1 septiembre 2019

Escándalo en torno al tenor Plácido Domingo al ser acusado de ‘acoso sexual’ reiterado contra mujeres a pesar de que no se iniciará ningún juicio penal contra él

Hechos

El 1 de septiembre de 2019 se hace pública la dimisión como director general de la Ópera de Los Ángeles de D. Plácido Domingo.

Lecturas

El 15 de enero de 2023 el programa ‘Salvados’ que produce D. Jordi Évole y presenta ‘Gonzo’ para La Sexta de Atresmedia dedica un programa al caso de D. Plácido Domingo incluyendo entrevistas a denunciantes contra el tenor, pero sin incluir la versión del propio Sr. Plácido Domingo.

13 Agosto 2019

Nueve mujeres acusan a Plácido Domingo de acoso sexual

Pablo Ximénez de Sandoval

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La agencia Associated Press publica los testimonios de ocho cantantes y una bailarina. El tenor responde que los valores de hoy "son muy distintos de cómo eran en el pasado"

Nueve mujeres acusan al tenor español Plácido Domingo, una de las figuras más importantes de la historia de la ópera, de acoso sexual. Los testimonios han sido publicados en la madrugada del martes por la agencia Associated Press, que solo identifica por su nombre a una de las víctimas, la mezzosoprano Patricia Wulf. Según la agencia estadounidense, Domingo presionó a las supuestas víctimas, mujeres jóvenes en los inicios de su carrera, para que mantuvieran relaciones sexuales con él a cambio de trabajos y llegó a castigar profesionalmente a las que se negaban. Los hechos se remontan a principios de los años ochenta y se extienden durante tres décadas. «Es doloroso oír que he podido molestar a alguien», ha respondido el tenor, pese a calificar las acusaciones de «inexactas». «Las reglas y valores por los que hoy nos medimos, y debemos medirnos, son muy distintos de cómo eran en el pasado», ha añadido.

Domingo, de 78 años, es uno de los tenores más admirados de todos los tiempos y uno de los hombres más poderosos de la música clásica en el mundo. Comenzó su carrera hace cinco décadas. Ha interpretado más de 150 papeles en más de 4.000 actuaciones. Actualmente, sigue cantando y dirigiendo y ejerce como director de la Ópera de Los Ángeles, en California.

Ocho cantantes y una bailarina aseguran a la agencia de noticias que fueron acosadas por Domingo, en una actitud calificada como un «secreto a voces» en el mundo de la ópera. Una de ellas asegura que Plácido Domingo le metió la mano por debajo de la falda y otras tres aseguran que las besó a la fuerza en lugares como un camerino, una habitación de hotel y una comida de negocios. “Que alguien te esté intentando coger de la mano durante una comida de negocios es raro, o que te ponga la mano en la rodilla”, describió una de las cantantes. “Siempre te estaba tocando de alguna forma, siempre besándote”.

Aparte de estos nueve testimonios de acoso sexual explícito, otra media docena de mujeres han relatado a la agencia que Domingo les hizo proposiciones incómodas. Una cantante cuenta que le pidió insistentemente salir con ella después de haberla contratado para una serie de conciertos en los años noventa. Además, otras tres docenas de profesionales, desde músicos hasta tramoyistas, han contado a la agencia que fueron testigos del comportamiento sexual inapropiado de Domingo y de que perseguía a mujeres jóvenes impunemente.

Domingo no contestó a un cuestionario detallado de AP sobre episodios concretos, pero ofreció la siguiente respuesta a la agencia: “Las acusaciones de estas personas anónimas que se remontan hasta tres décadas atrás son profundamente preocupantes y, tal como se presentan, inexactas. Aun así, es doloroso oír que he podido molestar o hacer sentir incómodo a alguien, da igual cuánto tiempo haga de ello y a pesar de mis mejores intenciones. Creía que todas mis interacciones y relaciones fueron siempre bienvenidas y consentidas. La gente que me conoce o que ha trabajado conmigo sabe que no soy alguien que pueda hacer daño, ofender o avergonzar a alguien de manera intencionada”.

“Sin embargo”, continúa la respuesta de Domingo, “reconozco que las reglas y valores por los que hoy nos medimos, y debemos medirnos, son muy distintos de cómo eran en el pasado. He sido bendecido y privilegiado de haber tenido una carrera de más de 50 años, y me ceñiré al más alto estándar”.

La mayoría de las nueve mujeres eran jóvenes que empezaban en su profesión. Sus historias muestran un patrón de conducta por parte del tenor. Las contactaba con insistencia, a menudo con llamadas repetidas a casa durante la noche, mostraba interés por sus carreras e insistía en que se citaran en privado para una copa o una comida, o en su apartamento u hotel, bajo la excusa de ofrecerles consejos profesionales.

Siete de ellas creen que su carrera se vio afectada por rechazar a Plácido Domingo. En algunos casos, las actuaciones prometidas nunca llegaron a concretarse. En otros, no volvieron a trabajar para el tenor. Solo Wulf, que trabajó con Domingo en la Ópera de Washington, ha autorizado a AP a dar su nombre. Las demás exigieron anonimato, argumentando que aún siguen en la industria y temían represalias o ser humilladas o acosadas públicamente. Sin embargo, según AP, contaron sus casos animadas por el movimiento Me Too, al sentir que hacer público el comportamiento de la figura más prominente de la ópera era la forma más efectiva de acabar con este tipo de conductas.

Dos de las mujeres aceptaron sus proposiciones porque sentían que no podían decir que no al hombre más poderoso de su entorno. Una de ellas relató que se acostó con Domingo dos veces, una de ellas en el hotel Biltmore de Los Ángeles, que está a cuatro manzanas de la sede de la ópera de la ciudad. Cuando Domingo se fue, le dejó 10 dólares diciendo: “No quiero que te sientas como una prostituta, pero tampoco quiero que tengas que pagar por aparcar”.

