6 agosto 2005

EL PAÍS publica un editorial contra la excesiva presencia de italianos en el mercado español

Fracasa una operación de Stefano Ricucci para intentar quedarse con RCS Mediagroup (CORRIERE DELLA SERA en Italia y EL MUNDO en España) asesorado por Alejandro Agag

Hechos

Fue noticia el 6 de agosto de 2005 en el diario LA REPUBBLICA.

Lecturas

El 6 de agosto de 2005 la prensa en Italia y el día 8 la prensa en España hace público que Stefano Ricucci ha adquirido el 30% de RCS asesorado por Alejandro Agag. Al cotizar en bolsa en Milán si Ricucci quería hacerse con más del 50% de la compañía necesitaba presentar una OPA, para evitar que esta llegara a presentarse el presidente de RCS Mediagroup, Piergaetano Marchetti, y el Consejero Delegado, Vittorio Colao, convocaron una reunión de todos los accionistas del ‘pacto de sindicación’, quince socios encabezados por FIAT, Mediobanca (que compró la parte de Gemina), Banca Intesa, Pirelli y Capitalia  que se garantizaron que al menos un 51% de la empresa seguía fiel al actual Consejo de Administración que preside Marchetti, ante lo cuál, Ricucci tendrá que renunciar a su intención de presentar OPA alguna.

D. Alejandro Agat, señalado como ‘asesor’ de Stefano Ricucci en sus negociaciones.

El periódico LA REPUBBLICA de Italia informó de la operación el 6 de agosto de 2005 obligando a EL MUNDO a informar sobre ello al día siguiente.

EL PACTO DE SINDICACIÓN DE MARCHETTI IMPEDIÓ LA OPA

Al cotizar en bolsa en Milán si Ricucci quisiera hacerse con más del 50% de la compañía necesitaba presentar una OPA, para evitar que esta llegara a presentarse el presidente de RCS Mediagroup, Piergaetano Marchetti, y el Consejero Delegado, Vittorio Colao, convocaron una reunión de todos los accionistas del ‘pacto de sindicación’, quince socios encabezados por FIAT, Mediobanca (que compró la parte de Gemina), Banca Intesa, Pirelli y Capitalia  que se garantizaron que al menos un 51% de la empresa seguía fiel al actual Consejo de Administración que preside Marchetti, ante lo cuál, Ricucci tendrá que renunciar a su intención de presentar OPA alguna.

07 Agosto 2005

Ligan a Alejandro Agag a una operación hostil para hacerse con el 'Corriere' y EL MUNDO

Rubén Amón

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El diario italiano La Repubblica relacionó en su edición de ayer al yerno del ex presidente del Gobierno español José María Aznar, Alejandro Agag, con una operación hostil que pretendería hacerse con el control del diario italiano Corriere della Sera y el español EL MUNDO.

Este periódico se puso ayer en contacto con Agag, quien declinó hacer ningún tipo de comentario sobre estas informaciones.

Según publicó ayer La Repubblica, el polémico constructor Stefano Ricucci tiene preparado el asalto al Corriere della Sera. Hasta ahora controla el 21% de las acciones, pero ha amarrado las cosas para llegar al 30% y lanzar una OPA sobre el diario milanés.En esta operación estaría amparado en la protección política del primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, y aliado con un misterioso grupo extranjero en el que aparecería Alejandro Agag, que además de yerno de Aznar es amigo estrecho del Cavalière.

Los pormenores de la operación han trascendido de manera casi textual gracias a las filtraciones de la Justicia y a las revelaciones de la prensa italiana. Particularmente del citado diario La Repubblica, que ayer mencionaba con detalle los acuerdos y las conversaciones que se han ido cuajando últimamente en la trastienda del asalto al grupo Rizzoli Corriere della Sera (RCS), propietario del Corriere y principal accionista de EL MUNDO.

