2 julio 1932
Muere Manuel II, el último rey de Portugal, exiliado en Reino Unido
Hechos
Falleció el 2 de julio de 1932.
Lecturas
Ha fallecido en Twickenham (Reino Unido) el que fuera último rey de Portugal, don Manuel II, a la edad de 43 años. Segundo hijo del rey Carlos, accedió al trono portugués en 1908 tras el asesinato consecutivo de su padre y de su hermano mayor.
Gran patriota, intentó por todos los medios mediar entre las distintas posturas políticas, lo que no pudo lograr por falta de apoyo y por su debilidad de carácter. Destronado por la sublevación militar del general Carmona, en octubre de 1910, fue expulsado del país. Refugiado desde entonces en Reino Unido, siguió preocupándose por los asuntos de su país y en diversas ocasiones criticó la dictadura que lo gobernaba.
Querido por todos los portugueses, su muerte ha causado un gran duelo.
El Análisis
En julio de 1932 falleció en el exilio, en Inglaterra, Manuel II de Braganza, el último rey de Portugal. Con él desaparece una figura que, aunque reinó brevemente, encarna uno de los momentos más decisivos de la historia contemporánea lusa: el trágico fin de la monarquía y el advenimiento de la Primera República.
Manuel II ascendió al trono en 1908, tras el brutal asesinato de su padre, Carlos I, y de su hermano mayor, Luis Felipe, a manos de militantes republicanos en Lisboa. Apenas tenía 18 años cuando se convirtió en rey, y desde entonces fue conocido como el «rey triste». Su reinado, breve y convulso, estuvo marcado por la imposibilidad de reconciliar a un país profundamente dividido entre monárquicos y republicanos, en medio de crisis sociales, inestabilidad parlamentaria y creciente radicalización política.
En 1910, apenas dos años después de su ascenso, la Revolución republicana de Lisboa puso fin a su trono. Manuel II partió al exilio en Inglaterra, donde llevó una vida discreta, dedicada a la cultura, los libros y la música, y siempre con un aire melancólico. Nunca intentó un retorno por la fuerza; aceptó su destino con dignidad y se convirtió en un símbolo nostálgico de una monarquía perdida. Sin hijos, su muerte marca también el fin de la rama constitucional de los Braganza, trasladando cualquier aspiración monárquica a ramas colaterales, divididas y sin peso real en la política portuguesa.
Hoy, su figura es recordada sin el brillo de los grandes reyes, pero tampoco con la mancha de la tiranía. Manuel II fue un monarca atrapado por las circunstancias, demasiado joven para enfrentar un país convulsionado y demasiado débil para sostener una dinastía en decadencia. Su final, en la tranquilidad de Inglaterra y lejos de Lisboa, simboliza también la transición de Portugal hacia un siglo XX donde la monarquía dejó de ser opción real, primero bajo una república inestable y, ahora, bajo una dictadura militar que comienza a perfilar su nuevo rumbo bajo Carmona y Salazar.
J. F. Lamata