Muchas de estas mujeres relatan que sus compañeros de profesión les advirtieron de que nunca se quedaran a solas con Domingo, ni siquiera en un ascensor. «Hay una tradición oral de advertir a las mujeres sobre Plácido Domingo», aseguró una mezzosoprano que trabajó en la Ópera de Los Ángeles, que no es una de las nueve denunciantes. El consejo era, según relataron muchas mujeres, «evitar la interacción con él a toda costa». Si las invitaba a comer, debían evitar el alcohol y encontrarse siempre en un lugar público y a almorzar, nunca a cenar. Así, para evitar coincidir con el tenor, tomaban medidas como no usar el baño más cercano a su despacho, pedir a otras cantantes o personal del teatro que las acompañaran y no contestar llamadas en casa.

Ninguna de las mujeres pudo ofrecer documentación de algún tipo que sustentara sus acusaciones, pero la agencia habló con “muchos” colegas y amigos a los que relataron lo sucedido en su momento. Además, comprobó que efectivamente trabajaron en los lugares de los hechos y que Plácido Domingo coincidió con ellas.

La investigación sobre Domingo llegó al mundo de la ópera el martes por la mañana y la onda expansiva fue poco a poco provocando reacciones en una industria en la que el tenor español está en la cúspide. La Ópera de Los Ángeles anunció una investigación de acuerdo a sus normas de recursos humanos, en un comunicado en el que además elogió la labor de Domingo en la ciudad “durante más de tres décadas”.

La Filarmónica de Filadelfia, sin embargo, anunció que cancelaba la invitación a Plácido Domingo a cantar en una actuación el próximo 18 de septiembre. El compromiso más inmediato del tenor es el próximo 25 de agosto en el Festival Salzburgo. La organización publicó un comunicado de respaldo a Domingo y anunció que mantiene la actuación. Otros compromisos inmediatos incluyen Nueva York, San Francisco, Zúrich y Moscú.

14 Agosto 2019

PLÁCIDO DOMINGO DEBE EXPLICARSE

EL MUNDO (Director: Francisco Rosell)

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EL MOVIMIENTO #MeToo ha contribuido a la concienciación contra los abusos sexuales. Pero, en un terreno negativo, ha abierto una peligrosa veda que muchas veces ignora derechos tan básicos como la presunción de inocencia. Plácido Domingo es la última celebridad mundial a la que varias mujeres acusan de acoso. Sólo se ha hecho pública la identidad de una. Las incriminaciones, incluido abuso de poder, son duras. Y el tenor ha admitido en un comunicado muy confuso algunos hechos, aunque sostiene que siempre creyó mantener «relaciones consensuadas». Bueno sería que Domingo aclarara mejor este asunto que empaña su brillante trayectoria y su imagen pública. Pero ni caben cazas de brujas ni se le puede privar así como así de su honor.

14 Agosto 2019

En defensa de Plácido Domingo

Rubén Amón

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La precariedad de las acusaciones al cantante no guarda proporción con la demolición de su imagen

Es posible que mi amistad con Plácido Domingo -me enorgullezco de ella, la considero un privilegio- contradiga mi objetividad para analizar el escándalo hiperbólico que protagoniza la estrella, pero me resulta inconcebible que esa misma amistad hubiera prosperado sin la admiración y respeto al maestro. O sin los gestos de generosidad y grandeza que ha demostrado en este medio siglo de ubicuidad y abnegación misionera, no ya convirtiendo la ópera en un fenómeno universal, sino preocupándose por fomentar una herencia de discípulos que van a sobrevivirle.

Plácido Domingo ha sido y es un filántropo. Ha prodigado más tiempo y más dedicación que ningún otro artista al porvenir de la ópera y de la zarzuela. Ha ayudado más que nadie a los jóvenes cantantes. Y se ha multiplicado en una fertilidad artística, solidaria y hasta humanitaria que ahora pretende restringirse a la impunidad de la bragueta. Se trata de tumbar al coloso cuando acaso su figura se encorva y su poder disminuye.

Y se hace desde presupuestos bastante precarios, no en los tribunales, sino en la plaza pública y en la sala de audiencias mediática. Ocho de las denuncias son anónimas y desprovistas de pruebas, mientras que la única identificada, la mezzo  Ruth Wulf, lo “acusa” de habérsele insinuado. No hay proporción, por tanto, entre el fundamento de las denuncias a Domingo y los efectos devastadores que congrega la sentencia de la opinión pública. Y que ya afectan a la dimensión profesional del artista, toda vez que la Orquesta de Filadelfia ha sido la primera institución musical en anular los contratos con el maestro en virtud del clamor justiciero y de la asepsia hipócrita.

El propio Domingo ha contribuido al akelarre justificando su comportamiento promiscuo en el contexto de una cultura y una época distintas, atribuyéndose una ambigua inmunidad que incita toda suerte de suspicacias y de hipótesis, pero urge diferenciar el plano moral y ético del profesional y del estrictamente penal.

El problema es que la amalgama de unos y otros órdenes predispone un mismo furor vengativo cuyas ambiciones tanto aspiran a la pena de muerte civil del «acusado» -en ausencia de un proceso judicial y de unos hechos prescritos- como vulneran la presunción de inocencia.

Domingo es un gigante en la causa del Me too, un símbolo hispano en Los Ángeles que se incorpora a la lista negra de los depravados y que se resiente de el moralismo revanchista, aunque conviene recordar el estrépito con que los tribunales han desestimado sentencias ya ejecutadas por la sociedad, incluido el exterminio personal y profesional con que fue jibarizado Kevin Spacey en el templo de hipócrita de Hollywood.

