2 septiembre 2006

El Grupo presidido por Julio Ariza carecía de medios para poder sacar en un plazo cercano un periódico diario

Tras cuatro meses de colaboración, Luis Mª Anson rompe con INTERECONOMÍA y ficha como columnista diario de EL MUNDO

Hechos

  • El 1.09.2006 D. Luis María Anson fue presentado por EL MUNDO como uno de sus nuevos columnistas.
  • El 2.09.2006 EL MUNDO comenzó a publicar su sección ‘Dos en la Carretera’ con D. Luis María Anson y Dña. Cayetana Álvarez de Toledo.

Lecturas

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UN FRACASO DE PERIÓDICO Y UN FRACASO DE TELEVISIÓN

D. Luis María Anson llegó a registrar junto al Grupo Intereconomía un nuevo periódico de papel, ‘La Nación del Tercer Milenio’ cuyo nombre completo popular sería LA NACIÓN y en el que su director debía ser D. Joaquín Vila, su presidente el Sr. Anson y su editor el Sr. Ariza.

De igual manera D. Luis María Anson también constituyó una sociedad, SUPERNUEVE TV, que debía ser un operador de televisión que, a partir de la señal de INTERECONOMÍA TV realizara una emisión generalista gracias a las adjudicaciones que esperaba obtener de gobiernos autonómicos del PP empezando por el de Madrid. La cadena SUPERNUEVE TV sería propiedad del Grupo Intereconomía de D. Julio Ariza y de la sociedad Gecaguma, de D. José Luis Moreno. SUPERNUEVE TV llegó a tener hasta un Consejo de Administración presidido por D. Luis María Anson y del que formaban parte D. José Manuel Díaz Quintanilla (de Intereconomía), D. José Luis Moreno y D. Pablo Lago. P

El objetivo de Intereconomía era crear un grupo mediático encabezado por el Sr. Anson y formado por SUPERNUEVE TV, LA NACIÓN, las publicaciones ÉPOCA, ALBA, Trámite Parlamentario, Diplomacia y El Foro de Intereconomía así como la Agencia de noticias Fax Press.

Pero tras cuatro meses ni LA NACIÓN ni SUPERNUEVE TV se habían hecho realidad.

PEDRO J. RAMÍREZ ‘EMPAREJA’ A ANSON CON CAYETANA ÁLVAREZ DE TOLEDO

DosenLaCarretera El director de EL MUNDO, D. Pedro J. Ramírez ha ideado para su nuevo ‘fichaje’ una sección peculiar: ‘Dos en la carretera’. Una sección de artículo doble en la que se mostrarán paralelamente la opinión de ‘veteranía’ y ‘juventud’ de maneras contrapuestas. D. Luis María Anson representará la visión de la experiencia y la jovencísima Dña. Cayetana Álvarez de Toledo la de la juventud.

 

01 Septiembre 2006

El espíritu ansoniano

David Gistau

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No sé si Anson recuerda aquella vez en que nos conocimos en el ascensor del periódico, durante el otoño fundacional de LA RAZÓN. Él vestía el traje de ojo de perdiz que sospecho que no se quita ni para jugar al tenis. Y yo tenía unas greñas de tocar el bajo en Obús o de Greystoke recién llegado de la selva, que acaso le hicieran temer que acababan de fallar todos los dispositivos de seguridad de la puerta.

Porque, mirándome como si diera por perdida la cartera, me preguntó: «¿Tú trabajas aquí?», con la esperanza de que al menos fuera de técnico de mantenimiento y no de periodista.

Poco tiempo después, Tomás Cuesta me puso a escribir, y hasta me traía café de la máquina para que no tuviera excusa para levantarme de la mesa. Y en aquella cantera improvisada, fuimos muchos los que empezamos a crecer al mismo tiempo que el periódico.

Durante el vértigo precario de aquellos meses en que el diario aguardaba en el corredor de la muerte la ejecución de una sentencia dictada por toda la profesión, vive Dios que nos divertimos, que hubo licencia para desbarrar, que hasta ocurrió una tarde que Anson atravesó la redacción en patinete y con la bufanda con que entibiaba un catarro pendiéndole a lo Isadora Duncan, y que a menudo logramos que en Madrid «no se hablara de otra cosa» y que «la centralita se bloqueara», España en fiestas, corzas mellizas.

A pesar de la distancia generacional y de los antagonismos de fondo de armario, Anson y yo alcanzamos una relación cómplice que trascendía el oficio a través del afecto, y en la que no pocas veces, con textos que a buen seguro ofendían sus principios y sus creencias, hubo de tolerarme como al sobrino algo atorrante al que de vez en cuando hay que ir a buscar a comisaría. Ni uno de esos textos dejó jamás de salir, intacto, respetado, porque la mayor virtud del Anson pícaro hacedor de periódicos condenados a no pasar desapercibidos siempre consistió en favorecer entre sus escritores un espíritu algo anarco que detectaba el talento como los zahoríes el agua y en el que cabían incluso desafíos y contradicciones de una página a otra.

La línea editorial era innegociable. Pero los columnistas estaban autorizados a tirar de espada como en las tabernas de Alatriste, y el propio Anson participaba del juego, y del espíritu, con una escritura pendenciera y burlona como un escocés enseñando el culo: «¿O qué te crees? -como me dijo una vez en que se había puesto gamberro en un artículo- ¿Que yo no sé escribir en plan rompedor si me lo propongo?».

Volvemos a ser compañeros. Volvemos a tener un ascensor en el que encontrarnos y un lugar común en el que renovar el espíritu en el que fui educado como periodista y por el que llegamos a picarnos por escrito por asuntos tan trascendentales como la nariz de Steffi Graf o el hecho de que ocho de los 10 países más prósperos sean monarquías. Anson entra de nuevo en el juego, para espolvorear la actualidad española con una pizca de canela fina como cuando era el mascarón de LA RAZÓN. Habrá que reforzar la centralita.