9 mayo 1990

La intervención del directivo periodística es replicada en su principal competidor, el ABC, en un artículo de Lorenzo Contreras

Juan Luis Cebrián (Grupo PRISA) culpa a la prensa retrofranquista de distraer el debate sobre Europa con cuestiones menores

Hechos

El 9-05-1990 en el diario ABC, D. Lorenzo Contreras publicó un artículo sobre las palabras de D. Juan Luis Cebrián, Consejero Delegado del Grupo PRISA en el ‘Club Siglo XXI’.

Lecturas

La guerra de EL PAÍS y ABC seguía siendo una guerra sin cuartel en la que no había tregua y en la que toda ocasión era válida para atacar, no sólo desde las páginas del medio sino desde las declaraciones públicas de los directivos.

En mayo de 1990 D. Juan Luis Cebrián daba una conferencia en el Club Siglo XXI para defender como sería el papel del periodismo en una España plenamente integrada en la Unión Europea. Pero durante su intervención el Sr. Cebrián no pudo evitar sacudir un guantazo al ABC:

“Es lamentable la obsesión de la oposición y la prensa retrofranquista por encauzar las aguas del debate nacional hacia cuestiones menores, cuando está en debate el futuro de Europa”.

Ante la acusación de ‘retrofranquista’ del Sr. Cebrián que sólo podía tener como destinatario al ABC, el director de este medio encargó de responder al más izquierdista de los columnistas, D. Lorenzo Contreras, para que este echara en cara al Sr. Cebrián lo muy franquista que le consideraba a él:

“El señor Cebrián fue uno de los franquistas más caracterizados de nuestro tiempo periodístico. Porque estuvo con el régimen justo hasta el momento en que empezaba a ser rentable traicionarlo”.

“Juan Luis Cebrián ha sentado cátedra de cinismo”

Además, el Sr. Contreras le echó en cara a EL PAÍS haber causado la marcha del periódico de ‘Gallego y Rey’ por sus ataques al PSOE con el ‘caso Juan Guerra’.

LAS FRASES DE CEBRIÁN RESEÑADAS EN EL DIARIO EL PAÍS (8-5-1990):

«La Europa del siglo XXI debería ser la Europa del diálogo, frente a la de la Inquisición y el dogma; del laicismo, frente al poder clerical; de la ley como convención entre seres libres, frente a oscuras teorías naturalistas del derecho. España debe desempeñar en Europa un relevante papel».

«Nos hemos quedado sin recetas», precisó, adivinando un futuro que parece marcado «por el decreciente poder de los aparatos estatales y la difusión y potenciación de los diferentes centros decisorios». En resumen, «menos poder para el aparato y más poder para el pueblo». Lo que en términos económicos se convierte en «más competitividad, mayor eficacia y mayor conflictualidad». Es decir, «menor igualitarismo».

Europa, en opinión del conferenciante, necesita, como ocurre con ese invento español llamado mayonesa, de «una fuerza constante que la remueva, que la agite rítmica y consuetudinariamente, para dar a la salsa el espesor y la consistencia debida. Alguien que a la vez imprima el movimiento y el orden». La corriente de fondo que impulsa en estos momentos históricos el devenir de los acontecimientos se basa en dos fuerzas: «El derrumbamiento del comunismo marxista como fórmula ofrecida a los pueblos para la solución de sus problemas y la desaparición de la URSS como gran potencia».

Una primera advertencia a Occidente: «El fracaso de la economía de Estado en los países del socialismo real y el de la famosa autogestión en Yugoslavia son correlativos al progresivo deterioro del principio de empresa pública y del funcionamiento del Estado del bienestar en los países occidentales».Una segunda advertencia: «La recuperación del liberalismo amenaza con reproducir algunos de los mismos vicios posteriores que justificaron el alumbramiento de las teorías marxistas y posteriormente impulsaron los fascismos de todo tipo». Y una conclusión: «Después de decenios sometidos a la bota del Estado, los ciudadanos de los países hasta hace bien poco comunistas se levantan en un acto de protesta contra todo lo que suene a aparato, burocracia e izquierda». Cebrián aprovechó su comparecencia ante el principal foro de debate español para hacer una confesión: «Aunque siempre me he mostrado más que reticente con el ingreso de España en la Alianza Atlántica, y aunque los sucesos del Este ponen de relieve la inutilidad de los bloques militares tal como estaban diseñados, creo que hoy no existe duda de que es mejor para nuestro país vivir estos acontecimientos en el seno de la OTAN -y de la Comunidad Europea- que fuera de ella».