Creo conocer a Domingo lo suficiente como para resultarme inverosímil que haya abusado de mujeres o las haya acosado. O que haya incurrido en relaciones sin consentimiento. Domingo no es un delincuente. Y no voy a discutir los engranajes del poder en la dialéctica del fuerte y del débil, pero tampoco me voy a recrear en la ingenuidad de un mundo que divide a las personas en puras y en impuras. La ley establece el límite que no debe nunca sobrepasarse. La justicia expía las transgresiones, las define, las condena, pero las relaciones entre adultos fuera del paraíso perdido y en el marco legal apela a la responsabilidad, la ética o el interés de de cada uno. Ceder o no ceder. Postularse o no hacerlo. Seducir, medrar, resistir…

Reinas y plebeyas, sopranos y judokas, jóvenes y jubiladas, han montado guardia en el camerino de Domingo. La sobrenaturalidad del tenor, el carisma de Plácido, su personalidad apabullante configuran los rasgos inequívocos del ídolo. Y la correspondiente idolatría. No es un pretexto de la impunidad ni una coartada de inmunidad, pero si un ejemplo de las pasiones “legales” que ha despertado uno de los mayores cantantes de la historia.

Domingo se ha dado a los demás. Ha sido un tipo altruista. Ha dedicado más tiempo, facultades y energía al porvenir que nadie a la causa de la música, a los melómanos y a los profesionales. Lo prueba su implicación en conciertos benéficos, clases, horas de audciones, talleres de jóvenes, misiones. Y lo demuestra el concurso Operalia, la cantera de voces masculinas y femeninas que sujetan el futuro de la ópera. Y que Domingo ha convertido en su árbol genealógico.

No va a resultar sencillo abatirlo, talarlo, pero este proceso extemporáneo -los hechos denunciados se remontan a los ochenta y hasta podrían guardar relación con una venganza de la Cienciología- deteriora la credibilidad y la reputación de una figura mitológica que ya fue Sansón y que ahora se defiende arrinconado con el resoplido de un viejo elefante

19 Agosto 2019

Plácido Domingo

Luis María Anson

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LUCIANO Pavarotti rendía homenaje permanente a Plácido Domingo diciendo: «Si me invita usted a cenar y, para complacerme, pone una grabación mía, le dejaré plantado de inmediato. Si quiere que me quede, hágame oír la voz de Plácido».

Un Jurado convocado por la BBC y formado por los 16 críticos más prestigiosos del mundo proclamó a Plácido Domingo como el mejor tenor de la historia por encima de Caruso, Pavarotti, Beniamino Gigli, Tito Schipa, Kraus… Pavarotti, por cierto, había conseguido el aplauso más largo, de la ópera: 67 minutos por su interpretación en Elixir de amor. Hasta 1991, en que Plácido en el Otello de Verdi y en la ópera de Viena prolongó el aplauso hasta 80 minutos, saliendo al escenario 101 veces ante el público más entendido del mundo.

En mi opinión, el primer nombre de la historia de la música española es el de Plácido Domingo, por encima de Falla, Vitoria, Soler, Albéniz, Turina, Victoria de los Ángeles, Pau Casals, Andrés Segovia, Rodrigo, Chapí, Halffter, Caballé, Kraus… El tenor es Premio Príncipe de Asturias de las Artes y doctor honoris causa por una docena de Universidades entre ellas, Oxford, Salamanca y Georgetown. El presidente de los Estados Unidos de América le condecoró con la Medalla de la Libertad y en México, tras su actuación personal durante el terremoto de 1985, le cubrieron de honores.

Destacó siempre Plácido Domingo por su atención a los desfavorecidos, por su ayuda a los que empiezan, por su generosidad para todos. Siempre fue un gran caballero. Le otorgaron el premio del Club Financiero de Madrid. A Ignacio Bayón y a mí nos correspondió hablar en el homenaje. Plácido contestó refiriéndose a su niñez y adolescencia desde la sencillez, la cordura y la espontaneidad. Siendo yo director de ABC, la Redacción del periódico le otorgó el ABC de Oro. La cena en la biblioteca del diario concentró a la entera música española y Plácido nos dio a todos una lección de sabiduría musical, de equilibrio personal y de humanidad.

El tenor, en fin, es uno de los nombres grandes de la Cultura española de todos los tiempos y me complace afirmarlo así cuando en estos días caniculares de agosto recibe algunas agresiones que no podrán arañar ni su lugar en la Historia ni su prestigio musical ni su caballerosidad personal ni el ejemplo de solidaridad de una vida admirable.

 

Luis María Anson, de la Real Academia Española.

08 Septiembre 2019

¿Acaso Plácido Domingo canta ahora mejor?

Berna González Harbour

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Ya no hablamos de que sus presuntos delitos opaquen su obra, sino de que su obra opaque sus delitos

Ante las acusaciones de abusos que han emergido a partir del Me Too, los defensores de los señalados suelen apelar al valor de su arte como único baremo de juicio. Y tienen razón. Las películas de Polanski o Woody Allen, los libros de Thomas Mann o la música de Michael Jackson son las referencias comodín para justificar que sigamos disfrutando de su arte. Pero con Plácido Domingo ha ocurrido justo lo contrario.

Desde que ha sido señalado como presunto abusador en una investigación de la prestigiosa agencia AP, los aplausos a su actuación se han multiplicado en Salzburgo como si hubiera cantado mejor y las loas del sector le han exculpado de antemano. Ahora da la impresión de que su calidad artística le hace merecer el perdón por sus posibles delitos. Ya no estamos hablando de que sus presuntos delitos opaquen su obra, como alegan los críticos del Me Too, sino de que su obra opaque sus delitos.

