18 diciembre 1987

Paulina Beato, segunda mujer que entra en el Consejo de Administración de un banco en España

Mario Conde renueva radicalmente la directiva del banco Banesto

Hechos

Tras ganar la OPA, D. Mario Conde formó un nuevo Consejo de Administración del Banco, fichando a nuevos gestores entre los que destacaban D. Juan Abello como Vicepresidente, D. Arturo Romaní o Dña. Paulina Beato.

Lecturas

Después de ganar la batalla de la OPA frente al Banco Bilbao, el nuevo presidente del Banco Banesto, D. Mario Conde Conde realiza el 16 de diciembre de 1987 una modificación en los órganos de dirección del banco.

La primera vicepresidencia del banco Banesto la ocupará D. Juan Abelló. D. Arturo Romaní Biecas asume el control del Área Industrial y D. Juan Belloso, considerado un hombre afín al PSOE, en el Area Financiera. Se incorporan D. Enrique Lasarte y una mujer Dña. Paulina Beato. Se convierte en la segunda mujer en entrar en un consejo de banca en España tras Dña. Carmen Jáudenes de Villalonga en el Banco Central, conocida como ‘Marita Villalonga’.

En cambio, son destituidos como consejeros el exministro franquista D. Federico Silva Muñoz, D. Gabriel Garnica Mansi, D. Luis Sela Figaredo, D. Inocencio Figaredo, D. José María Sáinz de Vicuña, D. José Suñer y D. Francisco Luzuriaga, todos ellos representantes de las viejas familias que controlaban la entidad en los mandatos anteriores de D. Pablo Garnica Mansi y D. José María Aguirre Gonzalo.

miguel_belloso_1987  D. Juan Belloso (Consejero Delegado) es un hombre vinculado al PSOE.

paulina_beato_1987 Dña. Paulina Beato, por segunda vez una mujer se sentará en el Consejo de Administración de un gran banco. Al igual que el Sr. Belloso, la Sra. Beato también está considerada como próxima al PSOE.

NUEVA DIRECCIÓN DE BANESTO:

Presidente – D- Mario Conde

Vicepresidentes – D. Juan Abello y D. Ricardo Gómez-Acebo ‘marqués de Deleitosa’.

Nuevos consejeros – D. Juan Belloso, Dña. Paulina Beato, Antonio Torrero, D. Arturo Romaní, D. Luis Ducasse, D- Juan José Abaitua, D. Vicente Figaredo, D. Ramiro Nuñez, D. Enrique Lasarte, D. Pablo Garnica Gutiérrez y D. Jacobo Argüelles ‘marqués de San Severo’.

Se mantienen como consejeros – D. Juan Herrera, D. Antonio Sáez de Montagut, D. Pedro Masaveu, D. Moises Cosio, D. Cesar de la Mora, D. José Luis Oriol.

LOS GRANDES DERROTADOS: REPRESENTANTES DE LAS VIEJAS FAMILIAS, FUERA DEL CONSEJO

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Salen del consejo – D. Jaime Argüelles Armada (vicepresidente), D. Pablo Garnica Mansi, D. Gabriel Garnica Mansi, D. Luis Sela Figaredo, D. Inocencio Figaredo, D. Federico Silva Muñoz (ministro franquista), D. José María Sáinz de Vicuña, D. José Suñer y D. Francisco Luzuriaga.

MARIO CONDE, EL DESEADO

Otero_Conde_1988 D. Mario Conde, el nuevo presidente del Banco Banesto no es sólo visto como una destacada figura para el mundo de la banca, también se ha convertido en todo un referente social como el hombre hecho así mismo que ha logrado siendo joven a uno de los puestos más altos de la economía española. Además, al contrario que el resto de banqueros, acepta ir a platós de televisión tanto en TVE (con Dña. Julia Otero) como en TV3 (con D. Ángel Casas).

09 Diciembre 1987

Apología y peligro

Federico Jiménez Losantos

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Disfruta en estos momentos Mario Conde de un éxito social sin precedentes. Es el primer millonario recibido con aplausos por los medios de comunicación quizá desde la fundación de España, país siempre refractario a la lógica del beneficio y a su sentimiento social. Sin embargo, hay un equívoco tremendo en el éxito de Mario Conde, y es que ha llegado a la cumbre no por lo que ha hecho, sino por lo que ha impedido hacer. Y lo que ha impedido es precisamente lo que por su edad y trayectoria vital le correspondería hacer a él.

