Alfredo Sáenz dimite como Consejero Delegado del Banco Santander en medio de la investigación del Banco de España

Indigno de indignación y de indignados. Alfredo Sáenz de la la vicepresidencia del Banco de Santander. Pesa sobre él una condena por delito de falsedad. A sus 71 años le han hecho, a la medida, un ERE individual por 88 millones, más 11,1 por un seguro de vida en caso de invalidez, lo cual está escrito en el devenir del septuagenario. O sea, 90 millones. (88 millones, señor De Guindos, por si tampoco lo sabe, son 176.000 billetes de 500 euros. Es lo que tardaría en ganar un español si viviera 2933 años a razón de 30.000 euros al año, que ya quisieran mucho, no digamos los 6.200.00 parados. El Papa Francisco culpa del paro al ‘beneficio egoísta’. ¿No es un beneficio egoísta el obtenido por el señor Sáenz aunque haya triplicado los activos del Banco? Como aquí nadie dice nada, por connivencia, temor o pereza, ya podían los curas aprovechar los púlpitos de este domingo para poner apellidos al beneficio egoista en el reino del paro.

ALFREDO Sáenz fue quien resolvió las dos crisis bancarias más importantes que había sufrido España hasta lo de Bankia: Banca Catalana y Banesto. Bajo la presidencia de Emilio Botín ha convertido al Santander en el primer banco de Europa y en uno de los diez más importantes del mundo. Su aportación a la economía española ha sido extraordinaria y se ha ganado muy bien la vida haciendo su trabajo, pero en ningún momento ha tenido negocios paralelos para aprovecharse fraudulentamente de su cargo ni ha protagonizado ningún escándalo.

Su único error fue delegar en el director de Banesto Cataluña, Miguel Ángel Calama, la reclamación de un dinero a los empresarios Pedro Olabarría y Nacho Romero. Calama se puso en manos del abogado Rafael Jiménez de Parga, que estaba enredado en la trama del juez corrupto Lluís Pascual Estevill, quien de un modo arbitrario dictó prisión preventiva para Olabarría y Romero.

El presidente de un gigante como Banesto no tiene por qué saber qué abogado se encarga en Barcelona de defender un cobro, pero si hilamos tan fino como para responsabilizar a Sáenz de todo lo que sucedió bajo su presidencia, habrá que decir también que si Estevill prevaricó metiendo a Romero y a Olabarría en la cárcel, los empresarios sobornaron al magistrado con 25 millones de pesetas, a través del abogado Piqué Vidal, para que al cabo de 48 horas les soltara. Y que, a partir de aquel momento, algunos de los métodos que utilizaron para cazar a Sáenz fueron mucho más censurables que cualquier omisión del banquero.

Alfredo Sáenz es un hombre de virtud irreprochable y un activo para España, y sus querellantes, Olabarría y Romero, son dos elementos que hicieron su fortuna utilizando la herencia oculta en Suiza del suegro de Romero, Félix Gallardo, ex teniente de alcalde de Barcelona, para comprar a muy bajo precio un paquete de acciones de Torras Hostench, sociedad que entonces gestionaban, para luego vendérselo a KIO a un precio sobrevalorado por ellos mismos en la Bolsa, y evadieron la mitad de las ganancias a Suiza, al hoy ya famoso banco Lombard Odier.

La turba se encarniza con Sáenz porque es un banquero, sin comprender que sin él seríamos todavía más pobres y la crisis nos afectaría de un modo mucho más letal. No conozco a ningún detractor de Sáenz que le gane en rigor ni en altura moral.

«Alfredo Sáenz es un hombre de una virtud irreprochable y un activo para España»