Stefano Ricucci, desconocido hasta hace unos meses, se ha erigido en intérprete de la operación con unos recursos financieros de 20.000 millones de euros. Nadie conseguía explicarse la procedencia del capital y las razones de su crédito financiero, pero ahora -con las investigaciones de la Justicia italiana y las informaciones de prensa- las cartas están sobre la mesa. Empezando por la cobertura política de Berlusconi y terminando porque Ricucci reconoce off the record la existencia de un grupo extranjero interesado en apoderarse del principal diario italiano.

Los embajadores de la maniobra serían, según dichas informaciones, tanto Agag como Ubaldo Livolsi, consejero de Silvio Berlusconi en el imperio del holding Fininvest.

Porque resulta que el primer ministro italiano, preocupado por la hostilidad de los diarios tricolores, estaría intentando garantizarse un escenario favorable en el umbral de las elecciones generales de la próxima primavera.

La prueba de este interés está en el contenido de una de las conversaciones que ha reconstruido La Repubblica. Habla Emilio Gnutti, aliado financiero de Ricucci y actor secundario en el asalto al Corriere:

«Si Berlusconi no nos echa una mano, la izquierda va a pillarlo todo». Una frase suficiente para entender el móvil de la operación y para comprender las operaciones bancarias que se han desarrollado paralelamente. Dos de ellas han frustrado las OPA del BBVA y de ABN Amro sobre la BNL y Antonveneta, pero, además, han servido para enriquecer las arcas de Stefano Ricucci, accionista de los dos bancos italianos.

El problema es que la Justicia considera irregular el comportamiento de Ricucci en el caso de Antonveneta. Fundamentalmente, porque su crecimiento accionarial se habrá producido con el dinero de Gianpiero Fiorani, titular del mismo banco (BPL) que abortó la entrada de ABN.

Una laberíntica madeja de intereses que sirve de ayuda para explicar la misteriosa solvencia de Ricucci. También ahora, cuando prepara la OPA sobre el grupo RCS en nombre de su grupo inmobiliario Magiste.

El empresario italiano, según las informaciones de prensa, cuenta con la adhesión de algunos accionistas periféricos, pero tiene que sobreponerse a la oposición del llamado Pacto, que controla más del 51% de RCS y cuyos alfiles interpretarían el asedio de Ricucci en clave de una maniobra política.

En la misma línea se sitúa la reacción de Romano Prodi, líder de la oposición y rival de Berlusconi en las próximas elecciones.«Están sucediendo cosas muy extrañas en la escalada de RCS. Los protagonistas tienen que responder».

El principal, Ricucci, lo ha hecho con una entrevista concedida precisamente al Corriere della Sera. Primero niega que sea un hombre de paja. Después confirma que le interesa crecer en el seno de RCS, pero finalmente se muestra menos explícito con la iniciativa de la OPA. «Ya veremos. Todavía no lo he decidido.Sólo puedo decir que la empresa ha crecido desde mi llegada».

El interés de Ricucci en la operación emprendida también puede explicarse en el ámbito internacional. Particularmente porque, según manifiesta, le interesan dos diarios por encima de todos los demás: «EL MUNDO, que está bien hecho, y el Financial Times, que sin duda es importante».

En la misma entrevista el constructor recuerda que RCS no es sólo Corriere. «Están también el periódico EL MUNDO, la Flammarion.Hay una concesionaria de publicidad. Hay cuotas importantes de Mediobanca». Considera que hay participaciones no estratégicas que pueden venderse por separado para aumentar su valor.

En la amplia información de La Repubblica se recogen algunas conversaciones telefónicas de Ricucci sobre su operación. En una de ellas, el pasado 17 de julio, se dirige a Aldo [presumiblemente Ubaldo Livolsi, consejero de Fininvest] y le dice:

«He hablado con Alejandro [probablemente Agag] y todo va bien.Le he dicho que queremos cerrar en seguida y que deberíamos vernos el miércoles o el jueves en Roma o en París. Alejandro hablará entre hoy y el lunes con quien tú ya sabes. Le he dicho que tenemos el 24% y que deberíamos hacernos con un 30% más para llegar por lo menos al 51%». La respuesta de Aldo es: «Lo importante es que conste como una operación conjunta, para que consten tanto el socio industrial como el socio financiero».