Ha querido el destino que fuera un joven y prometedor talento de los negocios el que destruyera la ofensiva modernizadora en la Banca, encabezada por un hombre madurado en la reflexión y el estudio. Es muy castizo eso de que la juventud ponga su fuerza al servicio de lo establecido y que la madurez fracase en la reforma. Sin embargo, España está viviendo sus últimos años como sociedad relativamente aislada, y ni Conde, ni Sánchez Asiaín pueden suponer que su batallita significará demasiado en la guerra de posiciones que ha de liderar la economía española para intentar sobrevivir en una esquina de la Europa de los negocios.

Si tuviera que sinstetizar el destino deseable de Mario Conde diría que es conseguir hacer pronto desde el Banesto lo que ha impedido que hiciera Sánchez Asiaín desde el Bilbao. Conde no puede ser el paladín de la contrarreforma bancaria, sino, en todo caso, el que dirija la reforma frente a la ruptura, que es como muchos banqueros han entendido la operación de Sánchez Asiain.
El tiempo dirá y pronto, si Conde aspira a ser el Suárez del cambio o el Arias Navarro de la lágrima inmovilista.

Dado el vacío del liderazgo de la derecha española es inevitable que a Mario Conde le tienten con la política. No digo que ‘le tiente’ la política, porque eso es evidente. En la comparecencia televisiva que significó su entronación como estrella (y que ya glose la semana pasada) hubo un momento, desaprovechado por un Luis de Benito, seguramente urgido por el reloj, en el que Mario Conde mostró esa vocación y fue al final de la entrevista cuando dijo que su acceso a la presidencia de Banesto significaba, en última instancia, una mayor responsabilidad pública. No es textual la cita, pero sí el sentido. Y no hay ningún personaje que sienta su labor como responsabilidad pública que no esté pensando ya en clave política, dicho esto en el mejor sentido de la palabra.

Sería sin duda un error que Mario Conde se dejara seducir por la tentación de un protagonismo político que, hoy por hoy, no le corresponde. Pero también sería grave que no asumiera elcompromiso político al que su recién adquirida responsabilidad y su formidable proyección popular le obligan.

En cada aparición pública Mario Conde dbeería intentar convencer a una España de ricos y pobres igualmente poco emprendedores que la fortuna y el éxito son fruto de la inteligencia y el esfuerzo, y que esos valores son los que hace respetable a cualquier persona en cualquier país respetable.

Ojalá Conde no caiga en la trampa de representar a los ricos del pasado. Ojalá tenga el valor político de representar a los capitalistas del futuro. Ojalá se capaz de transformar su triunfo en aventura.

Federico Jiménez Losantos

17 Diciembre 1987

Cambio radical en el Banesto con el nombramiento de nuevos consejeros, algunos próximos al PSOE

Jesús Cacho & Salvador Arancibia

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Mario Conde, con el respaldo moral de Pablo Garnica, llevó ayer a cabo una verdadera revolución palaciega en el seno del consejo de Banesto, con el acceso al mismo de hombres de prestigio y de reconocida cercanía al PSOE. Banesto, que tras la batalla de la OPA del Banco de Bilbao aparecía aislado ante al poder político, efectúa un giro espectacular, dando entrada como nuevos consejeros a Juan Belloso (consejero ejecutivo), Enrique Lasarte, Luis Ducasse, Antonio Torrero, Paulina Beato, Juan José Abaitúa, Pablo Garnica Gutiérrez, Vicente Figaredo y Jacobo Argüelles.Del consejo de Banesto se caen Jaime Argüelles, Pablo Garnica, Gabriel de Garnica, Federico Silva Muñoz, José María Sáinz de Vicuña, Francisco Luzuriaga, Luis Sela Figaredo e Inocencio Figaredo Sela. El nuevo secretario del consejo será Ramiro Núñez, que sustituye a Fernando Castromil, también sacrificado.

El poder institucional del banco estará en manos de Mario Conde, como presidente, cargo en el que fue ayer ratificado por el consejo, y dos vicepresidentes: Juan Abelló, como vicepresidente primero, y Ricardo Gómez-Acebo, marqués de Deleitosa, como segundo.

