28 junio 1978

Su muerte es la escenificación del fracaso del intento del Gobierno Suárez de lograr el final de ETA por la vía de la negociación

ETA asesina al periodista de LA HOJA DEL LUNES, José María Portell Manso, uno de los negociadores del Gobierno con los terroristas

Hechos

El 28.06.1978 fue asesinado en Portugalete el periodista D. José María Portell Manso, director de LA HOJA DEL LUNES de Bilbao.

Lecturas

 D. José María Portell (Barakaldo, 1933), de 44 años, fue el primer periodista asesinado por ETA. Casado con la también periodista Dña. Carmen Torres Ripa, tenía cinco hijos y conocía muy bien el mundo y el entorno de ETA, por lo que fue elegido por el Ministerio del Interior para ser intermediario entre el Gobierno y la banda terrorista en 1977. El 28 de junio de 1978, cuando el Sr. Portell entró en su coche, un terrorista se colocó a la altura de la ventanilla del conductor y otro en la parte trasera. Acto seguido le dispararon, provocándole la muerte instantánea. ETA militar reivindicó el asesinato, pese a que ETA político-militar hizo pública una declaración condenándolo.

En el momento de su muerte, el Sr. Portell era redactor jefe en La Gaceta del Norte, director de La Hoja del Lunes, corresponsal de La Vanguardia, ABC y la agencia Associated Press. Había estudiado periodismo en Madrid y Barcelona y, al terminar sus estudios, comenzó a trabajar en el diario Hierro. Precisamente en una entrevista publicada en dicho diario,  el Sr. Portell declaraba: “La noticia que me gustaría dar es: Por fin hay paz en Euskadi”. Había escrito dos libros: Euskadi: la amnistía arrancada (Dopesa, 1977) y Los hombres de ETA (Dopesa, 1974). Miles de personas acudieron a la parroquia de San José, en Barakaldo, para despedirse del periodista asesinado y acompañar a su familia.

Familia_Portell EDITORIAL DE ‘LA HOJA DEL LUNES’ DE BILBAO SOBRE EL ASESINATO DE PORTELL

TRIBUTO A LA LIBERTAD

Hemos quedado mudos de estupoer. José María Portell, redactor desde hace diecisiete años de ‘La Gaceta del Norte’ y desde hace seis meses director de LA HOJA DEL LUNES de Bilbao, una de las lumas más íntegras y más libres de nuestra prensa nacional, ha sido asesinado. Ya no quedan adjetivos y las expresiones de pena, de tristeza y de condena son, por repetidas e inútiles, un trágico sarcasmo.

Con la sangre de nuestro querido compañero y amigo pagamos nuestro tributo a la libertad, una libertad coreada, afirmada a diario y mantenida a todo trance por el compañero asesinado. El periodismo nacional recibió ayer uno de los más rudos golpes de su historia.

Los terroristas, esos locos fanáticos que crucifican nuestra tierra, que pisotean nuestra historia y desprecian nuestros principios, han dado en la diana porque han segado la vida de un profesional entregada a su apasionante tarea con irrenunciable vocación por la verdad. 

Ha sido un golpe a la libertad de expresión, a la independencia periodística, a la línea de información íntegra, ponderada y honesta. Ha sido otra vez, un insulto a la sociedad y a sus postulados democráticos más sagrados.

La escalada de la violencia que no cesa, la sangre continua que se derrama, la insaciable sed de venganza y la .capacidad de odio de los terroristas debe terminar. ¿Cómo? No lo sabemos y no es nuestra obligación saberlo. Es obligación de los que desde el poder dicen dirigir nuestro pueblo. Es responsabilidad de los débiles, de los indefinidos, de los ambiguos políticos que, en un puro angelismo que roza ya la cobardía, quieren parlamentar con asesinos, transigir en contra de las verdades permanentes y deformar la historia. Hasta el momento el resultado es claro: más violencia y más asesinatos. 

Descanse José María Portell en la paz de los hombres justos. Nosotros recogemos su antorcha con redoblado ánimo.

