14 febrero 2011

Gala de los Goya 2011 – Triunfo para la catalana ‘Pa Negre’ de Agustí Villaronga en una gala marcada por el discurso de dimisión de Alex de la Iglesia en defensa de Internet frente a Sinde

Hechos

La Gala se celebró el 13 de febrero de 2011.

Lecturas

Tal como había anunciada semanas atrás, D. Alex de la Iglesia dimitió como Presidente de la Academia de Cine durante la gala haciendo un alegato a favor de Internet y contra la Ley Sinde (con la ministra Dña. Ángeles González Sinde en la sala) sin concretar que causó su cambio radical de opinión al respecto de ese proyecto que había apoyado en sus inicios.


LA GALA DE LOS GOYA 2011

  • Mejor Película – Pa Negre de D. Agustí Villaronga.
  • Mejor Director – D. Agustí Villaronga.
  • Mejor Actriz – Nora Navas por Pa Negre.
  • Mejor Actor – D. Javier Bardem por ‘Biutiful’.
  • Mejor Actriz de reparto – Dña. Laia Marull por Pa Negre’.
  • Mejor Actor de reparto – Karra Elejalde por ‘También la lluvia.
  • Mejor Actriz revelación – Dña. Marina Comas de Pa Negre.
  • Mejor Actor revelación – D. Francesc Colomer de Pa Negre.
  • Mejor Director Novel – D. David Pinillos por ‘Bon Appetit’.
  • Guión Original – D. Chris Sparlina por ‘Buried’.
  • Documental – Bicicleta, cuchara, manzana con D. Pasqual Maragall.
  • Película de animación – ‘Chico & Rita’ de D. Fernando Trueba y D. J. Mariscal.

«Operación Goya»: Los hackers colapsan las webs. En protesta por la ‘Ley Sinde’ contra la piratería el colectivo de internautas anónimos ‘Anonymous logró colapsar las webs de la Academia de CIne y la de los premios Goya. Además de una protesta de ‘enmascarados ante el Teatro Real.

MARAGALL ENFERMO EN EL ESCENARIO

El ex alcalde de Barcelona y ex presidente de la Generalitat, D. Pasqüal Maragall, enfermo de alzheimer era el protagonista del documental ‘Bicicleta, cuchara, manzana’ que recoge su deterioro mental. Los responsables del documental ganaron el Goya en ese formato y el propio Sr. Maragall les acompañó en el escenario a pesar de su delicada situación.

13 Febrero 2011

Quiebra de modelo

EL PAÍS (Director: Javier Moreno)

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La 25ª edición de los Goya llega con buenas películas, pero con menos público en las salas

La 25ª edición de los Goya se celebra hoy en un momento particularmente delicado del cine español. No solo se trata de que el anfitrión de la gala, Alex de la Iglesia, haya anunciado hace poco su dimisión como presidente de la Academia, sino que ha sido su gesto el que ha permitido ver algunas de las fisuras que existen dentro del propio sector. La decisión del realizador se produjo por su desacuerdo con la manera en que el ministerio de Cultura gestionó la llamada ley Sinde, destinada a proteger los derechos de autor en la Red, y a partir de ahí se desencadenó un bochornoso espectáculo.

Inicialmente el director de la Academia y la ministra de Cultura escenificaron su complicidad en la batalla contra las descargas ilegales pero, tras la torpe tramitación de la iniciativa como un apéndice de la Ley de Economía Sostenible y su fracaso inicial en el Congreso, la ruptura entre ambos se produjo cuando los partidos políticos le dieron el visto bueno en el Senado tras acordar algunos cambios. Lo que la dimisión de Alex de la Iglesia saca a la luz son las dificultades a las que se enfrenta hoy el modelo de negocio de la industria cinematográfica. Más allá de las diferencias que puedan existir en los intereses de los distintos segmentos que forman parte de la cadena que permite que una película llegue a la pantalla (realizadores, productores, exhibidores…), el verdadero quebradero de cabeza de la industria del cine español es su falta de éxito comercial. Los últimos datos conocidos señalan que las películas españolas han perdido 6,7 millones de espectadores y más de 37 millones de euros de taquilla en 2010 frente a las cifras del año anterior.

Las cifras de la industria chocan, sin embargo, con la cada vez mayor proyección internacional del cine español y con la buena factura y acogida crítica de muchas de las películas que compiten por los Goya. Es probable que en la ceremonia de hoy se vuelva a escenificar la unidad del mundo del cine en la batalla contra la llamada piratería de Internet. Pero convertir las descargas en el chivo expiatorio que explique los malos resultados económicos de poco va a servirle a un sector que debe reinventar su manera de hacer negocio en el marco creado por las nuevas tecnologías. Como tantas otras industrias sostenidas en buena medida por subvenciones, el cine español no puede sortear sus responsabilidades echando balones fuera. El público lo está abandonando. El desafío es recuperarlo.

15 Febrero 2011

En serio

David Trueba

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La gala de los Goya arrojó visiones distintas sobre lo que es el público. Entre el alegato de Xavier Mariscal sobre el goce de ver el cine en las salas y la esperanza de Alex de la Iglesia de que Internet salve la industria, cabe la variedad del cine. En la Filmoteca de Madrid hoy puede verse un segundo pase de la rutilante restauración de aquella vieja película muda de Pabst, La caja de Pandora.

Bajo el evocador acompañamiento a piano de Mariano Marín, la belleza de Louise Brooks quedó retratada para la posteridad con una exquisitez fotográfica y escénica al alcance de muy pocos productos contemporáneos. Me hizo pensar que el cine es futuro, sí, pero también pasado, un pasado común, a veces ignorado por el público, despreciado por la inteligencia y marginado por la industria y sus premios. Pero un pasado que resiste, ya sea por su calidad intrínseca o por sus valores estéticos, sociales, documentales. El trabajo de restauración de la Cineteca alemana ha sido costeado por el magnate porno Hugh Hefner.

Quizá el cine, como la masturbación, están unidos en el recóndito almacén de los placeres privados. Tan absurdo es pretender saber lo que dará gusto al público, suma de individuos, como desvelar lo que excita a un onanista en su acto de amor propio.

Ojalá en el análisis sobre el público pudiéramos recuperar la vieja voz de Fernán-Gómez cuando sostenía, con feroz ironía, que dejó el teatro porque le molestaba que le miraran cuando trabajaba. Qué estupendo oírle decir, con esa sonrisa escondida: «A mí, en general, el público me incomoda». Los del cine metemos la pata al tomarnos demasiado en serio, por más que los premios inviten a la trascendencia.

Pero el público también se equivoca cuando se toma a sí mismo demasiado en serio. Valoren si no en los índices de audiencia. Resultó saludable ver en la gala a esos dos enormes actores, la Sardá y Puigcorbé, cachondearse de lo en serio que se toman los directores. Quizá también el gran delito de los internautas es tomarse demasiado en serio, llamar cultura al tráfico. Y no digamos Jimmy Jump, tanto esfuerzo por colarse para luego dedicarle el logro «a todos los saltadores del mundo». Hasta los saltadores se toman demasiado en serio, me temo.