28 septiembre 1988

El político, que ocupaba el cargo de vicepresidente del Senado, rechazó dimitir como le pidió el partido y consideró su suspensión de militancia como 'una cerdada'

Alianza Popular expulsa a su senador Juan de Arespacochaga de Felipe por elogiar al dictador Augusto Pinochet en la TV de Chile

Hechos

  • En septiembre de 1988 D. Juan de Arespacochaga intervino en la televisión pública chilena para pedir el voto a favor de Augusto Pinochet.
  • En octubre de 1988 Alianza Popular suspendió de militancia a D. Juan de Arespacochaga por siete meses por aquellas declaraciones.

Lecturas

«DE PRESIDIR A UN CONGRESO A QUE SE PROHÍBA ACUDIR A OTRO, ME PARECE UNA CERDADA» 

En declaraciones radiofónicas el dirigente de AP y antiguo franquista Sr. Arespacochaga de Felipe declaró que la suspensión disciplinaria era ‘absolutamente desproporcionada0’ y dijo que la sanción era «un acto sucio por parte del equipo de Mancha».

 

28 Septiembre 1988

El caso Arespacochaga

ABC (Director: Luis María Anson)

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El vicepresidente del Senado, señor Arespacochaga, ha defendido al general Pinochet en unas declaraciones utilizadas por la televisión chilena en la campaña abogando por el ‘sí’ en el referéndum del día 5. El Sr. Arespacochaga tiene derecho, claro está, a opinar lo que le venga en gana. Pero, con el máximo respeto hacia su persona, no tiene derecho a utilizar las instituciones democráticas permitiendo que un dictador suramericano las manipule a su antojo. El Sr. Arespacochaga es vicepresidente segundo del Senado, circunstancia que la televisión oficial chilena ha aprovechado de inmediato para repetir que el vicepresidente de la Cámara Alta española defiende el ‘sí’ a Pinochet.

Creemos que un partido demócrata como AP – a cuya Junta Nacional pertenece el señor Arespacochaga – no puede defender un régimen que tiene sobre su conciencia un alto número de muertos y desaparecidos. La vaguedad con que, hasta ahora, AP ha rectificado a su senador ha enrarecido el ambiente ofreciendo al PSOE una excelente baza propagandística. De añadidura, el señor Arespacochaga se ha extendido sobre algunos comentarios más bien pedrestres sobre la utilidad de las dictaduras y su capacidad para construir carreteras.

Esa extraña adhesión de Arespacochaga quebrantaría la rentabilidad de AP si este partido no reacciona adecuadamente. Hay una frontera que los partidos democráticos, en la izquierda y la derecha, no están dispuestos a cruzar: la libertad de expresión, el respeto a los derechos individuales y las garantías en el ejercicio del sufragio definen esa base mínima que ni remotamente cumple Pinochet. De ahí que no se conozcan partidos demócratas de izquierda o de derecha que defiendan al general en su plebiscito. Así como hemos lamentado la entrega de una medalla del Senado español al dictador Fidel Castro, consideramos inaceptable la adhesión de un vicepresidente del Senado al dictador Pinochet.

28 Septiembre 1988

Algo más que un desliz

EL PAÍS (Director: Juan Luis Cebrián)

