9 septiembre 2008

El actor se verá obligado a mandar un comunicado matizando sus palabras

Polémica entrevista al oscarizado actor Javier Bardem de Lynn Hirschberg (‘The New York Times’): «los españoles son una panda de imbéciles»

Hechos

La entrevista de D. Javier Bardem en ‘The New York Times’  fue comentada los días 8, 9 y 10 de septiembre de 2008 en TELECINCO, ANTENA 3 TV y LA SEXTA.

Lecturas

El lunes 8.09.2008 las palabras del Sr. Bardem a ‘The New York Times’ fueron analizadas en el programa ‘Está Pasando’ de TELECINCO en el que sus tertulianos encabezados por la Sra. Pepa Jiménez se mostraron críticos contra el Sr. Bardem por haber dicho que «los españoles son duros, critican mi trabajo y creen que me vendí. Me dan ganas de decirles: sois una panda de imbéciles». Para ‘Está Pasando’ era ‘Hollywood’ el que volvía intratables a los actores españoles que triunfaban.

El martes 09.09.2008 era D. Jesús Mariñas en el que analizaba las palabras del Sr. Bardem: Su mamá [Pilar Bardem] es bastante anti-española. Siempre nos trataron muy bien. Pero ahora cuando están aupados al éxito en Estados Unidos cambian de actitud sobre los españoles.

Comunicado del Sr. Bardem.

«Me duele especialmente que alguien pueda pensar que yo he dicho semejante agravio contra la misma población porla que siento tal respeto, admiración y agradecimiento».

09 Septiembre 2008

España no es país para insultos

Anna Grau

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Ayer por la tarde estaba previsto que Javier Bardem presentara en Manhattan su película «Invisibles», la primera que él produce y donde junta a directores como Wim Wenders, Isabel Coixet o Fernando

Ayer por la tarde estaba previsto que Javier Bardem presentara en Manhattan su película «Invisibles», la primera que él produce y donde junta a directores como Wim Wenders, Isabel Coixet o Fernando León de Aranoa para tocar la crisis humanitaria del Congo. Por la mañana se canceló su presencia por «circunstancias imprevistas» que hasta los menos malpensados del lugar relacionaron inmediatamente con su entrevista del día antes en «The New York Times», donde ponía a parir a la «panda de imbéciles» que a su juicio hay en España.

El domingo 7 de septiembre fue un día mediáticamente grande para Bardem. Se ocuparon de él los dos mayores periódicos norteamericanos. «The Washington Post» publicaba otra entrevista que rebosaba admiración por la solidaria cara oculta del ganador de un Oscar. «Bardem apunta los focos al sufrimiento humano», titulaban, contando cómo el actor español de moda pasó hace años una temporada en el Congo con Médicos sin Fronteras. Buscaba inspiración para un papel y se encontró con lo inolvidable de su propia insignificancia. «Dije: ¿y yo qué puedo hacer? Y ellos me preguntaron: ¿puedes curar, eres médico o por lo menos enfermero?», recuerda.

Se sintió tan mal que no paró hasta dejar de ser un inútil. Puso su estrellato a la disposición de los más olvidados. Ofreció su apoyo financiero y publicitario a varios directores para que sajaran la conciencia del mundo. Se alió con Enoughproject, una potencia humanitaria norteamericana, que ayer lo tenía todo preparado para llamar la atención y recaudar fondos.

Esto por lo que se refiere al doctor Jekyll. Por desgracia, la entrevista a «The New York Times» la había concedido míster Hyde. Un Bardem lenguaraz y frívolo, empalmando modelito tras modelito ante la cámara atónita. Aunque más atónita quedaría la periodista al oírle quejarse de que en España muchos le miran mal y le acusan de haberse vendido (bien barato, ya que sería al dólar) después de entrar en la rueda de los Oscar. «Te dan ganas de decir, ya vale, panda de imbéciles», se sincera el actor. Quien se queja de que «el Oscar a ti te cambia un poco, pero a los que te rodean les cambia tremendamente», y reivindica que él se sigue considerando «el mismo tío estúpido y limitado de siempre».

Etcétera. Ahondando en el contexto se aprecia que a Bardem se le calentó la boca más que la mala intención y que en el fondo respira por una herida previsible: quizás es mucho pedir que cierto público acostumbrado a verle en manifestaciones contra la guerra de Irak y diciendo pestes de Estados Unidos. no se extrañe de su éxito en Hollywood.

