13 abril 1996

Era el secuestro más largo de la organización criminal ETA hasta que se produjo el de Ortega Lara

ETA secuestra al empresario José María Aldaya y lo libera tras haber cobrado de su familia el rescate de 100 millones de pesetas

Hechos

El 13 de abril de 1996 se hizo pública la liberación del industrial D. José María Aldaya tras 341 días secuestrado por la organización ETA.

Lecturas

Los responsables del comando secuestrador fueron Francisco José Ramada Estévez (condenado a 17 años de cárcel en 2004), Sagrario Yoldi Múgica (condenada a 8 años en 2004), Gregorio Vicario Setién ‘Santi’ (juzgado en 2007 pero absuelto por un error en la fiscalía al presentar las pruebas) y Dolores López Resino ‘Lola’ (condenada a 17 años de cárcel).

El secuestro fue ordenado por el miembro del Comité Ejecutivo de ETA, José Javier Arizkuren ‘Kantauri’ (condenado a 17 años de cárcel por ordenar ese secuestro).

10 Mayo 1995

Voto y secuestro

EL PAÍS (Director: Jesús Ceberio)

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¿VOLVERÁN A decir que es una expresión del contencioso histórico, o se limitarán a esperar una parte del rescate? Pocas dudas hay de que la desaparición. de José María Aldaya se debe a un secuestro de ETA. La condición del secuestrado, un empresario que comenzó de empleado de una agencia de transportes y logró establecerse por su cuenta, le hace muy representativo de uno de los sectores que constituyen la base tradicional del nacionalismo en Guipúzcoa. Contra esos sectores se dirige este nuevo desafío. El secuestro de Julio Iglesias, de similar extracción social, fue un desastroso negocio para la causa alegada por los secuestradores, pero ellos y sus propagandistas se consolaron con los millones. Hace años que lo segundo les importa más que lo primero.¿Habrá quien siga pensando que ETA actúa «por móviles altruistas», como decía recientemente el dirigente navarro de HB Patxi Zabaleta, convertido ahora en disidente marginado por la línea más dura? Los que reclaman que se reconozca de una vez la naturaleza política del conflicto, ¿piensan que ello implica la obligación de los empresarios de pagar a ETA? Lo que parece seguro es que las elecciones del 28-M se celebrarán, al igual que en 1993, con un hombre secuestrado; y que una de las formaciones que ese día pedirán el voto a los ciudadanos considerará legítimo secuestrara un particular bajo amenaza de muerte. El día 28 sabremos cuántos ciudadanos comparten esa moral.

09 Abril 1996

Once meses

EL PAÍS (Director: Jesús Ceberio)

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EL EMPRESARIO José María Aldaya lleva 11 meses en poder de ETA. ¿Por qué, en nombre de qué? Los terroristas se limitaron a afirmar que se había negado a pagar el impuesto revolucionario. Esa forma de extorsión constituye desde hace 25 años su principal vía de financiación, aunque requiere un, secuestro de vez en cuando para dar credibilidad a las amenazas contenidas en las exigencias de contribución forzosa a la causa.Algunas personas, especialistas en colocarse siempre a medio camino entre los terroristas y sus víctimas, invocan las altas motivaciones ideológicas de aquéllos para avalar su pretensión de condicionar el cese de la violencia a determinadas concesiones políticas. Pero hace años que el principal móvil de ETA es garantizar su propia continuidad organizativa y cualquier otra consideración cede ante la que se expresa en la consigna: «Paga y calla». Con todo, la larga duración del secuestro sugiere la posibilidad de una segunda intención: convertirlo en eje de una estrategia de la tensión en su intento por dominar la calle.

El secuestro ha dado ocasión a una batalla por la libertad en el País Vasco cuya importancia ya nadie cuestiona. A las primeras movilizaciones, impulsadas por los trabajadores de la empresa de Aldaya y grupos pacifistas, se respondió desde el entorno de ETA con contramanifestaciones, amenazas y agresiones. En un momento dado, tras meses de fuerte tensión, esa estrategia intimidatoria: dio la impresión de tener éxito. Los lazos azules desaparecieron prácticamente y algunos sectores sociales dieron muestras de desánimo.

Las contramovilizaciones del entorno de ETA se han convertido en campo de ensayo para nuevas técnicas de intimidación de la población: una forma de violencia callejera que ni siquiera intenta justificarse. Un par de frases del tipo «el verdadero secuestro es el de Euskal Herria a manos de España» hace las veces de argumentación. En las versiones de los portavoces de Jarra¡ y KAS hay algo peor que la falta de, argumentos. Es esa afirmación de que está justificada cualquier acción que contribuya a la desestabilización de «la asquerosa democracia española» (sic). La conclusión es que toda brutalidad es legítima porque no es difícil demostrar que su persistencia, especialmente si permanece impune, desestabiliza. Frente a esa mentalidad es difícil razonar. Pero es imprescindible resistir.