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MAL LE van las cosas a Alianza Popular, partido que no deja de perder posiciones en los sondeos y que ni siquiera logra ponerse de acuerdo consigo mismo sobre la naturaleza de sus problemas. Éstos son múltiples, sin que quepa reducirlos a la cuestión del liderazgo (efecto, más que causa, de la crisis que atenaza al partido). Una pista tal vez más segura de la naturaleza de esa crisis la proporcionan las declaraciones del senador aliancista Juan de Arespacochaga sobre la situación de Chile, así como, sobre todo, los torpes intentos del vicepresidente del partido Alberto Ruiz Gallardón de salvar la cara a su compañero de militancia. Arespacochaga, en unas declaraciones que han sido difundidas por la cadena estatal de televisión chilena, ha venido a decir que un sistema plebiscitario como el propuesto por Pinochet para intentar perpetuarse en el poder no sólo es perfectamente legítimo, sino superior, desde el punto de vista de la pureza democrática, a los sistemas parlamentarios de partidos. El representante aliancista (que ocupa una de las vicepresidencias del Senado) ha adobado tal opinión con una sarta de tópicos, nada sorprendentes en la boca de un ex alcalde franquista, sobre la corrupción inherente a los regímenes que se apoyan en «los intereses de partidos y partiditos». No es de extrañar que tales declaraciones hayan sido utilizadas en Chile como parte de la campaña de Pinochet en favor del sí en el referéndum del próximo día 5.Que el vicepresidente del Senado español haga campaña por Pinochet es ya algo suficientemente escandaloso como para que sus propios compañeros de partido tomen medidas inmediatas. La cosa se torna aún más preocupante a la vista del quite de Ruiz Gallardón, quien, pretendiendo refutar la acusación de que AP hace campaña por el sí en Chile, ha afirmado la perfecta neutralidad de su partido ante el referéndum del 5 de octubre. De manera que ya sabemos que, entre Pinochet y los demócratas chilenos, Alianza Popular no está ni con el uno ni con los otros. El vicepresidente de AP no sólo no ve condenable la actitud de Arespacochaga, sino que se alinea con él al reforzar su argumentación genérica con el ejemplo de la España actual. Para Ruiz Gallardón, el uso hecho por el PSOE de su mayoría absoluta configura una situación «escasarnente democrática». Menos, según la lógica de la argumentación, que la ideada por el general golpista y que, según había dicho Arespacochaga, con.stituye «una llamada directa al pueblo, sin vicarios intermedios». El posterior intento de aclaración de Hernández Mancha, en una conferencia de prensa celebrada ayer mismo, apenas despejó, pese a su buena voluntad, las dudas sembradas por sus dos correligionarios: volvió a insistir en la neutralidad de su partido ante el plebiscito.

Con todo, sería exagerado atribuir al conjunto de AP una ideología como la que traslucen las palabras de Arespacochaga. Pero tampoco puede despacharse el asunto como si de un patinazo accidental se tratase. Hace tres años se organizó un regular escándalo a raíz de la participación del diputado y portavoz de AP para asuntos de política internacional, Guillermo Kirkpatrick, en una reunión política con, entre otros, el ultraderechista francés Jean-Marie Le Pen y representantes del partido neofascista italiano MSI. Algo más que un patinazo fue también la mención elogiosa que Hernández Mancha hizo del régimen militar de Corea del Sur en el debate de la moción de censura por él presentada en febrero de 1987.

Para el equilibrio del sistema parlamentario español sería bueno que AP -potencial receptor de varios millones de votos conservadores- acertase a definir su identidad como partido democrático de derecha. Pero para ello es imprescindible, en la España actual, muy sensibilizada por situaciones como la de Chile, que tanto recuerda el colapso de. la dictadura franquista, desprenderse de esos restos de autoritarismo enquistados en sus filas.

29 Septiembre 1988

Demócratas con Plumero

Jaime Campmany

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A estos senadores nuestros, en cuanto les pillan los vientos del Atlántico, se les sube la túnica democrática y se quedan con el trasero al aire. Se revisten con el brochado solemne de la representación popular, y luego se dejan fuera las vergüenzas. Se están luciendo estos senadores nuestros que cruzan el Atlántico saliendo de Palos emperifollados de democracia y cuando llegan a la otra orilla desnudan la conciencia y se convierten en tributarios del tirano. Se quedan sólo con el plumero y allí lo enseñan.

