19 junio 2022
Elecciones Andalucía 2022 – El PP con Juanma Moreno Bonilla arrasa al lograr mayoría absoluta humillando a la izquierda, frenando a Vox y enterrando a Ciudadanos

Hechos
El 19 de junio de 2022 se celebran elecciones al parlamento de Andalucía.
Lecturas
Las anteriores elecciones en Andalucía fueron en 2018.
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El 19 de junio de 2022 se celebran elecciones al Parlamento Andaluz tras la primera legislatura de Gobierno del Partido Popular que, al no tener mayoría absoluta precisó del apoyo de Ciudadanos y Vox, eso sí, dando cargos únicamente a Ciudadanos.
El resultado de estas elecciones que el Partido Popular y su líder D. Juan Manuel Moreno Bonilla logran la mayoría absoluta, algo que no había contemplado ninguna encuesta, lo que permitirá al presidente popular poder gobernar en solitario.
Estos resultados suponen una derrota para los candidatos de la izqueirda, D. Juan Espadas Cejas (PSOE), Dña. Inmaculada Nieto Castro (Por Andalucía) y Dña. Teresa Rodríguez-Rubio Vázquez (Adelante Andalucía), que centraron toda su campaña en que si no gobernaba la izquierda habría un gobierno PP-Vox, y al final esta hipótesis no se ha dado al tener el PP la absoluta.
Humillación también para Dña. Macarena Olona Choclán, la candidata de Vox, que centró su campaña en asegurar que ella sería la nueva vicepresidenta como aliado indispensable del PP, cosa que al final no será. La Sra. Olona Choclán, que dejó su escaño de diputado par irse a Andalucía, ahora, ante la ausencia de protagonismo y, aunque asegura que permanecerá en Andalucía, renunciará a los pocos días.
D. Juan Marín Lozano, el candidato de Ciudadanos, que hasta ahora era vicepresidente, ha sido el último de los derrotados, en su caso es borrado del mapa al no haber logrado Cs ni un solo escaño.
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JUANMA MORENO BONILLA DA LA SORPRESA Y SE CONVIERTE EN EL SEGUNDO PRESIDENTE PEPERO CON MAYORÍA ABSOLUTA.
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JUAN ESPADAS PAGÓ LOS PLATOS ROTOS DE 30 AÑOS DE GOBIERNOS SOCIALISTAS.
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LA MAYORÍA ABSOLUTA DEL PP EMPAÑA LA SUBIDA DE MACARENA OLONA.
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POBRE ESTRENO DE LA MARCA ‘POR ANDALUCÍA’ QUE LIDERABA INMACULADA NIETO.
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TERESA RODRÍGUEZ LOGRA SOBREVIVIR Y APUESTA POR UN NACIONALISMO ANDALUZ DE IZQUIERDAS.
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EL FIN DE CIUDADANOS: LA CAÍDA DE JUAN MARÍN FULMINA SU ÚLTIMO ‘GOBIERNO DE COALICIÓN’


20 Junio 2022
Vuelco en Andalucía
Los andaluces han votado con rotundidad. El triunfo de Juan Manuel Moreno Bonilla consigue para el PP un resultado histórico, la ansiada mayoría absoluta que en 40 años de autonomía la derecha no había obtenido en la comunidad más poblada de España. La provincia de Sevilla se convierte en paradigma del profundo cambio político andaluz. Nunca antes había perdido el PSOE en esa provincia. Hasta este domingo.
La desaparición de Ciudadanos explica el traspaso matemático de votos que ha llevado al PP a más que duplicar sus últimos resultados en las autonómicas de 2018. Cs pierde 500.000 votos y el PP gana 500.000. Todos esos electores, y otros procedentes de más formaciones, han optado por la marca Juanma Moreno, el hombre tranquilo de formas moderadas, sobre la que ha pivotado toda la campaña. Sin grandes anuncios, ni políticas transformadoras que presentar. Moreno Bonilla ha frenado también el hasta ayer vertiginoso crecimiento de Vox y lo ha hecho sin las estridencias extremistas de la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso. Muchos electores de la derecha han vuelto al redil cuando han visto posibilidades reales de gobierno en solitario. La candidatura de Macarena Olona, de un andalucismo tan artificioso que provocaba rechazo, y el discurso teatral y desmesurado de los ultras han chocado con una población muy sensible a las astracanadas con su identidad y preocupada por sus problemas reales, que son muchos. Aunque Vox sube dos escaños, pierde cerca de la mitad de su apoyo con respecto a las elecciones generales y se queda sin la llave de San Telmo.