Contra viento y marea, durante esto! meses han seguido produciéndose las concentraciones -cuatro días a la semana en petición de la liberación incondicional de Aldaya. Esa bandera ha presidido algunas de las manifestaciones, más numerosas de la historia del País Vasco. La resistencia admirable frente a este nuevo fascismo ha acabado por pesar más que las amenazas y son ahora los agresores quienes tienen dificultades para mantener su presencia. La incorporación de amplios sectores de la juventud, demostrando que también en ella los violentos son minoritarios, ha sido uno de los frutos más emocionantes de esa perseverancia. Así, los efectos secundarios buscados al prolongar el secuestro más allá de todo límite anterior han comenzado a volverse en contra de esos estrategas del neofascismo de ETA y sus cómplices.

15 Abril 1996

Liberar a Ortega

EL PAÍS (Director: Jesús Ceberio)

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EL ALIVIO de ver a Aldaya con vida y en libertad se impone en estas primeras horas a cualquier otra consideración. La inusitada duración del secuestro, unida a los indicios de que el pago del rescate se: había realizado hace tiempo -sin que le siguiera la inmediata liberación del empresario-, avalaban las más inquietantes aprensiones. Celebremos, pues, ese regreso con los suyos de un hombre a quien ETA ha mantenido secuestrado durante casi un ano. Esa solidaridad humana no puede ocultar, sin embargo, la evidencia de que la liberación de Aldaya no ha sido consecuencia de la acción de las fuerzas de seguridad, sino del pago de un rescate: de la llegada de dinero fresco a ETA para financiar nuevos secuestros y otras fechorías.La satisfacción es, por tanto, unánime, pero no sus motivos. Los que esperaban un «¡Feliz desenlace», sabiendo que algo del rescate acabaría llegándoles, se felicitarán por el cobro, y les traerá tan sin cuidado como hasta hoy el destino de Aldaya, el resto, la mayoría, se alegrará por la libertad recobrada del industrial y lamentará que el precio haya sido pagado. ETA actúa con arreglo a una moral mafiosa- ayer lo recordó Atutxa- según la cual todos los ciudadanos son en principio asesinables o secuestrables, pero algunos pueden comprar su vida y su seguridad satisfaciendo una cuota. Durante estos meses se han producido tres oleadas exigiendo el pago del impuesto revolucionario, la última estos días. El hecho de que, en contra. de la información llegada a ETA, Aldaya no fuera un gran capitalista ha servido para extender la amenaza a profesionales y pequeños inidustriales.

Hubo un tiempo en que ETA se consideraba obligada a justificar la extorsión y los secuestros con argumentos políticos o laborales. Ahora ya no. En septiembre pasado fueron juzgados en la Audiencia Nacional cuatro componentes de una red de cobro del impuesto revolucionario detenidos tiempo atrás. Cuando, al final de la vista, el juez preguntó a los reos si tenían algo que declarar, uno de ellos pidió la palabra, y esto fue todo lo que dijo: «Aldaya, paga».

«Paga y calla» ha sido el recurrente y, escueto mensaje de los amigos de ETA durante estos 11 meses largos. Un dirigente de HB, el mismo que en el reciente Aberri Eguna proclamó el derecho de los vascos a oponerse a «la asquerosa democracia» española, pretendió, tres días después del secuestro, imponer el silencio de los partidos democráticos sobre la cuestión con el argumento de que «nada tienen que decir» ante el hecho de que «una organización que lucha por la libertad de nuestro pueblo realice un arresto para garantizar su economía

ETA y sus hooligans también han pretendido imponer el silencio a la población. La larga duración del secuestro ha dado ocasión para el ensayo por parte de sus tramas inciviles de esa estrategia de la tensión, más o menos conscientemente inspirada en la práctica de las escuadras fascistas o nazis: estrategia ole amedrentamiento de los demás partidos mediante asesinatos políticos, y de la ciudadanía en general, buscando el cuerpo a cuerpo con quienes osaban desobedecer a KAS y se manifiestaban pidiendo la libertad del secuestrado.

Que hayan tenido que completar la amenaza con la agresión directa demuestra que ya no basta la apelación a ETA para que la gente deje de oponérseles. Pero estos meses han demostrado que tampoco bastan las agresiones. Esa resistencia ciudadana, civil, debe ahora orientarse a exigir a los pistoleros la liberación del otro rehén que mantienen en su poder: I