4 octubre 1957
En plena guerra fría los soviéticos demuestran que su tecnología no es inferior a los norteamericanos
Éxito espacial de la Unión Soviética: ponen en marcha un satélite al rededor de la tierra, Sputnik, sorprendiendo a Estados Unidos
Hechos
El Sputnik 1 lanzado el 4 de octubre de 1957 por la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) fue el primer satélite artificial de la historia.
Lecturas
La puesta en órbita con éxito del Sputnik 1 soviético el 4 de octubre de 1957 supuso el principio de la era espacial. La Unión Soviética desbancó a Estados Unidos en tecnología espacial.
Estados Unidos responderá al reto lanzando el satélite Exploren 1.
El Análisis
La noche del 4 de octubre de 1957 entrará en los libros de historia como el momento en que la humanidad cruzó un umbral: por primera vez, un objeto construido por el hombre comenzó a orbitar la Tierra. No ha sido lanzado por los Estados Unidos, que durante años lideraron la carrera tecnológica con la bomba atómica y luego la termonuclear, sino por la Unión Soviética. El Sputnik 1 —una simple esfera metálica con antenas, del tamaño de un balón— ha sido suficiente para dejar claro que la URSS, bajo el mando de Nikita Jrushchov, no va a la zaga en la contienda científica, y mucho menos en la militar.
Más allá del hito científico —que lo es—, el satélite soviético tiene una lectura política inmediata. Si Moscú puede poner en órbita un objeto que gira sobre nuestras cabezas a 29.000 km/h, puede también, con la misma tecnología, colocar una carga explosiva sobre cualquier punto del planeta. El Sputnik no lleva bombas, pero su eco retumba como un misil simbólico que atraviesa las certezas occidentales. En plena Guerra Fría, los cielos ya no son territorios neutrales: ahora, el espacio también es campo de batalla.
Para Jrushchov es una victoria propagandística colosal, quizás la más espectacular desde la Segunda Guerra Mundial. Para los Estados Unidos, una llamada de atención —y de urgencia—: el prestigio tecnológico ya no basta con discursos. La carrera espacial ha comenzado, y el punto de partida lleva sello soviético. El cielo, desde hoy, está políticamente ocupado.
J. F. Lamata