Poder ejecutivo

El poder ejecutivo estará en manos de un triángulo en cuyo vértice superior se sitúa Conde, como consejero delegado, mientras los otros dos estarán ocupados por Juan Belloso y Arturo Romaní. Belloso, un hombre cercano al PSOE, pasa a convertirse de golpe en el segundo eslabón en la línea ejecutiva de Banesto, al hacerse cargo del área bancaria y financiera, de la que desplaza a Jacobo Argüelles. Arturo Romaní, abogado del Estado y hombre de Conde, pasa a dirigir el área industrial, inmobiliaria y sociedades participadas.

Antonio Torrero, catedrático de Teoría Económica en la Universidad de Alcalá, es quizá el nombramiento de consejero más significativo, por el prestigio del que está avalado ante el ejecutivo socialista y el PSOE, para quienes ha efectuado numerosos estudios y dictámenes. Es además un hombre muy alejado, por decirlo de una manera amable, de Mariano Rubio, lo que da a su entrada en Banesto una dimensión adicional.

Algo parecido ocurre con Paulina Beato, ex think tank (cabeza pensante) de la Dirección General de la Energía. Aunque Paulina no tiene carnet del PSOE, está sin duda muy cercana al aparato. Naturalmente, esta es la primera vez en la historia de Banesto que una mujer se sienta en el consejo de tan tradicional institución.

Pablo Garnica Gutiérrez sustituye en el consejo a su padre, Pablo Garnica Mansi. Juan José Abaitúa, industrial catalán, sustituye a su suegro, Luis Suñer. Vicente Figaredo reemplaza a Inocencio Figaredo, en uno de los últimos destellos de las tradicionales familias. Mucho más significativo es el nombramiento como consejero de Jacobo Argüelles en sustitución de su padre, Jaime, quien desaparece del banco. Jacobo entra en el consejo pero pierde un puesto de importancia fundamental, como es la dirección general del área financiera y bancaria.

La cicuta de Pablo Garnica

La revolución de palacio que en Banesto ha puesto en marcha Mario Conde no hubiera sido posible sin el apoyo expreso de Pablo Garnica Mansi, un hombre controvertido pero que al final ha venido a proporcionar a sus detractores una buena lección de visión histórica. Garnica, como un nuevo Sócrates, se ha tomado su ración de cicuta y, lo que es más importante, ha ayudado a tomársela a algunos otros, poco dispuestos a hacerse voluntariamente el harakiri. Pero con ello asegura el futuro del banco.Para algunos reputados observadores, lo que ha ocurrido en Banesto es algo parecido a lo sucedido en las Cortes franquista de 1976. Mario Conde sería, de acuerdo con esta sugestiva interpretación, el Adolfo Suárez de Banesto, aunque a la vista está que los colores del banco no serán precisamente los de aquella periclitada UCD.

La toma del poder por parte de Mario Conde parece casi total, a la luz de los nombramientos que ha introducido tanto en el consejo de administración como en la línea ejecutiva de la entidad. En medios de la Administración, que han seguido muy de cerca el proceso, se respiraba tranquilidad tras los nombramientos y se señalaba que «después de todo, la OPA del Bilbao ha tenido efectos claros en la evolución de las cosas».

La aparición de consejeros vinculados estrechamente al partido socialista se interpreta como una clara maniobra de los nuevos hombres fuertes de Banesto por modernizar la entidad, en sintonía con los aires que corren en el conjunto de la sociedad.

Caras nuevas

Antonio Torrero ha sido durante bastante tiempo el abanderado de la introducción de cambios en el sistema financiero y se le ha presentado como el crítico a determinadas posturas del banco emisor. Paulina Beato formó parte del trío energético que quiso poner orden, a partir de 1983, en el sector eléctrico.

Estos nombramientos representan una clara ruptura con la cultura anterior de Banesto, considerado como el banco más tradicional de los siete grandes. Las familias permanecen dentro del consejo de administración pero han empezado a desaparecer sus grandes representantes. Son los hijos los que ahora llegan, y sin competencias concretas en la gestión diaria. Jacobo Argüelles sustituye a su padre, Jaime, y otro tanto ocurre con Pablo Garnica Gutiérrez, que sustituye al verdadero hombre fuerte del banco durante más de medio siglo.

En el Ministerio de Economía había ayer una cierta alegría ante lo que se considera un verdadero golpe de timón.

