5 septiembre 1997

La revista de Campmany insinuó que Isabel Sartorius podía esperar un hijo del príncipe Felipe de Borbón

Enfrentamiento entre los columnistas Luis Solana (EL MUNDO) y Jaime Campmany (ÉPOCA) por los ataques de este a la monarquía

Hechos

  • El 3.09.1997 el columnista D. Luis Solana dedicó su columna en EL MUNDO a D. Jaime Campmany.
  • El 4.09.1997 el columnista D. Jaime Campmany dedicó su columna en ABC a D. Luis Solana

Lecturas

Luis Solana publica en El Mundo el 3 de septiembre de 1997 un artículo contra Jaime Campmany Díaz de Revenga por escribir en el periódico monárquico ABC y, a la vez dirigir una revista como Época que airea informaciones sobre posibles hijos ilegítimos de Época (1-09-1997). El artículo en contestado el 4 de septiembre de 1997 por Campmany Díez de Revenga desde ABC haciendo en su columna perfil negativo de Luis Solana.

 

03 Septiembre 1997

CAMPMANY, INSENSATO

Luis Solana

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Parece mentira que personas inteligentes puedan resultar antiestéticos en sus actuaciones. Lo que viene escribiendo y dirigiendo el señor Campmany en el semanario ÉPOCA empieza a ser incomprensible para lectores que opinan (¡vaya usted a saber por qué!) que en los medios de comunicación no es seguro que valga todo. También puede haber paparazzi de la letra impresa.

El señor Campmany quiere que su revista sea un éxito. Es lógico. Pero algunos creíamos que su pluma tendría algún límite: límite voluntario, límite fijado por la buena educación y la estética. (La ética ¡vaya usted a saber qué significa para algunos!).

La primera campanada la dio este personaje copiando el modelo Ruiz Mateos y marchando en prietas filas a la Audiencia Nacional para pleitear con CANAL PLUS. Esta actividad, tan difícil de encajar en los estudios de Ciencias de la Información, llamó bastante la atención a los que creían que el señor Campmany era y es un periodista. Incluso un buen periodista. Yo no opino, porque tengo tanta admiración y tanta envidia a los que saben escribir en los periódicos u opinar en las tertulias, que me cuesta infinito decir sí o decir no. Además, igual el señor Campmany está utilizando esa figura jurídica llamada «acción popular» por aquello de que hasta ahora sólo ha servido para buscarle las vueltas a socialistas, amigos de socialistas, parientes de socialistas, conocidos de socialistas y demás gentes que (se opina) deben estar, como mínimo, fuera del poder y, si es posible, en la cárcel.

Pero de pronto, la revista ÉPOCA publica una venenosa sospecha. El invento seguramente está muy medido desde el punto de vista legal y por ello, formalmente, es posible que sea impecable. Pero es un acto poco elegante, no es propio de un señor mayor. Vamos a ver si puedo explicarme: es una cabronada. Usted perdone, señor Campmany, pero como no soy periodista se me pueden escapar cosas sin sentido que usted sabrá perdonar.

La revista ÉPOCA deja caer por el oído de la ciudadanía española una gota de veneno que, cuando actúa produce como efecto que se pueda sospechar de la paternidad de la hija de doña Isabel Sartorius. Campmany seguro que ha leído Macbeth (también hay cultos entre los aprovechados, los insensatos, los interesados, los reconvertidos y entre los que mientras cruzan líneas ideológicas se ríen). La crisis monárquica que Shakespeare describe, tiene varios puntos culminantes. Uno no menor es aquél en el que se utiliza el veneno para terminar con el rey. El veneno introducido por el oído. Leyendo estas cosas, algunos quedamos sorprendidos. Si el señor Campmany fuera colaborador de EL MUNDO, por ejemplo, yo tendría que buscar otros apoyos por aquello de que conocidos republicanos publican aquí sus ideas libremente. Pero es que el señor Campmany escribe una columna diaria en el diario ABC. ¡El ABC! Todo lo que se diga sobre el ABC será poco. Pero algo nunca podrá ponerse en cuestión: el ABC es un diario monárquico. Pregunta: ¿qué hace un intrigante en asuntos monárquicos como Campmany disfrutando de mesa y mantel en ABC? ¿Está seguro don Guillermo Luca de Tena de que Campmany puede identificarse con su apellido? Muy complicado para los que no conocemos los intereses cruzados que igual resulta que podría haber en todo esto. Sólo hay algo que me parece preocupante: el silencio de Alfonso Ussía. Por infinitas razones no puedo pensar en un Ussía cómplice de este disparate estético (ético). Nobleza quiere decir ciertas cosas que hasta los plebeyos entendemos. El silencio de Ussía me preocupa. Hay textos que, con sentido estético, no se soportan ni tan siquiera siendo colegas.