Curiosa diferencia entre la reacción en EE UU, donde se han cancelado sus actuaciones, y la de Europa, donde se le aplaude con más ganas. Y curioso rizo el de quienes temen el Me Too. En el fondo, ponen en evidencia la emocionalidad de sus posiciones frente a la levedad de sus argumentos. Y eso tal vez es un avance.

Después de ese aplauso en Salzburgo, llegaron nuevas acusaciones contra Domingo. Ya suman 20. Además, una productora que ha trabajado con él en Los Angeles y en Houston revela que aplicaban una especie de protocolo para evitar dejarle solo con mujeres jóvenes. “Montábamos estrategias elaboradas para mantenerlo alejado de ciertas cantantes”, dice Melinda McLain. Intentaban incluir hombres en su camerino e invitar a la esposa del cantante como antídoto. Al parecer, el tenor necesitaba carabinas para frenar sus impulsos, nos ha contado con sus nombres y apellidos esta Melinda McLain que ni es anónima, ni cantante, ni trepa, como alegan los críticos sobre la mayoría de las denunciantes.

Otra curiosidad interesante es que sus defensores han llegado más lejos que el propio Domingo, que nunca ha negado las acusaciones sino que las ha considerado inexactas y atribuibles a un cambio de valores y estándares de comportamiento en estos años. Y la pregunta: además de seguir atentos a las investigaciones, ¿habrá que medir la intensidad de los aplausos para juzgar la veracidad de la acusación? ¿O es que cada vez va a cantar mejor?

05 Diciembre 2019

Plácido

Luz Sánchez Mellado

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Puede que a sus casi 80 años sea un artista en la cumbre, pero es un hombre en Marte

Una mañana de hace 25 años fui a entrevistar a un caballero a un señorial piso madrileño. El entrevistado, un señor principalísimo y casadísimo, ya difunto, me abrió con un batín de seda sin nada debajo, me dio la mano blanda sosteniendo la mía mucho más de la cuenta y me llevó a un salón con los cortinones echados y un aria sonando de fondo. Así, a la luz de un aplique, me ofreció una butaca, se repantigó en un diván enfrente y se puso a perorar de sus problemas genitales como para romper el hielo. De tanto en tanto cruzaba las piernas y alababa mis atributos. No le increpé, no salí corriendo, no le puse en su sitio. Hice la entrevista, aguanté el tipo y me fui con más asco que miedo, dado que al minuto vi que era inofensivo. Me llamó al trabajo. No contesté. Debió de aburrirse. Conté lo sucedido, sin culpar a nadie, a algún colega y algún jefe. ¿Escándalo? No. Cosas que pasaban. Nótese el pretérito imperfecto.

Lo narro tantos años después porque, de la entrevista de Jesús Mantilla a Plácido Domingo en este diario, me fascinó el aire de genuino desconcierto de las respuestas. Meses después de las acusaciones de acoso sexual, Domingo sigue pareciendo un boxeador sonado. Él solo fue galante. Nadie le increpó, nadie le puso en su sitio, nadie salió corriendo. Las costumbres han cambiado, llora. Ciertamente. Hoy yo no entrevistaría a un señor en bata. Quizá tampoco nadie me recibiría de tal guisa, lo digo antes de que lo digan. Domingo no se querellará contra sus acusadoras, dice, magnánimo. No es su estilo. El estilo de cierto caballero, no solo español, que no entiende que las señoras ya no toleran lo intolerable. “Ya no se puede decir nada a una mujer”, se lamenta el divo. Y digo yo: ¿en qué planeta vive? Entre quienes defienden a ciegas al acusado o a las acusadoras, me quedo con ese extrañamiento. Puede que, a los casi 80, Plácido sea un artista en la cumbre, pero es un hombre en Marte.

25 Febrero 2020

Una investigación concluye que Plácido Domingo acosó sexualmente a mujeres y abusó de su poder

Pablo Ximénez de Sandoval

El tenor acepta “toda la responsabilidad” de las acusaciones y pide perdón por “el dolor” que causó

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Las acusaciones de acoso sexual contra el tenor español Plácido Domingo son ciertas y van desde “el flirteo hasta proposiciones sexuales, dentro y fuera del ámbito de trabajo”, según las conclusiones de un informe encargado por el sindicato de músicos de ópera de Estados Unidos (AGMA) que se ha hecho público este martes. Al mismo tiempo, Domingo ha admitido por primera vez  “toda la responsabilidad” ante las acusaciones de acoso y ha pedido perdón a las víctimas.

Tras las conclusiones del sindicato AGMA, de las que solo se conoce un somero comunicado, quedan pendientes las pesquisas abiertas por la Ópera de Los Ángeles, institución que el tenor dirigió desde 2003 hasta su dimisión el pasado octubre a raíz de las acusaciones aparecidas en una investigación periodística de la agencia Associated Press (AP).

Esta misma agencia asegura ahora, citando fuentes cercanas a la investigación, que el sindicato ha encontrado testimonios creíbles de 27 personas anónimas entre las que hay mujeres que fueron acosadas o han sido testigos de situaciones de acoso durante dos décadas. El sindicato aclaró que “por ahora” no tiene intención de hacer públicos los detalles de su investigación. “El sindicato va a tomar medidas para resolver las cuestiones sistémicas que permitieron que ocurriera el acoso en el trabajo y se quedara sin denunciar”, aseguró en respuesta a los medios.

El tenor español, de 79 años, reconoció los hechos en un comunicado enviado a la agencia AP, que fue la primera en investigar su comportamiento sexual en el trabajo y que el pasado 13 de agosto publicó los primeros testimonios de nueve mujeres contra él. “En los últimos meses he tenido tiempo para reflexionar sobre las acusaciones que han hecho contra mí varias de mis colegas. Respeto el hecho de que estas mujeres finalmente hayan tenido el valor de denunciar y quiero que sepan que estoy verdaderamente arrepentido del daño causado. Asumo completamente la responsabilidad por mis actos y he crecido a partir de esta experiencia”.

