Una discusión en ‘Sálvame’ entre Pipi Estrada y Jimmy Giménez Arnaú acaba con una pelea física a la puerta del plató

Pipi. Pi-pi. Repipi. Pipicán. Pipitilla. Pipi, sí, pero sin coletas pelirrojas ni chaladura positiva. Se trata de Pipi Estrada. ¿Cómo puede un tipo, a sus 52 años, denominarse Pipi? Pues eso, que la respuesta está en el viento de la insensatez que ha llevado a este pelanas, José Manuel Estrada, antaño respetado periodista deportivo, a degradarse hasta alcanzar la categoría de ‘freak’ televisivo con ínfulas de transgresor, mordaz y divertido. Qué tristeza. Mantiene este Pipi Calzaslargas cotas de patetismo sólo alcanzadas antes por Paco Porras.

¿Qué obliga a un ingeniero industrial reconvertido en redactor de deportes del mítico Butanito a tirar su currículo por la ventana para dedicarse a dar la brasa al personal, como «consejero del amor» (¡tiene gracia!) en ‘Mujeres, hombres y viceversa’ y colarse como colaborador en todo programa de Telecinco que se cruza en su camino? ¿Terelu Campos? ¿Lucía Lapiedra? ¿La pasta? Va a ser eso: la pasta gansa. ¡Pipi, tío, mírate un poco! Basta con que eches un vistazo a esto y lo hagas con objetividad. Piensa cinco minutos antes de actuar, porque lo tuyo, más que oler, apesta a ‘tronadura’ de la peor clase.

De Terelu a Lucía Lapiedra y tiras (o te tiras todo lo que se mueve) porque te toca. Ahí le quiero ver yo a usted, don José Manuel. De la ‘presentadorra’ a la pornoactriz sin intermedios que valgan. Se las da el gijonés Pipi Estrada de experto mujeriego –de hecho, asegura haber heredado sus sobradas dotes de… ¡Arturo Fernández! ¡Juás!– pero al final, visto lo visto, se queda en un Pepito Piscinas de Cuarta Regional que decide travestirse de ‘marinerito’ de agua dulce en la morralla cuché. Marinero nada distinguido y en tierra de nadie este Pipi al que no aguantan ya ni sus más allegados.

Gallito del corral que no duda en liarse a mamporros con un pobre anciano con tal de llamar un poco la atención sobre sí mismo. Pipi contra Jimmy en ‘Sálvame’. A mí que no me digan que no parece el título de un ‘western’ rodado por Mariano Ozores. Pipi se despiporra y rompe en superhéroe de barrio bajo para dejar fuera de juego a Jimmy Giménez Arnau, a quien pisotea la cabeza «como un tarado mental», según el damnificado. Se les va a éstos el montaje de las manos y acaban matándose entre ellos. Quizás baste con esperar a que estos buitres telecarroñeros empiecen a despojarse, en los intermedios, los unos a los otros. ¿Será tan sencillo terminar con esta vieja ‘pandemia telebasuril’ que asola al país? Lo que es yo, pagaría por verlo.