14 mayo 1989

En el periódico el 'número 2' de DIARIO16 asegura que el Gobierno de Felipe González es un enemigo de la libertad de expresión y le acusa de haber querido cerrar el Grupo16

José Luis Gutiérrez y Amando de Miguel publican un libro contra Felipe González y Javier Pradera (EL PAÍS) carga contra él

Hechos

En mayo de 1989 se publicó el libro ‘La ambición del César’ de D. José Luis Gutiérrez (DIARIO16) y D. Amando de Miguel.

Lecturas

El 14 de mayo de 1989 en EL PAÍS Domingo, D. Javier Pradera publicaba un artículo analizando el libro ‘La ambición del César’ que habían hecho los periodistas D. José Luis Gutiérrez (DIARIO16) y D. Amando de Miguel. Se titulaba ‘La política del callejón del gato’ y en el acusaba a los Sres. Gutiérrez y De Miguel de lanzar acusaciones excesivas que transmitían al conjunto de la obra inverosimilitud.

Eso llevó no sólo a una réplica de D. José Luis Gutiérrez publicada en las propias páginas de EL PAÍS sino que, mientras que DIARIO16 no entraba al trapo de la cuestión, el diario ABC de D. Luis María Anson volvía a usar la polémica para presentar a D. Javier Pradera como un agente del gobierno felipista. El titular de ABC aseguraba que ‘Pradera había emprendido una campaña política contra Gutiérrez y Amando de Miguel’. Y se aseguraba que hasta la ministra portavoz del Gobierno decía que el Sr. Pradera era ‘un buen felipista’.

Lo que ABC no decía es que el Sr. Pradera escribió su artículo precisamente a petición de D. José Luis Gutiérrez – así lo reconoció el Sr. Gutiérrez en declaraciones a J. F. Lamata – que le envió su libro para que la hiciera, sólo que no esperaraba que su juicio de valor fuera tan crítico.

14 Mayo 1989

La política del callejón del gato

Javier Pradera

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En un ensayo sobre el esperpento, Pedro Salinas definió el teatro de Valle-Inclan por su pertenencia a la estética del callejón del Gato. El viejo poeta de Luces de bohemia ya había explicado los secretos del nuevo género (‘los héroes clásicos reflejados en los espejos cóncavos dan el esperpento) y ofreció su cumplida justificación teórica (‘el sentido trágico de la vida española sólo puede darse con una estética sistemáticamente deformada) Ahora no sólo los héroes sino también los políticos se ven obligados a pasear por el callejón del Gato y a contemplarse en los espejos deformadores (‘el uno que estiraba las figuras de los mirantes, el otro que las ensanchaba sin compasión’) de la célebre ferretería. Así, el reciente libro de José Luis Gutiérrez y Amando de Miguel – un retrato político y humano de Felipe González – coloca al presidente del Gobierno y secretario general del PSOE ante esos teatros de azogue que logran efectos cómicos o crueles con las imágenes reflejadas.

Sin Valle-Inclan redime la fea realidad de sus personajes convirtiéndolas en criaturas de ficción, el esperpento político tal vez pueda descubrir aspectos ocultos de la realidad, mostrando con su estrafalario enfoque aspectos que de otra forma pasarían inadvertidos. Ahora bien, la operación esperpéntica de ‘retorcer las figuras, contorsionar las actitudes, poner muecas donde hay caras y pintarrajear las delicadas coloraciones del mundo también podría esembocar – (…)

Comparaciones

El libro está montado básicamente sobre analogóas: entre Omar Torrijos y Felipe González como variantes de caudillos de estirpe iberoamericana, entre franquismo y felipismo como sistema políticos autoritarios; entre el PRI mexicano y el PSOE español como partidos hegemónicos fundamentados en la corrupción. El método comparativo suele conseguir fáciles y espectaculares victorias cuando prescinde de la cortesía intelectual de mostrat también las diferencias entre los casos estudiados. Por lo general los autores se limitan a ilustrar con ejemplos – algunos significativos y otros triviales – esas semejanzas caricaturescas y simplistas. Las analogías acopladas a las tesis tienen en ocasiones capacidad de seducción pero carecen siempre de fuerza demostrativa, entre otras cosas porque dejan fuera de campo todos los hechos que las contradicen.