Cuando se publicaron los primeros nueve testimonios en su contra (todos anónimos menos uno) respondió sin negar los hechos pero en tono exculpatorio. “Es doloroso oír que he podido molestar a alguien”, dijo, y calificó los relatos de “inexactos”. “Las reglas y valores por los que hoy nos medimos, y debemos medirnos, son muy distintos de como eran en el pasado”, añadió.

La agencia publicó entonces una continuación con 11 testimonios más de mujeres que decidieron contar su experiencia después de ver las explicaciones de Domingo. Entre ellas, la cantante Angela Turner Wilson relataba cómo en la temporada 1999-2000 de la ópera de Washington, Domingo le manoseó los pechos en el camerino mientras se maquillaban. Ella tenía 28 años y él 59. Domingo respondió a esta segunda ola de acusaciones a través de sus abogados: “La campaña continuada de AP para denigrar a Domingo no solo es equivocada sino inmoral”.

Las informaciones contra Domingo no solo se basaban en testimonios directos de abusos, sino que citaban también decenas de trabajadores de la industria de la ópera en Estados Unidos que aseguraban que el comportamiento del tenor era vox pópuli en este ambiente. Plácido Domingo lleva medio siglo en la primera fila de la ópera mundial y es una de las figuras más poderosas de la música clásica. Su comportamiento con las mujeres jóvenes era asumido y su posición de enorme poder en el mundo de la música hacía que las mujeres no denunciaran por miedo a dañar sus carreras.

Dos investigaciones formales se iniciaron a raíz de aquellas denuncias. La primera, en la Ópera de Los Ángeles, que se la encargó a Debra Wong Yang, una abogada especialista en delitos de guante blanco y protección de la reputación. La institución “está en proceso de recibir y analizar los resultados de la investigación independiente”, dijo una portavoz este martes. “Esperamos completarlo pronto”.

Un portavoz del despacho de abogados Gibson Dunn, donde trabaja Wong Yang, informó de que “el trabajo está casi terminado” y que se encuentran en conversaciones con la ópera sobre el contenido del mismo.

Mientras, el sindicato AGMA, uno de los dos que representan a trabajadores de la música clásica en Estados Unidos, encargó al abogado J. Bruce Maffeo, un antiguo fiscal federal, que investigara las acusaciones contra Domingo. El sindicato pidió a todo aquel que tuviera algo que decir que se pusiera en contacto de manera confidencial con el abogado. El objetivo no era solo aclarar el comportamiento de Domingo, sino encontrar los “fallos sistémicos” en la industria que habían permitido ocultarlo durante décadas. Esta es la investigación cuyo resultado se ha conocido este martes. Sin entrar en detalles, AGMA asegura que “confirma las acusaciones contra Plácido Domingo”.

Europa versus EE UU

La carrera de Domingo, uno de los cantantes más celebrados de la historia, quedó detenida en Estados Unidos casi inmediatamente. Varias instituciones de ópera cancelaron sus conciertos previstos para otoño. El tenor anunció su retirada del cartel del Metropolitan de Nueva York dos días antes de una actuación prevista para el 24 de septiembre. Según The New York Times, la situación se hizo insostenible después de que los trabajadores de la producción de Macbeth se quejaran de la presencia de Domingo en el ensayo general. Domingo, que actuó durante 51 años en Nueva York, no ha vuelto a actuar en Estados Unidos.

La situación contrasta con su carrera en Europa, donde se le ha dado el beneficio de la duda hasta ahora. Domingo fue recibido con una ovación en el festival de Salzburgo poco después de surgir las acusaciones. En diciembre recibió otra ovación en Milán y realizó dos actuaciones con el teatro lleno en Berlín. La semana pasada, la Ópera de Israel confirmó que planeaba seguir adelante con el concurso anual Operalia, que patrocina el tenor, previsto para octubre en Tel Aviv.

En Madrid, tanto el Teatro Real como el Teatro de la Zarzuela anunciaron este martes que están debatiendo qué hacer con las actuaciones del tenor previstas en mayo. El Gran Teatro del Liceo, en Barcelona, comunicó que considera positiva «la asunción de las responsabilidades» de Plácido Domingo «para combatir estos hechos en el futuro y respetar el sufrimiento de todas las mujeres que han pasado por estas circunstancias». También afirmaba que «no tomará una decisión sobre su contratación» de momento, informa Jesús Ruiz Mantilla.

El Palau de les Arts, en Valencia, donde el pasado diciembre Domingo fue ovacionado en su primera aparición en España después de las acusaciones y cuyo director artístico, Jesús Iglesias, pidió respeto a la presunción de inocencia, también anuncia ahora que estudiará la situación. «Se trata de una decisión difícil, que no se puede tomar alegremente en ningún sentido porque tienes que estudiar bien las cosas y hay aspecto legales que se deben tener en cuenta”, ha dicho Iglesias este martes. No hay compromisos pendientes del cantante con el Palau de les Arts, informa Ferran Bono.

De la negación al perdón

Valores distintos. El 13 de agosto de 2019 se publicó la primera investigación en la que nueve mujeres acusaban al tenor de acoso. Una de ellas aseguró que Plácido Domingo le metió la mano por debajo de la falda y otras tres mantuvieron que las besó a la fuerza. «Siempre te estaba tocando de alguna forma, siempre besándote». Otras tres docenas de profesionales contaron que fueron testigos del comportamiento sexual inapropiado de Domingo y de que perseguía a mujeres jóvenes impunemente. Domingo aseguró entonces que los relatos de esas mujeres eran «inexactos tal como se presentaban» y que «las reglas y valores por los que hoy nos medimos, y debemos medirnos, son muy distintos de cómo eran en el pasado».

