7 noviembre 1972

El periodista asegura que sus argumentos 'fueron hechos trizas' por el ministro Secretario General del Movimiento, Torcuato Fernández Miranda

Emilio Romero califica desde PUEBLO de ‘pulgarcitos sin nivel’ a Arteaga y los otros procuradores críticos que pedían democracia

Hechos

El 7 de noviembre de 1972 el Sr. Romero publicó un artículo en el que aludía a un debate entre Las Cortes del ministro D. Torcuato Fernández miranda con los procuradores Sres. Merino García, Escudero Rueda y Esperabé de Arteaga.

Lecturas

El director del diario Pueblo Emilio Romero Gómez publica un artículo ‘gallito’ en defensa del ministro Torcuato Fernández Miranda calificando a los procuradores que le critican – Jesús Esperabé de Arteaga González, Manuel Escudero Rueda y Rafael Merino García como ‘pulgarcitos’. La actitud del director de Pueblo fue desaprobada editorialmente por los diarios El Correo Catalán y La Voz de Asturias. Uno de los atacados, Esperabé de Arteaga, responderá desde El Adelanto de Salamanca y su réplica es también reproducida por Ya en Madrid y La Provincia de Canarias.

¿TRITURÓ TORCUATO FERNÁNDEZ MIRANDA A LOS PROCURADORES ‘APERTURISTAS’?

Según el periodista franqusita D. Emilio Romero, el ministro Secretario General del Movimiento, D. Torcuato Fernández Miranda, trituró los argumentos de los procuradores más reformistas, Sres. Merino García, Escudero Rueda y Esperabé de Arteaga, cuando estos pedían más democracia, partidos políticos y disolución de la Prensa del Estado (incluyendo el diario PUEBLO). Para el Sr. Romero aquellos procuradores eran ‘pulgarcitos’ frente al talento dialéctico del Sr. Fernández Miranda que declinó la petición de estos.

07 Noviembre 1972

APOTEOSIS

Emilio Romero

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Había una gran expectación en las Cortes para presenciar el duelo entre uno de los más grandes dialécticos del Régimen, el Ministro del Movimiento y Profesor de Derecho Político de la Universidad de Madrid, Torcuato Fernández-Miranda, y las ciento setenta preguntas de carácter político formuladas por un grupo numeroso de Procuradores en Cortes. El resultado ha sido una apoteosis del Ministro, que la final aparecía extenuado, como uno de esos boxeadores en el duocécimo asalto: pero dispuesto a seguir en el ring hasta el final. El Presidente del as Cortes había prorrogado la sesión una hora, y ya eran cuatro de combate.

La verdad es que ha sido una lucha contra sombras. Sus fintas resultaban admirables y espectaculares y sus golpes en alguna ocasión, como al Procurador de San Sebastián, señor Zubiaga Imaz, temibles y ardorosos, como para derribar a cualquier mastodonte paralmentario. Los golpeados sin piedad fueron, principalmente, los Procuradores Merino García, Escudero Rueda y Esperabé de Arteaga. Escudero Rueda parecía exactamente un representante de las Cenas políticas en las Cortes. Lo que ocurre es que el auditria es diferente, y lo que en las cenas de Mayte Commodore es celebrado, en las cortes produce indiferencia o desagrado. Esperabé es más zorro, pero todo lo que dice no está ni en tiempo, ni en ambiente. Es un Procurador ‘camp’, a veces  ocurrente. Merino es otra cosa: pero carece de eficacia. La lucha era pavorosamente desigual. No eran adversarios para ese parlamentario arrancado de un Congreso del XIX, que posee energía, contundencia, sarcasmo, coña asturiana, y hace del Derecho Constitucional fuegos artificiales, cucuruchos de papel, recetas de cocina, juego de la oca, lo que quiera, y salta de Sócrates a Sartre, de los sociólogos

Sin perjuicio de atender a este acontecimiento político en otro momento, es ilustrativo hacer una mínima síntesis de resultados o de pronunciamientos. ‘No habrá asociaciones políticas, porque la especie más perfecta de una asociación política es el partido político y eso es anticonstitucional’. El ministro se inclina hacia las últimas manifestaciones de José Antonio Girón en el Consejo Nacional en orden a las tendencias integradas.