La aventura chilena de don Juan de Arespacochaga no ha logrado dejarnos estupefactos del todo porque ya conocíamos el precedente de don José Federico de Carvajal, y por lo tanto llovía sobre mojado. Si se tratase de dos senadores de escaño raso, la cosa habría resultado igualmente escandalosa. Pero es que, además estos dos senadores, uno de babor y otro de estribor, ocupan la presidencia y la vicepresidencia de lo que llamamos la Alta Cámra y sus actitudes y conductas políticas adquieren por ello  una significación y una relevancia especiales. Con ellos y en ellos viaja, de alguna manera, la representación del Senado español, y por lo que con su boca digan y por lo que con sus manos hagan, lo está haciendo el propio Senado. Esa representación tendría que moverles a mayor prudencia y a guardarse de caer en la incontinencia verbal y en la prodigalidad del patrimonio común.

Don Juan de Arespacochaga ha hecho ahora en Santander algo parecido a lo que hizo don José Federico de Carvajal hace poco en La Habana. El uno le da el espaldarazo a Pinochet y a su incipiente democracia de plebiscito. Y el otro, condecora a Fidel Castro, cuya ‘democracia’ es todavía más carcelaria que plebiscitaria, nada menos que con la Medalla de Oro del Senado. Si el presidente de la Cámara Alta, prohombre de la izquierda, homenajea y enmedalla al tirano de izquierdas, y el vicepresidente, prohombre de la derecha, apoya y favorece al dictador de derechas, ya podemos ir tomando la decisión de cerrar la tienda por liquidación o por derribo.

A don Juan de Arespacochaga le han abierto expediente disciplinario en su partido, Alianza Popular, cosa que no hizo desde luego el Partido Socialista con don José Federico de Carvajal. Los socialistas españoles, en eso de ponerle los cuernos a la democracia con las dictaduras, son mucho más desahogados, desvergonzados y frescos que los derechistas celtíberos. Lo suyo, lo del socialismo, ya no es una cita de tapadillo o una cana al aire; es un amancebamiento público e impenitente. Ni se ocultan, ni se arrepienten.

Lo del PSOE tenía que ser así, necesariamente. No podían llamar al Sr. Carvajal a la expiación del pecado, porque el mismísimo Felipe González había llegado a La Habana a abrazar a Fidel Castro y a irse con él, como buenos compadres de ideología, a alegrarse las pajarillas socialistas en los rumbeos de las compañeras de Tropicana. Es como si ahora, en vez de juzgar las declaraciones de Arespacochaga, don Antonio Hernández Mancha volara a Chile y se fuese con el general Pinochet a echar un trago y a darse una ración de vista a algún puticlub de Viña del Mar.

Con estos senadores nuestros tendríamos que hacer lo mismo que aquel padre del chiste hizo con el hijo que le había salido feo como un adefesio hasta el punto de producir curiosidad morbosa y un sentimiento, mitad piadoso y mitad hilarante, en quien le contemplaba. Le decía el pobre niño al padre: “Papá, llévame al circo”. Y el padre: “No, hijo; quien pueda verte que venga a casa”. Pues, eso. Estos senadores nuestros que no se exhiban. Que se hagan la cirugía estético-política, o que se queden en casa.

Jaime Campmany

06 Octubre 1988

AP ya ha perdido en Chile

Federico Jiménez Losantos

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A estas horas todavía es pronto para concluir quien ha ganado el plebiscito en Chile, pero está muy claro quién lo ha perdido en España: Alianza Popular.

Para cualquier demócrata moderado dispuesto a votar por unas siglas poderosas a la derecha del PSOE la actuación del partido de Mancha y Fraga le habrá instalado en el desánimo. Si es persona echá p´adelante habrá decidido votar al duque o abstenerse para siempre jamás, amén. De lo que estoy seguro es que AP no ha ganado un solo voto con su necia actitud durante estos últimos días. Confieso que a mí, en los últimos días el principal partido de la oposición ha conseguido sacarme de quicio.

