9 junio 1947

Símbolo de la amistad entre el régimen de Franco y el de Perón

La primera dama de Argentina, María Eva Duarte de Perón ‘Evita’ realiza una visita oficial a España aclamada como heroina

Hechos

El 8.06.1947 Dña. María Eva Duarte de Perón realizó una visita oficial a España.

Lecturas

El aeródromo de Barajas e ha transformado en una fiesta. La llegada de Dña. María Eva Duarte, esposa del dictador de Argentina, Juan Domingo Perón, ha provocado un indescriptible recibimiento con aclamaciones incesantes a Franco y Perón. La señora de Perón fue recibida por S. E. el generalísimo Franco, su esposa y las principales autoridades españolas.

La estancia de la señora Perón se alargará hasta el próximo día 16, tiempo que empleará en visitar las principales poblaciones españolas, y las muestras más sobresalientes de los logros de la Cruzada (nombre con el que el franquismo se refiere a la Guerra Civil) y el Movimiento. Las primeras palabras de la señora de Perón no han podido ser de mayor simpatía hacia España: «Os traigo el contagio de felicidad de los trabajadores argentinos», añadiendo a continuación: «Os ofrezco mi corazón de mujer, empapado en la nueva justicia que hemos dado a los obreros de mis ciudades y mis campos».

Esta semana, el generalísimo impondrá a doña Eva Duarte, la Gran Cruz de Isabel la Católica, parco agradecimiento a la inestimable ayuda de Argentina.

Evita estaría a punto de ser vicepresidenta de Argentina en 1951. 

El Análisis

Abrazos entre gobiernos militares

JF Lamata

La visita de María Eva Duarte de Perón a España ha sido recibida con un entusiasmo reservado solo a los grandes héroes —o a las grandes distracciones. Las calles de Madrid se llenaron de vítores y flores, no para un jefe de Estado, sino para una primera dama convertida en mito. El generalísimo Franco la acompañó como si paseara con su igual, y la maquinaria propagandística del régimen no escatimó recursos en presentarla como “la esperanza del pueblo argentino” y “una hermana del pueblo español”. El boato no fue casual: era la manera del franquismo de agradecer los favores políticos que el régimen de Perón ha prestado a la España aislada de la posguerra.

Porque si algo une a Buenos Aires y Madrid hoy, más allá de las exportaciones de trigo o el trueque de materias primas, es la complicidad ideológica. Perón, aunque elegido por las urnas, ha mostrado un estilo autoritario, populista y militarista que no desentona con el tono de los desfiles madrileños. Y fue precisamente el gobierno argentino uno de los pocos que no retiró embajada en 1946, cuando la ONU —impulsada por Washington y Moscú a partes iguales— recomendó al mundo mirar a España con desprecio. Perón no solo no lo hizo, sino que defendió abiertamente la soberanía franquista en foros internacionales. Evita viene a cobrar, sí, pero también a consolidar ese vínculo que trasciende la diplomacia.

Más allá de las afinidades políticas, lo de Evita es un fenómeno en sí mismo. Pocas veces una primera dama ha conquistado tal devoción popular: su figura mezcla carisma, beneficencia y teatralidad con habilidad calculada. En Madrid, al menos, ha sabido interpretar el papel a la perfección. Y España, en su hambre de reconocimiento y afecto internacional, ha respondido como mejor sabe: con uniformes, coros y una plaza llena.

J. F. Lamata