En cuanto a la integración política en Europa señaló que una de las acusaciones de las Democracias a los Estados totalitarios fue porque estos trataban de imponer un orden político a los demás pueblos. Ahora las Democracias – dijo – no pueden incurrir en estos errores antidemocráticos. Añadio que nunca se aceptara la intromisión en los asuntos internos, y en la soberanía del pueblo español. No se aceptara una desnaturalización. La recomendación es ‘armonizarse’ con los otros Estados, pero nunca hacerse ‘idénticos’. Los Procuradores aplaudían con claros estas manifestaciones.

En cuanto a otras preguntas sobre una expresión del Ministro en un acto político de ‘socialismo integrador’ aclaro que la expresión no le interesaba demasiado pero quienes aseguraban (en Madrid fue José María Ruiz Gallardón) que no había más socialismo que uno era la clásica maniobra para no ofrecer otra alternativa que marxismo o conservadurismo, cuando nuestra legislación tenía un gran aliento social que fue en la intención de José Antonio lo que justificaba el logro de una solidaridad nacional colectiva.

Se puso luego en entredicho la ‘organización’ como factor del Movimiento para injustificar la existencia de una cadena de periódicos en manos de la Secretaría General, y entonces el ministro organizó una lección deslumbrante sobre las leyes Fundamentales, y ante una acusación contra la Prensa del Movimiento a propósito de unas declaraciones de Irene de Holanda, esposa de Hugo Carlos, el profesor Fernández-Miranda puso a un lado el anterior comedimiento dialéctico y dejo en las cuerdas o en la lona, como unos zorros, al Procurador que había tenido la poca fortuna de no enterarse bien del asunto que exponía.

Ayer asistimos a una descomunal carnicería dialéctica. El sistema también es ventajoso para el ministro. No hay réplica. Cuando el Procurador por Salamanca, señor Esperabé decía: “El Régimen está en pecado”, por no hacer las asociaciones políticas. O esto otro: “Los que estamos en el pentagrama del Régimen nos negamos a ser orquestados” se oía una tos insistente a cargo de Jesús Aramburu Olaran tan demoledora cmo la de Juan Ignacio Luca de Tena en los estrenos teatrales. Yo entonces miraba al ministro Fernández miranda, que estaba sin inmutarse tranquilo, esperando que engordaban sus adversarios de acusaciones, de crítica, de censuras, de descalificaciones, relamiéndose, como si fueran Pulgarcitos. Y, naturalmente, una hora después empezó a comérselos. A las nueve del a noche, en que terminaba la sesión, no quedaban ni las sandalias de ellos.

Emilio Romero

22 Noviembre 1972

Editorial

EL CORREO CATALÁN

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EL CORREO CATALÁN publica un editorial sobre el comentario de Emilio Romero en PUEBLO sobre la sesión informativa en Cortes de Fernández Miranda. Dice el periódico catalán:

Los pocos procuradores que preguntaron usaron su legítimo derecho en sesión oportunamente convocada, centrando sus respuestas preguntas en temas que son de evidente interés colectivo. En definitiva, fue una manifestación oficial del ‘contraste de pareceres’ aceptado. Los pocos procuradores que preguntaron expresaron su parecer con sus preguntas, y el ministro expresó el suyo en su respuesta.

¿A qué viene pues calificar de ‘pulgarcitos’ a quienes ejercitaron su legítimo derecho a preguntar? ¿Es que esta ‘afición a preguntar’ no es legítima en los procuradores y no está reglamentariamente respaldada? ¿Qué sería de esas sesiones si ni siquiera existieran unos procuradores que preguntaran? ¿Por qué ofrecerlos a la opinión pública como unos ‘pulgarcitos’ que fueron comidos cual si hubiesen sido reos de alguna funesta afición que recibió su duro merecido?

