3 julio 2010

Católico era uno de los principales referentes del partido en Baleares

Muere Félix Pons Irazazábal (PSOE), ex ministro en el Gobierno de Felipe González y ex Presidente del Congreso entre 1986 y 1996

Hechos

Fue noticia el 3 de julio de 2010.

03 Julio 2010

La ética en la acción política

Anabel Díez / Andreu Manresa

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Félix Pons, presidente del Congreso en la última legislatura de Felipe González

«Mi profesión, mi vocación, es la de abogado, la política es un paréntesis», advertía Félix Pons Irazazábal (Palma, 14 de septiembre de 1942), que ayer murió a los 67 años, para subrayar su pasión por el derecho y cierta distancia hacia los políticos profesionalizados. Sí, un paréntesis pero muy intenso, de 10 años en la presidencia del Congreso y casi dos anteriormente como ministro de Administración Territorial con Felipe González, en los que vivió la política con dedicación y con extremado sentido ético. Y, antes, comprometido con las libertades en la dictadura.

Su afán por el respeto a las reglas de juego democrático le hacía sufrir enormemente con las maniobras y la práctica política de bajos vuelos. Prudente, discreto, desarrolló la presidencia del Congreso de forma exquisita, haciéndose respetar en tiempos de extremada dureza entre partidos. Al perder el PSOE las elecciones en 1996, Félix Pons, socialdemócrata y cristiano, regresó a su bufete de Palma de Mallorca y a las clases de Derecho Administrativo en la Universidad de las Islas Baleares (UIB), de la que era doctor honoris causa. Ayer murió en una clínica de Palma, casi un año después de que un cáncer mostrara sus síntomas cuando realizaba un crucero con su familia por el mar del Norte.

Gran apologista de la Transición y en especial de la Constitución -«es como el aire»-, tuvo la política como un servicio civil. Emparentado con la familia del prócer Antonio Maura, en la vida siguió el ejemplo de su padre, Félix Pons Marqués, democristiano antifranquista, que fue desterrado por participar en el llamado contubernio de Múnich (denominación peyorativa que el franquismo dio a la reunión de numerosos opositores al régimen, de tendencias ideológicas diversas, en la capital bávara en 1962).

Los retratos de su padre -ex presidente del club de fútbol Mallorca y del Banco de Crédito Balear- y de su amigo asesinado por ETA, el ex presidente del Tribunal Constitucional Francisco Tomás y Valiente, estaban ubicados como referencias en su gabinete de jurista, al que cada mañana acudía casi de madrugada con los periódicos leídos. Su amplísima cultura le situaba en la órbita infrecuente del político intelectual, gran jurista y humanista, por vocación, formación y actitud. La poesía y la ópera estaban entre sus aficiones, junto a su alineamiento futbolístico con el Barcelona y el Palma.

Tras salir de la presidencia del Congreso en 1996, se apartó de la vida de partido, en la que entró en 1974, afiliándose al PSOE aún en la clandestinidad, para reconstruir el partido con otros muchos jóvenes que apenas se conocían. Llegó a ser secretario general del PSOE de Baleares y después presidente del partido. En 1983 encabezó la primera candidatura autonómica. Empató a escaños con Gabriel Cañellas de Alianza Popular (el actual PP), pero entonces apareció la bisagra Unió Mallorquina (UM) y decantó el poder hacia la derecha tras un pacto auspiciado por los banqueros March. Su gran oratoria hacía aún más visible la denuncia de la entonces cerrada sociedad insular, así como de los primeros escándalos de corrupción. Lo que vino en llamarse Baleares, SA.

Su apartamiento de la política no significó que se sintiera ajeno a lo que ocurría. Buena prueba de ello daba cada 6 de diciembre cuando acudía invariablemente a la conmemoración en el Congreso del Día de la Constitución. Pons aprovechaba para reunirse con colaboradores y amigos de su etapa de presidencia. Sus reflexiones seguían cautivando por su profundidad y finura. Mantenía su preocupación por la calidad de la democracia. No hace mucho anotó este comentario: «Lo que vemos desbarata cualquier sensación de bienestar que pudimos llegar a sentir, confortablemente instalados en la calidez de nuestras estufas y de nuestros libros».