La unificación de Alemania plantea, en opinión de Cebrián, «agudísimos problemas»: su ubicación estratégica, el hecho de que la suma de las Fuerzas Armadas de las dos, Alemanias «conformarán el más potente Ejército europeo», el futuro de las tropas norteamericanas establecidas en Europa (notablemente, en la propia Alemania) y el diseño de un nuevo concepto de seguridad. Y un interrogante clave: ¿cuál será el futuro de la URSS? «¿Aceptarán pacientemente los militares soviéticos ver desmembrarse el Pacto de Varsovia y entrar a la antigua República Democrática Alemana en la OTAN?». Cebrián, al igual que el resto de los europeos, no tiene la respuesta. Afirmó, además, que «es lamentable la obsesión de la oposición y de la prensa retrofranquista por encauzar las aguas del debate nacional hacia cuestiones menores, cuando está en debate el futuro de Europa».

RÉPLICA DE LORENZO CONTRERAS

La alusión indirecta del Sr. Cebrián al ABC fue replicada desde ese diario por el columnista D. Lorenzo Contreras, que acusó al Consejero Delegado del Grupo PRISA de ser un cínico.

09 Mayo 1990

UN CÍNICO EN LA TRIBUNA

Lorenzo Contreras

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No es una prensa retrofranquista la que sitúa el centro de su interés en sucesos pretendidamente menores. Es sencillamente la que no se encuentra vinculada con el poder la que entiende como indispensable dar a cada uno lo suyo. Uno de los grandes sarcasmos profesionales de la vida periodística española es que EL PAÍS se autodenomine ‘diario independiente de la mañana’.

El ex director del diario EL PAÍS y actual consejero delegado de su grupo editor, Juan Luis Cebrián, ha acusado a la oposición y a la ‘Prensa retrofranquista’ de ocuparse de cuestiones menores dentro del debate nacional, cuando lo que importa es el futuro de Europa. Tan pintorescas palabras han sido vertidas desde la Tribuna del Club siglo XXI.

Es verdad que importa a todos le futuro de Europa. Pero no es menos cierto que las llamadas ‘cuestiones menores’, si por ellas hay que entender la corrupción política, no deben recibir esa conceptuación caprichosa. Forzando un poco la ironía, cabe decir que en España ‘lo menor’ es enemigo de lo bueno. Cuando tenemos en el centro del ruedo ibérico el tremendo toro de la corrupción política, resulta frívolo pretender que ese tema merece ser pospuesto o postergado en aras de asuntos principales. Hay que negar la mayor: la inmoralidad, los tráfico de influencia no son un asunto menor.

El propio periódico al que Cebrián tiene unido su destino profesional, ha asistido recientemente al episodio de sus humoristas Gallego y Rey, que abandonaron aquel por entender que el ‘caso Guerra’ como el ‘caso Naseiro’ distan de ser minucias de la vida política. Claro que si estos dos profesionales hubiesen proporcionado a su trabajo crítico un sesgo compatible con los intereses políticos de la casa, el adiós con portavoz no se habría producido.

La corrupción es temáticamente admisible para el diario oficioso siempre que los asuntos suscitados sean tratados a gusto de un staff que coincide con los grandes intereses del Gobierno. Europa como quite del toro que está sobre la arena es lo que Felipe González y Cebrián desean.

La atención proporcional y equivalente a los asuntos externos de España, a sus intereses europeístas, pero también a la ética de su vida pública interna, habría sido una razonable propuesta. Ocurre, sin embargo, que a Cebrián le traicionan los demonios familiares del régimen anterior, al que odia con ese apasionamiento propio de quienes le han servido desde el oportunismo y la coyuntura.

No es una prensa retrofranquista la que sitúa el centro de su interés en sucesos pretendidamente menores. Es sencillamente la que no se encuentra vinculada con el poder la que entiende como indispensable dar a cada uno lo suyo. Uno de los grandes sarcasmos profesionales de la vida periodística española es que EL PAÍS se autodenomine ‘diario independiente de la mañana’. Claro que sólo de la mañana, como finamente han subrayado Gallego y Rey.

Desde la tribuna del Club Siglo XXI, Juan Luis Cebrián ha sentado cátedra de cinismo. Porque en vez de eludir palabras que se vuelven contra su persona, ha acusado indebidamente de franquistas a una abrumadora mayoría de periodistas que jamás lo fueron. Incapaz de reflejarse en ese espejo, prefiere, naturalmente, apedrearlo.

Lorenzo Contreras