Al día siguiente, Ricucci habla con otro interlocutor, Arnaldo Borghesi, a quien informa de que lo han vendido todo en la BNL.Este le responde: «Es un paso fundamental para el asunto de RCS».

Un día más tarde, Ricucci vuelve a hablar con Livolsi, quien le dice que ha hablado con Alejandro. «Estaba muy contento porque la reunión de París ha ido bien. Alejandro me ha pedido que le eche una mano para demostrar que el precio que queréis lanzar sigue en pie, porque a los demás les parece demasiado alto. Ellos están trabajando en una especie de break-up». Ricucci responde: «Yo creo que RCS no vale menos de ocho euros, 8,40».

El día 19 Ricucci tiene varias conversaciones que revelan problemas con algunos créditos que Unicredit quiere que le devuelvan. «Profumo se está poniendo en mi contra. Ayer recibí una carta en la que pide los créditos, porque no quiere prestarse a mis operaciones de alto nivel».

Por la noche Ricucci llama a Livolsi, y de nuevo vuelve a surgir «Alejandro» en la conversación. El consejero de Fininvest le informa de que ha hablado con él. «Me ha dicho que prepararían un encuentro en París el miércoles. Alejandro Agag llega mañana por la noche a Roma, podríamos vernos».

08 Agosto 2005

Los lectores de EL MUNDO, garantía de su independencia

EL MUNDO (Director: Pedro J. Ramírez)

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Apenas se habían recuperado del sobresalto producido por el extravagante ultimatum del juez Del Olmo, en el que se amenazaba al director de este periódico con imputarle un delito penado con un año de cárcel si no entregaba los Papeles del 11-M cuando los lectores de EL MUNDO tuvieron que desayunarse ayer con otra noticia alarmante: la implicación de Alejandro Agag, yerno del ex presidente Aznar, en una ‘operación hostil’ para hacerse con el control del grupo italiano RCS, principal accionista de este diario.

El episodio se inscribe dentro de la ofensiva que protagonizan el constructor Stefano Ricucci y una serie de aliados locales para apoderarse de instituciones financieras italianas como BNL y Antononveneta – abortando así su compra por el BBVA y por un banco holandés – y, al mismo tiempo, para hacerse con las riendas de la editora del CORRIERE DELLA SERA. Su problema es que la magistratura ha visto indicios de prácticas ilícitas en sus maniobras bursátiles – auspiciadas por el propio gobernador del Banco de Italia, el intervencionista Fazio – , ordenando pinchar sus teléfonos y propiciando que salgan a la luz las conversaciones y manejos de un elenco en el que figura ese tal ‘Alejandro’.

No ha sido difícil constatar y comprobar que se trataba de Agag, perejil de todas las salsas hispano-italianas gracias a su estrecha amistad con Berlusconi. Esta es, de hecho la clave que hace coherente todo el esquema, pues el año próximo hay elecciones en Italia y la creciente decepción con su gestión de la clase empresarial más solvente parece estar llevando a personas del entorno del primer ministro a desarrollar una serie de ataques preventivos sobre importantes cotas de poder económico y mediático.

Durante los casi 15 años en que ha formado parte de nuestro accionariado el grupo RCS – gobernado por un pacto estable que incluye instituciones como Mediobanca o FIAT – ha sido un activo garante de la independencia de la línea editorial de EL MUNDO, tal y como quedó definida en sus principios fundacionales. Estamos convencidos de que así continuará siendo en el futuro, de acuerdo con la lógica de lo que ya es un gran grupo multimedia europeo, comprometido con la causa del periodismo de calidad.