Su esposa, Carmen Aguirre, y sus tres hijos, y ahora sus nietos, fueron el motor esencial de su vida. También mantuvo siempre una estrechísima relación con su hermano Josep, Pepe, embajador de España en Austria. «El mundo visto tras el cristal de las ventanas no logra impregnarse de la serenidad del aguanieve que cae, ordenada y pacífica», contestó por correo electrónico en febrero pasado mientras Palma vivía un día de frío y nieve y él se recuperaba de una sesión «de reclusión forzosa» de quimioterapia.

03 Julio 2010

Un político con dotes especiales para el consenso

Fernando Merino

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Desde 1996, tras dejar en marzo de aquel año la presidencia del Congreso de los Diputados, el mallorquín Félix Pons permanecía al margen de la política activa, sin dejar por ello de observar con sentido crítico lo que iba deparando el día a día.

Había regresado a su Palma natal tras una dilatada estancia en Madrid, en la que destacó como ministro de Administraciones Públicas en el primer Gobierno de Felipe González y, después, como presidente de la Cámara Baja durante casi una década, siendo hasta la fecha de hoy la persona que ha protagonizado el periodo más largo en este cargo.

La clave de tan larga permanencia al frente de la Cámara queda perfectamente resumida en la nota hecha pública ayer por la dirección del PSOE, tras conocer el fallecimiento de Félix Pons. De él destacan su «ejemplo de ecuanimidad y de capacidad para arbitrar las lógicas diferencias políticas». No en vano, desde que llegó a su despacho en el Congreso, se impuso como norma de trabajo «la proscripción de la rutina y el cultivo permanente de la reflexión renovadora».

Pons había ingresado en 1975 en el PSIB-PSOE, llegando a secretario general de los socialistas de las Baleares. Tuvo una intervención muy destacada en el proceso de elaboración del Estatuto de Autonomía de esta Comunidad, y fue el primer candidato socialista a president del Govern en las elecciones autonómicas de 1983, que ganó el candidato de Alianza Popular Gabriel Cañellas.

A partir de entonces, Pons se centró en su actividad política en Madrid, desarrollando una intensa actividad que le llevaría a convertirse en uno de los dirigentes más destacados de la Transición. Fue elegido diputado por Baleares en la primera legislatura, la iniciada en 1977, y ocupó su escaño hasta que fue nombrado presidente de la Cámara. Hay un reconocimiento unánime sobre su gran categoría humana, claridad, rectitud y honestidad.

Nada más llegar al Ministerio de Administraciones Públicas, en 1985, encargó un estudio sobre la participación de las comunidades autónomas a través del Estado en la UE, un tema que le interesaba especialmente. El Tratado de Adhesión a las entonces llamadas Comunidades Europeas se había firmado en junio de 1985, haciéndose efectivo el ingreso de España el 1 de enero de 1986.

En el Congreso, fue un presidente serio, discreto, riguroso en el cumplimiento del Reglamento, garante de la seguridad jurídica de los diputados y nada amigo del espectáculo. Le tocó presidir varias de las sesiones más tormentosas de la historia de la democracia, celebradas en aquella legislatura de la crispación, entre 1993 y 1996, la última de Felipe González.

Gobernó con mano firme el orden en la Cámara durante los debates a cara de perro de Guerra y González con el PP e IU sobre la corrupción y la guerra sucia de los GAL, así como los intensos enfrentamientos González-Aznar en los debates del estado de la Nación. Para la Historia queda su orden de desalojo de los diputados de Herri Batasuna en la tensa sesión con la que se abrió la legislatura del 89. «Don Juan Cruz Idígoras de Gerricabeitia, abandone el hemiciclo», dijo con voz firme, antes de suspender la sesión ante la desobediencia del parlamentario de HB.

