20 abril 2001
Sus aspiraciones de ser magnate de ámbito nacional desaparecieron al tener que vender sus participaciones en ANTENA 3 TV (1997) y en el diario LA RAZÓN (2000)
Muere Antonio Asensio Pizarro, Presidente del Grupo Zeta, editor de INTERVIÚ y EL PERIÓDICO de Catalunya
Hechos
El 20.04.2001 la prensa informó del fallecimiento del empresario D. Antonio Asensio.
Lecturas
El 4.05.2001 el Consejo de Administración del Grupo Zeta nombró a D. Francisco Matosas nuevo Presidente del grupo mediático editor, entre otros, de EL PERIÓDICO de Catalunya y las revistas INTERVIÚ y TIEMPO y una serie de periódicos regionales. El mismo consejo anunció el nombramiento de D. Antonio Asensio Mosbah, hijo del fallecido fundador del grupo D. Antonio Asensio Pizarro.
En grupos mediáticos se asume que el Sr. Asensio está destinado a reemplazar a su padre, pero dada su escasa edad, 19 años, estará en la vicepresidencia hasta adquirir la experiencia adecuada.
21 Abril 2001
El hombre que aprendía rápidamente
Cuando la Transición se dio cuenta de que tenía nombre de mujer empezó a notarse por la ruptura del corsé informativo del Régimen y se llamó destape a la operación de desnudar las carnes y convertir el desnudo en reclamo de cine, primero, y en portada de revista, después. En España ya es tradicional que la democracia la anuncien los desnudos y los cambios de sexo; así ocurrió en el tránsito de Primo de Rivera a la II República y se repitió entre 1975 y 1982. Antonio Asensio ocupa un lugar relevante en la operación destape en su sentido más amplio, porque no se limitó a destapar las carnes de, sobre todo, muchachas con o sin flor, desde Marisol a Bibi Andersen pasando por Lola Flores, sino que convirtió su revista Interviú en uno de los tres referentes informativos fundamentales del cambio político, junto con EL PAÍS y la prensa en la lengua de los nacionalismos aplazados. Referente fundamental porque junto a la exhibición de la piel humana -lo más profundo en cualquier ser humano según Valéry es la piel- Interviú recuperó la memoria histórica ocultada por el franquismo y agredió lo mucho que quedaba del régimen mediante una política de denuncia de escándalos y corrupciones. El semanario fue como una inmensa cesta de la abundancia que compensaba las hambres pasadas.
¿De dónde salía aquel joven de aspecto excesivamente grave que en la primera redacción de la revista, un piso del ensanche barcelonés, me proponía colaborar en la revista horas después de habérselo propuesto a Emilio Romero, consciente de que entrábamos en un complejo periodo de cohabitaciones? Hijo de impresor prematuramente fallecido, el joven Asensio se preparaba para ser uno de los empresarios de medios de comunicación más importantes del último cuarto de siglo y era experto en escoger a las personas que podían ayudarle a conseguirlo. Por ejemplo José Ilario, responsable original de Bocaccio, Por Favor y corresponsable de Interviú, me dijo de Asensio: ‘De momento parece como si no supiera nada, pero aprenderá pronto’. Fue evidente. En cinco años, con todos los problemas de liquidez de este país y casi de este mundo, Asensio consiguió ser un gran empresario y si Inverviú fue su buque insignia, ahí está El Periódico o los esfuerzos para tirar adelante nuevas cadenas de televisión que sin la audacia casi temeraria de Antonio no hubieran existido. Posibilista dentro de lo que cabe, los medios que puso en marcha conservaron la suficiente independencia con respecto al poder como para hacerse necesarios y sobrevivir con la complicidad del público. El inteligente posibilismo de Antonio Asensio se nota no sólo en la supervivencia de los medios creados en los tiempos ascendentes de la Transición, sino también en que no rebasó los límites que podían llevarle a la prensa de escándalo. Ahí está la armónica fórmula de El Periódico -armónica también en sentido lingüístico, con su doble edición en castellano y catalán- para demostrar cómo se puede hacer prensa popular con una elevada carga de honestidad informativa, modelo seguido luego por diversos diarios de ámbito local a los que ha servido de referente. Y ahí está también la sensata política editorial de Ediciones B.
Luego también se dedicó al fútbol como negocio y tenía tanta importancia social que era obligado invitarle a los grandes aquelarres. Yo conservaba en mi retina aquella primera impresión de Asensio que recibí en la precaria redacción original de Interviú. Aquel casi muchacho hablaba como si estuviera aprendiendo a escuchar.
21 Abril 2001
Un editor a la antigua usanza
Pasará a la historia como el último magnate español de la prensa. Fue un editor a la antigua usanza. No empezó vendiendo periódicos por la calle, lo hizo en un pequeño taller de fotocomposición. La suerte, el olfato y la audacia empresarial le llevaron a la cima. En el camino encontró tres talismanes: Marisol, El Periódico de Catalunya y el fútbol.