Sirva en todo caso esta advertencia final para aviso presente y futuro a cualquier tipo de aventureros, traficantes de influencias, especialistas en pelotazos y magnates acaparadores: el verdadero valor de un periódico no son sus edificios, ni sus activos industriales, ni siquiera su mancheta, sino ese vínculo intelectual intangible que une a quienes lo leen con quienes lo escribimos. Y eso es algo que, como ya se ha demostrado anteriormente, no se puede comprar con el dinero. Mientras los lectores de EL MUNDO sigan teniendo tan claras sus motivaciones y preferencias, nadie podrá impedir que cuenten con un periódico a la medida de sus deseos.

09 Agosto 2005

Grandes maniobras

EL PAÍS (Director: Jesús Ceberio)

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La incursión de Stefano Ricucci en el accionariado de RCS, holding editorial propietario del mayor diario italiano, el Corriere della Sera, ha suscitado infinidad de teorías y especulaciones en las últimas semanas. Primero, porque constituye el asalto de un especulador inmobiliario de apenas 40 años, que hace 15 trabajaba como mecánico dentista, a una sociedad que reúne a la vieja aristocracia económica del país. Segundo, porque, simultáneamente, Ricucci participa en las batallas por el control de la Banca Nazionale del Lavoro (frente a una OPA del BBVA) y de la Banca Antonveneta (frente a una OPA de ABN Amro) y ha movilizado, según estimaciones bursátiles, hasta 1.800 millones de euros en el múltiple empeño. Los italianos se preguntan de dónde saca Ricucci tanto dinero y si actúa por su cuenta o por la de alguien oculto.

En su calidad de bisagra entre las dos operaciones bancarias y el intento de compra del gran grupo editorial, Ricucci se erige en protagonista de una temporada financiera repleta de escándalos en Italia. Las fiscalías de Roma y de Milán y la autoridad bursátil han abierto investigaciones sobre las presuntas irregularidades cometidas por la Banca Popolare Italiana, el propio Ricucci y varios de sus aliados, y han autorizado a la policía a grabar las conversaciones telefónicas de los sospechosos. De las grabaciones, que debían mantenerse en secreto hasta la celebración de un eventual juicio pero se han filtrado de inmediato a la prensa, emerge un panorama preocupante.

El gobernador del Banco de Italia, Antonio Fazio, teórico árbitro imparcial del mercado bancario, aparece como un firme aliado de Popolare Italiana y de Unipol, las entidades que han capitaneado la resistencia a las ofertas de ABN Amro y del BBVA en nombre de la «defensa de la italianidad» del sistema crediticio. La caída de la credibilidad de Fazio y del propio Banco de Italia, tras la difusión de las charlas del gobernador con el consejero delegado de Popolare Italiana, ha sido reconocida por el propio ministro de Economía y ha provocado consecuencias inmediatas. La agencia de calificación de riesgo Standard and Poors empeoró el lunes sus previsiones sobre la economía italiana para 2006 de «estables» a «negativas», y lo justificó por la «pérdida de prestigio del Banco de Italia» y las turbulencias propias de un año electoral.

De las grabaciones policiales emerge también parte de la red de contactos de Stefano Ricucci, en la que, si es cierto lo que se afirma en las conversaciones intervenidas, figuran Alejandro Agag, yerno de José María Aznar, como intermediario y representante de un grupo financiero de nombre no desvelado, y el propio Silvio Berlusconi, presidente del Gobierno, dueño de las tres grandes televisiones privadas italianas y principal fortuna del país. La presencia de Aldo Livolsi, miembro del consejo de Fininvest, el holding de Berlusconi, entre los colaboradores de Ricucci hace suponer que Il Cavaliere no es totalmente ajeno a las maniobras del joven inmobiliario. Berlusconi aseguró ayer que los rumores sobre su participación en el intento de compra de RCS eran «un castillo de fantasías y mentiras». Hasta esa declaración, el único comentario del primer ministro sobre el asunto había consistido en una crítica a las escuchas telefónicas y en el anuncio de una ley para restringir a los jueces el derecho a utilizarlas.

