8 mayo 2008

Busca competir con RELIGIÓN DIGITAL, la web religiosa alojada en PERIODISTA DIGITAL

LIBERTAD DIGITAL crea una web de información religiosa, RELIGIÓN EN LIBERTAD, editada por Alex del Rosal (Libros Libres) y dirigida por Luis Fernando Pérez Bustamante

Hechos

En mayo de 2008 se funda RELIGIÓN EN LIBERTAD.

No viene para quedarme

César Vidal

2013

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Un día, un avispado católico [Alex del Rosal] – la adscripción religiosa es fundamental para comprender el resto de la historia – me telefoneó a la COPE. Había concebido el proyecto de crear una página web [RELIGIÓN EN LIBERTAD] y necesitaba a alguien que se ocupara de asumir el cometido de machaca cuelga noticias. No es que le fuera a pagar mucho, por supuesto, ya que estaba empezando, pero algo sí podía darle. No terminaba yo de saber que pito podía tocar en aquel concierto cuando la persona me dijo que había pensado en Pérez Bustamante para ocuparse del tema y que deseaba conocer mi opinión. Por un instante me asaltó la duda. Pérez Bustamante era un ignorante sin formación y le podía armar una zapatiesta de las que dejan huellas en los anales. Por otro lado, la verdad es que no le vendría mal tener el primer trabajo fijo de su existencia.

Me equivoqué de lleno. Pérez Bustamante se puso más contento que los compases iniciales de ‘En un mercado persa’, pero, desde el principio comenzó a hacer de las suyas. Convencido de que tenía el mundo en sus manos – y es que no hay cosa peor que darle a un tonto dos galones – no tardó en pontificar sobre todo lo divino y lo humano en la página web. Esta había sido concebida para llevarse bien con los obispos y ganar dinero con la publicidad de objetos religiosos. Pérez Bustamante la convirtió en una barbacana desde la que disparar dogmáticamente sobre todo lo que no se movía según los rígidos criterios del integrismo católico más espeso. No sólo eso. Aprovechó para dedicarse a dar la lata a su obispo o pretender que dominaba la situación como el alumno chulo domina el patio de un colegio.

Una mañana me llamó alarmado el dueño del invento [Alex del Rosal] para decirme que estaba muy preocupado con Pérez Bustamante. Pegaba un disparate tras otro en la página, se dedicaba a pontificar sobre cuestiones de las que no tenía la menor idea y lo peor es que también había dado albergue a un grupo anónimo que atizaba día sí y día también a los obispos catalanes. Me proponía, si a mí me parecía bien – ¿Y quién era yo para que me pareciera bien  o mal? – la idea de sacar a Pérez Bustamante del pueblo donde seguía viviendo y pagarle una beca en Madrid a fin de que aprendiera. Por supuesto, continuaría pagándole, pero sólo regresaría a ocuparse de la página cuando tuviera la debida formación. Le dije al dueño de la página que no me parecía mala ocurrencia su propuesta.

Pérez Bustamante no tenía la menor intención de abandonar una vida rural en que se dedicaba toda la jornada a navegar por internet para irse a estudiar a la capital, y por añadidura, menos deseo tenía de abandonar el pabellón desde el que podía lanzar a los cuatro vientos sus mensajes apocalípticos. Me imaginé que el episodio iba a acabar como el rosario de la aurora y volví a acertar. El dueño de la página arrojó a Pérez Bustamante a las tinieblas exteriores y, como nunca lo había tenido contratado como trabajador, no pudo percibir ni desempleo ni indemnización.

A él, desde luego, todo aquello le traía sin cuidado porque estaba en otras cosas. Volviendo al caso concreto de su trayectoria, debo decir que, al cabo de unos días de ser despedido, había reunido a un grupito de integristas a cuyo lado Torquemada hubiera parecido un despendolado heterodoxo y se había lanzado a la aventura de crear una nueva página web [INFOCATÓLICA]. Intenté ayudarle no porque el invento – que me daba escalofríos – tuviera bondad alguna sino porque su familia me inspiraba mucha, muchísima compasión. En una suma creciente de delirios y fanatismo, una mañana Pérez Bustamante me llamó rutilante de satisfacción porque acababa de crear con otras personas de su cuerda una entidad que iba a ser según sus palabras ‘como el Santo Oficio’. ¿Qué persona en su sano juicio podía encontrar grata la idea de resucitar la Inquisición a inicios del siglo XXI? Por supuesto, Pérez Bustamante y sus cuates. Yo le presté dinero para su hijo, que tenía problemas con la Justicia.