24 octubre 2008

Su 'dimisión' se produjo después el 17 de octubre la Junta General aprobara su destitución y acto seguido sufriera un infarto

El Secretario General de la CEOE, Juan Jiménez Aguilar, destituido por Gerardo Díaz Ferrán tras una batalla interna en la Patronal

Hechos

El 23.10.2008 D. Juan Jiménez Aguilar acordó abandonar su cargo de Secretario General del a CEOE, tras pactar una indemnización de 1,8 millones de euros.

Lecturas

Al reemplazar D. Gerardo Díaz Ferrán a D. José María Cuevas como presidente de la CEOE mantuvo al veterano D. Juan Jiménez Aguilar como secretario general. En unos meses se acreditó que la cohabilitación entre ambos era imposible.

El 17 de septiembre de 2008 el Sr. Díaz Ferrán convoca un Comité Ejecutivo y una Junta Directiva Extraordinaria para destituir al Sr. Jiménez Aguilar como secretario general de la patronal. En el Comité Ejecutivo se aprueba solicitar a la junta la destitución del Sr. Jiménez Aguilar por 22 votos a favor y 12 en contra.

Al perder esa primera votación el Sr. Jiménez Aguilar aceptó presentar su dimisión a cambio de que la Junta Directiva no votara su destitución, algo que el Sr. Díaz Ferrán aceptó. Poco después de aceptar dimitir el Sr. Jiménez Aguilar padecía un infarto y era rápidamente ingresado en el hospital, abriendo las dudas de si una dimisión presentada en ese contexto era válida.

El 23 de octubre de 2008 se oficializaba la dimisión del Sr. Jiménez Aguilar como secretario general de la CEOE tras negociar una indemnización de 1,8 millones de euros negociada en su nombre por D. Joan Gaspart Solves.

18 Septiembre 2008

Indiscreta e inoportuna

EL PAÍS (Director: Javier Moreno)

Leer
La dimisión forzada del vicepresidente de la CEOE estalla en el peor momento para las empresas

El presidente de la patronal CEOE (Confederación Española de Organizaciones Empresariales), Gerardo Díaz Ferrán, ha forzado la dimisión del vicepresidente de la organización, Juan Jiménez Aguilar, con el fin, según su explicación, de formar «un equipo de confianza para afrontar los nuevos tiempos y la crisis económica más grave que he visto en mis años de empresario». Los cambios políticos dentro de una organización son admisibles, incluso deseables, si se ejecutan con discreción y oportunidad. La salida de Jiménez Aguilar no ha sido discreta y está por ver que haya sido oportuna.

No es bueno para una organización empresarial, en la que debe prevalecer una imagen de prudencia, que se promueva una destitución en medio de gran aparato informativo y arguyendo motivos de «falta de confianza», tan genéricos que resultan insuficientes. Más pintoresco todavía resulta que Jiménez Aguilar presentara su dimisión después de que el comité ejecutivo de la CEOE aprobara la propuesta de destitución presentada por Díaz Ferrán. Una gestión más serena de esta crisis hubiera evitado el trámite de la destitución mediante una negociación previa más inteligente o sosegada.

Al borde de la recesión, con graves problemas de liquidez en las empresas, el cambio de una pieza importante en la CEOE tampoco parece un prodigio de oportunidad. Algunas voces empresariales ya se han dejado oír para reclamar que la patronal se dedique a resolver prioritariamente los problemas de las empresas, en lugar de acometer deprisa y corriendo problemas de organización. Los esfuerzos de la patronal deberían estar volcados hoy en negociar con los sindicatos una política de rentas que ayude a mitigar la caída drástica del crecimiento y el aumento del desempleo.

Díaz Ferrán tendrá que hacer valer de forma inmediata sus imprecisas explicaciones sobre la crisis interna de la CEOE. Habrá que comprobar si es cierto que ha instado la salida de Jiménez Aguilar porque necesita «un equipo de confianza» para presentar a los órganos de gobierno «un proyecto serio» que mejore la patronal; y la mejor forma de hacerlo será comprobar la calidad de ese proyecto. No resulta muy alentador que se imponga la destitución de un vicepresidente sin disponer de un sustituto. Parece un rasgo de improvisación poco acorde con la excelencia que se pretende.