28 marzo 1942

El poeta comunista Miguel Hernández muere enfermo de tuberculosis en las cárceles franquistas

Hechos

El 28.03.1942 falleció D. Miguel Hernández.

Lecturas

En el nicho número 1009 del cementerio de Nuestra Señora del Remedio, de Alicante, reposarán desde mañana los restos de Miguel Hernández, muerto ayer – sábado y vísperas de Domingo de Ramos – en la celda número cien del reformatorio para adultos de esta ciudad que compartía con otros siete reclusos.

El parte de su muerte firmado por el Dr. Barbero, da el diagnóstico ‘fimia pulmonar’. Detenido apenas concluida la guerra, el poeta se beneficio de una miniamnitía que no aprovechó, pese a que su amigo D. Pablo Neruda – todavía cónsul de Chile en Madrid – lo habría sacado del país. Miguel prefirió ir a reunirse con su mujer y su hijo, y durante una visita a su Orihuela natal fue detenido por un tal Morell, oriolano como él y oficial del juzgado. Un largo rosario de cárceles, una condena a muerte – conmutada luego por 30 años de reclusión – y la llegada final a Alicante, donde arriba ya seriamente enfermo, y donde escribirá la mayor parte de su admirable y destilado ‘Cancionero y romancero ausencias’.

En las últimas semanas el Dr. Barbero lo visitaba en la celda, porque el poeta ya no podía asistir al dispensario por su propio pie. Los postreros versos que escribió, según sus compañeros de prisión fue un pareado que dice:

«Adiós, hermanos, camaradas, amigos:/ despedidme del sol y de los trigos!».

Sus últimas palabras, un recuerdo para su mujer: «Josefina, hija, que desgracia eres».

28 Marzo 1992

Miguel Hernández

EL PAÍS (Director: Joaquín Estefanía)

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LA VIDA y la obra de Miguel Hernández, poeta de cuya muerte se conmemora hoy el 500 aniversario, son, sin duda, paradigmáticas de buena parte del siglo XX español y de uno de sus más crueles episodios de intolerancia y fanatismo: la guerra civil. También lo son, como correspondía a un creador de su talento, de una de las expresiones más auténticas de introspección del ser humano a que ha dado lugar la historia literaria.Los 31 años de vida de Miguel Hernández ejemplifican la trayectoria vital de un perdedor y la grandeza de quien supo describir con la palabra la belleza de los sentimientos íntimos y colectivos de su tiempo y de su país. Perdedor porque optó, en palabras de su mujer, «por la causa de los pobres», es decir, por el, régimen político legítimamente constituido: la República. Condenado inicialmente a muerte por haber puesto su talento y su pluma al servicio de los suyos, se le conmutó por 30 años de cárcel. Poco después moriría en la prisión de Alicante a consecuencia de una tuberculosis mal curada. Hablamos, naturalmente, de quien ha perdido su vida por defender con sus incruentas armas la causa en la que creía. Su grandeza -que surge sin duda de su lucha por la simple supervivencia- encuentra su máxima expresión en su obra, de la que son ejemplos Perito en lunas, El rayo que no cesa o Viento del pueblo; en quienes fueron sus amigos y compañeros, desde Vicente Aleixandre a Rafael Alberti, sin olvidar a Neruda, García Lorca o Luis Cernuda, y sobre todo en su indisoluble conjunción de poesía y trayectoria vital.