Los que le conocieron no dudan en afirmar que era un personaje controvertido, obsesionado por su posición en el sector de la comunicación y no excesivamente fiel a sus aliados. Astuto y desconfiado, antes de los 18 años había ejercido el periodismo deportivo en una cabecera catalana histórica, El Correo Catalán, que años más tarde pasó a ser propiedad del mismísimo Jordi Pujol.
Sin embargo, y como ahora su hijo Anthony, se vio obligado a hacerse cargo del negocio familiar, Carmelo Asensio SA, a la muerte de su padre en 1965. Los contactos que logró hacer al frente del pequeño taller de fotocomposición de su familia le permitieron, a la muerte de Franco, poner en la calle su primer gran éxito editorial, que acabaría convirtiéndose en el punto de partida de la creación de lo que hoy es el Grupo Z: Interviú.
La revista, que en su nacimiento era una combinación de periodismo de guerrilla, muy del estilo de los primeros años de la Transición, con una generosa contribución al destape, otro de los fenómenos de la época. El semanario fue aguantando el tirón. De una tirada inicial de 100.000 ejemplares en su primer número, consolidó los 400.000 tras 16 semanas en el mercado.
Pero apenas dos años después de aparecer, Interviú se convirtió en un fenómeno editorial sin precedentes. En 1978, la revista logró vender un millón de ejemplares. La razón: el olfato de Asensio localizó la oportunidad de convertir su publicación en una máquina de fabricar dinero y no dudó en aprovecharla. Fue el histórico desnudo de Marisol lo que situó a Asensio en posición de convertirse en uno de los principales editores del país.
La segunda aventura editorial de Asensio, El Periódico de Catalunya, acabó sustituyendo a Interviú como buque insignia del Grupo Z. Fundado en 1978, el modelo de Antonio Franco logró imponerse en Barcelona y su área metropolitana como la fórmula de prensa diaria más fresca del mercado.
Con Interviú y El Periódico como puntales, Asensio pudo empezar la construcción de un grupo editorial con presencia en todas las comunidades autónomas y con un enorme fondo de cabeceras. Hoy, la información oficial del Grupo Z establece en 915 millones el número de lectores de las publicaciones de la compañía y en 270 millones el número de ejemplares vendidos. Su facturación está en cerca de 80.000 millones al año.
Sus relaciones con los diferentes gobiernos, sin embargo, siempre fueron malas, cuando no nefastas. Y es que Asensio tenía la costumbre de no fijarse en el currículo de sus compañeros de viaje. Buena parte de los socios del editor catalán se ha sentado en los banquillos de los tribunales de justicia. Los gobiernos socialistas no le quisieron porque hacía negocios con Javier de la Rosa y sus entonces amigos kuwaitíes, con Mario Conde o con el magnate australiano de la comunicación Rupert Murdoch. En la mayor parte de los casos, fueron socios financieros que ayudaron a Asensio a acometer un asalto a una empresa o un grupo determinado y luego eran abandonados por el editor, previa recompra de sus participaciones.
Tal vez por esa dificultad que tuvo siempre para mantener una buena sintonía con las autoridades, Asensio no consiguió nunca mantener una relación estable en un sector que le obsesionaba: la televisión. Tampoco las aventuras en la radio le han ido especialmente bien. En el último concurso convocado por la Generalitat para la concesión de frecuencias de frecuencia modulada, el Grupo Z se quedó fuera.
En 1989 constituyó Univisión Canal 1 para presentarse al concurso para las adjudicaciones de la televisión privada que se iba a celebrar al año siguiente. Su oferta fue rechazada, mientras sus principales competidores, el Grupo Prisa (Canal Plus) y el Grupo Godó (Antena 3) recibían un canal cada uno. El tercero fue para Tele5, entonces participada por Anaya, la ONCE y Berlusconi.
Pero Asensio no se dio por vencido. En 1992, sólo dos años después de la adjudicación, Asensio desembarcó en Antena 3 TV de la mano de Rupert Murdoch y del Banesto de Mario Conde.
Permaneció casi cinco años en el accionariado de la cadena privada de televisión, cuentan que contra el consejo de algunos de sus más fieles colaboradores. El pacto de nochebuena suscrito entre Asensio y Jesús Polanco, el poderoso presidente de Prisa, para repartirse el mercado del fútbol en diciembre de 1996, hizo que el Gobierno del PP se sintiera traicionado por Asensio. El editor catalán llegó a denunciar públicamente que el entonces secretario de Estado de Comunicación, Miguel Angel Rodríguez, le había amenazado con la cárcel en enero de 1997.
En julio de 1997, Asensio volvió a sorprender al mercado al vender su participación en Antena 3 a Telefónica.
Pero Asensio le había cogido el gusto a uno de los principales negocios en el mundo de la televisión, la gestión de derechos, especialmente los vinculados al mundo del fútbol.
