30 septiembre 2004

Xavier Sardà recupera a Aída Nizar como tertuliana para que se enfrente a insultos con ‘El Yoyas’ y su esposa por su libro

30 Septiembre 2004

Poesía por los suelos

Ferrán Monegal

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Está Carlos Navarro estos días presentando su libro de poemas por las teles. Reconfortante acontecimiento. El que fue tremendo exratoncito de la ratomaquia de Gran Hermano, y conocido como el Yoyas, se ha transformado en poeta. El que pasaba por ser el más fiero de la jaula ha reconducido su fiereza y la ha depositado en versos. Dice en  unos: «A mí me indignan profundamente / (…) todos esos retrógrados capitalistas y pijos clasistas / que supuestamente/ (…) se creen que son los únicos decentes / porque viven decentemente». O sea, poesía social, de combate, con rima heterodoxa. Celebrémoslo. En su visita por los platós. Carlos aterrizó en ‘Crónicas Marcianas’ la madrugada de ayer. Llevaba su libro por bandera. Y a su lado, la hermosísima Fayna, su compañera y fuente de inspiración. Intentaba esta pareja, honestamente, lanzar su libro al éter. Difundir su nueva aspiración a ser poetas. Pero en Marte todo tiene un precio: les pusieron a Aída, la soez gladiadora, en frente. Es decir, no querían darle a Carlos el tratamiento de novel escritor. Le querían en la arena circense atado a su pasado de guerrero matador. Consecuencia: Aída acabó lanzando el libro de poemas por el suelo, y la pareja marchándose violentamente del plató. Conclusión: que un libro de poemas acabe despreciado y arrojado en el marciano linóleum del suelo es la síntesis exacta de lo que este horno Fahrenheit cuecen cada noche. Es mezquino, francamente, que en un planeta donde tanto exprimieron a este muchacho cuando era ratón, ahora que pretende, humildemente, ser poeta, le tiren sus versos por el suelo. Y que le nieguen la entrevista que todo aprendiz de escritor se merece, obligándole a que vuelva a ser carne de cañón con Aída de señuelo. No es posible el cambio en este planeta. No hay lugar para la redención. No les interesa. El lema es explotar al personal. Hasta por la fuerza. No fuera a peligrar negocio tan estupendo.