No vayan a pensar ustedes que lo que más me ha molestado han sido las declaraciones pinochetistas de Alepencochaga. La demencia política senil es típica de totalitarios, y su salida extemporánea entra en la dosis aceptable de catástrofes que puede admitir todo gran partido nacional ideología al margen. En realidad lo peor de las declaraciones han sido las actuaciones del partido, tanto la previa como la posterior. Y puede sospecharse que, sin la incalificable postura sabandija de no comprometerse AP en el caso chileno, Alepencochaga, como viejo saurio político hubiera pretextado una estratégica afonía antes de hablar para la televisión chilena.

Dice alguna buena persona que TVE manipuló o exageró las palabras de Arespacochaga. Cierto. Pero era bien simple deshacer la manipulación. Con decir: “Yo quiero que Pinochet desaparezca de Chiel cuanto antes y espero que gane el no y se instaure la democracia, se habían acabado las manipulaciones. Lo que pasa es que Arespacochaga quería decir exactamente lo que se le entendió: que venga la democracia, pero que la traiga Pinochet. Que es, exactamente, el sí a la dictadura con cheque en blanco.

Aceptemos que los viejos amigos de Fraga, por la generosidad desmesurada del de Villalba, tienen bula para meter la pata en AP. Pero si el propio don Manuel había empezado hace unos meses a defender el no, única postura democráticamente sostenible, ¿por qué Mancha y sus adláteres se inventaron eso de que ellos no estaban por el sí ni por el no? ¿Qué cernícalo convenció a los dirigentes de AP de que no había que comprometerse en el plebiscito chileno? ¿Y cómo puede ser tan bobo un dirigente aceptando que su partido, entre la democracia y Pinochet se declare neutral, mientras el PSOE ha instalado otro Pirulí en Santiago y, sobre todo, mientras Adolfo Suárez, con tanto oportunismo como gallardía, convicción y eficacia, se dirigía a Santiago a escribir una de sus mejores páginas publicitarias?

No es que acuse a Mancha y compañía de no ser demócratas, que lo son. Lo que digo es que, incluso desde un punto de vista cínico, se han portado como imbéciles. Y si creen que los jóvenes españoles que votarán dentro de poco por primera vez van a olvidar que Suárez estaba en Chile, aguantando insultos en el aeropuerto y dando la cara por las urnas, mientras Mancha se sorprendía por las palabrotas de Arespacochaga que no se lo crean: no lo olvidarán.

El único dirigente aliancista que dijo lo único que puede decir una persona de derecha moderna ante un caso así, o sea, José María Aznar, que se manifestó vibrantemente a favor del no, s un maldito en AP. Y ese malditismo el perocupante.

Que Arespacochet se halle en entredicho es cosa leve: él no se ha atrevido a defender valientemente el fascismo ni Mancha se ha atervido a echarlo por tan justa causa (si hubiera perdido un Ayuntamiento, todavía, pero la libertad, parece, no exige sacrificios). Lo grave es que sea AP, con tantos miles de buenas personas comprometidas vitalmente y sin sueldos con el régimen democrático español, la que quede en ridículo por la estupidez, la torpeza y la falta de principios de su actual dirección nacional. Nacional es un decir: de oficina y gracias.

Federico Jiménez Losantos

06 Octubre 1988

La Dignidad Ciudadana

Juan de Arespacochaga de Felipe

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Escribo este artículo por dignidad ciudadana. Creo que las personas a lo largo de su vida van dejando suficiente huella para que al final sea pública su actuación, pues por uno u otro procedimiento siempre sabemos todo lo demás. Cada persona carga así con su responsabilidad, como cada palo con el esfuerzo de su vela. Y lo hace. Pero la dignidad ciudadana es un patrimonio general y atropellarla en uno cualquiera de sus componentes es atropellar un poco la de todos. Por ello peca gravemente de omisión aquel que, atacando injustamente, no es capaz de defenderse con gallardía y, al hacerlo, defiende a toda la sociedad.