18 Diciembre 1987

Suprema paradoja

EL PAÍS (Director: Juan Luis Cebrián)

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LA PROFUNDA renovación del Consejo de Administración del Banco Español de Crédito (Banesto), tradicional reducto de la oligarquía española más reaccionaria, ha sido uno de los más sorprendentes efectos del fracasado intento del Banco de Bilbao de fusionar ambas entidades. La llegada de Mario Conde y Juan Abelló al banco fue bien recibida inicialmente por las familias del Banesto, que vieron en esta pareja un posible ariete a utilizar contra la figura de José María López de Letona, impuesto por el Banco de España para controlar un plan de saneamiento de la entidad. A algunos sectores de la derecha los dedos se le hicieron huéspedes ante la perspectiva de un líder aureolado de triunfador que los sacase de su postración. Habiendo derrotado al Gobierno, que reconoció ver con buenos ojos la operación del Bilbao, Conde se convirtió en un héroe para esos sectores.La oferta pública de adquisición de acciones (OPA) lanzada por el flanco de Bilbao llegó en momentos delicados para el Consejo de Administración del Banesto, cuando la presencia de Conde-Abelló aún no estaba digerida, pero sirvió para catalizar la política de alianzas frente al enemigo común. La salida de López de Letona, a quien se consideraba cómplice de la operación, dejó las puertas abiertas para que Conde accediera a la presidencia aglutinando a las familias contra la iniciativa de Sánchez Asiaín.

Pero el precio de la victoria ha sido muy alto para esas mismas familias, empezando por el harakiri de Pablo Garnica Mansi. Con el poder ejecutivo del Banesto en sus manos, Conde se ha decidido a renovar el consejo de administración del banco en profundidad. Renovación, primero, generacional, por más que los grandes apellidos -los Garnica, Argüelles o Figaredo- sigan presentes a través de sus retoños, o que continúen en el consejo los Gómez Acebo o los Herrera. Pero también política, al sustituir a figuras como el ex ministro franquista Federico Silva Muñoz o José María Saiz de Vicuña e incorporar a personas próximas al PSOE, como Juan Belloso, Antonio Torrero Mañas y Paulina Beato. Esta última, la segunda mujer -tras Marita Villalonga, en el Central- que accede al consejo de uno de los siete grandes.

El perfil político del nuevo consejo, completado con hombres de confianza de Conde, no tiene mucho que ver con el anterior, y marca la posibilidad de que la segunda entidad financiera del país se adentre por unas vías impensables hace apenas unas semanas. Conde intenta probablemente un acercamiento al poder socialista que no dejará de serle útil en el futuro. En primer lugar, porque la política económica seguida por el PSOE no tiene por qué ser contradictoria con los planes y expectativas de un empresario con deseos de acreditar su imagen de hombre de negocios dinámico y de corte liberal. Pero sobre todo porque, pese al fracaso del ensayo del Bilbao, procesos de concentración bancaria van a seguir produciéndose, y seguramente con apoyos gubernamentales. Y la debilidad institucional del Banesto no desaparece por el simple hecho de que haya podido evitar la OPA.

La apertura del mercado financiero a las entidades comunitarias a partir de 1992 es un reto que los grandes bancos españoles deben asumir en busca de una dimensión que les permita hacer frente a la competencia exterior. Algunas de las grandes familias bancarias no ven con buenos ojos este proceso, que sólo puede desembocar en un debilitamiento de sus privilegiadas posiciones. Pero la lógica de la situación empuja en esa dirección.

Conde se enfrenta ahora a la necesidad de acabar con la visión estrechamente familiar respecto a ese proceso de concentración. Los presidentes de los otros grandes bancos parecen inmersos también en una dinámica de este tipo, y todos los expertos coinciden en predecir nuevos movimientos en la misma dirección. Pero en toda esta historia, además de una paradoja, hay un interrogante: ¿la inclusión de los socialistas en el consejo del Banesto se debe a un pacto o a un gesto de buena voluntad del banco? Resulta que el Banesto, que acusaba al Bilbao de estar inmerso en una operación política dirigida por el Gobierno, sale de la crisis en medio de una alianza con personas relevantes del partido del Gobierno y con un consejo sumamente politizado ante la opinión. Ésta tiene derecho a saber las representaciones concretas que los nuevos consejeros poseen. Porque si las batallas bancarias han de seguir conviene conocer cuáles son de veras los auténticos contendientes.