Los espejos del callejón del Gato no sólo reflejan la figura deformada de Felipe González, sino también igualmente monstruosa del felipismo (un concepto imprecisamente definido)  y de sus propósitos antidemocráticos. El paralelismo – ‘las extrañas similitudes’ – entre el felipismo y el franquismo recorre el libro entero. Ni siquiera falta el ominoso recordatorio del triunfo electoral de Hitler en 1933 o la misteriosa alusión a que el toque autoritario de los socialistas ‘ se acerca peligrosamente a las ínfulas totalitarias de otras épocas de lejanos países’. Junto al franquismo, las similitudes del felipismo con el caudillismo latinoamericano ocupan un lugar de honor en el libro, pese a que esas inclinaciones tercermundistas se hallen en visible contradicción con la orientación general de la política de los socialistas en cuestiones tan significativas como la permanencia de España en la OTAN o la integración de nuestra economía en Europa.

Término pasional

Las acusaciones excesivas y la unilateralidad de los enfoques trasmiten al conjunto de la obra un tono de inverosimilitud y debilitan su capacidad de convicción. Aunque cualquier situación admita profecías de riesgos abstractos y catástrofes imaginables, el sentido común no se toma en serio los peligros dibujados con desmesura y exageración. Así ocurre con los dramáticos llamamientos de José Luis Gutiérrez y Amando de Miguel a la defensa de las libertades y de la democracia en España frente a la apisonadora felipista, movida por el oculto deseo de convertir a la Constitucion ‘en papel mojado a la hora de aplicarla’. Desde 1987 los socialistas han pasado a la oposición o han perid (…)

La superficialidad de las respuestas no priva, sin embargo, de interés a las preguntas planteadas en la obra. La discusión sobre el fulgurante ascenso del PSOE, los cambios programáticos e ideológicos de los socialistas desde su llegada al Gobierno y las transformaciones que el ejercicio del poder ha producido en sus titulares podría ayudar a definir el llamado felipismo, por ahora un pasional término denigratorio antes que un neutro concepto político. Pero ese debate exigiría no sólo mayor rigor teórico (para prescindir de las absurdas analogías entre el sistema democrático y la dictadura franquista) sino también la exclusión de las

16 Mayo 1989

Pradera emprende una campaña política contra Gutiérrez y Amando de Miguel

ABC (Director: Luis María Anson)

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El reputado comentarista oficioso Javier Pradera que alcanzó notoriedad en 1986 como entusiasta activista en favor de la OTAN, emprendía el domingo pasado en el suplemento literario del diario gubernamental EL PAÍS una campaña política contra José Luis Gutiérrez y Amando de Miguel, autores del libro ‘La ambición del César’. Aunque el suplemento literario del mencionado colega suele dedicarse a los libros de las editoriales del señor Polanco, en esta ocasión otorgaba toda una página al escrito de Pradera, con un corte a tres con la versión oficial de la Moncloa sobre el libro. En el esmerado texto del reputado comentarista se recogían en favor de Felipe González y en contra del libro los más floridos argumentos dentro del mejor estilo de Rosa Conde. Según la crítica solvente, sin embargo, ‘La ambición del César’ constituye un documento riguroso y demoledor sobre las contradicciones de Felipe González. El presidente del Gobierno se ha puesto muy nervioso y encargó a sus contertulios de bodeguiya la campaña contra el libro. Con el linchamiento moral que ha hecho de Gutiérrez y Amando de Miguel, Javier Pradera ha erosionado su nombre en la izquierda si cabe todavía más de lo que ya lo estaba tras su fervor anti-OTAN, pero ha tenido a cambio la satisfacción de que la ministra portavoz Rosa Conde haya dicho en privado que el libro es intolerable y que Pradera ‘es un buen felipista’, y sus comentarios se encuentran ‘en la mejor línea del felipismo’.

