13 mayo 2014

Su asesinato se produjo en plena campaña de las Elecciones al Parlamento Europeo

Asesinada a tiros la líder del PP de León y presidenta de su Diputación, Isabel Carrasco, por dos mujeres

Hechos

El 13 de mayo de 2014 fue asesinada la presidenta del Partido Popular de León.

Lecturas

El 12 de mayo de 2014 la presidenta del Partido Popular de León, Dña. Isabel Carrasco Lorenzo, presidente de la Diputación de León desde 2007, es asesinada a balazos cuando caminaba por un puente de la capital. Fue consejera de economía de Castilla y León (1995-1999) en el Gobierno de D. Juan José Lucas. Había sido muy criticada desde 2011 por acumular muchos cargos (presidenta del Consorcio del aeropuerto leonés, presidenta del Instituto Leonés de Cultura, consejera de la antigua Caja España, concejal de León, presidenta de Gersul…).

El mismo 12 de mayo de 2014 son detenidas como presuntas autoras del crimen Dña. Monserrat Triana Martínez González (que trabajó como empleada en la Diputación de León hasta que fue despedida en 2011 por la Sra. Carrasco Lorenzo) y su madre, Dña. Monserrat González Fernández, siendo ambas encarceladas e imputadas por el crimen pero no se les encuentra que ninguna lleve el arma del crimen.

El 13 de mayo de 2014 la agente de policía Dña. Raquel Gago Rodríguez entrega el arma del crimen asegurando que se la había encontrado en el coche. El 16 de mayo la juez imputa y encarcela también a la Sra. Gago Rodríguez.

La Audiencia Provincial de León condenará a Dña. Monserrat González Fernández a 22 años de cárcel y a su hija Dña. Montserrat Triana Martínez a 20 años de cárcel. Una sentencia en primera instancia condena a la Sra. Gago Rodríguez a 5 años de prisión que luego el Tribunal Superior elevó a 12 años de cárcel. En diciembre el Tribunal Supremo confirmó las sentencias de 22 y 20 años para la madre y la hija y fijo la pena definitiva para la Sra. Gago en 14 años de prisión.

LAS ASESINAS ‘CONFESAS’

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A las pocas horas de conocerse su asesinatos, se conoció también la captura de dos mujeres como responsables del crimen: Dña. Monserrat González (autora materialde los disparos) y su hija Dña. Montserrat Triana González (esta última ex empleada de la asesinada) ), apuntando a un crimen de índole personal y no político. También fue detenida la mujer policía Dña. Raquel Gago, amiga de Dña. Montserrat Triana, para investigar si podía haber tenido algún tipo de vinculación con el crimen.

APLAUSOS Y SIMPATÍAS AL CRIMEN EN TWITTER

Varios anónimos publicaron comentarios y artículos en la red pública Twitter de compresión cuando no directamente simpatía hacia el crimen. No sólo anónimos, figuras políticas como la concejal Dña. Susana Camiño Pérez (PSOE en Vilagarcía de Arousa), Dña. Beatriz Martínez Sancho (PSOE en Meis) o el profesor D. Pablo Iglesias Turrión (Podemos) publicaron comentarios en esa dirección.

 D. Antonio García Ferreras: “Es verdad que en las redes sociales se dijeron auténticas animaladas, brutalidades, salvajadas impresentables. Pero también ha habido dirigentes del PP que culparon del atentado a la crispación social como Rita Barberá” (Atresmedia, 14-05-2014).

CARRASCO, UNA POLÍTICA MUY ‘ATACADA’ EN MEDIOS DE COMUNICACIÓN

A pesar de que el crimen no fue por motivos políticos, la Sra. Carrasco había sido muy atacada por medios de comunicación, en especial por programas como los programas de televisión ‘El Intermedio’ y ‘La Sexta Columna’ (de Atresmedia), ‘Más se Perdió en Cuba’ (de INTERECONOMÍA TV) o la revista INTERVIÚ (del Grupo Zeta).

15 Mayo 2014

El odio hacia los políticos

Juan Cotino

Blog

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En la sociedad española actual existe un creciente clima de animadversión hacia la clase política alentado en muchas ocasiones desde determinados sectores de manera irresponsable. Se está generando un creciente rencor hacia las personas que ejercen la función pública a partir de acusaciones que calan en la sociedad, al margen de que algunas puedan tener base real y sean condenables.