El resultado refuerza a Alberto Núñez Feijóo. Con la mayoría absoluta andaluza en la mano, el presidente del PP tiene dos caminos: aprovechar esta victoria para acelerar el desgaste del Gobierno de España, aunque sea a costa de España —no sería la primera vez que su partido elige esa vía—, o interiorizar un resultado histórico y aceptar de verdad pactos con La Moncloa para renovar la justicia, impulsar las medidas contra las consecuencias de la guerra y evitar las disonancias en política exterior.
El resultado es un desastre para la izquierda. El PSOE aguanta, pero pierde tres escaños. Tras 36 años de gobiernos en San Telmo, y una feroz batalla por el poder interno protagonizado durante años por Susana Díaz, el relevo de Juan Espadas llegó tarde, sin pulso y funcionó como diana obvia del desgaste de los socialistas andaluces. Tampoco pudo servir para compensar el desgaste del único capital que podía poner en juego la candidatura: la acción del Gobierno de España. Los socialistas se mantienen como la única alternativa real desde el centro a la izquierda. Aunque La Moncloa y el PSOE insistirán estos días en que cada elección tiene su lógica interna, y la tiene, es evidente que el impacto de la mayoría absoluta del PP en Andalucía obliga a Pedro Sánchez a mover ficha sin que se adivine cuál: hasta ahora ha rechazado el anticipo electoral y la última crisis de gobierno no tiene ni un año. El intento de mejorar la comunicación de la ingente cantidad de medidas y leyes que ha tramitado en estos años choca una y otra vez con las cuadraturas imposibles que sus socios de legislatura le imponen.
A su izquierda, el vodevil y la división de la formación de las candidaturas pos-Podemos en esta cita andaluza ha acabado pasando la factura que venía anticipándose desde la implosión de ese espacio que provocó Vistalegre II. La atomización de siglas y egos deja las lecciones que quieran aprender quienes se dispongan a participar en la plataforma que lidera Yolanda Díaz. Sin unidad, sus votos alimentan las mayorías absolutas de otros.


20 Junio 2022
Y los andaluces se levantaron
La paciencia del andaluz es legendaria. El andaluz lo ha aguantado todo desde tiempo inmemorial: el calor, el olvido, la corrupción y los tópicos. Sobre todo los tópicos, carga intolerable que no han tenido más remedio que convertir astutamente en una industria. Este aguante milenario -que solo los necios o los nacionalistas catalanes, pleonasmo, confunden con resignación- ha cristalizado en aportaciones incalculables a la cultura occidental: el flamenco a la música, el gracejo al humor y el senequismo a la filosofía, por no hablar del toreo. Pero la paciencia del andaluz se ha terminado. El clamor que se eleva de las urnas abiertas un junio de 2022 en la región más poblada de España dice: ya no aguantamos más.
¿A quién no aguantan más los votantes que acaban de protagonizar un vuelco histórico en la sociología electoral de nuestro país? He aquí una pregunta que Pepefé Tezanos, hagiógrafo de Sánchez, debería incluir en el próximo CIS. Con las respuestas podría añadir una coda martirial a su evangelio bufo: «Pedro fue enviado a los suyos, pero los suyos no le recibieron». Porque esta es la verdadera noticia del 19-J: la muerte de una larga hegemonía. La tierra donde Felipe y Alfonso refundaron el PSOE moderno, transformándolo en una máquina perfecta de ganar elecciones autonómicas y nacionales, ha dejado de ser socialista.