LA HOJA DEL LUNES

 

29 Junio 1978

Morir en Euskadi

EL PAÍS (Director: Juan Luis Cebrián)

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El asesinato de José María Portell, director de la Hoja del Lunes, de Bilbao, a manos de ETA militar confirma que se ha inaugurado una nueva fase de la estrategia etarra, caracterizada por una ampliación de los objetivos de su actividad criminal y un crecimiento de los componentes de delirio irracional que alientan sus planteamientos.No hay muertos de diferentes clases. Pese a la emoción que suscita en la profesión periodística la noticia, tan condenable es el asesinato de los miembros de las fuerzas de orden público o de los trabajadores de Lemóniz como el de un compañero de la prensa. El brutal atentado que ha costado la existencia al director de la Hoja del Lunes de Bilbao hace que todos los periodistas nos sintamos enfilados desde ahora por las armas asesinas, pero no pretendemos en modo alguno conceder a nuestras vidas mayor precio que a las del resto de nuestros conciudadanos. Y, sin embargo, el crimen de Portugalete reviste una significación nueva, un contenido simbólico que hace trascender la protesta corporativa de los profesionales de la información hasta la defensa de la libertad de expresión como elemento básico para la construcción de una comunidad democrática.

El nuevo crimen de ETA muestra, paradójicamente, la razón que asistía a todos los que mantuvieron la tesis de que la única forma de acabar con el terrorismo en Euskadi era articular las medidas políticas con la creación de un clima de opinión que aislara del resto del pueblo vasco a esos profesionales del asesinato por la espalda. Por ese motivo ha sido asesinado nuestro compañero en Bilbao y se amenaza a la prensa que denuncia y crítica a ETA. La acción policíaca, obviamente imprescindible en la lucha contra delincuentes armados, tenía forzosamente que inscribirse en una acción global que abriera nuevas perspectivas históricas en Euskadi y analizara y describiera las motivaciones y los objetivos de los terroristas, diametralmente alejados de lo que su propaganda proclama.

En el campo de las medidas políticas, la amnistía, la legalización de las principales fuerzas nacionalistas (desde el tradicional PNV hasta el revolucionario EIA, fundado por algunos de los dirigentes históricos de ETA-VI Asamblea condenados a muerte en 1970) y la creación de un amplio espacio para la autonomía vasca en el proyecto constitucional han creado las bases para el encauzamiento por vías pacíficas y democráticas de las reivindicaciones de. Euskadi. A esta real y profunda transformación de las reglas de juego y del marco para la actividad política han respondido de manera racional y congruente tanto los socialistas vascos, federados en el PSOE que conquistaron la mayoría relativa en las elecciones de junio de 1977, como el Partido Comunista de Euskadi, cuya menor implantación electoral no le ha impedido adoptar las posturas más claras políticamente y más valientes moralmente en la polémica con ETA y sus simpatizantes. En el extremo opuesto, los grupúsculos abertzales, a los que caprichosamente suele situárseles sin razones que lo avalen «a la izquierda del PCE», tratan de ocultar su fracaso electoral en junio y su inermidad teórica y política tras una confusa cacofonía de apoyo a los objetivos de ETA y de justificación de sus métodos, pero de renuncia a la lucha armada en tanto que organizaciones autónomas; sin atreverse, sin embargo, a extraer las conclusiones lógicas de unas premisas que contienen de forma incoada todos los crímenes perpetrados por ETA y toda la sangre que las medidas policiales para impedirlos hacen verter.

Y, en medio del escenario, jugando a desempeñar el papel de Hamlet o realmente sintiendo el personaje, se halla el Partido Nacionalista Vasco, dispuesto al rechazo abstracto de la violencia, pero renuente a adoptar posiciones para combatirla en concreto. Sus viejas raíces democristianas -aquellas que movieron a Indalecio Prieto a comentar maliciosamente que el sueño del PNV era conseguir un «Gibraltar vaticanista»-, sus estrechos contactos durante la segunda guerra mundial con el Gobierno y las agencias de Estados Unidos, y su apuesta en favor de una sociedad vasca pluralista y de libre mercado harían presumir de sus dirigentes un compromiso sincero y completo para lograr, en alianza con las otras formaciones parlamentarias dentro y fuera de Euskadi, la consolidación de la democracia, la erradicación de la violencia y la defensa de pautas de comportamiento político racionales y pacíficas. Pero la persistencia de los elementos chovinistas que arrastra ese partido desde sus orígenes bizcaitarras, y el temor a perder base electoral y popularidad por las denuncias de ETA y de los grupos abertzales contrarrestan, hasta neutralizarlas, esas tendencias hacia planteamientos democráticos y solidarios con el resto de los españoles. Esa actitud halla su mejor exponente en la posición adoptada por el PNV a propósito de la reintegración foral: resulta que un partido afincado en una sociedad industrial avanzada considera un insulto recibir poderes de la Constitución y una bendición del cielo aceptarlos de la Corona.