Luis Solana

04 Septiembre 1997

LUIS SOLANA, EL EFICIENTE

Jaime Campmany

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Allá por el año 86, los periodistas de la peña ‘El Alabardero’ otorgaron a don Luis Solana el título de ‘Tonto contemporáneo’. Le daban una tiza. Luis Solana no se presentó a recoger la tiza, pero ahora Pedro Jota le ha dado, no sólo una tiza, sino un pizarrín. Y ahí los tiene entretenido con eso, escribiendo columnas como megalitos.

Con los megalitos no hace daño a nadie porque su terrible eficiencia no consiste en la palabra. Lo peor es cuando le ponen un volante en las manos o le dan las riendas del a diligencia. Felipe le dio los teléfonos, y estuvo a punto de cargarse pronto la Telefónica. Levantaba uno el auricular y se escuchaba una olla de grillos, graznidos de grajos, barritos de elefante, chirridos, chasquidos y crujidos. Marcabas un número y salía otro. Un día llamé yo a mi suegra y me salió Susana Estrada. Hubo que rectificar a Larra. ‘Aquí enloquece media España. Habla involuntariamente con la otra media’. Luis Solana, en Telefónica, fue el eficientísimo modelo del hombre sagrado de Bakunin. ‘El revolucionario es un hombre sagrado. Su misión es destruir’. Pero no todo fue destrucción y chirrido. Luis Solana aprovechó su paso por Telefónica para hacer un sustancioso negocio con la implantación del teléfono erótico. La ética.

Después de dejarle un rato romper los teléfonos, lo puso Felipe otro rato a romper la televisión. Allí su eficiencia alcanzó grados sublimes. Lo primero que hizo fue cargarse el programa de resumen de prensa que llevaba José Cavero en Radio Nacional. Luis Solana había observado agudamente que a veces los periodistas publican noticias sin contrastar y no era cosa de vocearlas por la radio. Después exterminó los programas de debate, porque eso podría servir para criticar a los ministros. Y eso, en su televisión, no. Le habían puesto en el Pirulí para convertir el ‘derecho a discrepar’ en la ‘obligación a coincidir’. Al pobre Rodríguez Sahagún le dejaron con la palabra en la boca en Varsovia cuando hablaba en nombre de la Unión Mundial de Ciudades. Empezó a hablar y Solana dijo que se llevaran las cámaras. En la noche de San Silvestre del 89 dejó a los batuecos sin tomar las uvas. A la locutora, Marisa Naranjo, le dieron los cascos para oir campanadas cuando ya habían sonado.

Estos Solana – porque los tenemos repe – tienen una morbosa tendencia al embuste. Presumían de familia anifranquista y de rojos, y resulta que su padre entró en Madrid como oficial de las tropas de Franco. Ahora, Luis Solana me ha dedicado uno de sus megalitos. Dice que yo marché ‘en prietas filas’ a la Audiencia Nacional para pleitear con CANAL PLUS. Es un embuste. Fue Sogecable la que se fue al juzgado a pleitear contra mí. Dice que yo estoy utilizando la figura jurídica llamada ‘acción popular’ para buscarles las vueltas a los socialistas y a los amigos de los socialistas. Es otro embuste. Todos los españoles tienen el derecho constitucional de utilizar la acción popular, pero yo no la he utilizado jamás. Ahí se descubre el intríngulis del megalito. Otro recadero que me mandan. Mal de plumas debe andar Polanco cuando echa mano de los palotes de Luis Solana. Afirma el eficiente que yo utilizo gotas de veneno para terminar con el Rey, como en Macbeth (que además confunde a Macbeth con Hamlet), y además califica el hecho de cabronada. Eso no sólo es embuste, sombre embuste, sino derrote de corniveleto. Hijoputada.

En la televisión de Solana sólo salían los socialistas. En el ABC de los Luca de Tena han escrito republicanos como Marañón y Pérez de Ayala, monárquicos de Toisón de Oro como Pemán, falangistas como Sánchez Mazas y Eugenio Montes, socialistas como Peces-Barba y sindicalistas de Comisiones Obreras como Marcelino Camacho. Esa es la diferencia que va desde un periódico liberal a una televisión socialista. A otro juicios de valor no quiero responder. Resultaría despiadado. Sería como sacudirle un mandoble a un tontito perlético y además con parálisis.

Jaime Campmany