27 Diciembre 1987

Conde

Francisco Umbral

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Alto oficio, la cetrería. Y para gerifaltes, los de antaño. Con Mario Conde, delfín del Banesto (el más característico Banco madrileño), que ha asumido directamente el viento y la corona, vuelven los jóvenes halcones del paleocapitalismo centralista, qué pasa. Pelo para atrás, muy recio, perfil para hacer monedas y ese ligero cabreo interior y metafísico del hombre que ha llegado a los 39, o sea que le falta uno para 40. «Frustrado es el que a los 40 sigue viajando en metro«. Conde quería llegar a ser como el ángel de la Unión y el Fénix, pero en la otra esquina, en la de enfrente, en la del Banesto, y ha llegado justo cuando los ángeles pierden angelidad y juventud. Dentro de un año, a los 40, ya será viejo para cúpula y joven para la galería de los grandes óleos financieros. Hoy es la nueva derecha joven, el renuevo que entoña del viejo feudalismo bancatario, aquí ni Dios mueve un duro y seguimos con la autarquía de la peseta, que ha sido siempre la sardina perdida entre Florencia y Argel, la divisa que corre por Ubre y a la baja. Para llegar a ángel par con el de la Unión y el Fénix, Conde ha tenido primero que matar un dragón, según el más recamado protocolo de los cuentos, y el dragón se lo ha brindado, sin querer, mi admirado y entrañable Sánchez Asiaín, que hoy mismo me invita a orgía pictórica, a paseamos entre la vida cotidiana de la pintura andaluza del XIX. Entre los banqueros míos tiene Asiaín un altar, y no por banquero, claro, sino por nuestras juergas blancas de Zurbarán, hasta que lo blanco se nos sube a la cabeza. En cuanto al dragón, no era sino el muy razonable monstruo venidero de los ayuntamientos contra natura (cosa espantable para el puritano Banesto), entre especies ingentes, opuestas y afines, todo de cara a la gran finanza mercadocomunitaria. Eso lo sabe Asiaín, porque saber de Zurbarán es saber de todo, amor (y ya recuerdas que no tengo un duro en tus cajas), pero no quiere saberlo el ángel apócrifo de la Unión y el Fénix, el otro ángel maduro que desde el 30 de noviembre habita el cielo alcalaíno de Madrid. Presidente Felipe había entendido en seguida la magra jugada de Asiaín, pero derrumbados de un solo cabezazo de la bola todos los viejos retablos del Banesto, se alza Mario Conde con su espada de fuego y dividendos, joven vanguardia de la retaguardia, y contrata hasta socialistas de números, por si las fiaís. El paleocapitalismo ha vuelto a triunfar en Madrid sobre la posmodernidad bancario/pictórica. I’m sorry, Asiaín, amor.Ahora parece que González lo tenía todo hablado con el Banesto, cuando la verdad es que la OPA le iba cantidad a su política europea. Y que ni siquiera Solchaga participó en el secreteo. Lo que nos pasa a los columnistas es que salimos poco, viajamos poco (aunque, cuando menos, leemos la gran revista Viajar, de Emilio Rey), y por eso vamos siempre a rastras del carro de los gitanos, como el perro de la tribu atado debajo del carro: no mucho más es el cronista. Hace meses que no visita uno la bodegu¡ya, pero uno sigue instalando que a presidente González le iba más la operación/Asiaín que la operación/ Conde, tan franquista, tan autárquica y tan angélica (de la angeología dorsiana de Sáenz de Tejada).

Sea como fuere, Conde ha levantado el vuelo, con o sin la anuencia de Moncloa, y nuestro sueño de pecheros, que era salvarnos del criptocapitalismo, se ha dado de boca contra el toro de salmantina piedra de la Hispania profunda, como el Lazarillo, y qué otra cosa somos. Ya que la revolución es la utopía, lo irrealizable (lo ha dicho Lázaro Carreter respecto de la modesta revolución burguesa de Azaña), a tal punto hemos llegado en que esperaríamos una Banca comunitaria, europea, una cristalización de la socialdemocracia, ya que el socialismo se ha muerto, muerto está, que yo lo vi, como la infanta Mercedes y como Manolete. Bueno, pues ni eso: Mario Conde, arcángel de los reaseguros y el feudocapitalismo autárquico, vuela libre por el cielo azul y fucsia de la calle de Alcalá.