Los confusos acontecimientos italianos no son ajenos a España. Berlusconi es propietario de TELECINCO. RCS es propietario del diario EL MUNDO. Y otro grupo italiano, De Agostini, controla con Planeta la mayoría del capital de ANTENA 3 TV. Cualquier reorganización del sistema de medios de comunicación en Italia (donde sólo los diarios Corriere della Sera y La Repubblica mantienen independencia empresarial respecto al poderoso grupo mediático de Berlusconi y a la televisión pública, controlada también por Il Cavaliere desde el Gobierno) tendría una repercusión inevitable en el mapa informativo español.

09 Agosto 2005

La sombra del presidente

Sergio Romano

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Supongo que resulta difícil para los lectores orientarse en este torbellino de escuchas y declaraciones, especialmente las que conciernen al presidente del Consejo de Ministros, Silvio Berlusconi. No vayan a creer que el autor de este artículo tiene las ideas más claras. Leo que el financiero Stefano Ricucci, que prepara una operación para hacerse con el control del CORRIERE DELLA SERA, va a reunirse con Berlusconi para pedir su intervención. Pero no sé si dicho encuentro se ha producido realmente. Leo que Emilio Gnutti, que participa en la misma operación, le ha dicho a Ricucci que ha hablado con el presidente del Consejo y le ha pedido que les eche una mano. Pero no sé si han mantenido realmente dicha conversación e ignoro cuál ha sido la reacción de Berlusconi.

Leo que también está implicado en la operación Alejandro Agag, yerno del ex presidente español José maría Aznar. Pero no sé si tal afirmación es cierta. Leo que los contactos con Agag se producen a través de Ubaldo Livolsi, consejero de Fininvest, el holding de la familia Berlusconi. Pero no tengo pruebas de que Livosli – que hoy confirma en el CORRIERE su implicación en el asunto – actúe por encargo de Silvio Berlusconi. Leo noticias de almuerzos, cenas, conversaciones nocturnas. Leo incluso que Flavio Briatore quiere mediar entre Ricucci y Berluconi para la escalada del grupo RCS, y me siento tan culpable como si escuchara tras una puerta o mirase por el ojo de la cerradura.

Pero existen otras declaraciones que no ofrecen ningún ge´nero de duda. Por ejemplo, sé que Berlusconi declaró públicamente en cierta ocasión: «Está completamente descartada toda relación entre la operación del señor Ricucci y nuestro grupo, mi grupo. No hay nada de nada. Doy mi palabra de honor de que mi grupo no tiene ningún interés en la operación de RCS».

Perfecto, parece una declaración clara y tranquilizadora. Sin embargo, en la misma ocasión Berlusconi defendió a Ricucci y añadió: «Nosotros, viendo que la operación genera hostilidad tan inaceptables, también nos planteamos ciertas cuestiones. Si se respetan las reglas del mercado, no se puede lanzar una campaña contra alguien que actúa dentro de esas reglas (…). Los poderes fuertes acusan a quien les estorba».  Se trata de un juicio acerca de la legitimidad de la operación y no parece ser compatible con la distancia y neutralidad reivindicada en la primera reunión.

Una premisa: quienes trabajan en un periódico no tienen derecho a elegir a los propietarios del mismo ni a oponerse a un cambio de gestión. Sin embargo, sí tienen derecho, como todos los ciudadanos, a saber quién pretende apropiarse de un periódico y quiénes son sus socios. Especialmente si el presidente del Consejo de Ministros es un empresario de la información y tiene tantos amigos que parecen estar implicados en el asunto. No me gusta nada que Berlusconi, para convencer a los italianos de su neutralidad, diga ‘nuestro grupo, mi grupo’.

