1 julio 1994

Caída del Gobierno de Hata

El socialista Tomiichi Murayama se convierte en primer ministro de Japón con el inesperado apoyo del Partido Liberal Democrático

Hechos

Fue noticia el 1 de julio de 1994.

Lecturas

Tomiichi Murayama es el 1er primer ministro socialista que dirigirá los destinos de Japón desde el año 1948. Parlamentario avezado, Murayama, de 70 años, llegó en septiembre del pasado año a la presidencia del segundo partido japonés, amenazado de escisión después de una severa derrota en las elecciones legislativas celebradas dos meses antes.

El número de escaños obtenidos por el Partido Socialista (PS) en el seno de la Cámara Baja de la Dieta japonesa se redujo entonces prácticamente a la mitad, pasando de 134 a 70 escaños. Entonces se eligió a Murayama con facilidad contra un candidato del ala izquierda del PS. Se comprometió a reactivar el partido que, después de 38 años en la oposición al Partido Liberal Demócrata, se había convertido en uno de los principales componentes del nuevo Gobierno reformista de Morihiro Hosokawa.

Aunque es parlamentario desde hace 22 años, en representación de su región natal de Oita (sur de Japón), Murayama es más conocido en medios políticos, por ser un hábil negociador de pasillos. Desde su llegada a la dirección del PS, ha conseguido una notoria popularidad.

Nacido el 3 de marzo de 1924, de padre pescador, Murayama estudió Economía y Ciencias Políticas en la Universidad privada Meiji, una de las mejores de Tokio. Durante muchos años ha tenido una intensa actividad a escala local y regional.

30 Junio 1994

Presidente por carambola

Carlos Nadal

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Japón vive tiempos de poca estabilidad política después de casi cuarenta años de tenerla asegurada por los gobiernos de PLD.

Ahora se da la paradoja que, bajo la apariencia de una lucha entre los partidos que fueron de oposición y el PLD, lo que hay es una lucha entre las facciones de este último. Y los socialistas consiguen la presidencia del gobierno precisamente por el apoyo de una de estas facciones.

El PLD siempre ha sido una agrupación de clanes políticos con amplias redes de clientelas y ligados a sectores del mundo de los negocios, que produjo escándalos de gran resonancia como los de las compañías Lockheed y Recruit, que afectaron a personajes de mucho talla en el partido.

La crisis política japonesa tiene pues dos componentes principales. Por una parte, el aumento de la tensión entre los clanes del PLD que ha llegado, en algunos casos, a escisiones en firme como la del recién caído primer ministro Hata. Por otra, la pérdida de la mayoría absoluta parlamentaria del PLD en las elecciones de hace un año.

Pero el juego sigue entre los mismos. La crisis actual se decidía entre los clanes del PLD. Y, por carambola, llega a primer ministro un socialista que debe su puesto al apoyo de sus mayores enemigos.

La anomalía de la situación no resuelve nada. Como mucho, supone un paréntesis que deja las armas en alto para nuevas elecciones. El país estaba acostumbrado a la perduración del PLD en el poder y a sus luchas internas. Ahora, los enfrentamientos entre las distintas familias del PLD implican al conjunto parlamentario del país, ponen en peligro la estabilidad de que parecían garantes.

01 Julio 1994

La gran sorpresa

EL PAÍS (Director: Jesús Ceberio)

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LA CRISIS gubernamental en Tokio se ha resuelto, al menos de momento, con una solución que ha causado la mayor sorpresa en Japón y en el mundo. El líder socialista, Murayama, ha sido elegido jefe del Gobierno con los votos del Partido Liberal Democrático (PLD), el enemigo del Partido Socialista, (PS) desde 1948. Esta coalición contra natura se forjó por sorpresa: Muruyama, unas horas antes de su, elección, estaba negociando el apoyo de su partido a la coalición de Hata. Estos cambios bruscos, imposibles en un sistema democrático normal, en que las alianzas y las rupturas se gestan sobre debates programáticos, confirman la grave enfermedad que aqueja a la democracia japonesa. Después de 38 años de monopolio del PLD, el hundimiento de este partido en la corrupción provocó el surgimiento en su seno de una serie de tendencias que, cristalizadas en partidos disidentes, lograron hace un ano, en nombre de la pureza, formar el Gobierno de Hosokawa y dejar al PLD en la oposición.Punto básico de la nueva coalición, que contó desde el principio con el apoyo del Partido Socialista, era aprobar una ley electoral que impidiese el clientelismo y la corrupción, que han sido la base del poder del PLD. La nueva ley electoral no ha sido aprobada, pero se puso en marcha un rápido proceso de descomposición de la política japonesa. Los gobiernos se cuecen a partir de odios y rivalidades personales, o de bandas. Antes de la elección de Muruyama, un antiguo primer ministro del PLD, Kaifu, desertó de este partido para presentarse a la presidencia en nombre de la coalición rival. Al final, la elección se decidió en un enfrentamiento pintoresco de Kaifu contra Muruyama, uno y otro Solicitando el voto de los diputados que habían sido sus adversarios.¿Cómo se explica que el PLD haya votado a Muruyama? Es una forma de retomar al poder, aunque éste tenga que ser compartido. Con sus más de 200 escaños, frente a los 74 del PS, Muruyama está condenado a ser prisionero o títere. Llegado el momento que considere oportuno, el PLD no tendría mayores dificultades para eliminarle. Por otra parte, frente a la renovación representada por los breves Gobiernos de Hosokawa y Hata, el PLD y los socialistas están interesados en conservar algunos de los fundamentos de la política del pasado, como el muy corrupto sistema electoral, que otorga al PS un segundo puesto que peligraría en caso de reforma.

Pasada su elección, Muruyama ha conseguido formar un Gobierno cuya mayor dificultad será elaborar una política mínimamente coherente. Japón pone fin a un año de intentos renovadores que han dado ciertos resultados positivos. El programa de desregulación de la economía y de cierta apertura al extranjero, que el Gobierno de Hata había preparado con vistas a la cumbre de los Siete en Nápoles, quedará en los cajones de los proyectos sin cumplir. Para EE UU, la presencia de un primer ministro socialista en Tokio es causa de preocupación, sobre todo por la manifiesta simpatía del PS japonés hacia Corea del Norte. Es un serio revés para los intentos de Washington de crear un frente sólido con sus socios asiáticos contra Pyongyang.