6 septiembre 1997

El profesor Neira denuncia en EL PAÍS que Pablo Sebastián (EL MUNDO) quiso coaccionarle para que declarar contra Garzón

Hechos

D. Jesús Neira, amigo tanto del D. Baltasar Garzón y D. Javier Gómez de Liaño y testigo de las reunones que centraban la polémica entre los dos jueces denunció que D. Pablo Sebastián le presionaba para que se posicionara contra Garzón y a favor de Liaño.

07 Septiembre 1997

ADEREZOS DE GARZÓN PARA ENSALADA DE BOGAVANTE

Aurora Pavón (Pablo Sebasián)

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Estamos ante la «Operación Bogavante», o carambola a tres bandas que diría nuestro billarista Felipe González. Una ensalada artera y conspirativa por la que, de una tacada el felipismo rampante e inmoral pretende cargarse el caso Sogecable que lastra a su grupo PRISA y, con ello, al juez Javier Gómez de Liaño. Así destruirían también el caso Lasa y Zabala de los GAL, que vive momentos de expectación con la confesión de Bayo -donde también Baltasar Garzón quiso mojar- para hundir de manera definitiva la Audiencia Nacional. ¿Quién es el dinamitero de la operación? El juez Garzón, que aparece en medio de esta Operación Bogavante, regresando a las filas del felipismo como cuando en aquella Operación Centollo aceptó ir en las listas del PSOE, inmediatamente detrás González. Suponemos que para contemplar de cerca la «X» del GAL que Garzón había colgado, cual sambenito, en el dorso del gran padrino del PSOE.

En el origen de esta locura de Garzón está su desmedida ambición y un ataque feroz de cuernos con el juez Gómez de Liaño. Todo ello bien aprovechado por su íntimos amigos del felipismo y Prisa, Antonio Navalón -por quien Garzón intercedió ante el fiscal Gordillo y el juez Coronado en el caso Argentia Trust- y Jaime García Añoveros. Una segunda traición de Garzón al ámbito democrático de la Justicia, violando la ley con su presunta prevaricación en este procedimiento de recusación. Así lo denunció el juez Joaquín Navarro y se desprende del auto de Garzón, donde éste se confiesa juez, testigo y parte del procedimiento.

Proceso recusatorio del que se deduce que Garzón ha podido actuar como el motor e instigador de gran parte de la recusación, facilitando a la parte recusadora información y testigos que creyó poder manipular, a sus amigos Joaquín Navarro y Jesus Neira. Los mismos a quienes Garzón ha llamado perjuros, porque no quisieron confirmar la falsa conjura que al final podría resultar urdida por Garzón y García Añoveros a base de usar, con mala fe y manipulación, conversaciones privadas de juristas amigos sobre la actualidad del caso Sogecable para vestirlas de conspiración delictiva.

El propio Garzón en su indecente auto escribe al inicio de su tercer razonamiento jurídico una frase crucial que ocultó el Grupo PRISA y que lo invalida para ser testigo de nadie ni de nada en el caso: «Es de rigor resaltar que desconozco la veracidad intrínseca de las informaciones recibidas…». Si es así, ¿cómo un juez que desconoce la verdad osa, basándose en conversaciones de referencia, acusar a otro juez y al fiscal de prevaricar, a sus amigos juristas de perjuros y a personas de prestigio de conspirar para delinquir? Garzón se ha vuelto loco, pero hay más. Porque según dicen fuentes directas del caso García Añoveros confesó días atrás a Navarro y Neira que el urdidor de la recusación era, según se lo contaron los abogados de Polanco, el propio Garzón. Se adivina viendo las preguntas de los abogados sobre diálogos que sólo conocían Garzón y los testigos.

A Garzón se le vio venir cuando, estando de guardia como juez suplente en Sogecable, surgió la filtración a El País del documento de los peritos de Hacienda. O cuando, tras el interrogatorio a Neira, le confesó: «Me has hundido la recusación». O peor aún, cuando pidió a uno de sus amigos que propusiera en su nombre al juez Gómez de Liaño un treuque prevaricador: que Liaño aceptara archivar el caso Sogecable y él, a cambio, rechazaría la recusación. Esto, de ser probado, sería ¡el colmo de la prevaricación! O cuando Navalón, el amigo de Garzón, llamó desde Nueva York al juez Navarro para pedirle, en nombre de Añoveros y Garzón, que testificara a favor de Cebrián.

Todo esto, que debe ser investigado por el fiscal del caso Sogecable y por el Poder Judicial, probaría la prevaricación descarada de Garzón y su vuelta al felipismo donde le espera «Mister X» presto a su nuevo festín: ¡garçon! una ensalada de bogavante. Y Garzón responde: «Oui monsieur».

Aurora Pavón

14 Septiembre 1997

UNA FALSEDAD IMPÚDICA

Jesús Neira

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Mi réplica a una afirmación vertida por Aurora Pavón en las páginas del diario EL MUNDO el domingo día 7, fue publicada el jueves de forma abreviada, con seguridad debido a falta de espacio. Mi respuesta completa era la siguiente: «Señor director: en el diario dirigido por usted se ha publicado el domingo 7 de septiembre una colaboración firmada por Aurora Pavón y titulada Aderezos de Garzón para ensalada de bogavante. En ella se afirma en la última columna lo siguiente: ‘Tras el interrogatorio a Neira, le confesó (Baltasar Garzón): ‘Me has hundido la recusación».

Se refería Aurora Pavón a la declaración que presté ante el juez Baltasar Garzón, el. día 1 de septiembre, en relación con la recusación presentada contra el juez Javier Gómez de Liaño por el asunto Sogecable.