No quiero que me tranquilice un hombre de negocios, un individuo que, para conseguir sus objetivos, a menudo se siente autorizado a negar y desmentir. Quiero que me tranquilice el presidente del Consejo. Este último, especialmente si tiene un conflicto de intereses sin resolver, dispone de otros medios para infundir seguridad a sus compatriotas. Puede pedirle al presidente de la Consob (el órgano de control de la Bolsa italiana) que vete por la transparencia de la operación. Puede rogar al presidente del órgano regulador de las comunicaciones que le dé una opinión documentada. Puede y debe evitar acusaciones genéricas contra los poderes fuertes, viejo argumentos populista que podría volverse contra él en el futuro. En definitiva, esperamos de él claridad y transparencia.

12 Agosto 2005

Alejandro Agag y la OPA

Raúl del Pozo

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Siempre me cayó bien Agag; te cogía el paraguas cuando abría la puerta de Moncloa si su futuro suegro invitaba a comer; era inteligentísimo, pepijo del Clan Becerril. Años después, es el hombre de moda en Italia; controla la Fórmula 1, es socio de Flavio Briatore y amigo de Silvio Berlusconi.

El descendiente de Tarik urde una OPA para que su suegro se quede con EL MUNDO y Berlusconi con el Corriere della Sera. Todavía Aznar no se ha enterado de que para controlar los periódicos no hay que comprar medios, sino periodistas; aunque tampoco le ha valido hacer ricos a tantos mangantes de la comunicación; sólo con la Digital los amigos del PP se quedaron con 200.000 millones.

Agag sacó a su suegro de la clase media y lo llevó al yate Lady in blue, por aguas de Cerdeña. Antes de El Escorial, Aznar nunca había visto a un banquero en pelota, porque los banqueros lo más que le dieron fue un par de kilos en bolsas; excepto uno, los otros hicieron negocios con el PSOE.

Agag, que como ayudante del presidente podía asistir al Consejo, se quedó con la copla y vio que en España la corrupción era el sistema. La del PSOE era al estilo Morena Clara, se llevaban los jamones; la del PP era Wall Street. La corrupción no es intrínsecamente mala; un país que funcionaba con gasógeno ha dado un campeón del mundo, cuando el régimen del 78 se pudre en las cubiertas de los yates de una oligarquía en bermudas.

Se indulta a los delincuentes de la gomina financiera y Agag llama por móvil a Chirac, a Barroso, como el que pregunta la hora al 093. Con los Albertos ha hecho camas redondas en las que también han participado áulicos del rey de Arabia y otros traficantes de armas.

Piensa, Agag, en China para montar una escudería; no te metas en el nido de víboras de la comunicación.

13 Agosto 2005

La oposición pide medidas más severas para evitar el asalto a RCS

Rubén Amón

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Stefano Ricucci es el protagonista ubicuo de las escuchas telefónicas y de las instrucciones judiciales. No por razones de manía persecutoria, sino porque el constructor romano es accionista de la BPL, ex accionista de la BNL y autor de la escalada a RCS, grupo italiano que controla el Corriere della Sera y EL MUNDO.Los intereses políticos de la operación y la sombra de Berlusconi han puesto sobre aviso al centro izquierda italiano. Sobre todo porque las interceptaciones judiciales ponen de relieve que Ricucci habría planificado la estrategia de RCS en connivencia con Ubaldo Livolsi, consejero del premier italiano en el imperio Fininvest, y con Alejandro Agag.

El yerno de Aznar, amigo de Berlusconi, comparte el podio de la actualidad informativa porque se le atribuye el papel de embajador de un grupo extranjero que aspiraría a controlar los diarios italiano y español, supuestamente con las bendiciones implícitas del Cavaliere. Suficiente para que Piero Fassino, líder del principal partido de la oposición (DS), considere imprescindible frenar la escalada. Así lo decía ayer categóricamente en declaraciones al periódico La Repubblica.

Rechazar la ofensiva

«La presencia de Agag, yerno de Aznar, secretario del PPE cuando entró Forza Italia y íntimo de Berlusconi, como demuestra que el Cavaliere fuera testigo de su boda, dice muy claro quiénes son aquellos que quieren poner las manos sobre Via Solferino [la calle de Milán donde se encuentra el Corriere]. Es una ofensiva que debe ser rechazada. A este propósito sí puedo señalar que ha sido depositada una propuesta de decreto ley en el Senado con normas más severas para la vigilancia y el control de las adquisiciones accionariales en el sector audiovisual», señalaba Piero Fassino en sus manifestaciones al diario romano.