14 Noviembre 1972

ESPERABE DE ARTEAGA CONTESTA A EMILIO ROMERO

Jesús Esperabé de Arteaga

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El miércoles 8, la redacción del YA en la sección ‘Ver, oír y contarlo’ puntualizaba en una nota al pie del párrafo anterior lo siguiente:

“Nos extraña mucho que se pueda hablar en esos términos cuando pocas líneas antes se ha reconocido la ventaja, porque no hay réplica. Para que dialécticamente alguien se siente comido hace falta que se le haya dejado replicar”.

Don Jesús Esperabé ha regresado de Madrid. Está en su despacho. Y hasta él llegamos.

  • ¿Le queda carne en torno a algún hueso?
  • Aquí me ve, enterito. Allí en las Cortes, a mí no me come nadie y si lo intenta le produzco cólico. El que sea valiente, que prueba.
  • Pero el director de PUEBLO dice que asistieron a una descomunal carnicería dialéctica. Algo habrá…
  • En las Cortes no se ‘degustan’ más que ensaimadas y mojadas en el café, para que se ablanden. El director de PUEBLO es el primero que mete los dedos en la taza.
  • ¿Qué le ha hecho usted a don Emilio?
  • A don Emilio le caigo gordo. La razón está en que soy el único procurador que le ha hecho frente en las Cortes, las escasas veces que se ha puesto en pie allí, claro.
  • Don Emilio, según usted, habla poco…
  • Su parlamentarismo es de linotipia y de salón. El torea en PUEBLO y la muleta la maneja bien. Así se las ponían a Fernando VII.
  • Pues, ¿Qué hace en las Cortes?
  • Las Cortes las deja para lucir sus estrambóticas corbatas y halagar por los pasillos al que manda o supone que puede ser ministro de Sindicatos.
  • ¿Ha tenido algún encuentro dialéctico con él?
  • Una vez que se le ocurrió intervenir, sin duda, para cumplir, pues se discutía la Ley Sindical y a pretexto de unos textos que leyó de Franco, me tiró un gañafón. Pedí la palabra y salió cogido por la faja. Hay quienes recuerdan el lance y todavía se ríen
  • Pero escribiendo no para barras.
  • Sí. Desde aquel incidente me llama espiritista, zorro y hasta liliput. No ofende quien quiere, sino quien puede.
  • Entonces, según usted no es real la versión que don Emilio Romero da de la pasada sesión…
  • Da a sus lectores la imagen de que la sesión del día 6 fue como una reposición retrospectiva de Las Leandras, con repetidas salidas de las vedettes a las candilejas. Es el colmo de los colmos.
  • Pues, ¿Qué hubo?
  • Hubo curiosidad, pero no expectación. Lo prueban los escasos procuradores que intervinieron en el asunto: 27 de 561.
  • Ahora me entero de los procuradores que son ustedes.
  • Sí. Los aplausos no pueden ser un barómetro porque hay señores procuradores proclives al aplaudiómetro. Aún así, estuvieron comedidos.
  • Alguien ha escrito también que en algún momento subió la temperatura
  • Sí. Se calentó el ambiente cuando alguien tocó el tema que no venía a cuento porque no era su lugar, de Europa. Los nacionalistas se exacerbaron y al final la ovación fue de circunstancias, más que cerrada.
  • …Tiene ingenio el señor Romero, pues.
  • Lo que tiene es que Romero, como autor teatral está acostumbrado al manejo de la tramoya. Y esto, combinado con su innata propensión a ensalzar al que manda mientras manda – ¡ojo! La matización no es mía – conduce a unos niveles, que hay que ver
  • Entonces, lo de la apoteosis…
  • Hace falta valor para decir desde su periódico – el ‘su’ lo empleo en términos posesivos – que aquello fue una apoteosis.
  • Total, que es valiente.
  • Sí, de ese valor está sobrado don Emilio Romero Gómez.
  • Perdone, usted, don Jesús, pero no acierto a comprender como el director de PUEBLO utiliza esa figura retórica de descomunal carnicería. No habría sangre, pero gestos…