En mi caso, durante la última semana la Prensa diaria, las emisoras de radio – empezando, por supuesto, por gubernamental – la televisión, las revistas y parte de los miembros de mi propio partido, me han hecho blanco de epítetos increíbles, de interpretaciones aviesas, de calificaciones viles dando lugar a un vendaval de insidias que, evidentemente, tienen su oscura y particular motivación en intereses muy distintos, pero que concuerdan curiosamente para apuntar a un solo objetivo de ataque personal.

Debo hacer excepción de todos aquellos que, en estas circunstancias, ayudan con sus palabras de aliento. Estas sí que se producen sin otra razón que la de ayudar moralmente, no a un amigo, porque no todos los que escriben lo son, ni a un correligionario porque no todos los que apoyan son de mi partido sino por noble rebeldía ante la comisión de una injusticia. El que, como ocurre con frecuencia, sean más numerosos y más poderosos los que atacan que los que defienden obliga a valorar mucho más esta ayuda.

La base inicial de todo este escándalo se sitúa en unas declaraciones hechas a la televisión chilena sobre el plebiscito convocado por el general Pinochet. Escribo este artículo antes de que dicho plebiscito se lleve a cabo y lo entrego al periódico aunque tenga que publicarlo más tarde. Lo redacto, pues, sin conocer el resultado de la consulta popular.

Mis declaraciones no estaban inspiradas en las circunstancias de mi país, que no venían al caso, sino en las que hoy vive Chile, evidentemente comprometidas y arriesgadas, buscando la saluda hacia la democracia de un régimen de dictadura. Empecé las declaraciones diciendo que deseaba cordialmente que esta transición se efectuara con la misma felicidad que se hizo en España y señalaba:

Primero: que el plebiscito organizado era una muestra evidente de una actitud democrática. Me gustaría que alguien me dijera dónde está el pecado de semejante afirmación. No será el partido en el poder, que ha dado justamente más importancia al resultado de un referéndum que a la política tradicional de su partido y no será ningún otro partido español, excepto el comunista, el que pueda poner en duda esta afirmación.

Dije y mantengo que ojalá otros países con regímenes dictatoriales, tuvieran la decisión de ofrecer a sus respectivos pueblos la celebración de un plebiscito de características análogas al chileno.

Segundo: Hice también un comentario sobre el papel de los partidos y ‘partiditos’ en el régimen democrático y lo hice pensando que, en Chile, concurren una veintena de estos partidos a disputarse con uñas y dientes la herencia del régimen.

Quiero simplemente a estos efectos recordar a los celosos guardianes de la democracia el punto de vista de Salvador de Madariaga sobre la imperfección de los partidos políticos en el desarrollo de aquella. Los que hayan leído a Madariaga y los que, aún sin leerlo, sepan su trayectoria y sus ideas, difícilmente encontrarán fuente mejor de mis inspiraciones para comentar cuanto dije sobre el papel de los partidos, pero vuelvo a señalarlo, no lo dije pensando en la situación de España, cuya Constitución no sólo acato, sino que ayudé a redactarla; lo hice pensando en la situación chilena, en las graves complicaciones que toda transición política puede representar para el pueblo chileno y aún para el equilibrio mundial dada la situación en aquel continente.

Sobre esta base me ha atacado el vicepresidente del Gobierno, olvidando sus abrazos a los dictadores de Cuba y Nicaragua; me han atacado los políticos que sonríen extasiados a la mínimas noticias de la perestroika, tan lejana hoy de convocar un referéndum; me han atacado los comentaristas de Prensa, a los que no dejan mandar información sin censura las Republicas socialistas populares; me han atacado al unísono los portavoces de una de nuestras cámaras que no tuvieron reparo en aceptar, sin la excepción de ninguno de ellos, una visita institucional a Cuba, y me ha atacado finalmente mi propio partido formándome una especie de tribunal de honor, pero condenándome antes de escuchar su veredicto.

Bien, yo soy fundamentalmente un ingeniero, que sabe que cuanto más se comprime un cuerpo más densidad se le da. No digo que no acaben haciéndome estallar por compresión, pero mientras tanto no me podrán hacer callar, siquiera sea por pura conciencia ciudadana.