Mientras la violencia de ETA crea las condiciones militares para la «ulsterización» de Euskadi, las posiciones del PNV, si llegaran a dominar algunas de sus corrientes internas, crearían las condicionespolíticas para esa misma catástrofe histórica: la existencia de dos comunidades enfrentadas y hostiles dentro del mismo territorio. Porque nadie debe olvidar que más de un tercio de los habitantes del País Vasco han nacido fuera de sus fronteras y que una gran mayoría de la población no habla euskera. El objetivo último de ETA es, evidentemente, provocar la ocupación militar del País Vasco mediante una cadena de crímenes y atentados que colmen la paciencia y hagan perder los nervios a las más altas autoridades del Estado. Si el PNV no comprende que combatir esa estrategia suicida es el objetivo prioritario para defender las libertades de los vascos y de todos los españoles y persiste en convertir cuestiones adjetivas en centrales, sobre sus dirigentes recaerá la responsabilidad histórica de haber hecho imposible el establecimiento de la democracia en nuestro país y de lanzar al pueblo vasco a una «guerra de los cien años» en pos de una independencia utópica que la gran mayoría de la población no desea y que no favorece los intereses y las necesidades de una comunidad como la vasca, profundamente imbricada desde hace siglos, y, sobre todo, después de la revolución industrial, en la economía y en la sociedad de toda España.

La actitud que el PNV adopte frente a la Constitución será la piedra de toque respecto a sus posiciones de fondo acerca de esta cuestión decisiva. Porque si la disconformidad respecto a la forma de fundamentar retóricamente la restauración foral, de justificar históricamente la integración de la nacionalidad vasca en la nación española, de establecer las fronteras de competencias de los ámbitos autonómicos o de percibir los impuestos mediante los conciertos económicos, es razón suficiente para que el PNV se una a ETA y a los grupúsculos abertzales en el rechazo de la Constitución, pocas esperanzas pueden caber acerca de la pacificación del País Vasco y la consolidación de la democracia en España entera.

03 Julio 1978

Matar a un periodista

José Gómez Figueroa

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Hace unos años, un precioso libro que defendía la vida – toda la vida – que hablaba de pájaros y de árboles, y que había sido escrito por la norteamericana Harper Lee, causó una gran impresión entre millones de lectores. Se titulaba ‘Matar a un ruiseñor’. Harper Lee demostraba allí que eliminar un aliento, aunque fuese el canto de un pájaro; que anular el diminuto corazón de un ruiseñor podría acarrear una tremenda catástrofe porque ello representaba la rotura de un equilibrio, la supresión de una continuidad, el cercenamiento de una armonía.

Matar a un periodista es, naturalmente, peor; es algo monstruoso, puesto que se ciega con ello la fuente de la libertad;  y a ti, mi querido compañero José María Portell, director de La HOJA DEL LUNES de Bilbao, acaban de asesinarte en la mañana húmeda de Portugalete. Han cortado tus manos. Ya no puedes escribir. La semana pasada nuestro amigo Raúl del Pozo decía en PUEBLO que únicamente cortando nuestras manos podrían borrarnos del mapa a los periodistas. Así mismo, han apagado tu voz, José María, y ya no puedes hablar de la convivencia, no puedes llamar a la concordia, ni existe tampoco posibilidad de que descubras la falsedad y la mentira. Jaime Campmany comentaba en INFORMACIONES que serían las voces de tus atormentados hijitos y la de Carmen, tu heroica mujer las que, en lugar de la tuya, enmudecida, preguntaran a los asesinos: “¿Por qué?”.

Matar a un periodista, y no quiero, como director de LA HOJA DEL LUNES de Madrid, añadir al horror de tu muerte, José María, la consideración de que este crimen me parece aún mayor, más ciego y pavoroso, por el hecho de escoger para eliminarlo, el director de una HOJA DEL LUNES, estos periódicos entrañables y apolíticos que editan las Asociaciones de la Prensa. Las HJAS DEL LUNES abren las semanas de España, desde hace casi medio siglo, para cubrir la información de la mañana de los lunes, ya que los periodistas descansan los domingos. Nuestras HOJAS, cada  vez más importantes y decisivas en el país, han sido siempre – y lo seguirán siendo – modelos de imparcialidad e independencia, sin partidismos ni adherencias políticas de ninguna clase. Al escogerte a ti, compañero, para matarte, han ampliado el círculo de lo condenable y lo feroz.

Pero mira tú, José María, cómo, a pesar de quitarte la vida, no han podido, sin embargo, alejarte ni hundirte en el silencio. Ahora es cuando suenan como estallidos tus palabras; ahora precisamente has adquirido una imparable y arrolladora difusión.

Matar a un periodista, destruirlo, hacerlo callar, no es tan fácil como se ve, después de todo.

José Gómez Figueroa