Nada más regresar a la capital balear, en 1996, Pons ejerció la abogacía al frente del despacho heredado de su padre, compaginándolo con su actividad docente como profesor de Derecho Mercantil en la Universitat de les Illes Balears.

El pasado verano le fue diagnosticado un cáncer de páncreas, que no le impidió seguir en activo hasta hace pocas semanas, a pesar del severo desgaste que le provocaba el tratamiento de choque.

Tuve ocasión de entrevistarle el pasado mes de mayo, probablemente la última vez que concertó un encuentro con un periodista. Fue una distendida conversación, fluyendo la entrevista de forma natural a pesar de las molestias que ya acusaba por las sesiones de quimioterapia. Le preocupaba la pérdida de valores y su reflejo en la sociedad actual, y lo reflejaba desde su condición de creyente: «Lo que se consideraba la existencia de una sociedad con un sentido, orientada por algo que le venía de fuera de ella misma, ha culminado en una sociedad absolutamente autónoma, cuya finalidad es ella en sí misma, es decir, no se alimenta de unos objetivos que la trasciendan».

Para una primera aproximación a su perfil político, nada mejor que acudir al inicio de la tercera legislatura, el 15 de julio de 1986, y recuperar sus primeras palabras como presidente del Congreso.

Decía entonces Félix Pons Irazazábal que la Mesa presidida por él debía trabajar desde el compromiso con el pulso social, siendo sus herramientas la libertad y el pluralismo: «Libertad para que ninguna energía se orille o malgaste, y pluralismo como expresión de tolerancia y convivencia que se teje al hilo de la razón y el argumento». Resulta significativo que en aquella tercera legislatura fuese elegido presidente del Congreso con 322 votos de los cerca de 350 posibles.

Circunstancia que no se ha vuelto a producir y que, en sí misma, deja a las claras estar hablando de un hombre tolerante, moderado en sus planteamientos y dialogante.

Después de Antonio Maura, del que era descendiente colateral, Félix Pons sin duda es el mallorquín que más alto ha llegado en el ejercicio de responsabilidades políticas.

Persona de fuertes convicciones progresistas, tenía sin embargo un perfil moderado, y en ello tuvo que ver la figura de su padre, que durante la República destacó por su vinculación al grupo Izquierda Democrática Cristiana. Otro de los sólidos mimbres que le ayudaron a tejer su compromiso político fue su profesor de matemáticas en el bachillerato -corría el año 1954-, el jesuita Juan García Nieto, uno de los fundadores del sindicato Comisiones Obreras, y de quien Félix Pons recordaba que era «muy avanzado de ideas, muy comprometido».

Uno de sus estrechos colaboradores durante sus primeros años como presidente del Congreso me comentaba el viaje de Félix Pons a Polonia, en 1987, y la impresión que le causó la visita al campo de exterminio de Auschwitz. Experiencia sobrecogedora para una persona como él, con una gran sensibilidad, a quien estas formas de barbarie provocaban un rechazo muy notable. En la actualidad, Pons se encontraba escribiendo sus Memorias. Sólo ha podido dejar unas 60 páginas, que arrancan con su visita a la URSS de Gorbachov.

De vuelta con la crisis de valores y a propósito de la polémica Educación para la ciudadanía, apuntaba: «Se trata de una asignatura que incide en el desarrollo de valores de responsabilidad y de solidaridad. Entonces, si esto es lo que ha ocurrido con esta asignatura, ¿cómo será posible ponerse de acuerdo en los valores que tienen que sacarse a flote?».

Félix Pons Irazazábal, ente otros reconocimientos había sido distinguido con la Gran Cruz de Carlos III y la Medalla de Oro de la Comunidad Autónoma de Baleares.

Félix Pons, ex presidente del Congreso, nació el 14 de septiembre de 1942 en Palma de Mallorca, ciudad donde murió el 2 de julio de 2010.