Empar Moliner aprovecha su sección en ‘Crónicas Marcianas’ para ajustar cuentas con Manuel Trallero, de LA VANGUARDIA

La señora Empar Moliner, con motivo de mi comentario, en esta misma página, sobre el juego de rol con porras incluidas entre los ciudadanos, montado en busca del violador del Cor de la ciutat, tuvo la amabilidad de decirme, partiéndose de risa, a bocajarro: «Media Catalunya se ha reido de ti. ¡Tío, que es ficción!».

También es ficción la serie de TVE ‘Al filo de la ley’. La última entrega versaba sobre Mounib, condenado por violar y asesinar a una chica en una gasolinera. Él siempre defendió su inocencia. Una nueva mujer violada en parecidas circunstancias levanta dudas sobre su culpabilidad. Álex, el abogado, se encarga de pedir la revisión del caso. Es tarea difícil, porque todo apunta en su contra, pero una prueba de ADN resuelve el caso y el falso culpable queda en libertad. Final feliz. Bonito ¿no?.

Pues no: asqueroso y repugnante. Porque este mes hará cinco años que Mounib, el de verdad, murió de un infarto en la cárcel. Abderrazak Mounib fue condenado por varias violaciones. La prueba de ADN exculpó a él y a su compatriota marroquí de una de ellas. Pero Munib murió el 26 de abril de 2000. La Guardia Civil creyó que podía haber un error, el fiscal del Tribunal Superior de Catalunya pidió el indulto, el Supremo rechazó la revisión del juicio – esto por lo visto no es América – y el Gobierno lleva 1999 estudiando la concesión de la medida de gracia.

Mientras tanto, el señor Ahmed Tommouhi, detenido con él, lleva trece años en la cárcel por unos delitos sobre los que cuando menos hay algo más que dudas razonables. TVE, la televisión pública, la televisión del cambio, ni siquiera tuvo el detalle de cambiarle el nombre. ¿Para qué, si ya está muerto y encima es un moro? Se llamaría Mounib y vería la libertad, lo que no pudo hacer nunca el Mounib de verdad. Después, venga códigos de autorregulación, consejos del audiovisual y todo lo que ustedes quieran. Al final todo se limita a una simple cuestión: tener o no tener decencia. Aunque sea de ficción.

Debo confesarles que sí, que fui yo, el que se creyó a pies juntillas el cuento ese del canvi y ahora en lugar del hijo de Pujol tenemos los tres hermanos y en lugar del helicóptero de Mas tenemos el de Milá y una comisión de investigación que no ha encontrado ni rastro del 3%.

Pensaba en todo esto durante el programa de Xavier Bosch ‘El Mon a RAC1’, escuchando al honorable conseller primer, el señor Bargalló desinformando a la opinión pública sobre el plan energético. Textualmente dijo: «No ha habido ningún acuerdo de gobierno dando su aprobación a ningún plan. Para ser más exactos, no hay ningún plan: si quieren que sea más exacto no hay ningún plan. Hay un documento sobre el plan, un documento que es una propuesta de plan, que lo único que acuerda el Govern, sin entrar a debatir su contenido, es poner su contenido a debate».

Los tripartilólogos han señalado la deriva del señor Bargalló hacia el marxismo – el de los hermanos Marx, claro está – dado el gran parecido entre sus palabras y aquellas otras pronunciadas por Harpo según las cuales: «La parte contratante de la primera parte será considerada como la parte contratante de la primera parte, la parte contratante de la segunda parte será considerada como la parte contratante de la segunda parte».

La sintaxis del tripartido es una moral: Los barracones escolares son «aulas no convencionales», las familias ya no son familias sino «núcleos convivenciales» y el Carmen no ha sido una desgracia sino un accidente, y la culpa de la corona de espías del Sr. Carod Rovira la tuvieron los periodistas, según comenta la insigne Margarita Obiols, que aparece la mar de sonriente en la fotografía. A mí, todo este trajín lingüístico me coge ya un poco mayor, de forma que cuando ya he aprendido a decir ‘flim’ ahora se llama ‘penícuna’.

Así, pues, que ya tenemos un no plan, no sabemos si es un plan cañón, chicas a montón o simplemente es un plan para salir del paso, hasta que los miembros del tripartito se pongan de acuerdo para hacer lo mismo que querían hacer los de CiU, pero diferente, es decir igual, tal como ha pasado con el túnel de Bracons; mientras unos están en el Govern, los otros de su mismo partido se manifiesta en contra de él, y unos consellers se pelean con otros, y cuando uno dice blanco el otro sale diciendo negro. Esto, más que una acción de gobierno, es una especie de ‘Loca academia de policía’ o ‘Aterriza como puedas’, y el pacto del Tinell es como el Tubo de la Risa.

¡Y pensar que todo esto está pasando por culpa mía!

Ay! La señora – es una simple forma de hablar – Empar Moliner tuvo la amabilidad de sacar en ‘Crónicas Marcianas’ un artículo mío en que por error atribuía a Harpo Marx la frase «la parte contratante de la primera parte…» Harpo era el mudo de los hermanos Marx.  El regocijo en aquel planeta fue absoluto. Como le dijo Churchill a una diputada que le acusó de estar borracho en la Cámara de los Comunes: «A mí señora lo mío se me pasará dentro de un rato, a usted lo suyo le durará toda la vida».