Piropo mal entendido. Cuatro meses después, en diciembre, cuando ya eran 20 las denunciantes. Domingo matizó en una entrevista en EL PAÍS que el acoso «debe ser castigado en cada momento y en todas las épocas. A lo que yo me refería, como español, es que el uso del piropo, por ejemplo, qué buen traje traes, qué bien te ves, eso era algo que podías decir hace 30 años, incluso hace dos. Es que no se le puede decir nada a una mujer». Mantuvo que nunca se había «sobrepasado, no va con mi educación ni con mi manera de ser. Tampoco he abusado de mi poder en ningún teatro». La cantante de ópera Ainhoa Arteta le defendió: «Sé que no es un acosador, pondría la mano en el fuego».

Advertencias. El consejo era, según relataron muchas mujeres, «evitar la interacción con él a toda costa». Si las invitaba a comer, debían evitar el alcohol y encontrarse siempre en un lugar público y a almorzar, nunca a cenar. Para no coincidir con el tenor tomaban medidas como no usar el baño más cercano a su despacho, pedir a otras cantantes o personal del teatro que las acompañaran y no contestar llamadas en casa.

Rectificación. La conclusión de la investigación abierta ha conducido a Domingo a rectificar su posición y ha pedido perdón a las mujeres que le han acusado por «el dolor» que les causó, además de asegurar que acepta «toda la responsabilidad» por las acciones denunciadas en los últimos meses.

28 Febrero 2020

Plácido Domingo

Antonio Lucas

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Contra lo que dicen por ahí, lo de Plácido Domingo no parece un ajuste de cuentas orquestado. Ni un complot movido por una secta de seres anómalos. Ni la ofrenda de una cabeza de Goliat servida en bandeja al feminismo. Es más sencillo, más directo, más vulgar y más grosero: un hombre prolongó la radiación de su poder hasta convertir en pasatiempo o norma el acoso a compañeras de oficio. Este motivo, que sale a la luz cuando sale, y bien está, es suficiente para entender lo sucedido. No hay hordas de la extrema izquierda detrás. Ni melés de mujeres escracheando su vida. Sólo un grupo de víctimas que un día (por lo que sea) descerrajaron un secreto por mucho tiempo prensado. Creo que eso vale. Y más si lo certifica el aludido. O sus palmeros. O sus procuradores de baba triunfal.

Las mujeres que denuncian los acosos son tan creíbles como el hombre que, sin negarlos, pide perdón por los «daños causados». No descreo de lo que ellas cuentan ni desconfío de que Plácido Domingo aún no tiene idea de qué está sucediendo. Y ahí es donde un sujeto derrapa. No comprende que algunos hombres sobrados de sí mismos sean empujados hasta el punto limpio sin acompañar esta vez su paso con un jolgorio de alegres campanas. El tiempo ya es otro, sí. Por eso, porque debe ser otro, muchos asuntos pendientes prescriben en ley, pero no en conducta. Más que ajuste de cuentas, esto es un ajuste de hora. Nuestra responsabilidad es prestar atención.

Los comunicados que hablaban por Domingo también son fabulosos. No proyectan la voz del tenor en el presente, sino que se acogen a sagrado: las «normas» de antes. Pero antes y ahora el abuso es abuso. Ya pasaron los días en que aún se podía disimular el hedor de ciertas prácticas heredadas. Igual la corrupción que el acoso.

Algunos endiosados imbatibles se robustecen con una falsa galantería que esconde un gustar por cojones. En eso no cabe ideología. A izquierda y derecha hay seres emocionalmente malformados, taimados, repletos de complejos aunque no necesariamente mediocres. Ante cualquier ignominia se aferran a la oscuridad y no advierten que todo presente lleva su cuota de progreso. O al menos, de avance. Y que es una bajeza considerar que el mundo te debe algo. Exigirlo y además cobrártelo, por ejemplo, con un cuerpo ajeno. Contra Plácido Domingo no hay una molienda. Ni necesidad de subirse con lo suyo a ninguna ola. Ha reconocido que algo hizo mal, pero no sabe qué. Y el centro del asunto es ese. No saber qué.

01 Marzo 2020

Ay, los amigos

Elvira Lindo

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De ser un servil halagador a lanzar la primera piedra hay tan solo un paso

Casi nunca le preguntan a la madre de un preso si cree o no en la inocencia de su hijo. De una manera sufrida asume los errores de ese ser al que tanto quiere, y entiende, con admirable inteligencia emocional, que no dejarle solo con su culpa es parte del proceso de reinserción. Hay siempre alguna disculpa, las malas compañías es la más habitual, pero mantener el cariño a pesar de los errores es el mayor soporte para quien ha tropezado. Lo que está ocurriendo con los hombres célebres investigados por acosar, abusar, violar o comportarse inapropiadamente con las mujeres (a veces también con varones) es digno de estudio sociológico. Cuando salieron a la luz los testimonios de mujeres que denunciaban públicamente el acoso sexual al que las había sometido Plácido Domingo, amigos del tenor, admiradores y algunas colegas de su gremio que decían conocerlo tanto como para poner la mano en el fuego por él o dejarse cortar un brazo, se creyeron en la obligación de salir en su defensa y lo hicieron de manera curiosa: el mero hecho de ser amigo lo convertía en inocente y a las denunciantes en embusteras. A esa tesis se apuntaron algunas de esas políticas que echan mano del vocabulario freudiano para definir como histéricas a las mujeres que osan denunciar a un gran hombre. El mero hecho de ser un reputado artista exime de culpa, porque ¿qué mujer en su sano juicio no va a querer meterse en la cama de una estrella?

