atractivo e interés alguno que merezca el calificativo de grandioso, de «Gran», salvo algunas parcelas en Tejeda, San Mateo, Santa Brígida y paremos de contar. Ah, y sus playas. A la fuerza podríamos decir que hasta sus secarrales y carencias boscosas son bonitas, pero no lo haremos. Lanzarote y Fuerteventura, con grandes extensiones que fueron desérticas y hoy ya no lo son tanto, sí son muy interesantes. Aquí queremos reiterar lo que hemos dicho siempre y seguiremos defendiendo en el futuro: nunca nos hemos referido a sus habitantes, a su pueblo, el de Canaria, en tono peyorativo, porque es tan «mago» como el de Tenerife y el de las otras cinco islas. Lo recordarán los lectores, pero siempre hemos aludido a sus políticos y dirigentes interesados que continúan comportándose de una manera infame, envidiosa y agresiva, atemorizando a todos los ratones que son devorados por ellos. También reiteramos que EL DÍA se basta por sí mismo para acabar con esta falacia, porque nos asiste la razón. Ahí está la contundente cartografía para demostrar nuestra postura, desde los tiempos del normando Gadifer de la Salle, que junto con Juan de Bethencourt lideró la primera expedición de conquista a Canarias. Posteriormente hubo algún desliz o copia a los historiadores Abreu y Galindo y Viera y Clavijo por parte de Leonardo Torriani, enviado por el rey de España para analizar y mejorar en lo posible las fortificaciones de Canarias. Pero eso fue ya en el siglo XVII; desde la antigüedad, Canaria fue Canaria y no Gran Canaria. Hasta fechas recientes, los libros y los relatos decían: «Voy a Canaria; vengo de Canaria». Y aún hoy algunas esquelas dicen: «Conocido como el canario», por ser natural de la isla así denominada.

También nos reafirmamos en la pasividad ?y no queremos decir en la complicidad? de los políticos tinerfeños mientras la tercera isla se ha ido llevando de Tenerife patrimonio e instituciones. Políticos y dirigentes asustadizos ante el amo canarión, frente al que se quedan hipnotizados ?lo reiteramos? como ratoncillos delante de la serpiente. Allá ellos. EL DÍA se ha propuesto defender a Tenerife, a todas las demás islas y también a las gentes de Canaria, aunque no a sus dirigentes y políticos profesionales.

¿Cómo es posible que los tres partidos con representación parlamentaria en el Archipiélago hayan caído ante la gran trampa preparada por la prensa amarilla? Todos juegan a lo mismo y sin duda ha pesado en el ánimo de sus militantes con cargo remunerado la posibilidad de perder sus jugosos sueldos, convenientemente aumentados incluso en momentos de penuria para el pueblo. Lo dijimos el viernes y lo reiteramos hoy: ahora el Parlamento ha decidido por unanimidad atacar la libertad de expresión de EL DÍA. Mañana puede adoptar un acuerdo similar no para condenar a un periódico, sino para dar cumplimiento a lo que ese periódico vaticina desde hace tiempo: el establecimiento de la capital única en Las Palmas.

El argumento es sencillo. Siempre en aras a la unidad de los canarios, comenzará a decirse por aquí y por allá, como quien suelta globos sonda, que la existencia de dos capitales contribuye a dividir la región. Se hablará de reducir gastos en tiempos de crisis, aunque no mermándose los parlamentarios sus sueldos; el reajuste de gastos impondrá, naturalmente, que todas las consejerías, y consiguientemente la sede del Gobierno autónomo, estén en una única isla que será Canaria, pues tiene la ciudad más populosa. Otra falsedad. El área metropolitana formada por Santa Cruz, La Laguna, El Rosario y Tegueste, a la que también se pueden unir de forma lógica Tacoronte y Candelaria, tiene más habitantes que Las Palmas. No importa. Los políticos tinerfeños lo consentirán, como han consentido los anteriores despojos. Ahí tenemos a doña Anita Oramas haciéndose la loca ?o dedicándose a la política pura? cuando se habla de unir legalmente lo que ya está unido de hecho: Santa Cruz y La Laguna. Cierto que para cometer esta felonía de quitarle a Tenerife su capital hay que reformar el Estatuto de Canarias. ¿Y qué? De hecho, se está reformando ya, si bien con otros motivos. Un mínimo de decencia por parte de los políticos que se proclaman nacionalistas llevaría a que esa reforma fuese escueta y explícita: el nuevo Estatuto contendría un solo punto, que dictaminase su transitoriedad hasta el traspaso pacífico de poderes para que Canarias sea un país soberano. Existen infinitos países más pequeños que Canarias en habitantes y territorios que tienen asiento y bandera en la ONU. Malta, menor que La Gomera, es nación y estos días ha sido protagonista en el mundo como miembro de la Cumbre sobre Inmigración celebrada en Bruselas. ¡Qué desconsuelo! Y los canarios escondidos en el anonimato de España. Los canarios somos nada.

Este es el plan oculto del tenebroso Sanedrín de Vegueta, que comenzó a extender sus negros tentáculos sobre Tenerife en las primeras décadas del siglo XX para lograr, como finalmente consiguió, la división provincial de 1927. Tras décadas de despojos a nuestra Isla para debilitarla, se impone ahora completar el proceso: reunificar el Archipiélago con la capital en Las Palmas. La trama es tan evidente que la descubriría hasta un niño lactante.

Un propósito imposible mientras exista un periódico como EL DÍA. Por eso los canariones quieren acallarnos. Hoy lanzan contra nosotros al maleable y manejable Parlamento, mañana a los jueces y fiscales, pasado mañana tal vez al Ejército y al otro día sabe Dios qué. A lo peor, como señalábamos en nuestro comentario de ayer, rescatan al tribunal del Santo Oficio. Y lo peor es que hacen todo esto con el beneplácito del PSOE y el PP, y la anuencia de CC; formación política que se ha revelado traidora a Tenerife, isla que tanto confió en ella. Tinerfeños: tendremos que salir a la calle para impedir este abuso. No permitamos que los canariones ?otra vez nos referimos a sus políticos y dirigentes? se salgan con la suya. Protestemos pacíficamente, pero protestemos.

Nos queda la esperanza de que estas injusticias sufridas por nuestra Isla acabarán cuando llegue la soberanía. Porque la soberanía llegará; es inevitable. Nada puede impedir que recuperemos nuestra condición de tierra libre. El comportamiento del Parlamento y de los políticos canariones demuestra que no podemos seguir ni con unos, ni con otros, y menos con su tiranía. Necesitamos decencia y eficiencia para que el dinero que hoy va al bolsillo de políticos inútiles se emplee en beneficio del pueblo. Precisamos recobrar nuestra libertad y nuestra identidad como país. «No importa que ustedes me condenen; la historia me absolverá», dijo Fidel Castro ante el tribunal que lo juzgaba por el asalto al cuartel Moncada. No importa que el Parlamento nos haya condenado ahora, decimos nosotros; el pueblo canario no nos condenará.