  • Piense usted que Romero es proclive al empleo como imagen de los escualos. Lo hace para desembocar en que alguien devora a alguien. Utilizó ya esa figura cuando ‘los secretos oficiales’. De ahí que sea obsesivo y que yo asevere que, como periodista y sin deseo de ofenderle, tiene mentalidad selvática: le gusta la carne del interlocutor, del que le lleva la contraria.
  • Usted preguntó también algo sobre desamortización de la Prensa del Movimiento.
  • Sí. Creo que obdecía todo a pura lógica. Decía que si el artículo cuarto de la Ley Orgánica define al Movimiento Nacional como la comunión de todos los españoles en los Principios, es de suponer que la mayor parte de nuestros ciudadanos comulguen con estos, porque de lo contrario, el Movimiento Nacional estaría falto de soporte personal y sería algo artificial injertado en la sociedad española. Partiendo pues de que los españoles en su gran mayoría, no por no decir, que por unanimidad, comulgan los Principios, no parece lógico mantener una cadena de periódicos (La Prensa del Movimiento) que por su propio nombre discrimina haciendo pasar a los demás periódicos como Prensa si no contraria al Movimiento por lo menos ajena a este y como tal, heterodoxa. En ese sentido pregunté: “¿No cree el señor ministro que, superadas las circunstancias de lugar y tiempo en las que y para las que se creó la cadena de Prensa del Movimiento ha llegado la hora de desamortizarla?
  • Dígame algo de la respuesta
  • Bueno, fue realmente la única nota de humor negro en la sesión cuando el señor Fernández Miranda dijo que yo propugnaba la desamortización porque algún director de Prensa del Movimiento se había negado a publicarme determinados artículos. Cuando después le recordara, personalmente, que había sido colaborador de MADRID, que lo estoy siendo de INFORMACIONES y que incluso el señor Campmany cuando fue director de ARRIBA me había pedido que escribiera en dicho periódico, me dio las satisfacciones debidas. De donde se deduce que el delegado de Prensa del Movimiento, mi cordial amigo Julio Gutiérrez Rubio, no había graduado bien su artillería. Lea usted la carta de Campmany. Algún periodista que conocía el caso objetó: «por eso lo cesaron».
  • ¿Cerramos, señor Esperabé volviendo al Sr. Romero?
  • Como usted quiera. Ya e que la supuesta finta quedó reducida a una controversia del señor Fernández Miranda, con Escudero, Merino y un servidor. Un minidebate, como fue, no debe prestarse a que un periodista como el Sr. Romero Gómez vista retóricamente al ministro con adornos que no hacen al caso. Emilio Romero se ha pasado tanto en halagar como en respirar por la herida. No es cosa nueva para él.
  • Buenas noches, señor procurador.

Enrique de Sena

14 Noviembre 1972

Protesta contra la merienda de pulgarcitos

Tomás Montero

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Tomás Montero en La VOZ DE ASTURIAS comenta las palabras de Emilio Romero, al referirse a la merienda de pulgarcitos. Esta broma cruel no tiene ni caridad ni sentido, y constituye un inútil ensañamiento que lejos de dejar en ridículo a los procuradores, que es lo que pretende, se los presenta como parte débil en un juego dialéctico en el que llevan, de antemano, todas las de perder.

Y añade: “La verdad es que comerse a unos oponentes que tienen la obligación de poner punto en boca, no constituye una hazaña tan resonante como para merecer tales comentarios conmiserativos para los vencidos. Porque así – como se suele decir – es como se las ponían a Fernando VII.

Para finalizar: “Hacía tiempo que no escuchábamos cantar el trágala con tanta inclemencia, tanta fruición y tanta ventaja.