Los más sensatos recuerdan la gran verdad oculta: ¿quién dijo que un actor tiene que ser fino analista de nada, o simplemente inteligente? Despojados de guión, muchos de ellos devienen personas peligrosamente normales y corrientes. Lo triste en este caso es que la metedura de pata en «The New York Times» haya deslucido tanto la presentación manhattanita de «Invisibles», un hermoso proyecto que no merecía peligrar por la mala cabeza y peor lengua de su promotor. Está previsto un nuevo pase mañana miércoles en la ciudad de Washington. ¿Asistirá esta vez Bardem? ¿O seguirán bajando demasiado turbias las aguas? Además ya se sabe quién al final tiene la culpa de todo: ¡la prensa!

10 Septiembre 2008

Una lanza a favor de Javier Bardem

Diana Sánchez

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Algo de razón debe de tener Javier Bardem, cuando se ha armado la que se ha armado por unas declaraciones suyas a ‘The New York Times‘; declaraciones que leídas en el contexto son perfectamente comprensibles:

A la pregunta de cómo le habían tratado a su vuelta a España, teniendo en cuenta que en nuestro país se juzga a los actores que han triunfado en América (y esas son palabras de Lynn Hirschberg, periodista de ‘The New York Times’ ), Bardem contesta:

Los españoles son duros. Critican mi trabajo y dicen que me he vendido. Quieres decirles: Ya vale, sois un atajo de estúpidos; pero nunca vas a gustar a todo el mundo.” (The Spanish are tough. They criticize my work and say I sold out. You want to say, ‘‘Stop it — you’re a bunch of stupid people.’’).

Sinceramente, ese sentimiento de frustración es perfectamente legítimo en alguien que, a pesar de haber triunfado, o precisamente por ello, es obligado a justificarse una y otra vez, ante desconocidos que, en muchas ocasiones, sienten una profunda e irracional animadversión por él.

¿Acaso no os ha pasado alguna vez a vosotros lo mismo? ¿Quién no se ha sentido injustamente tratado por algún compañero de trabajo/vecino/familiar/lector/ amigo al que, con mucho esfuerzo, hemos evitado llamar imbécil?

Dicho esto, y después de leer la aclaración que el propio Bardem se ha visto obligado a difundir a través de su representante en España, me gustaría hacer notar algunas otras cosas interesantes que contenía la famosa entrevista, y que pocos se han preocupado en difundir; porque ya se había conseguido un titular muy vendible y polémico.

Entre otras cosas, en el vídeo rodado durante el reportaje Bardem recuerda a su admirada Victoria Abril y una famosa frase de ésta en la que describe a los actores como abogados de sus personajes, defensores a ultranza de éstos, aunque se trate de criminales o caracteres desagradables.

También habla Bardem de que su vida sigue siendo la misma, a pesar de la fama, y que aún se las apaña para ir donde quiere camuflado tras una gorra y unas gafas de sol. Solo le molesta la invasión de su privacidad y la manía de algunos por conocer los detalles de la vida privada de las personas. En ese sentido confiesa que “para muchos la prensa es el enemigo“. (y aquí entiendo que se refiere a los famosos que temen a la prensa del corazón).

No escatima elogios Bardem hacia actores a los que admira, como Al Pacino, del que alaba su actuación en ‘Tarde de perros‘, porque a través de ella consigue entender un poco mejor el mundo que le rodea. “No creo en Dios“, dice Bardem, “pero creo en Al Pacino”.

A la pintura, otra de sus pasiones (una faceta que muestra en ‘Vicky Cristina Barcelona’) confiesa que sigue dedicándose en secreto y que de los 19 a los 23 años se dedicó a su estudio. Tanto le gustaba en aquella época que incluso ejerció de extra en algunos filmes para poderse costear su afición.

Sobre cómo te cambian algunos premios, como el Oscar, Bardem hace una interesante reflexión:

“Después de eso tú cambias un poco, pero la gente que te rodea cambia enormemente. Tienes que recobrarlos y demostrarles que eres el mismo chico estúpido y limitado que eras y no una especie de chico de oro”.

Lo dicho, la entrevista contenía más cosas interesantes que su supuesto agravio a los españoles.