El Barça gana la liga tras una derrota del Real Madrid en Tenerife que pone fin a la leyenda de la Quinta del Buitre

… Y ahora el Real Madrid tiene que hace borrón y cuenta nueva. Como hizo tantas y tantas veces el Barcelona hasta que dio con esa fórmula ideal que le ha llevado a completar una temporada histórica.

La fórmula ideal muy bien podría ser la siguiente: el entrenador a las órdenes y los jugadores obedecen.

Al menos, en el Barcelona funciona.

Otra fórmula: El entrenador hace los fichajes y decide los traspasos. Y renueva los contratos. Y habla todo lo que le da la gana. Y no permite que los jugadores discutan su autoridad. Y se hace siempre lo que él dice.

Para empezar, el Real Madrid necesita un entrenador. No uno cualquiera, sino un buen entrenador al que le guste el fútbol de ataque. Que sepa diferenciar entre Alfonso y Paco Llorente, entre un Gordillo y un Villarroya, por poner un ejemplo.

El Real Madrid necesita reorganizar la defensa. Dos laterales en condiciones. O quizá solamente uno, dependiendo del esquema de juego que quiera utilizar el nuevo entrenador. En cualquier caso, eso sí, necesita un líbero. Sanchis no es ya el más adecuado.

Necesita también un centro del campo totalmente nuevo. Michel, Prosinecki y dos más. Dos jugadores de categoría. De esos que tienen personalidad, tipo Fernando Redondo y Matthaus. De esos que asustan al contrario, no de los que se asustan ante el contrario.

El ataque es lo que menos necesita reforzar. Butragueño y Alfonso son los mejores. Y Luis Enrique es recuperable. Antic le cambió el estilo de juego, pero no acabó del todo con él.

En el fondo, el Real Madrid no precisa tantos retoques. Lo que sí tiene que cambiar y con urgencia es su mentalidad. El Real Madrid es un equipo campeón por tradición y tiene que infundir miedo al contrario.

El Real Madrid no tiene que estar pendiente de anular a Bango, Poyatos y Stevanovic. Son Poyatos, Bango y Stevanovic los que tienen que estar preocupados por el cetro del campo madridista.

El Real Madrid no tiene que correr ni ponerse el mono de faena, sino jugar al fútbol. Jugar bien al fútbol hasta el punto de que se diga de él que hace el mejor fútbol del mundo.

José Vicente Hernáez