A este respecto debo aclararle que la afirmación vertida por Aurora Pavón es falsa (a partir de aquí EL MUNDO ha omitido el resto de la frase que sigue a continuación) de toda falsedad, sectaria, miserable e indecente.

En ningún momento pronunció ante mí el juez Baltasar Garzón tales palabras. No sé a qué (nueva omisión de El Mundo: torticero) interés responde esta afirmación (de nuevo un ahorro de espacio y El Mundo omite el resto de la frase que sigue) fantástica, falsaria y temeraria del señor Pablo Sebastián».

Tras esta réplica a Pablo Sebastián el diario’ introducía las siguientes líneas:

«Nota de la R. En relación con el desmentido de don Jesús Neira, Pablo Sebastián quiere precisar que la frase que atribuyó el pasado domingo al juez Garzón -‘Me has hundido la recusación’- es cierta en lo esencial, según se lo reconfirmaron sus fuentes. Y que así lo ha reconocido el propio Neira, en fecha muy reciente, ante amigos comunes aunque, precisando, afirma Sebastián, que las palabras exactas del juez ante un testigo (y un funcionario que pudo haber escuchado el comentario) fueron: ‘Has hundido la recusación’, lo que no cambia en lo esencial el comentario de Aurora Pavón sobre este detalle circunstancial». Esa «precisión» supone una pretendida contestación a mi acusación de falsedad rotunda y repugnante por varias razones. Primera, afirma que es «cierta en lo esencial» según le volvieron a reconfirmar sus fuentes. Miente Pablo Sebastián y sus fuentes manantiales. A estas alturas debería saber que lo han convertido en un simple peón de brega en la iniquidad. Sabe que le han mentido vergonzosamente hasta el extremo en ocasiones anteriores. Segunda. Tiene la desfachatez de afirmar que yo lo he reconocido «en fecha muy reciente». El bufón de Pablo Sebastián sabe que hizo una gestión con su fuente y su manantial para que retirase de El Mundo mi escrito de rectificación, porque sabía que era falso lo que él había afirmado con mala fe. Su fuente y su manantial saben, los dos, que es absolutamente falso. No tienen, al parecer, la voluntad de decir la verdad y no poseen ni el recto juicio ni el menor aprecio por el respeto debido a los demás. De su manantial se puede esperar cualquier cosa, pero es mucho más doloroso que en ese juego ruin esté su fuente. Que las revele y que tengan la dignidad, el coraje y la hombría de afirmar lo que al parecer en secretillo de vecindonas le han dicho con fin embaucador. Miente Sebastián en sus pompas y en sus obras. Tercera. Afirma «Sebastián precisando que las palabras exactas del juez ante un testigo… «. ¿Qué testigo? Ya no es como había afirmado que era, Jesús Neira, sino un testigo, naturalmente uno de los tres testigos. Bonita «precisión» y buen hacer profesional de un periodista. Cuarta. «Las palabras exactas (según Pablo Sebastián) fueron: ‘Has hundido la recusación’, lo que no cambia en lo esencial el comentario de Aurora Pavón». Esta nueva falsedad acomodada al cambio de unas letras revela el objetivo torticero y repugnante de su mentira para acusar a Baltasar Garzón de prevaricador. Pero ese calificativo lo puede verter, si le place, sobre quien le apetezca sin tener que utilizar a otra persona y adjudicarle una falsedad. Coincide con su mismo objetivo del mes de julio, en una llamada que me hizo para que yo le admitiese una mentira de su creación para ponerla en boca de Baltasar Garzón. Además de insinuar que Jesús Polanco y Juan Luis Cebrián me habían pagado o me habrían prometido esto o aquello para ser su testigo. Llamada miserable y cobarde con amenazas porque a su parecer me estaba «pasando». No se me olvida -porque ni olvido ni perdono- y le responderé con música nada más verle la cara a Pablo Sebastián. Quinta. La redacción de la nota de Pablo Sebastián, con contradicciones y patrañas, introduce otra falsedad para salvar el tipo y la desvergüenza de sus fuentes y de él mismo al decir que «un funcionario pudo haber escuchado el comentario». Cuando Baltasar Garzón y yo nos saludamos no había ningún funcionario delante.

Es todo una cadena de embustes y mezquindades propias de sabandijas. Pablo Sebastián dice que «se trata de un detalle circunstancial». Menos mal que así es, pero no se entienden las gestiones, batallitas, llamadas de teléfono, charlas, presiones y dimes y diretes que él mismo ha puesto en marcha si no es por el doble interés de acusar de prevaricación a Baltasar Garzón a través de mi persona y a la vez situarme en disciplina cuartelera dentro de una estrategia que Pablo Sebastián sabe que no comparto en modo alguno y que tengo la misma libertad de todos para opinar y pensar lo que me dicte mi libertad y no ningún cabo de tres al cuarto obcecado y equivocado y quién sabe si algo más. De todo este asunto diré lo que tenga que decir cuando lo considere oportuno, no cuando a los demás les interese o les plazca. No calzo bota totalitaria, no comulgo con ruedas de molino, me repugna la iniquidad y la mentira. Si abraza tales razones Pablo Sebastián allá él, pero yo no le tolero esta falta de respeto a sus fuentes ni su propia falsedad repulsiva, sectaria e impúdica propia de la canallocracia. Si él está en una guerra, la guerra es suya, pero no mía. No lleva razón y se comporta como un miserable que además de mentir pretende quedar por encima. Sólo le importa el fin. Pues no, ya tuvo la oportunidad de rectificar por sí mismo y no lo hizo. Me reafirmo en que es una falsedad indecente, torticera, fantástica y temeraria de Pablo Sebastián.

Jesús Neira