21 mayo 1998

Se acabarán las bromas de '¿Y el Madrid otra vez campeón de Europa?" en alusión al tiempo que había pasado desde que el Madrid había dejado de ganar Champions

El Real Madrid de Jupp Heynckes y Lorenzo Sanz gana su Séptima Copa de Europa 32 años después

Hechos

El 20.05.1998 el Real Madrid ganó la Liga de Campones por primera vez desde hacía 32 años.

Lecturas

septimaRM

21 Mayo 1998

La séptima 32 años después

Santiago Segurola

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Contra pronóstico general, pero con un juego convincente en lo futbolístico y contagioso en la actitud, el Madrid consiguió el grial de la Copa de Europa, la competición que generó el mito de un club que buscaba desesperadamente un puente con su historia, con aquellos equipos que conquistaron el continente. Después de 32 años, el Madrid alcanzó su objetivo. Ganó la Copa y lo hizo frente al equipo más prestigioso de Europa, un valor añadido para la formidable empresa del Madrid, que se impuso con justicia porque hizo más fútbol que la Juve en un partido que tuvo cuatro héroes: Hierro, Sanchis, Redondo y Mijatovic, autor del gol después de una actuación espléndida.El partido tuvo un corte inesperadamente intrépido. Durante los últimos años, las finales de la Copa de Europa se han distinguido por su aridez. El acontecimiento superaba al juego, que apenas ha sido reseñable en las pasadas ediciones. Aunque esta vez el encuentro no fue exquisito -y nadie lo esperaba- se alcanzó una altura notable en algunos pasajes. Para comenzar no hubo especulación, ni demasiado tacticismo, sólo dos equipos preocupados en desequilibrar el duelo. Desde este punto de vista, hubo una generosidad apreciable.

Las primeras apariciones de Zidane dieron para pensar en la superioridad de la Juve. El monólogo del centrocampista francés durante el primer cuarto de hora fue hermosísimo. En un equipo que juega pasado de revoluciones, Zidane tiene la virtud de imponer un paso tranquilo, siempre relajado y siempre activo en todos los frentes. Es el trescuartista ideal. Detenerle era una obligación para el Madrid, porque Zidane pone en funcionamiento la maquinaria de su equipo. Sin su claridad, la Juve es un conjunto de gran contenido físico que tarda en encontrar los espacios y a Del Piero, que depende del suministro que reciba.

La autoridad de Zidane sobre el partido quedó rebajada por la poderosa contribución de Redonde y Hierro. El Madrid necesitaba el balón para dictar un tempo diferente al juego. Y lo consiguió. Hierro resultó decisivo en la recuperación de la pelota. De nuevo emergió hasta situarse a la altura de los mejores centrales del mundo, con el punto de intimidación necesario para borrar a Del Piero. En un trabajo estrictamente profesional, Redondo entendió la naturaleza de las necesidades de su equipo. Frente a la intempestiva presión de la Juve, el Madrid dependía del balón para sacar a los italianos de su elemento. Redondo lo hizo poco a poco, con pases cortos que siempre encontraban una camiseta blanca. Esa capacidad para tejer tuvo efectos fulminantes sobre el duelo. El Madrid encontró un método que le dio resultado. Equilibró el partido y luego lo giró a su favor en el primer tiempo.

Cada final acostumbra a señalar un héroe, que tampoco faltó en esta ocasión. Mijatovic fue incontrolable para los defensores italianos. Se tiró a las dos bandas y ganó por rapidez y habilidad. Como síntoma, una maravillosa incursión por la banda izquierda, con un recorte eléctrico a Torricelli, la llegada limpia hasta la raya y el pase al primer palo, donde apareció Raúl pero no embocó. La jugada pesó sobre el encuentro y sobre el ánimo de los dos equipos. El Madrid, que llegaba como víctima, comenzó a actuar con más confianza y autoridad, o por lo menos con el criterio necesario para complicar la existencia del equipo italiano.

La Juventus quedó tan pendiente de Zidane que a veces el equipo parecía perplejo. Ni Deschamps, ni Di Livio dijeron nada en el partido. Davids consiguió poner en dificultades a Seedorf, pero el interior de la Juve no es un futbolista claro. Si el Madrid conseguía desactivar a Zidane, sus posibilidades aumentarían extraordinariamente. Y lo logró, con el factor añadido del pobre papel de Del Piero, colapsado por Hierro y Sanchis, que realizó un encuentro formidable. Todo el honor de la quinta del Buitre quedó capitalizado en Amsterdam por Sanchis, un defensa maravilloso que nunca ha tenido el reconocimiento que se merece. La entrada de Taccinardi por Di Livio en la segunda parte apenas tuvo efecto sobre el partido, que mantuvo la intensidad pero perdió precisión. Enseguida se vio que el resultado pendía de un golpe de fortuna o de una acción aislada. Los intentos por gobernar el juego se hacían improductivos en los dos equipos.