Ese rechazo transformado en odio extremo puede terminar por abocar a la locura de apretar un gatillo contra alguien, como hemos visto esta semana con el asesinato de la presidenta de la Diputación de León. ¿Por qué ese odio, ese desear el mal? ¿por qué existe el resentimiento entre seres iguales? ¿Por qué el ser humano es capaz de odiar hasta tal extremo de querer quitar la vida al otro?

Son preguntas a las que, desde el principio de la creación, el ser humano no ha encontrado la respuesta adecuada. Es la misma pregunta que Dios le hizo a Caín y que viene reflejada en el Antiguo Testamento: “¿por qué has matado a tu hermano Abel?” El motivo de fondo eran los celos, la envidia y el odio a su hermano… pero ¿por qué?, ¿qué consiguió?

Hoy existe en la sociedad española un alto grado de crispación que se manifiesta no sólo con gritos en la calle en contra de los que ejercen la política, hábito muy extendido, sino una muy preocupante fobia antipolítica que se trasluce en amenazas a través de las redes sociales, en agresiones físicas, o en la extensión de otras formas de acoso. Les aseguro que no resulta agradable.

Permítanme que les hable de una anécdota personal. Meses antes de ser asesinado Gregorio Ordoñez, tuve la suerte de almorzar con él en Valencia siendo entonces concejal de policía local. Me habló de lo difícil que era ser político en el País Vasco y lo que tenía que aguantar diariamente él, su familia y muchos compañeros por su desacuerdo con los radicales. Me impresionó lo que me dijo: “estos odian, y cuando uno odia justifica hasta el matar”. Dos meses después, en enero de 1995, acudí a su entierro en San Sebastián.

Por el camino del odio y de la crispación nunca se resuelven los problemas. Todos somos iguales, aunque tengamos diferente ideología, y todos somos capaces de cometer errores y hasta horrores. Por eso, por ese camino de reconocer nuestros fallos y equivocaciones se avanza hacia adelante, mientras que por el camino del odio y el rencor lo único que se consigue es acabar en el precipicio.

Juan Cotino

22 Mayo 2014

Delirar Juntos

Imma Monsó

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El caso de las asesinas de Isabel Carrasco encaja como anillo al dedo en el clásico diagnóstico de folie a deux, delirio compartido por dos personas en el que una de ellas es la inductora. (El contagio del delirio es el único contagio que la psiquiatría admite, aparte del de la histeria). Sin embargo, en las mesas de tertulia más populares (y, por tanto, más potencialmente contagiosas), el ochenta por ciento de los tertulianos insistía en ‘no comprender que dos personas puedan compartir un mismo dlirio”. “Una vale, pero.. ¿dos?”. Y ya cuando se supo que la agente de policía Raquel Gago podría estar implicada en el crimen los tertulianos no daban crédito: “¿Folie a trois?”, exclamaban ocn un asombro que me cuesta comprender, habida cuenta de que muchos de ellos se ganan la vida delirando en equipo y contagiando sus excesos a buen número de espectadores.

El ministro de Interior, en cambio, tiene claro lo del contagio, pues bien se apresuró a detener a los que publican sus delirios de odio en las redes, aunque nada dijo de los delirios de Hermann Tertsch acusado al programa del Gran Wyoming de generar odiadores, de los de Isabel San Sebastián relacionando el asesinato con los escraches, ni Luis Salom, que en un tuit responsabiliza a la revista EL JUEVES del asesinato. Eso es ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio… Y sin duda coincido con los que piensan que las detenciones de internautas no deberían haberse producido precisamente ahora.