Es muy posible que ahora comience una desbandada, que aquellos amigos, promotores de la alta cultura, o esas mujeres con las que al parecer siempre fue correctísimo, marquen una fría distancia. Así es como está evolucionando este asunto en Estados Unidos, de donde importamos tan discutibles y veleidosos comportamientos: de ser un servil halagador a lanzar la primera piedra hay tan solo un paso. Se trata de no quedarse atrás en el señalamiento público para que quede claro que uno está libre de pecado. Es una vieja manera de sacudirse una culpa que tiene algo de colectiva dado que forma parte de un sistema que protege al poderoso y silencia a la víctima.

Suele decirse, ya es un concepto manido, que hay que distinguir entre la persona y el artista. A mí me parecería más hondo, en casos como éste, que los que han sido defensores ciegos reflexionaran un poco sobre lo que significa la amistad. Los políticos nos han acostumbrado al odioso teatro de justificar las tropelías de los suyos para salvar el honor de un partido, que es como salvar su propio pellejo. La pertinaz corrupción española nos empuja a ese tipo de cínicas actitudes. Había, en el cierre de filas en torno a Domingo, una legitimación del abuso de poder y el habitual rechazo a todo lo que huela a causa feminista. La tolerancia con el jefazo que mete mano a las chicas está tan instalada como el culpabilizarlas a ellas por ponerse a tiro. Pero ¿y los amigos?, ¿y las colegas?, ¿es una prueba de lealtad con un amigo desacreditar a quien le denuncia?, ¿el apoyo emocional a un acusado al que admiras incluye la humillación de las ya humilladas?

Hay muchas actitudes que se aprenden de la gente humilde. Tan acostumbrados están esos familiares que visitan a sus presos a perder, porque nacen con casi todo perdido, que son capaces de entregar su amor sin necesidad de aprobar un mal comportamiento. El amigo que aísla a un acusado actúa, sobre todo, por miedo al contagio. Hay que ser valiente para admitir que hay ocasiones en que nuestros amigos o algún miembro de nuestra familia tienen una parte reprobable y oscura. Por eso nunca he acabado de entender, en otro orden de cosas, que la Casa Real actúe como si su particular oveja negra no existiera. Existe. Todos contamos con alguna en nuestro entorno. Y la compasión es compatible con admitir que alguien debe estar en la cárcel o ser reprendido públicamente. No hay cariño sin coraje.

07 Marzo 2020

Ángeles

Fernando Savater

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Me abruma que el cretinismo puritano de sacristanes y petardas alcance definitivamente estatura universal

Fueron probablemente sus abogados los que aconsejaron a Plácido Domingo que asumiera sus responsabilidades y lamentase los sufrimientos que su comportamiento en el pasado hubiera podido causar, con el fin de cerrar de una vez el remolino de acusaciones contra él. Mala idea, porque la consecuencia que sacó la mayoría fue que se declaraba por fin culpable. ¿De qué? Según reza el informe de sus fiscales del AGMA, “desde el flirteo hasta proposiciones sexuales, dentro y fuera del ámbito de trabajo”. Graves indecencias, sin duda (sobre todo el flirteo, vicio copiado de las comedias de Doris Day), pero no delitos. El gran tenor se porta mal con las mujeres, le falta comedimiento y puede que humildad. Se considera irresistible y a muchas les resulta inaguantable (no es el primero al que le pasa). Podemos creer hoy en la sinceridad de su arrepentimiento, dada la que le ha caído encima… y su edad, ya apaciguadora.

Invocando esos malos hábitos, el Ministerio de Cultura, que rige el teatro de la Zarzuela y el Real, ha rescindido los compromisos que tenía para próximas actuaciones. Sorpresa: no contrataban a Domingo por su voz, sino también por su moralidad. Quizá para La traviata dudaron entre él y el padre Ángel, que canta algo peor, pero se porta mejor con las chicas. ¡Qué Ministerio más completo, de Cultura, Deportes y Buenas Costumbres! ¿Se centrará su vigilancia solo sobre temas galantes o se extenderá a otras formas de impiedad religiosa, estética o higiénica? ¿Se husmeará también la bragueta de los futbolistas o se ceñirán al género lírico… masculino, claro? Algunos lamentan que acabe así la trayectoria del tenor más genial del último siglo. Lo que a mí me abruma es que el cretinismo puritano de sacristanes y petardas alcance definitivamente estatura universal.

03 Agosto 2020

Plácido ante la Inquisición

Francesc de Carreras

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¿Quién ha condenado al cantante? La dictadura de una supuesta opinión pública manipulada por quienes han decidido establecer lo que es correcto y lo que no lo es. Otra vez la Inquisición

Este mes de agosto hará un año que ocho mujeres cantantes y una bailarina denunciaron a Plácido Domingo bajo la acusación de haber sido acosadas sexualmente 30 años antes. De las nueve denunciantes sólo Patricia Wulf, ya retirada de los escenarios, aceptó ser identificada. De todo ello dio referencia una crónica de la agencia norteamericana Associated Press cuyo contenido fue difundido inmediatamente por toda la prensa mundial, tal como era de prever dado el prestigio y la popularidad del personaje. Al poco tiempo, se añadieron otras presuntas acosadas, también ocultando sus nombres.

Un año después nada se ha averiguado sobre tales imputaciones, solo se conoce la situación en la que ha quedado el tenor: se han cancelado la mayoría de sus actuaciones (en España, todas), imagino que su moral personal estará por los suelos y este parece ser el triste final del más famoso cantante de ópera del mundo. Ciertamente, ya tiene edad para retirarse, pero no de esta manera sino en loor de multitudes, las que asistían entusiastas a sus recitales, compraban sus discos o le siguen por Youtube disfrutando de su arte, su ánimo incansable, voz poderosa y elegante presencia escénica.