Stefano Ricucci no ha dado a conocer la entidad de sus aliados, pero la prensa nacional especula con algunas hipótesis. La última puede leerse en el Sole 24 ore, cuya edición de ayer aludía directamente al interés del coloso francés Lagardère, propietario del grupo editorial Hachette.

La noticia ha sido desmentida desde París oficialmente, añadiendo un poco de pesimismo a la euforia que inicialmente había precipitado los planes expansivos de Ricucci. La prueba está en la reacción negativa de la Bolsa de Milán. El título de RCS perdió un 3,6% el jueves y ayer retrocedió un 2,5%. Es decir, todo lo necesario para situarse simbólicamente por debajo de los seis euros.

Quizá porque los inversores creen en las palabras de Pierferdinando Casini, presidente del Congreso, amigo de Aznar y aliado democristiano en las filas del Gobierno de Berlusconi: «Mi impresión es que detrás de la escalada a RCS sólo están unos aficionados», sentenciaba Casini. Sus compañeros de partido sostienen una versión más cruda.Creen, en realidad, que el Cavaliere sí podría estar relacionado con la escalada al Corriere y EL MUNDO.

19 Abril 2006

Arrestan al empresario Ricucci por intentar un fraude con sus acciones del grupo RCS

Irene Hernández Velasco

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Se vanagloriaba de ser uno de «los listillos del barrio», según la expresión acuñada por él mismo para denominar a sus aliados financieros. Pero, en realidad, ha acabado encarnando una versión moderna del mito de Icaro. Hablamos de Stefano Ricucci, el técnico dental de 43 años que creó un imperio inmobiliario prácticamente de la nada y que ha sido protagonista ineludible de todas las turbias operaciones financieras ocurridas en Italia en el último año.

Ricucci, el hombre que el verano pasado llegó a acariciar la posibilidad de hacerse con el control de RCS -sociedad propietaria del Corriere della Sera, el diario italiano de mayor tirada, y accionista mayoritaria de EL MUNDO- fue detenido ayer y encarcelado.

Las acusaciones que la Justicia italiana le imputa son graves y numerosas: manipulación de mercado, facturación falsa, revelación de información confidencial, ocultación de datos contables… Pero, sobre todo, se le acusa de haber intentado manipular las pruebas que pesan contra él y de estar tramando una operación especulativa fraudulenta para vender sus acciones en RCS.

Ricucci -que en su mejor momento el verano pasado llegó a tener en sus manos el 20,1% de RCS, convirtiéndose en el primer accionista del grupo- habría intentado poner en marcha una operación fraudulenta para vender el 14% de los títulos de la compañía que aún seguían en su poder y que se han devaluado fuertemente tras su fallido intento de controlarla. Unas acciones que, por cierto, Ricucci tiene pignoradas en la Banca Populare Italiana (BPI) como garantía de un préstamo de 700 millones que recibió de esa entidad.

La jugada genial que según todos los indicios el empresario planeaba poner en práctica conllevaba la creación de una sociedad fantasma, con sede en Luxemburgo, controlada en última instancia por él mismo, y que le compraría su paquete de acciones de RCS, gracias a la financiación de un banco de Nueva York y de un instituto de crédito holandés.

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Precio inflado

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Una vez adquiridas las acciones, las dos sociedades (compradora y vendedora) declararían un precio superior al pagado. De esta manera, Ricucci habría podido vender posteriormente sus títulos en la empresa editorial a un precio que le habría permitido cancelar sin pérdidas su crédito de 700 millones con la BPI.

Sin embargo, el empresario no ha podido hacer realidad su operación de oro. Miembros de la Guardia de Finanzas le detenían ayer y, posteriormente, le encerraban en una celda de la cárcel romana de Regina Coeli, donde se espera que mañana jueves sea interrogado.

