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Hechos

  • Fue noticia el 29 de marzo de 2021.

14 Junio 2015

La deriva de Euskaltel y Kutxabank

Anton Borja

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El autor sostiene que la noticia de la salida a Bolsa de Euskaltel y la venta de un paquete de acciones supone la pérdida de control de una importante empresa vasca y con ello, un incierto futuro para ella. En lugar de vender las acciones, plantea aumentar la participación pública del 49% al 51%

Euskaltel nace en 1995 con un capital de 200 millones de pesetas, siendo la heredera de la sociedad pública para la gestión de las telecomunicaciones Euskalnet. Es, entonces, una sociedad participada por el Gobierno Vasco (cerca del 40% del capital) y las tres cajas vascas (60%). A lo largo de los años entran socios privados de modo que, a comienzos de 2012, Kutxabank poseía el 67,9%, Iberdrola el 11,8%, Endesa el 10,8%, el Gobierno Vasco el 7,9% y el Grupo Mondragón el 2,1%.

En la primera década del siglo XXI, la expansión de la empresa pasó por la alianza con Orange rompiendo dicha alianza unilateralmente Euskaltel, debido a la errónea estrategia de la dirección liderada por J.A.Ardanza. En abril de 2012, el Tribunal Superior ejecuta la sanción de 222 millones por quebrar las reglas de la competencia. La propia Kutxabank financió al 100% los 125 millones aún pendientes. La sanción a Euskaltel era una losa para una empresa que obtenía beneficios, de 48,1 millones en 2012.

En diciembre de ese año Mario Fernández y su equipo, como mayor accionista, impulsó la privatización del 27% del capital público (7,9% del Gobierno Vasco, previo acuerdo del Parlamento, y 18,9% de Kutxabank) quedándose solamente con el 49,9%. El resto de los socios también vendió su parte excepto Iberdrola, que lo redujo al 2%.

Los compradores fueron los fondos de inversión Trilantic e Investindustrial que inyectaron 68 millones en forma de capital, controlando el 48,1%.

En noviembre de 2014, Euskaltel llega a un acuerdo con la multinacional china ZTE, absorbiendo 133 trabajadores de la plantilla (cerca de 550).

Como se puede apreciar, la lógica de desinversión por parte de Kutxabank y Gobierno Vasco principalmente, así como la lógica de externalización (acuerdo con ZTE) se imponen. Ya en 2014 los sindicatos denuncian que la reducción de plantilla y la entrada de fondos no son más que maniobras para poner en valor la compañía de cara a la eventual compra, venta o fusión de la empresa y por lo tanto la desaparición del proyecto Euskaltel como empresa emblemática. Adiós al equipo ciclista Euskaltel-Euskadi… etc.

El primer día de junio de 2015, Euskaltel anuncia su salida a Bolsa con un valor aproximado de 1.500 millones de euros. El porcentaje que venderá cada uno de los tres accionistas actuales está sin determinar, aunque se espera que ronde el 50%.

Varios analistas plantean la posibilidad de que Kutxabank se quede con el 30%. No obstante, al reducir Kutxabank su participación, Euskaltel estaría en condiciones de ser objeto de una operación completa de compra en el futuro y todas las cláusulas para asegurar el peso vasco en la empresa quedarían en papel mojado.

En esta última fase, es significativo que la valoración de la empresa prácticamente se ha triplicado. En la ampliación del año 2012 se valoró la empresa en 475 millones de euros ( 75 euros por acción) y ahora se estima su valor en una cantidad cercana a 1.500 millones. Por tanto, en dos años y medio, los fondos han triplicado casi el valor de sus acciones y pueden vender una parte sustancial en la operación a anunciada.

La salida a Bolsa conlleva un plan previo de endeudamiento (300 millones) que servirá para que los accionistas se repartan un suculento dividendo con el fin de cumplir las condiciones de las empresas cotizadas. De modo que los socios pueden recibir unos 200 millones como dividendo extraordinario.

Por tanto, si los fondos de inversión vendieran un 40% de sus acciones, ahora conseguirían cerca de 520 millones de euros. Descontando los 228 millones desembolsados en diciembre de 2011, obtendrían una ganancia de 292 millones. A lo que hay que añadir la parte correspondiente del macrodividendo (200 millones de euros).

 

Respecto a Kutxabank, no se entiende que vendiera, en 2012, el 19% de las acciones y se entiende mucho menos que quiera vender en la salida a Bolsa actual, cuando se revalorizan las acciones y cuando los beneficios son realmente positivos.

La venta ahora de un porcentaje de acciones proporcionaría unos ingresos muy interesantes, pero alejaría aún más la posibilidad de controlar Euskaltel. Por ello, ¿qué tienen que decir Villalabeitia y los patronos de las fundaciones bancarias ligadas, que dirigen Kutxabank? ¿Están de acuerdo con la desinversión en Euskaltel?.¿Están de acuerdo con perder el control de esta empresa?

¿Qué opinan los sindicatos de Kutxabank , y los de Euskaltel? En el caso de los sindicatos de Kutxabank, les debe preocupar no solamente la dinámica a corto plazo, sino las perspectivas a largo plazo del banco que se «aleja» cada vez más del territorio vasco y busca negocios menos ligados al tejido productivo.

En el caso de los sindicatos de Euskaltel, no solamente el posible deterioro de las condiciones laborales, sino las perspectivas que se abren con la entrada de nuevos inversores extranjeros, con estrategias propias, buscando la rentabilidad a corto plazo, o bien estrategias de fusión con operadoras de telecomunicaciones que operan en suelo español y europeo, a la búsqueda de mayor cuota de mercado. O bien desaparezca cuando algún «tiburón» de las telecomunicaciones esté dispuesto a pagar bien.

Pero también afecta a la ciudadanía en general, ya que la estrategia internacional que se pretende no favorece la atención y la calidad de los clientes «locales». Un ejemplo ilustrativo es Telefónica, empresa que ha deteriorado sus servicios, y las condiciones laborales (véase la huelga actual de Movistar).

Estamos, por tanto, ante una empresa importante que marca un rumbo a otras muchas empresas y potencia la dinámica del tejido industrial. Es significativo que la consejera Arantza Tapia señalase, ante la entrada de la multinacional china ZTE, que había que crear un «entorno amigable» a la inversión extranjera. Pero todo lo que no vaya en la dirección de un desarrollo tecnológico y científico propio, evidentemente con alianzas con socios extranjeros, es profundizar en la dependencia de empresas industriales y, en definitiva, deteriorar más el empleo y las condiciones laborales.

Los partidos políticos tienen que plantearse «entrar» en estos temas, proponer debates en el Parlamento y dar la batalla de la reindustrialización real del país. Cuando tanto se habla de crear empleo, si no analizamos y empujamos un tejido productivo mejor estructurado y eficiente, estamos perdiendo el tiempo. Y la dinámica internacional, como vemos, no pierde oportunidad para aprovecharse de nuestros recursos.

Finalmente el movimiento “Gure esku dago” que va calando cada vez más en amplios sectores, ¿no tendría que plantearse si nuestra economía está en nuestras manos? Y si no está, ¿qué hacer para que no se la apropien otros agentes económicos? Se debe abrir un gran debate sobre la democratización política y económica de la sociedad vasca.