15 Mayo 2014

Los delitos no dejan de serlo por el hecho de cometerse en la Red

EL MUNDO (Director: Casimiro García-Abadillo)

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EL ASESINATO de Isabel Carrasco ha salpicado las redes sociales de centenares de mensajes ofensivos contra la fallecida y justificando el crimen. No es un fenómeno nuevo. Cada vez que se produce un suceso en el que una de las víctimas tiene un determinado perfil ideológico se repiten en Twitter y en Facebook comentarios abyectos que la mayor parte de las ocasiones quedan impunes, pese a que por su gravedad podrían ser constitutivos de delito. Algunas veces son individuos resentidos o radicales que aprovechan el anonimato para dar rienda suelta al odio. Pero también hay personas normales y corrientes que se expresan en la Red como lo harían en una barra de bar, sin tener en cuenta la repercusión de sus palabras. Sorprende, por ejemplo, que dos concejalas socialistas hayan tenido que dimitir en las últimas 48 horas por sus desdichados comentarios tras lo ocurrido en León. Una apuntó: «Quien siembra vientos, recoge tempestades». La otra, dirigiéndose de forma amenazante al presidente provincial del PP en Pontevedra, escribió: «Cuando las barbas de tu vecino veas cortar, pon las tuyas a remojar. Tiembla, Louzán, que la gente anda muy desesperada y los sinvergüenzas que se enriquecen con dinero público terminan pagando».

Las principales fuerzas políticas condenaron ayer este tipo de comentarios. PP, PSOE o UPyD reclamaron que se ponga coto a la impunidad en las redes sociales. El ministro del Interior, por su parte, anunció la apertura de una investigación por injurias contra quienes han hecho «apología del delito» aprovechando el asesinato de Isabel Carrasco. Ni Jorge Fernández Díaz ni el Gobierno se plantean promover una regulación específica para este tipo de situaciones, ahora bien, el ministro dijo que está dispuesto a garantizar la seguridad y los derechos de las personas en internet. Coincidimos en que la actual legislación penal es suficiente para proteger a los ciudadanos en la Red, igual que lo hace fuera de ella. Una injuria de palabra o en un artículo de prensa no es distinta a la que pueda hacerse con un tuit. Y ello no supone ningún menoscabo a la libertad de expresión. Tenemos un ejemplo muy reciente. La semana pasada, la delegada del Gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes, ganó un juicio al joven que la injurió tras su grave accidente de tráfico. Fue condenado a pagar 300 euros de multa, otros 1.000 de indemnización y las costas del juicio.

Interior ha ordenado al Grupo de Delitos Tecnológicos de la Policía que investigue miles de tuits para rastrear posibles delitos tras el crimen de la presidenta de la Diputación de León. Las autoridades pretenden aplicar en este caso el artículo 173 del Código Penal que castiga con la pena de prisión de seis meses a dos años a quien dé un trato degradante a otra persona o menoscabe gravemente su integridad moral. Este artículo, que es al que se recurre para situaciones de acoso escolar (bullying), tiene la ventaja de que el ilícito penal es perseguible de oficio, no como en el caso de las injurias, donde sólo los afectados pueden demandar.

Este episodio debe servir de advertencia para quienes creen que en internet todo está permitido. Las normas que rigen fuera de la Red valen también para ella. De la misma forma que se persiguen la pederastia, la extorsión, el racismo o la apología del terrorismo en las redes sociales hay que evitar que sigan colándose a través de ellas la ofensa, la vejación y la humillación a las personas. Todos saldremos ganando.

El Análisis

NI LA MUERTE PUDO CON EL ODIO

JF Lamata

Más de un medio de comunicación debió respirar tranquilo cuando supo que el asesinado era un crimen personal y no de algún hooligan antipepero espectador, un ‘odiador’ político al que se le hubiera podido ir la olla. Pero por fortuna para ellos, no fue así, el odio político no fue el causante el crimen, aunque si se plasmó en Internet.

A Dña. Isabel Carrasco le acusaban de acumular demasiados cargos, era una cuestión más estética que ética y no llegó a ser condenada judicialmente, no obstante… ¿qué más da eso a los ‘odiadores’ profesionales? A los anti-PP les bastaba su condición de militante del PP para odiarla y considerarla culpable de todos los criminales posibles. Y a los anti-partidos en general, pues la hubieran odiado lo mismo con una, dos o mil condenas. Nadie puede impedir que se odie a una mujer si se dedica a la política, eso sí, hubiera sido más de agradecer que ese odio hubiera quedado de manera interno y no hubiera sido exhibido en páginas webs y comentarios desde en las redes hasta en cada uno de los portales y digitales que tenían sección de comentarios, permitiendo que los lectores con un mínimo de ética vieran en toda su esplendor la basura de la condición humana.

J. F. Lamata