27 Mayo 1989

Criticar a los críticos

José Luis Gutiérrez

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Decía Truman Capote que nunca se debe responder a un crítico. La propia condición de crítico de quien esto firma me impele a desdeñar la prudente advertencia del autor de Breakfast at Tiffany’s para puntualizar algunos comentarios de Javier Pradera sobre el libro-retrato de Felipe González, La ambición del César -del que soy coautor junto con Amando de Miguel-, aparecidos en EL PAÍS del domingo 14 de mayo. Sometiendo su largo texto -toda una página- a la presión de las atmósferas precisas, el libro citado sería, a juicio de Pradera, valleinclanesco, malintencionado, superficial a veces, escasamente verosímil todo él. Acaso Pradera se ha disgustado al aparecer en la obra no solamente como un agitador de conciencias al servicio del Gobierno y en favor de la permanencia de España en la OTAN, sino también como una especie de 00-P (P de Pradera), de agente secreto al servicio de Su Majestad Felipe González, intentando, por ejemplo, convencer a Adolfo Suárez de la conveniencia de que se sumara a la campaña en favor del sí. No debe disgustarse Javier Pradera. El respeto, la admiración y el afecto que siento hacia él siguen intactos. Los reproches no tienen justificación si el papel de defensor o propagandista del poder se ejercita, como en su caso, desde la muy noble pulsación de las convicciones, aunque sí creo que es conveniente que los lectores conozcan estos detalles a la hora de enjuiciar un texto.

Si desearía, no obstante, dejar constancia de alguna inelegancia. Por ejemplo, la media docena de páginas dedicadas al estudio fisiognómico de González -que los autores redactan como introducción tan escéptica como amable- él las convierte en la tintura descalificadora que impregna toda su crítica, desdeñan do las 400 páginas restantes. Es decir: la vieja historia de descalificar los argumentos del adversario aduciendo que va mal peinado. O elegir frases descontextualizadas que al presentarse aisladas adquieren una virulencia de la que carecen en el libro.

Creo, sin embargo, que el aspecto más discutible de su crítica es de índole metodológica. Pradera se empeña en el análisis de los objetivos planetarios, a largo plazo, galácticos incluso, de González -preso de su absurda manía milenarista- desdeñando los modestos corrimientos de tierra que son los que más interesan al ciudadano de a pie, o soslayan do el análisis de los medios utilizados para alcanzar dichos objetivos. Es como si un científico recibiera el encargo de establecer la naturaleza microbiológica de una epidemia que diezma la población y pretendiera llegar a un diagnóstico acertado utilizando el telescopio. Y La ambición del César es, precisamente, un estudio microbiológico del felipismo como patología política, para utilizar una metáfora muy regeneracionista. Pradera ni menciona los cientos de hechos relatados, probados e irrebatibles, con toda su anglosajona contundencia, que resultarían aterradores para cualquier demócrata. Y no se trata de deformaciones esperpénticas, sino de hechos. No se puede entender que niegue los intentos de convertir desde el poder la Constitución en papel mojado. ¿Es el PSOE un partido del funcionamiento democrático, a la luz, por ejemplo, de lo sufrido por Caballos, Damborenea y cientos de discrepantes degollados? (artículo 6). ¿Se respeta la independencia del poder judicial? (artículo 117). (Menos mal que el mismo día EL PAÍS publica un excepcional artículo de García Añoveros al respecto. Que lo lea Pradera.) ¿Se respeta el pluralismo social y político en la bochornosa y africana RTVE? (artículo 20). Sugerir que la libertad de prensa goza de buena salud porque existen EGIN y ABC confirma el viejo aforismo: no hay peor sordo que el que no quiere oír. ¿Qué decir del intento de cierre por el Gobierno de González, no de un periódico, sino de todo un grupo, el Grupo16? ¿Y de los periodistas fulminados desde el poder? Así podríamos seguir con el resto del articulado constitucional. De modo que a mi admirado Pradera yo le aconsejaría que utilizara algo más el microscopio…

José Luis Gutiérrez

27 Mayo 1989

Gutiérrez y De Miguel agradecidos a Pradera

ABC (Director: Luis María Anson)

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José Luis Gutiérrez y Amando de Miguel, cuya obra ‘La ambición del César’ ha escalado los primeros puestos entre los libros puestos entre los libros más vendidos han manifestado calurosamente a Javier Pradera su agradecimiento. El Sr. Pradera, reputado comentarista oficioso, que alcanzó notoriedad en 1986 por su brillante campaña como activista e favor de la OTAN, dedicó en el suplemento literario del diario gubernamental una página de diatriba contra el libro de Gutiérrez y Amando de Miguel y en defensa apasionada de Felipe González. El resultado ha sido altamente alentador para los autores del libro.