29 agosto 1964

Se le vinculó con conspiraciones y el atentado de Begoña sin que se pudiera demostrar

Muere el falangista radical Emilio Rodríguez Tarduchy, procurador en Las Cortes y ex director del periódico LA CORRESPONDENCIA MILITAR

Hechos

El 29 de agosto de 1964 falleció el coronel D. Emilio Rodríguez Tarduchy.

Lecturas

ESTEBAN BILBAO: «FUE UN HOMBRE FIEL A SUS LEALTADES»

El presidente de Las Cortes franquistas D. Esteban Bilbao, dedicó en la siguiente sesión unas emotivas palabras al fallecido:

«Rodríguez Tarduchy vivo ejemplo de la perseverancia en el ideal: colaborador de don Miguel Primo de Rivera a sus inmediatas órdenes, permaneció en las filas de la Unión Patriótica hasta la hora en que las torpezas del sectarismo partidista acabó con la vida política del supuesto dictador, presagio funesto de su cercana muerte».

«Cayó el dictador víctima de la amargura con que desde extranjero suelo veía resquebrajarse el Trono que él hubiera querido salvar, y todo ello en nombre de una ilusoria normalidad constitucional que acabaría fatalmente con toda posible normalidad con la misma Constitución y con el mismo Trono, mientras en el suelo de la Patria germinaba una segunda República prometedora de bienandanzas sin cuento, pero tiznada ya por el humo de los incendios y la sangre de sus primeras víctimas»

«Tarduchy, fiel a sus lealtades de siempre, se incorporó desde la hora primera en las filas de la Falange como un culto póstumo a la memoria de su antiguo jefe, renovado en la persona del hijo, en quien veía sublimados por una superior concepción ideológica, muchos de los anhelos paternos, gracias a la juventud, al talento, a la elocuencia y al genio organizador de su nuevo jefe, José Antonio, capitán a su vez de una hueste juvenil inteligente, prometedora y militante». 

«Militar por vocación y soldado de la Patria, Tarduchy se incorpora desde el primer día a la obediencia de Franco en el seno de la Falange Española Tradicionalista y de las JONS, sin reservas ni reparos en los múltiples empeños y cargos que le impusiera la disciplina del Movimiento. Cuando ya largos los años y menguadas las facultades, aunque vivo el entusiasmo, pudiera Tarduchy reclamar el descanso necesario, pero jamás apetecido era de verle año tras año, desde la reunión primera en que José Antonio pronunciara su discurso fundacional hasta los días últimos de su vida, presente siempre en el teatro de la Comedia como un ejemplo de noble veteranía que no permitía jubilación, entonando los vítores a la España Uno, a la España Grande y a la España Libre, humno oficial de sus esperanzas nunca marchitas».