16 octubre 1963

Los liberales acaban con el mandato del fundador de la RFA

El ‘escándalo Spiegel’ fuerza la retirada de Konrad Adenauer en la República Federal de Alemania sustituyéndole Ludwig Erhard

Hechos

El 16.10.1963 asumió el cargo de canciller de Alemania dentro del acuerdo de Gobierno entre la CDU y el FDP.

Lecturas

RETIRADA DEL CANCILLER DE ACERO TRAS CONDUCIR LA RFA DURANTE SUS 14 AÑOS DE EXISTENCIA.

El canciller alemán Konrad Adenauer, de 87 años, renunció este 15 de octubre de 1963, a su cargo – que ocupaba desde la fundación de la RFA en 1949 – y anunció su retirada de la vida política. La dimisión del anciano estadista fue aceptada por el presidente Heinrich Lubke, que rindió homenaje a la larga fidelidad de Adenauer a la causa de Alemania.

Le sustituye Erhard, que estará al frente de la RFA hasta 1966.

Adenauer se graduó muy joven en derecho y fue procurador imperial durante el II Reich: su legendaria habilidad política le permitió establecer buenos tratos con los aliados, en Renania, tras el armisticio de 1918.

Dirigente del Centro Católico Alemán, tuvo tiempo para desarrollar una importante actividad como empresario.

Durante el largo periodo del dominio nazi, Adenauer desapareció de la escena política: pero era uno de los pocos dirigentes con experiencia no contaminado por el nazismo, con que los occidentales pudieron contar al final de la Segunda Guerra Mundial.

No es extraño que, en 1949, el presidente de la República Federal de Alemania, Theodor Heuss le designara canciller.

Opuesto al comunismo (y por tanto de la República Democrática de Alemania) era también un enemigo acérrimo de las nacionalizaciones y un partidario fervoroso del rearme alemán.

En 1953 su partido obtuvo un importante triunfo sobre la socialdemocracia, y Adenauer fue ratificado como la figura dominante de la vida política en la Alemania occidental. Con Adenauer como canciller Alemania reconstruyó su industria en la zona occidental y volvió a ser un país próspero y un aliado seguro para occidente.

16 Octubre 1963

Konrad Adenauer

LA VANGUARDIA (Director: Xavier de Echarri)

Leer

La República Federal alemana deja hoy de ser dirigida por un político de primera clase. Ninguna pluma desapasionada pondrá en entredicho las excepcionales condiciones del canciller. Pero si la transmisión de poderes se hubiese producido hace cuatro años y medio – aprovechando el jefe de Gobierno la estupenda oportunidad de convertirse en presidente de la República – todas las campanas de los elogios repicarían ahora con más fuerza y durante largo rato. En Alemania y en el extranjero.

Quizás el único error que ha cometido Adenauer ha sido el de no retirarse a tiempo.

Aquellos días de abril de 1959 fueron lastimosamente malgastados. Adenauer aceptó que su nombre figurase en las listas de candidatos para las próximas elecciones y luego se arrepintió. Según dijo, no veía claro el futuro de su patria con otro canciller al frente al Gobierno. Quedaban confirmadas las palabras de Robert Pferdmenges, el leal amigo durante cuarenta años: “Adenauer es ciertamente un gran hombre. Como los viejos capitanes de barco sabe que una cosa es importante, la más importante de todas: aguantar el temporal. Pero la vida sería más fácil para él – y para todos – si se conociera ya el nombre del que va a sucederle en el timón”.

Tomados en bloque, los catorce años del ‘Canciller de piedra’ arrojan un balance positivo. Recuérdese lo que era Alemania en 1949 y lo poco que Alemania pesaba entonces en las relaciones internacionales y compárese a aquella embrionaria democracia con la poderosa República Federal de hoy. La época dorada de Adenauer, sin embargo, sólo abarca seis años: desde las elecciones de 1953 al citado mes de abril de 1959.

Llegó al poder sin mucho brillo y gracias a su propio voto. Mal inicio que sombrea los primeros cuatro años. El 6 de septiembre de 1953. Adenauer demuestra que se ha ganado la confianza de sus compatriotas. Y más allá de las fronteras las reservas de 1949 se tornan en un respeto sincero. Foster Dulles, Pinay, Spaak – portavoces de tendencias dispares – no tienen reparos en proclamar que creen en la nueva Alemania porque creen en Adenauer.

Así hasta que la obstinación y el apego al poder de ‘el viejo’ terminan por desilusionar a sus antiguos apologistas. La República Federal necesitaba una política más flexible. Que sincronizase con el ritmo del momento. En la pequeña historia de los últimos cincuenta y cuatro meses.

El epílogo – lo que aún no se ha escrito – arrancará de hoy, día 16 de octubre de 1963. ¿Qué actitud adoptará Adenauer ante las decisiones del profesor Erhard? ¿Tendrá suficiente paciencia para ‘estar’ en su sitio de ex canciller? ¿Cuidará el buen recuerdo que en tantos aspectos deja?

Los adversarios políticos aseguran que le será difícil adaptarse a vivir como retirado en la Kanzlerdemokratie (democracia de canciller) que él mismo configuró. Otros pronosticadores, como el columnista Becker, de DIE WELT confían en que el agudo sentido de la realidad – del que ha dado abundantes pruebas – venza a su exagerado afecto con el poder.

El tiempo dirá. Desde nuestra perspectiva se observa que los artículos de despedida han omitido algo de interés. Se ha destacado la pasión de mando adenaueriana, pero sin decir que puede haber una responsabilidad compartida en tal vicio. La Kanzlerdemokratie no es obra de un hombre. Es también obra de un pueblo, del pueblo en su conjunto y con las obligadas excepciones. Porque cuando terminó la ocupación, los ciudadanos de la República Federal, cansados de sufrimientos y polarizados hacia los negocios privados desertaron en masa de las filas políticas. Y la solución cómoda – demasiado cómoda – fue echar todo el paso de la res pública sobre las espaldas de un venerable gobernante de 74 años.

Algo parecido se hizo – mutatis mutandis – con Mannerheim, con Pétain, con Hindenburg y con Adolfo Thiers. Y algo por el estilo se está haciendo en Francia con Charles de Gaulle.

He ahí una faceta del complejo caso Adenauer que, a nuestro entender, debe sumarse a las otras muchas que estos días se comentan de forma particular.