Risto Mejide anima a los concursantes de ‘Operación Triunfo 2008’ que no sigan el camino de Àlex Casademunt: «No acabéis como tertulianos en ‘El Programa de Ana Rosa»

Risto Mejide está enfermo. No me refiero a la fotofobia, esa intolerancia anormal a la luz que le obliga a llevar gafas de sol a las doce de la noche en una cueva. Ni a la seborrea, ese problema dermatológico que hace que la misma media melena que a Aznar le queda como un guante, en él luzca aceitosa: con los excesos de producción grasa de sus crines se puede freír todo el pescaíto que se consume en la feria de abril de Sevilla. Ni siquiera hablo de las gastritis mal tratadas, quizá úlceras, que agrían su ya de por sí bilioso carácter. Risto está enfermo porque, seguramente debido a desajustes en sus instancias psíquicas, no se acepta a sí mismo. «La invasión de ‘talent shows’ ha desinfectado ‘Operación Triunfo’ y la han limpiado de frikis», dice. Y se queda tan ancho.

El escritor francés Georges Bernanos tuvo la suerte de no conocer a Risto. Pero el muy puñetero diagnosticó a la perfección su dolencia: «el mundo exterior podrá hacerte sufrir, pero sólo tú podrás avinagrarte a ti mismo». Y es que Risto pertenece a ese exclusivo club de iconos televisivos que, como Paco Porras, Sánchez Dragó o Pocholo, pueden presumir de haberse hecho a sí mismos. O más bien deshecho. Un excelente trabajo, en cualquier caso, puesto que Mejide es una estrella de ‘Operación Triunfo’ (Telecinco) que, además de superar en popularidad a los mismísimos concursantes, ha sabido convertirse en un friki por encima del resto de frikis.

Lo que pasa es que Risto, pobre, es un enfermo que niega su enfermedad. El frikismo. La imprescindible Frikipedia no deja lugar a dudas y, en su definición de este mal, hace una descripción perfecta del trastorno del jurado de OT: «Estado de enajenación NO transitoria en la que el individuo que lo padece (conocido comúnmente como friki), empieza a sentir un especial gusto por ciertos elementos, conductas y conocimientos considerados ‘raros’ por la sociedad hasta el punto de la adoración, llegando a padecer neurosis obsesivo-compulsivas varias, esquizofrenia, paranoia y en casos extremadamente graves desdoblamientos de personalidad debido a las limitaciones mortales del individuo, la abstención de material subversivo o la sobreexposición a dicho material. No se deje engañar, el frikismo es una enfermedad grave y no se conoce cura alguna«.

Risto Mejide está muy malito.