El condenado es él, no hay duda, pero ¿quién lo ha condenado? En la respuesta a esta pregunta está la clave para comprender una notoria injusticia. En estos revueltos tiempos populistas ya no sirven las leyes que aprueban los parlamentos: deben ser las masas, la gente, el pueblo, las manifestaciones en la calle o… los medios de comunicación y los tuits, quienes dicten directamente las sentencias, sin posible recurso, aplicando las llamadas “penas de telediario”. En ciertos casos, como el presente, incluso sin fiscales, ni abogados, ni magistrados. En definitiva, sin un proceso penal de nuestro tiempo. Ha sido condenado por un nuevo tipo de proceso inquisitivo.

El proceso inquisitivo es aquel según el cual quien acusa dirige el proceso y dicta sentencia. De esta manera, las pruebas no las debe aportar el acusador sino que es el acusado quien debe, en su caso, rebatirlas. “Le acuso de este delito, demuestre que no lo cometió”. Con la Ilustración las cosas cambiaron: el proceso es acusatorio y contradictorio. Existe un triángulo —acusador, defensor y juez— que en base a una ley previa, publicidad del juicio y aportación de pruebas por las partes, tras un debate regulado por las leyes, suministran al juez los datos para que resuelva el conflicto.

En España hay que distinguir entre tres delitos de carácter sexual: agresión, abuso y acoso. El delito de agresión sexual presupone acceder al cuerpo de otro para una actividad explícitamente sexual sin su consentimiento y con violencia física; el delito de abuso sexual es lo mismo pero sin violencia física; el delito de acoso sexual consiste en solicitar favores de tipo sexual en el ámbito de una relación laboral, docente o de prestación de servicios que provoquen en la víctima una situación intimidatoria, hostil o humillante y si, además, entre autor y víctima hay una situación de superioridad jerárquica en los ámbitos citados, no hace falta que concurran los requisitos de intimidación, hostilidad o humillación porque se dan por presupuestos. El valor jurídico protegido en los tres delitos es la libertad sexual de cada persona que no puede ser anulada, sin consentimiento, por la acción de la otra.

Patricia Wulf, la única denunciante que se identificó, explicaba la actitud de Plácido de forma sorprendente. “!Vino a mí, se puso muy cerca y dijo ‘¿Patricia, tienes que irte a casa esta noche?’. Fue impactante. Fue muy difícil. Él es como Dios en mi profesión”. Confesaba Wulf con sinceridad que no llegó a tocarla físicamente aunque, asegura, sus intenciones eran claras: “Cuando un hombre se acerca tanto a ti, con una sonrisa tan irónica te pregunta si tienes que volverte a casa una y otra vez, no se puede llegar a otra conclusión: quería acostarse conmigo”. Tiene razón Wulf, no hay que ser un lince: Plácido estaba intentando hacerle la corte para después hacer el amor. ¿Es esto un delito? Seguramente Plácido se ponía pesado, reiteraba sus coqueteos y ocasionaba molestias a la cantante, pero las molestias no son un delito, son simplemente un motivo para sacarse al pesado (o la pesada) de encima.

¿Quién lo ha condenado? La dictadura de una supuesta opinión pública manipulada por quienes han decidido establecer lo que es correcto y lo que no lo es. Otra vez la Inquisición.

29 Julio 2022

Plácido Domingo

Luis María Anson

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Hace 40 años, Plácido Domingo era ya un personaje universal. Joven y atractivo, las mujeres se lo rifaban. En mi despacho del ABC verdadero se multiplicaban las visitas de sopranos y mezzos, cuya máxima aspiración era conocer a Plácido. Casi todas estaban prendadas de él y no solo musicalmente. Nada más abominable que el acoso a la mujer, la violación y la violencia de género. En el caso de Plácido Domingo pienso que el acosado ha sido él. La campaña de desprestigio fue impostada por quienes deseaban desmontarle de la Ópera de Los Ángeles y también por la Iglesia de la Cienciología, vinculada a Agma, filial del sindicato de actores y alfil de la cacería a la que ha sido sometido el tenor. Por cierto, un jurado de la BBC, formado por los 16 críticos más prestigiosos del mundo, lo proclamó el mejor de la historia por encima de Caruso, Pavarotti, Gigli, Schipa, Kraus… Pavarotti había dicho: «Si me invita usted a cenar y pone una grabación mía, le dejaré plantado. Si quiere que me quede, hágame oír la voz de Plácido».

He escrito varias veces que Domingo es el primer nombre de la entera historia de la música española por encima de Falla, Vitoria, Soler, Albéniz, Turina, Victoria de los Ángeles, Casals, Segovia, Rodrigo, Chapí, Halffter, Caballé, Kraus… En 1991, tras cantar el Otello en la Ópera de Viena, el aplauso se encendió ¡durante 80 minutos y el tenor salió al escenario 101 veces ante el público más entendido del mundo! Hace unos días, mujeres y hombres puestos en pie le aplaudieron a rabiar en el Teatro Real de Madrid.

Goligorsky ha escrito: «A quien habrá que pedir perdón por los agravios que le infieren los difamadores profesionales de ambos sexos es a Plácido Domingo». Las denuncias contra él, casi todas anónimas, se remontan a los años 80 del siglo pasado. Y Gonzalo Alonso, el más ponderado de nuestros críticos, el gran sabio de la música, le ha defendido sin fisuras.

Premio Príncipe de Asturias de las Artes, director honoris causa por la Universidad de Oxford, director de la Ópera Nacional de Washington, me sumo a la reciente declaración de Ainhoa Arteta, la soprano por todos admirada: «Sigo considerando a Plácido Domingo un caballero de los pies a la cabeza».|Luis María Anson, de la Real Academia Española.