28 octubre 1962

Acusan a la revista de haber puesto en peligro al país revelando defectos en su defensa

Escándalo en la República Federal de Alemania: Encarcelado el periodista Augstein (DER SPIEGEL) por orden del ministro Strauss

Hechos

El 27.10.1962  se hizo público el registro en la república federal de Alemania de las oficinas de la revista DER SPIEGEL y la detención de su director, Herr Augstein.

Lecturas

El registro de la sede de la revista de la República Federal de Alemania Der Spiegel y la detención de su propietario Rudolf Augstein desata un escándalo periodístico. Augstein, que pasó 103 días en la cárcel, mantenía un tono crítico hacia el ministro de Defensa Franz Josef Strauss y que estaba publicando informaciones que podían ser fruto de filtraciones del propio gobierno sobre maniobras secretas de la OTAN y documentos sobre lo poco protegido que estaba RFA ante una ataca del Este. Las acciones contra Der Spiegel inician una crisis política que deriva en la dimisión del ministro de justicia Strauss y otros cinco miembros del gobierno.

ADENAUER CONTRA EL DIRECTOR DE DER SPIEGEL: «¡TRAICIONA A SU PAÍS POR DINERO!»

adenauer_1957 Lejos de distanciarse de la medida de su ministro de Defensa, Strauss, ordenando la prisión para el director de DER SPIEGEL y varios de sus redactores, el canciller federal Adenauer, ha arremetido contra el periodista detenido: «Herr Augstein es un traidor que traiciona todos los días por dinero».

Adenauer dimitiría como canciller en octubre de 1963

El Análisis

Cuando la democracia allana la redacción

JF Lamata

El 27 de octubre de 1962, la República Federal de Alemania se despertó con una noticia digna de regímenes menos preocupados por las libertades: la policía había registrado las oficinas de la revista Der Spiegel y detenido a su director, Rudolf Augstein. El motivo oficial: un artículo sobre las deficiencias de la defensa nacional que, según el Ministerio de Defensa, ponía en riesgo la seguridad del país. El motivo extraoficial —más evidente para cualquier observador—: un choque frontal entre un medio de comunicación incisivo y un gobierno poco dispuesto a que se aireen sus vergüenzas.

La operación, impulsada por el entonces ministro de Defensa Franz Josef Strauß, desató un terremoto político. En plena Guerra Fría, con la RFA intentando consolidar su imagen como democracia sólida frente al bloque soviético, ver cómo la policía y la fiscalía trataban a una revista como si fuera un nido de espías ponía en cuestión la diferencia esencial que debía separar a Bonn de Moscú o Berlín Este: la libertad de prensa. Der Spiegel, que no se caracteriza por la delicadeza en sus investigaciones, encarnó de golpe el papel de mártir de la democracia. Y Strauß, al que se le atribuía un exceso de celo patriótico, terminó retratado como el político dispuesto a sacrificar principios liberales en el altar de la seguridad nacional.

El caso se convirtió en un escándalo de primera magnitud porque tocaba el nervio más sensible de cualquier sistema democrático: ¿hasta dónde puede llegar la prensa en su función crítica? ¿Y hasta dónde puede llegar el poder en su afán de control? En la RFA de 1962, la respuesta no vino de tribunales ni de manuales de derecho constitucional, sino de la opinión pública: las protestas, el desgaste del gobierno y la rehabilitación pública de Der Spiegel dejaron claro que una democracia que se precie no puede blindarse de la crítica metiendo a los periodistas en prisión. La lección, en teoría, quedó aprendida… aunque la tentación de allanar redacciones nunca desaparece del todo.

JF Lamata