La desastrosa aventura financiera de Ricucci en RCS ha durado en total 19 meses. Fue el 4 de mayo de 2004 cuando se estrenó como accionista del grupo editorial, con una cuota del 2%. Una participación que el 31 de enero de 2005 ya alcanzaba el 4,9%.

Era el principio del asalto financiero. El 22 de abril, el empresario ya tenía en sus manos el 6,9% de RCS. Menos de un mes después, el 16 de mayo, su pedazo en el pastel ya ascendía al 9,6%, lo que automáticamente le convirtió en el tercer accionista del grupo. Y en cuestión de tres días se convirtió en el primero, al superar el 19 de mayo la cuota del 13%. Y seguía subiendo. El 30 de mayo llegó al 15,1%. El 6 de junio, al 18,14%. Y el día 29 de ese mismo mes alcanzó su máximo: el 20,1%.

A partir de ahí, la caída. Primero comenzaron a emerger las sospechas sobre la posibilidad de que Ricucci fuera un hombre de paja detrás del cual se ocultaba Silvio Berlusconi y su deseo de controlar el más influyente periódico italiano de cara a las recientes elecciones generales celebradas en el país transalpino (ver recuadro). Y también empezaron los problemas financieros del empresario, que se vio obligado a echar el freno en su asalto al RCS, vendiendo el 2,10% de su participación.

Su negocio inmobiliario, verdadero pilar de su imperio, comenzaba a estar bajo el ojo de la Justicia por algunas operaciones bastante turbias. Tanto, que en enero pasado, las fuerzas de seguridad secuestran el archivo secreto del magnate, contenido en 131 cajas. Y el 10 de febrero secuestran sus acciones en RCS, que para entonces representaban un 14% y que estaban valoradas en cerca de 22 millones de euros.

Pero, durante un año, Ricucci fue el empresario, el símbolo de una raza de especuladores que transmitía la imagen de que era posible forrarse y construir una fortuna de la noche a la mañana. Estaba metido en todos los fregados que en el último año han sacudido a Italia: en la OPA de Antonveneta, que se saldó con la dimisión de Antonio Fazio como presidente del Banco de Italia y con el encarcelamiento de su amigo Giampiero Fiorani, ex presidente de BPI. En la OPA sobre BNL, por el que inicialmente pujó el español BBVA y que finalmente se ha llevado el francés BNP Paribas. Pero su papel estelar lo jugó en RCS y le ha costado la cárcel.

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APOYO

¿Una maniobra política?

Siempre ha existido la firme sospecha de que detrás de los tejemanejes de Stefano Ricucci para tomar al asalto RCS se ocultaba en realidad una maniobra política destinada a amordazar a la prensa independiente. De haberse consumado la jugada tal y como originalmente parece que fue planeada, es muy posible que Silvio Berlusconi se hubiera hecho con las riendas del ‘Corriere della Sera’, el diario de mayor tirada de Italia, y que José María Aznar controlase en este momento desde la sombra EL MUNDO, periódico del que RCS es accionista mayoritario.

Fue el rotativo ‘La Repubblica’ el que el verano pasado, cuando las maniobras de Ricucci se encontraban en su momento más álgido, se encargó de lanzar al aire esa conjetura, sustentada en el contenido de varias escuchas telefónicas y en las instrucciones abiertas por los juzgados. Según esas informaciones, detrás de las confabulacio- nes de Riccucci para hacerse con RCS habría habido dos personas claves: Ubaldo Livolsi, consejero de Il Cavaliere en su holding mediático Fininvest, y Alejandro Agag, yerno de Aznar y amigo íntimo de Berlusconi, quien podría haber actuado además como representante de un misterioso grupo extranjero. El propio Ricucci manifestó en una entrevista al ‘Corriere della Sera’ que los dos periódico que más le interesaban son EL MUNDO y el ‘Financial Times’.