10 junio 1984

José Luis Martín Vigil acusa a Francisco Umbral de querer hacer una ‘caza de brujas’ desde el diario EL PAÍS después de que esta publicara un artículo sobre su bisexualidad

03 Junio 1984

3 DOMINGO

Francisco Umbral

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«Soy bisexual», confiesa, al fin, Martín Vigil. Me parece un gesto guzmaníano -heroico- por su parte. El ex/jesuita es autor de cincuenta libros moralizantes para jóvenes. Lo de la «bisexualidad» es la última mentira piadosa -innecesaria y vergonzante- de la homosexualidad. La vida sale al encuentro fue el breviano de la juventud de derechas de los cincuenta. Martín Vigil ha sido una Corín Tellado moralizante y paliza. Corín, mi amiga, tenía y tiene sobre él la gloria y ventaja literaria de que no moraliza. Pero en tales manos, un jesuita renegado y homosexual, ha depositado la derecha convencional española, durante mucho tiempo, las almas eucarísticas de sus adolescentes. La derecha rechaza las ideas en nombre de las creencias, según el viejo diagnóstico de Ortega (ver Una lectura política de Ortega, Elorza/Anagrama), de modo que luego le es muy fácil, al lañador intelectual de paso, venderle a la derecha las subideas que lleva en el zurrón. Me parece admirable la trayectoria personal de Martín Vigil, que se libera de la represión jesuita y de la represión sexual. Me parece detestable su prosa y me parece, sobre todo, que nuestra burguesía asentada y media, heráldicamente ágrafa, debiera enterarse de a quién entregó las almas blanco/almidón de sus hijos durante muchos años: a Martín Vigil, un lumpen moral/amoral (y qué hermoso es eso), debajo de cuya bastardilla moralejizante latía siempre el ácrata reprimido que él es. Cierta derecha, como no lee, cuando lee se equivoca, lee mal. Es lo que dirán madres: «Ya no puede una confiar en nadie».

10 Junio 1984

Réplica de Martín Vigil a Umbral

José Luis Martín Vigil

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En su Elipse dominguera del pasado día 3, Francisco Umbral, dando por buenas unas pretendidas declaraciones que jamás hice en esos términos, me atribuye un acto «guzmaniano-heroico» del que rechazo ser sujeto. Me proclama también «ácrata», y, la verdad, no es para tanto. Me tilda, asimismo, de «lumpen moral/amoral», lo que, aun siendo hermoso a su juicio, no me cuadra. Y, finalmente, considera «admirable la trayectoria personal de Martín Vigil», idea que, con modestia, no comparto. Obvio es decir que estoy del mismo modo en absoluto desacuerdo con el resto de sus desahogadas afirmaciones, que, en opinión de expertos, encontrarán su mejor destino en el juzgado, salvo una, quizá: no es imposible que Corín Tellado tenga sobre mí «gloria y ventaja literaria» -cada uno piensa como quiere-; me lleva, sin duda, de adelanto la amistad con que la distingue Paco Umbral. Más diricil se hace, a estas alturas, verle a él dispensando patentes de moralidad/ amoralidad o, lo que es más gracioso, tutelando, en función depuradora, «las almas blanco/almidón» de los hijos de derechas, que en mi sentir, por contra, bien pueden leer a Umbral, incluso con provecho, siempre que lo encuentren de interés. Dirán gentes, sin embargo, ¿comienza, acaso, la caza de brujas a cargo de Umbral/ Mac Carthy? Tranquilas, madres -en especial si sois marquesas-,pero, ¡temblad, malditos!Y en cuanto a nosotros, Paco, dondequiera que nos encontremos, la misma sonrisa de costumbre. Alguien, aunque no Ortega, dijo una vez que lo cortés no quita lo valiente. Punto final. No volveré sobre este tema.-

José Luis Martín Vigil.