El equilibrio era absoluto. En esas condiciones, el aprovechamiento tenía un valor capital. Justo en un momento de indefinición se produjo el gol de la victoria: Seedorf metió un centro desde la banda derecha, alguien rechazó la pelota, que quedó franca para el remate de Roberto Carlos, un tiro que salió rebotado hacia Mijatovic, atento y listo. Con un recorte dejó en el suelo a Peruzzi y luego llevó el balón a la red.

Finalmente este equipo fue capaz de estar a la altura de su prestigio, de su historia y de la calidad de sus jugadores. Ocurrió en Amsterdam, en una noche que pasará a la historia del Madrid y del fútbol español.

22 Mayo 1998

La guerra relámpago de Lorenzo Sanz

Alfredo Relaño

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Ha sido una operación tan audaz, arriesgada y sorprendente como el avance de los tanques de Guderian hasta el corazón de Francia, lo que fue conocido como la Blitzkrieg, la guerra relámpago. Lorenzo Sanz ha conseguido en dos años armar un equipo, ganar una Liga y ganar la Copa de Europa. Es todo un alarde que hay que reconocerle. Más si se piensa que el punto de partida era una situación económica depauperadísima y una plantilla envejecida y abocada a una renovación forzosa.

Sanz se movió hábilmente entre la perspectiva de los nuevos ingresos por derechos de televisión que aparecían en el horizonte y un mercado que empezaba a moverse, pero en el que él ganó por la mano. Compró pronto y barato, se equivocó en muy poco o nada, y, a qué negarlo, pelotéo deudas hacia adelante. El Madrid está ahora en una situación económicamente comprometida que todo lo demás carece importancia.

Ahora Sanz está en condiciones de plantear otra estrategia. Una estrategia de consolidación de lo conseguido, para lo que necesita recabar unos apoyos que merece y de los que hasta ahora ha carecido. Los que tuvimos la suerte de sentarnos en el Amsterdam Arena enrojecimos por dentro al pensar en el estado del Bernabéu. Sanz reclama apoyos institucionales para cambiar de estadio, porque es evidente que el futuro ha llegado y que el Madrid tiene que coger el tren. Lo otro, la audacia, el ingenio, el golpe de ojo, tiene un límite. Hay que evitar que pasen otros 32 años para la octava.

Alfredo Relaño

21 Mayo 1998

Despertó el madridismo

Manuel Saucedo

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La séptima Copa de Europa, 32 años después, ha despertado a la afición madridista, dormida sobre los tomos de la gran historia de su club.

En Madrid, como en muchos puntos de España, y de todo el mundo, muchos aficionados han destapado con orgullo su madridismo, lo han proclamado, lo han voceado sin tener que remontarse al pasado en blanco y negro.

El 20-M ha nacido una nueva generación de madridistas que pueden contar ya que han visto cómo su equipo gana una Copa de Europa, su séptima, mejorando un récord que nadie ha batido. El Real Madrid se ha mejorado a sí mismo.

Con la nueva Copa de Europa, el Real Madrid podría aprovechar para cambiar la vitrina, la Sala de Trofeos, su maquinaria interna, su imagen externa… Debe ser el mejor argumento, el mayor impulso, al siglo XXI del fútbol mundial, como le corresponde al mejor Club del mundo. Pero que no lo sea sólo por la historia, por su impresionante palmarés.

MARCA ha tenido el orgullo de haber contado, durante sus 60 años de periodismo, las siete Copas de Europa blancas. Nuestra joven Redacción, que vivió la lograda por el Barcelona en Wembley, conoció el miércoles, de madrugada, lo que es el Real Madrid en su máximo esplendor, un reflejo de aquélla época doraba que ahora peina canas en Di Stéfano, Gento…

Y queremos que un nuevo Real Madrid, renovado, con el empuje de Lorenzo Sanz y de la anhelada séptima Copa de Europa se proyecte de inmediato al futuro. Que no deje pasar este gran momento, cuando el madridismo se ha reencontrado con la grandeza de su Club.

Manuel Saucedo