La actividad inversora de Asensio se ha centrado en los últimos dos años, amén de su participación en el lanzamiento del diario La Razón, en adquirir clubes de fútbol. El editor encendió las luces de alarma del mundillo cuando trascendió que controla, al menos, seis clubes de fútbol: el Mallorca, el Málaga, el Hércules, el Sporting, el Ourense y el Sevilla.
En el último año, Asensio, que durante más de 20 años ha dirigido su grupo de una forma muy personal y directa, junto a un reducido grupo de colaboradores, empezó a preparar su prematura sucesión. A la vuelta de Estados Unidos y tratado en el Hospital Universitario de Navarra en Pamplona, diseñó el pequeño núcleo que le sucederá. La misión de ese sanedrín es formar a su hijo Anthony, de 20 años, para que se convierta en el nuevo hombre fuerte del grupo. Anthony es miembro del comité de presidencia del Grupo Z, junto a Francisco Matosas, un hombre de confianza de su padre desde hace más de 20 años, y a John Gibbons. El diseño organizativo fue preparado cuando se le detectó la enfermedad a Asensio, pero no está muy claro que llegue a ponerse en funcionamiento tras la muerte del presidente del Grupo Z.
Un tratamiento experimental de la Universidad de Navarra sirvió al editor en la segunda mitad del año pasado para experimentar una mejoría que se ha demostrado pasajera. Sin embargo, le permitió ver culminado uno de los sueños en los que se había embarcado en los últimos tiempos: la remodelación completa de El Periódico de Catalunya, que suma a su oferta editorial bilingüe un modelo de periódico íntegramente en color. En noviembre, Asensio pudo asistir a la inauguración de la nueva rotativa del periódico en Parets del Vallès presidida por el Rey.
Fue prácticamente uno de los últimos actos públicos a los que asistió Asensio. A mediados de diciembre, una complicación en su enfermedad provocó el ingreso del editor en una clínica paliativa para pacientes terminales.
Ahora, desaparecido el editor, la incertidumbre se cierne sobre el futuro del grupo que creó en vida. Durante la agonía de Asensio han sido diversas las ofertas recibidas por los herederos de Asensio. El Grupo Correo, Prisa y Planeta son tres de los candidatos más firmes a entrar en el capital del holding de Asensio.
Asensio se encontraba en coma desde el pasado 3 de enero y en los últimos dos meses había sufrido dos infartos cerebrales. Nunca llegó a despertar.
27 Abril 2001
No tan «a la antigua usanza»
¿Hay que ser políticamente correcto hasta el punto de renunciar a la responsabilidad del periodista de contar las cosas como son, o como él (o ella), lo más honrada e industriosamente posible, ha podido colegir que son? Para algunos, parece que sí. Y por ese camino el periodismo se nos va a morir del todo.
Cuando dos grandes personajes del Estado profieren dos memeces insignes -que el castellano es una lengua que «nunca» se impuso a nadie y que lo de España con ETA es como lo de Israel con Palestina-, vamos y le quitamos hierro porque, claro, son dos grandes personajes del Estado. Pues no. Un poco de naturalidad, por favor. Que hasta los altísimos pueden meter la pata hasta el corvejón, y no hay por qué disimularlo, que nuestra democracia ya está lo bastante asentada como para aguantar eso y bastante más. ¿O es que hay algún otro motivo para esos ataques de una suerte de síndrome de la doncella sonrojada que nos dan últimamente a los periodistas españoles?
Lo mismo podemos decir de la muerte, especialmente triste por prematura y precedida de una dolorosa enfermedad, de Antonio Asensio. Una cosa es no ensañarse inútilmente en un momento luctuoso, y otra es maquillar el historial del fallecido hasta extremos inusitados. Así, hemos visto surgir en torno a Asensio una sorprendente y repentina hagiografía en muchos medios. Sin ir más lejos, en el obituario que EL MUNDO dedicó al presidente fallecido del Grupo Zeta, que empezaba así: «Pasará a la Historia como el último magnate español de la prensa. Fue un editor a la antigua usanza».
Hombre, si también pensamos que Robert Hersant, Rupert Murdoch o Silvio Berlusconi han sido editores «a la antigua usanza», pues bueno, pues vale. Pero no es ése el perfil que a uno se le ocurre primero de Asensio. La agresividad, el instinto, sí. Pero la solidez del editor clásico, no mucho. Interviú fue un éxito, pero nadie dice ya nada de las otras revistas, mucho menos presentables, que le lanzaron empresarialmente. Sobre el inicuo pacto de los editores que acabó con Antena 3 se pasa de puntillas, como sobre el pacto de Nochebuena con Polanco o los constantes pactos (e intentos de pacto) con poderes políticos de un signo u otro. Las tácticas musculosas para competir en el mercado y los quioscos han quedado olvidadas. Y el control de varios clubes de fútbol, falseando la competición. Y la peculiar corte de directivos con que se rodeaba en Zeta…
Eso también hay que contarlo.