Andalucía ha archivado ese cuento de ruido y furia contado por un idiota, esa historia añeja de señoritos y antifascistas que ya no se traga nadie. El personal está harto de esta década imbécil de la vida pública española, esta infección populista que permitió a un selecto ramillete de resentidos asaltar las moquetas del Estado excitando el rencor o explotando la ingenuidad. Andalucía acaba de exclamar que no quiere redentores de puño en alto ni salvapatrias apocalípticos, sino adultos serenos que no enfrenten a los ciudadanos, que aprueben presupuestos a tiempo y hagan promesas tan modestas que hasta se puedan realizar. Por ejemplo, eliminar el impuesto de sucesiones.
La debacle de la izquierda ha sido tal que las ondas sísmicas que parten del epicentro andaluz viajan a esta hora por la A-4 hasta la colina de La Moncloa, sacudiendo sus muros y ondulando su colchón. Juan Espadas no ha perdido porque él no se examinaba: nunca fue más que el mozo de espadas. El corneado es Sánchez, y la incisión profunda interesa el tejido autonómico, municipal y central. El sanchismo está en la enfermería y no tiene tiempo ni coyuntura favorable para afrontar con garantías la temporada electoral de 2023.
Al funeral de las izquierdas se suma Cs, que ha paladeado la amarga experiencia del negro literario: la obra también es suya pero la gloria se la lleva otro. Noche triste también para Macarena Olona, autora de una campaña histriónica donde no cabía un tópico más, desnortada y folclórica hasta el meme. El estancamiento de Vox allí donde empezó su ciclo virtuoso es un recordatorio senequista de que todo lo que sube baja. Conviene dirigirse a la gente como si sintiera la amenaza de la estanflación, no como si Almanzor estuviera cruzando el Estrecho. Porque el andaluz podrá ser muy español, pero lleva mal que le tomen por un completo carajote.
Efectivamente, los andaluces se han levantado. Del sofá, del tópico, de la ideología mugrienta. Juanma Moreno es su inverosímil moisés: sus tablas son un templado recetario liberal y su cayado es un espeto de sardinas. Ha prometido a su pueblo que los llevará hasta la California ibérica para mirar económicamente de frente a Madrid o al País Vasco, y deberá apechugar con tan alto compromiso. Con esta victoria dispondrá de tiempo y capital político para emprender una transformación a fondo. Porque la moderación no está reñida con la ambición: el buen gobernante sabe que la primera es condición de la segunda. Puede que se irrumpa en escena por el extremo, pero se revalida el poder por el centro, y es la duración del proyecto lo que permite dejar huella en la vida de un país. Sánchez ni ha querido ni ha sabido, y ahí tiene las consecuencias.
En Andalucía se ha cometido un crimen. Uno de esos parricidios aparatosos que resuelven las escaletas del verano. Los andaluces han matado al PSOE. O quizá ellos solo han levantado el cadáver que está dejando el sanchismo.
El Análisis
¡Quién lo hubiera dicho! Juanma Moreno (el mismo que hace unos años muchos veían como un candidato de segunda fila) ha conseguido teñir de azul una Andalucía tradicionalmente roja. Su contundente mayoría absoluta no solo consolida al PP en la región, sino que marca un hito histórico en una comunidad acostumbrada a gobiernos socialistas desde la Transición. El PSOE de Juan Espadas, en cambio, ha naufragado en su intento de recuperar la Junta, dejando claro que la marca socialista ya no tiene la fuerza de antaño. Ni un pasado glorioso ni la sombra de Susana Díaz bastaron para cambiar el rumbo.
Por otro lado, el mapa del centro-izquierda no solo ha quedado fracturado, sino casi irreconocible. Ciudadanos se deshizo como un azucarillo, “Por Andalucía” fue más “Por los pelos” y Teresa Rodríguez, con su Adelante Andalucía, aguantó el tipo por los pelos. Eso sí, ni ella ni Macarena Olona (que tampoco cumplió las grandes expectativas de Vox) tardaron en tirar la toalla y renunciar a sus actas, evidenciando que la digestión de las urnas fue más pesada de lo esperado. Al final, Moreno Bonilla ha pasado de ser un presidente accidental a liderar con holgura, dejando claro que Andalucía ya no es el bastión socialista que un día fue.
J. F. Lamata